manuelp
Madmaxista
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Releyendo "El eco de los pasos" del que fue destacado militante anarquista y ministro de la II república, Juan García Oliver, me llama la atención un episodio que narra y del que jamás había tenido noticias.
Habla de que después del Consejo de Ministros en el que se decidió el abandono de Madrid por parte del gobierno republicano (aunque dice que fue la tarde del día 7 de noviembre, cuando todas las fuentes lo sitúan el día anterior) recibió la visita de:
Llegaron: comandante Vicente Rojo, jefe del Estado Mayor del frente de Madrid. Fue él quien me presentó a los demás: Rosenberg, pálido, algo encorvado, con aspecto de oficinista. Stein, general soviético, alto y delgado, de tipo alemán, que no debía pasar de los 45 años, fumando una pequeña pipa recta. Otro general soviético, de nombre raro, de más de 50 años, cabello cano, cuerpo y fisonomía muy compactos. Orlov y Petrov, que más adelante supe que eran jefes de la GPU.
Que le pidieron asesoramiento (dado su buen desempeño en los combates de julio en Barcelona) para evitar el inminente ataque a Madrid de los nacionales. Y dice :
Me dirigí a Vicente Rojo:
—¿Tiene usted, comandante, el plano de operaciones de toda la ciudad?
Me lo mostró, lleno de flechas y señales.
—Dígame, comandante Rojo: ¿dónde desembocan las alcantarillas?
Marcó con un dedo una línea algo quebrada, que correspondía al plano, diciendo:
—Aquí desaguan, en el Manzanares.
—Y ese sector, ¿a quién pertenece?
—Precisamente a ellos.
—Pues teniendo ellos las bocas de desagüe de las alcantarillas, y siendo éstas en Madrid, supongo, como calles, pueden tomar Madrid en menos de una hora. En las calles hay tapas de hierro colado a las que se asciende por escaleras de hierro empotradas en las paredes.
—Sí, exclamaron todos. A lo mejor ya están debajo de nosotros.
—No lo creo. Esa es una clase de operación para ser realizada de madrugada, cuando todo el mundo duerma. Han estado hablando de que su quinta columna era su caballo de Troya para despistar. No utilizarán la quinta columna, sino ejércitos preparados y disciplinados.
—¿Hay manera de impedirlo? —preguntaron los generales soviéticos.
—Sí —contesté—. Aún es tiempo de impedirlo. ¿Poseen buenas secciones de ametralladoras?
—Sí, las tenemos —replicó Rojo.
—Pues presten atención: A cada cien metros de boca de alcantarilla que da al Manzanares, deben colocar un nido de ametralladoras. Estos primeros nidos serán barridos con bombas de mano. Detrás, a otros cien metros, deben haber colocado otros nidos de ametralladoras, que también barrerán con bombas de mano. A otros cien metros habrán colocado otros nidos de ametralladoras.
Supongo que éstos ya no los limpiarán con granadas de mano. Mas si así fuese y ya llegaran nuestros defensores a la bifurcación donde la alcantarilla forma una T, entonces deben ustedes haber instalado grandes bidones de gasolina o petróleo; los deberán volcar en el canalillo de desagüe que hay en las grandes alcantarillas y prenderles fuego.
Mas adelante dice que tiempo después preguntó a Vicente Rojo y este le dijo que los nacionales habían atacado efectivamente por las alcantarillas siendo rechazados.
Los dos generales rusos debían ser- creo- Kebler y Walter (el nombre de este lo da unas paginas mas adelante) pero lo de las alcantarillas ya digo que no lo he leído en ningún otro sitio.
Habla de que después del Consejo de Ministros en el que se decidió el abandono de Madrid por parte del gobierno republicano (aunque dice que fue la tarde del día 7 de noviembre, cuando todas las fuentes lo sitúan el día anterior) recibió la visita de:
Llegaron: comandante Vicente Rojo, jefe del Estado Mayor del frente de Madrid. Fue él quien me presentó a los demás: Rosenberg, pálido, algo encorvado, con aspecto de oficinista. Stein, general soviético, alto y delgado, de tipo alemán, que no debía pasar de los 45 años, fumando una pequeña pipa recta. Otro general soviético, de nombre raro, de más de 50 años, cabello cano, cuerpo y fisonomía muy compactos. Orlov y Petrov, que más adelante supe que eran jefes de la GPU.
Que le pidieron asesoramiento (dado su buen desempeño en los combates de julio en Barcelona) para evitar el inminente ataque a Madrid de los nacionales. Y dice :
Me dirigí a Vicente Rojo:
—¿Tiene usted, comandante, el plano de operaciones de toda la ciudad?
Me lo mostró, lleno de flechas y señales.
—Dígame, comandante Rojo: ¿dónde desembocan las alcantarillas?
Marcó con un dedo una línea algo quebrada, que correspondía al plano, diciendo:
—Aquí desaguan, en el Manzanares.
—Y ese sector, ¿a quién pertenece?
—Precisamente a ellos.
—Pues teniendo ellos las bocas de desagüe de las alcantarillas, y siendo éstas en Madrid, supongo, como calles, pueden tomar Madrid en menos de una hora. En las calles hay tapas de hierro colado a las que se asciende por escaleras de hierro empotradas en las paredes.
—Sí, exclamaron todos. A lo mejor ya están debajo de nosotros.
—No lo creo. Esa es una clase de operación para ser realizada de madrugada, cuando todo el mundo duerma. Han estado hablando de que su quinta columna era su caballo de Troya para despistar. No utilizarán la quinta columna, sino ejércitos preparados y disciplinados.
—¿Hay manera de impedirlo? —preguntaron los generales soviéticos.
—Sí —contesté—. Aún es tiempo de impedirlo. ¿Poseen buenas secciones de ametralladoras?
—Sí, las tenemos —replicó Rojo.
—Pues presten atención: A cada cien metros de boca de alcantarilla que da al Manzanares, deben colocar un nido de ametralladoras. Estos primeros nidos serán barridos con bombas de mano. Detrás, a otros cien metros, deben haber colocado otros nidos de ametralladoras, que también barrerán con bombas de mano. A otros cien metros habrán colocado otros nidos de ametralladoras.
Supongo que éstos ya no los limpiarán con granadas de mano. Mas si así fuese y ya llegaran nuestros defensores a la bifurcación donde la alcantarilla forma una T, entonces deben ustedes haber instalado grandes bidones de gasolina o petróleo; los deberán volcar en el canalillo de desagüe que hay en las grandes alcantarillas y prenderles fuego.
Mas adelante dice que tiempo después preguntó a Vicente Rojo y este le dijo que los nacionales habían atacado efectivamente por las alcantarillas siendo rechazados.
Los dos generales rusos debían ser- creo- Kebler y Walter (el nombre de este lo da unas paginas mas adelante) pero lo de las alcantarillas ya digo que no lo he leído en ningún otro sitio.