david53
Madmaxista
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22 Noviembre 2019Una versión anterior de este artículo se publicó en noviembre de 2018
La guerra es hoy un elemento ajeno a la mayor parte de naciones del planeta, al menos desde un punto de vista clásico. Son pocos hoy los conflictos que enfrentan a un puñado de facciones, organizadas en torno a un ejército propio, por la disputa de un territorio. Aquellos definibles como tales, como la siria o la afgana, son a menudo fenómenos caóticos, difíciles de comprender y repletos de actores a pequeña y gran escala.
De ahí que para el resto del planeta, para los estados-nación, la "guerra" sea más una evocación fantasmal que una realidad. Y dadas las circunstancias, cien años después de la Gran Guerra, ¿cuántos ciudadanos estarían dispuestos a dar su vida por su patria? Fue la pregunta que lanzó Gallup hace un año en una macro-encuesta mundial sobre las actitudes nacionales en torno a la guerra, y los resultados son de los más sorprendentes.
Como era de esperar, las brechas son notables a lo largo y ancho del planeta. La región menos proclive a agarrar un fusil en defensa de la patria es Europa Occidental: tan sólo un 25% de los encuestados lucharía por su país. Dados los traumas recientes del viejo continente, la estigmatización del nacionalismo bélico y el progreso material de sus sociedades, es un porcentaje lógico. ¿Contra quién habría que luchar?
La respuesta es distinta más allá del antiguo telón de acero. Europa del Este es más proclive a defender los intereses de su nación mediante las armas: un 54% de los encuestados, cifra más alta que la del sur muy sur o la americana, sí acudiría al frente si su patria así lo requiriera. La agresividad de Rusia (plasmada en un conflicto enquistado en Ucrania), la memoria de la dominación soviética y el nacionalismo al alza generan un buen caldo de cultivo.
Este mapa elaborado por un usuario de Reddit ilustra la singular ruputra (otra más) entre el este y el oeste europeo. La cercanía de conflictos reales parece correlacionar bien con la disponibilidad de una sociedad a acudir al frente. Por ejemplo: en Rusia y Ucrania los porcentajes afirmativos van del 59% al 62%, altísimos. Ayuda que ambos países lleven cuatro años disputando una guerra proxy (en el que el riesgo de escalada es real, y en el que ambas facciones han difundido un militarismo y patriotismo natural al contexto bélico).
Algo similar se puede decir de Turquía (73%) y Grecia (54%). Más allá del agresivo nacionalismo predominante en el discurso político de ambos países, la memoria de conflictos cercanos (como el de Chipre) puede explicar sus elevadas cifras (en el caso de Turquía operan más factores, como el conflicto kurdo y su frontera con Siria e Irak). Algo similar se puede decir de Bosnia o Kosovo, dos países donde las cicatrices de la guerra siguen abiertas.
Polonia, Rumanía, Letonia, Serbia o Macedonia (además del raro caso de Irlanda) también cuentan con porcentajes significativos (entre el 38% y el 47% de ciudadanos voluntarios). Todos ellos pueden aducir amenazas reales o recuerdos recientes de conflictos trágicos. Pero en este patrón dos países destacan de forma sorprendente: Suecia y Finlandia.
El 55% de los suecos y el ¡74%! de los finlandeses irían a la guerra por su país. Ningún otro país se muestra tan proclive a dar la vida por su patria como Finlandia. ¿Por qué? Una interesante discusión en Reddit ha tratado de hallar alguna respuesta. Por un lado, la pervivencia del servicio militar obligatorio puede jugar algún tipo de rol: sigue siendo obligatorio para la mayoría de los hombres finlandeses (el 80% de los mayores de 30 años ha pasado por el ejército).
Por otro, la frontera con Rusia. Durante la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética invadió la mayor parte del país (la célebre Guerra de Invierno). La campaña fue un fracaso: Finlandia resistió con relativo éxito y se unió a las fuerzas del eje en la Operación Barbarroja. El recuerdo de la dominación zarista (Finlandia sólo logró su independencia en 1917, tras el desmoronamiento de la Rusia monárquica) y las tensiones actuales pueden ser otros factores.
Como hemos visto recientemente, Suecia puede aducir motivos similares. Los conflictos diplomáticos con Moscú han ido al alza (ya sea en forma de submarinos o de espionaje), y el gobierno sueco baraja en público la posibilidad de que, en un futuro no muy lejano, Rusia inicie las hostilidades. Resulta significativo que ni Finlandia ni Suecia pertenezcan a la OTAN. Ante la ausencia de una alianza militar global que defienda sus intereses, sus ciudadanos quizá estén más dispuestos a luchar por su patria.
En Magnet
Suecia se está tomando muy en serio la posibilidad de ir a la guerra con Rusia
¿Y qué hay del resto del mundo? Destaca Asia: de media, el 71% de los encuestados se declararon dispuestos a acudir al frente por su país. Más del 80% de los ciudadanos pakistaníes, bengalíes, vietnamitas marcharían la frente si su nación se lo pidiera. En la India (75%), Filipinas (73%), Tailandia (72%), China (71%) e Indonesia (70%) los porcentajes también son altísimos. ¿Qué tienen todos en común? El conflicto geopolítico más explosivo de todo el mundo: la lucha por las aguas del Mar de la China Meridional.
Sucede algo similar en Pakistán y Afganistán: allí donde la guerra pasa de hipótesis fantasmal a amenaza real, los afectados están más dispuestos a partirse la cara por su país. La excepción quizá sea jovenlandia, el país con el mayor número de entusiastas bélicos: alrededor del 94% de los marroquíes se alistarían en el ejército si la situación lo requiriera. Es una cifra que no tiene parangón ni en su entorno cercano ni en el resto de África (del que faltan muchos datos).
¿Qué ciudadanos están más dispuestos a ir a la guerra por su país? Este mapa lo ilustra