Personalidades autoritarias.
Para abrir las sociedades derivadas de Europa a la inmi gración que las tras*formaría, era necesario desacreditar la solidaridad racial y el compromiso con la tradición. El profesor MacDonald argumenta que este fue el propósito básico de un grupo de intelectuales conocido como la Escuela de Frankfurt. Lo que se conoce rigurosamente como el Instituto de Investigación Social fue fundado en Frankfurt, Alemania, durante el período de Weimar por un millonario judío, pero fue cerrado por los nazis al poco tiempo de que ellos tomaran el poder. La mayoría de sus miembros emigraron a los Estados Unidos y el instituto se recompuso en UC Berkeley. La organización estaba encabezada por Max Horkheimer, y sus miembros más influyentes eran T. W. Adorno, Erich Fromm y Herbert Marcuse, todos ellos tenían fuertes identidades judías. Horkheimer no hizo secreta la naturaleza parcial de las actividades del instituto: “La investigación sería capaz aquí de tras*formarse “directamente” en propaganda”, escribió.
El profesor MacDonald dedica muchas páginas a un análisis de La personalidad autoritaria, que fue escrito por Adorno y apareció en 1950. Fue parte de una serie llamada Studies in Prejudice, producido por la escuela de Frankfurt, que incluía títulos como Antisemitism and Emotional Disorder. The Authoritarian Personality fue particularmente influyente porque, según el profesor MacDonald, el Comité Judío Americano financió fuertemente su promoción y porque los académicos judíos tomaron su mensaje tan entusiásticamente.
El propósito del libro es hacer que la pertenencia a un grupo suene como si fuera un desorden mental. Todo desde el patriotismo a la religión, pasando por la familia (y lealtad a la raza) son signos de una peligrosa y defectuosa “personalidad autoritaria”. A causa de que dibujar distinciones entre diferentes grupos es ilegítimo, todas las lealtades de grupo – ¡incluso los lazos familiares más cercanos! – son “prejuicios”. Como Christopher Lasch ha escrito, el libro lleva a la conclusión de que el prejuicio
“podría ser erradicado solamente sometiendo al pueblo americano a lo que alcanzaba a ser una psicoterapia colectiva – tratándoles como internos en un hospital psiquiátrico”
Pero según el profesor MacDonald, es precisamente el tipo de lealtad de grupo, respeto por la tradición, y conciencia de las diferencias central a la identidad judía lo que Horkheimer y Adorno describían como enfermedad mental en los gentiles. Estos escritores adoptaron lo que eventualmente se volvió una táctica soviética favorita contra los disidentes: Cualquiera cuyas visiones políticas fuesen diferentes de las suyas era un enfermo. Como el profesor MacDonald explica, la escuela de Frankfurt nunca criticó o incluso describió la identidad de grupo judía, solamente la de los gentiles:
“el comportamiento que es fundamental para el judaísmo como una estrategia evolutiva de grupo de éxito es calificado como patológico en los gentiles”
Para estos intelectuales judíos, el antisemitismo también era una señal de dolencia mental: Ellos concluyeron que la autonegación cristiana y especialmente la represión sensual, causaba repruebo hacia los judíos. La escuela de Frankfurt fue entusiasta con el psicoanálisis, según la cual
“la ambivalencia edipiana hacia el padre y las relaciones sádico-anales en la tierna infancia son la herencia irrevocable del antisemita”
Además de ridiculizar el patriotismo y la identidad racial, la escuela de Frankfurt glorificó la promiscuidad y la pobreza bohemia. El profesor MacDonald ve la escuela como una influencia germinativa:
“Ciertamente muchas de las actitudes centrales de la grandemente exitosa revolución contracultural de los años 1960 encuentra expresión en “The Authoritarian Personality”, incluyendo idealizar la rebelión contra los padres, las relaciones sensuales no comprometidas, y desprecio por el ascenso social, el estatus social, el orgullo familiar, la religión cristiana y el patriotismo”
Del más grande interés aquí, sin embargo, es el éxito del movimiento en calificar las antiguas lealtades a la nación y a la raza como enfermedad mental. Aunque vino después, el “desconstruccionista” ****o-francés Jacques Derrida estaba en la misma idea cuando escribió:
“La idea tras la desconstrucción es desconstruir las obras de los estados-nación fuertes con fuertes políticas de inmi gración, desconstruír la retórica del nacionalismo, la política del lugar, la metafísica de la tierra nativa y el idioma nativo… La idea es desarmar las bombas… de la identidad que los estados-nación construyen para defenderse contra los extraños, contra los judíos, árabes e pagapensiones…”
Como el profesor MacDonald expone
“Visto a su nivel más abstracto, el plan fundamental es de esta manera influir e los pueblos de descendencia europea de los Estados Unidos para que vean la preocupación sobre su propio eclipse demográfico y cultural como irracional y como una indicación de psicopatología”
Es innecesario decir, que este proyecto ha tenido éxito; cualquiera oponiéndose al desplazamiento de blancos es rutinariamente tratado como un “promotor de repruebo” mentalmente desequilibrado, y siempre que los blancos defienden sus intereses de grupo son descritos como desajustados psicológicamente. La ironía no le escapó al profesor MacDonald:
“La ideología de que el etnocentrismo era una forma de psicopatología fue promulgada por un grupo que a lo largo de su historia ha sido claramente el más etnocéntrico grupo de entre todas las culturas del mundo”