Qué es «"dar" gloria a Dios» /// Francisco de Asís: «Lo que somos ante Dios, esto somos y nada más».

¿Glamur o gloria?


En las consultas del médico u otros lugares en los que necesitas esperar, hay revistas como «Hola», «Lecturas», «Garbo»… Son revistas de la «prensa rosa». Pero no sólo en las revistas especializadas; esta prensa rosa está presente también en las demás revistas, y hasta los periódicos tienen una sección llamada «Gente» o «Celebridades»… En esta prensa rosa normalmente sale gente famosa, del cine, del fútbol, de la realeza... Y allí está lo que llaman «glamur». Esta palabra se utiliza, pero antiguamente la palabra que se utilizaba era «gloria», y que ahora se utiliza poco. La palabra «gloria» tenía ese sentido de «glamur», era gente que tenía gloria, que tenía fama: de ser un gran escritor, de ser un buen político, etc.

La palabra «gloria» está en los escritos del Nuevo Testamento, traduce la palabra «doxa». «Doxa», en griego, significa «opinión». Por lo tanto, ¿quién tiene gloria? Pues aquel del que la gente opina que es importante. ¿Quién tiene mucha gloria? Aquel de quien todo el mundo habla bien, de quien se dicen cosas bonitas, lo ensalzan, es glorificado.

Pero es importante ver lo siguiente. Que «doxa» en griego es la traducción de una palabra hebrea que es «kabod». Y esta palabra no la digo por erudición, sino que es importante desde el punto de vista espiritual, porque «gloria» significa alabar, opinar bien de una persona; e incluso cuando hablamos de la gloria de Dios, pensamos que le damos gloria nosotros a Dios, pero no. La palabra «kabod», en hebreo, no nos dice lo que nosotros le hacemos a Dios, que le damos alabanzas, sino que la palabra que hay detrás es «peso». La gloria recae en el ser de la persona. Una persona tiene gloria porque tiene peso aunque no sea reconocida. La gloria no se la dan los demás sino que él la tiene, aunque nadie se la reconozca. Quien tiene «kabod» es una persona que vale, sea o no reconocida.

Por eso el libro del Éxodo dirá: «Cuando yo libere a Israel de Egipto, yo manifestaré mi gloria», manifestará lo valioso que es. Dios es infinitamente glorioso, porque en Él está el peso, la valía, la realidad en sí misma, el peso que fundamenta toda la realidad; por lo tanto, aunque nadie le cante alabanzas, Dios es glorioso, porque tiene peso, es consistente, tiene valor infinito.

Por eso, la Iglesia, en la Liturgia, dice en el prefacio IV: «… nuestros cantos, que nada añaden a vuestra gloria». Nada se suma a su gloria. Dios es glorioso, santo en sí mismo.

Y es lo que está ocurriendo también con Jesús y que vemos en el Evangelio. Jesús se compara con Jonás, y con Salomón, e incluso con el templo. Todo esto son cosas que nosotros glorificamos. Pero Jesús dice: «Aquí tenéis más que al templo, aquí tenéis más que a Jonás, aquí tenéis más que a Salomón». Cuando está Jesús, tenemos más que todo lo que podamos pensar. Aunque los fariseos y los maestros de la ley dijeran que es un borracho, amigo de cortesanas y fuera de la ley, aunque tuviera mala prensa y no tuviera gloria, aunque no hablaran bien de él, en él radicaba la gloria, en él estaba el peso sustancial por la que fueron hechas todas las cosas. Por lo tanto, es más que Jonás, es más que Salomón, es más que el templo, es más que la ley, es el Señor glorioso entre nosotros.

Igualmente nosotros, lo que somos no puede depender de lo que se dice de nosotros. Como dice san Francisco de Asís: «Lo que somos ante Dios, esto somos y nada más». Y nuestra gran gloria es el amor de Dios hacia nosotros, que se ha revelado en Jesús. Su amor revela nuestra gloria.




San Francisco de Asís


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Hay un chavalín mejicano -el más joven de los dos del vídeo que enlazo- que me despierta al tiempo ternura y admiración. Creo que da respuestas a la proposición del hilo.