Tan pronto como España se saliera de su status de estado vasallo de USA, nos visitarían los amigos multiculturales a atropellarnos con camiones, asesinarnos con cuchillos, ametrallarnos en discotecas, etcétera.
Estamos muy bien como estamos. Cumplimos nuestro papel en la historia, y lo que queda a los nietos respetuosos y con cultura es recordar las hazañas de sus abuelos. Hoy el mundo es otra cosa. Conocemos el juego y al matón que impone sus reglas. Las seguimos, y tratamos de prosperar dentro de ellas. No hay más. El tiempo de España, y del resto de Europa, como potencia mundial, se acaba en el momento en que los británicos, estúpidamente, impiden a Alemania que se convierta en el poder fuerte europeo. Europa es una hormiga carcomida por dentro y rodeada de gigantes como USA, China, Rusia y, en breve, India y algún otro asiático. Nuestro único papel es sobrevivir lo mejor posible, durante el mayor tiempo que se pueda.
latinilandia ya demostró de lo que era capaz en el siglo XIX. Heredó una estructura fortísima e inmensa de tres virreinatos y se dejó fragmentar, robar, manipular y endeudar masivamente por los anglos. Tuvieron su ocasión de construir dos, o tres grandes naciones con peso mundial, pero eligieron ser nada y matarse entre ellos durante décadas mientras en Londres se frotaban las manos y se partían el ojo ciego. Las élites latinoamericanas, por estupidez, egoísmo o las dos cosas, no daban para más. Ni lo darán.
Los americanos no les han favorecido en absoluto, pero bueno. Es que esa gente lleva destruyendo sociedades y las vidas de millones de personas desde los albores del siglo XX. Son una plaga para el planeta, y nos llevarán a la guerra y a la fin, a una dictadura global encubierta terrible, o a ambas cosas.
Por su capacidad de proyección son sin duda la mayor catástrofe que le ha ocurrido al planeta en toda su historia conocida.
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