Pregunta al hispanista Stanley Payne: Quién le parece peor, ¿Biden o Pedro Sánchez?

M. Priede

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Uno de los hispanistas de verdad, no un vendido a los intereses de la angloesfera o al progretariado español, es decir, la antítesis de Sir Paul Preston y doscientos más, porque están todos cortados por el mismo patrón, que por supuesto jamás se molestaron en rebatirlo; para qué, si con la sola fe de la ideología les sobra.

Le han hecho un homenaje después de 60 años dedicado al estudio de nuestra historia.

He cambiado el título del hilo porque el del diario La Razón es engañoso: Stanley Payne: «La situación política en España es desastrosa» No podía esperarse menos de esa obsesión estulta de los españoles de autoflagelarse pensando que lo que pasa aquí no ocurre en ningún otro lugar. La guerra civil del 36 fue un anticipo de lo que iba a ocurrir en Europa; aquí se enfrentaron también alemanes e italianos por un lado y soviéticos por el otro, con la aparente neutralidad de Francia, Reino Unido y EEUU, pero que hoy sabemos que ayudaron de manera indirecta al franquismo porque preferían una España en la órbita alemana que en la soviética. De hecho no hizo más que acabar nuestra guerra y dio comienzo la Segunda Guerra Mundial, de ahí que tanto Mussolini como Hitler se desesperaran por la lentitud de Franco en culminar la guerra, que ya tenía prácticamente ganada desde hacía más de un año.


¿Quién le parece peor, Biden o Pedro Sánchez?
Con mucho, Biden. Sánchez hace sufrir a los españoles, pero a nadie más. Los desastres continuados del Biden senil afectan a muchos más.​
¿El mundo occidental es o será unipolar o multipolar?
EEUU ya no es tan dominante como antes, pero todavía es «el elefante en la habitación». No hay verdadera multipolaridad, sino varios intentos y mucha confusión. Si los demócratas consiguen imponer su sistema de partido único, el declive de EEUU se acelerará.​
Hablemos del Globalismo y la amenaza que supone para las sociedades occidentales.
Esta tendencia ha crecido desde 1980. Representa la creación de una interdependencia de las élites en los países más desarrollados, que parcialmente engloba a los pobres también. Hasta cierto punto, puede beneficiar a los pobres, mientras desequilibra a los países desarrollados. Es un cálculo a corto plazo.​
¿Hay un plan siniestro, una conspiración, en las intrigas que está llevando a cabo el Globalismo y su Agenda 2030?
No hay ninguna «conspiración», porque el gobierno chino es totalmente egocéntrico y nunca coopera de verdad, sino que existe una hegemonía generalizada de globalistas en los países desarrollados, que se compagina con la revolución cultural y el wokismo, aunque confusamente. Lo notable es haber conseguido el dominio de una pseudotecnocracia centralizada con capacidad para un totalitarismo, y una censura a través de la alta tecnología. Así que no es una cuestión meramente de partidos políticos sino de estructuras impersonales. Un excelente estudio sobre esto es The Psychology of Totalitarianism (2022), del psicólogo flamenco Mattias Desmet. Un aspecto del deterioro de la sociedad americana que están favoreciendo los demócratas es la enorme expansión del sector que no trabaja y que vive a merced del gobierno al precio de sus votos. Si alcanzan su meta, el efecto será desastroso y habrá llegado el totalitarismo.​
En España tenemos las mal llamadas leyes de Memoria Histórica Democrática sobre el eje de la culpa única de los vencedores y diversos objetivos.
La tendencia de convertir la historia en arma de lucha ha llegado a ser universal. Antes las izquierdas españolas eran a veces los primeros en la radicalización, pero ya no. Es sencillamente la versión española coetánea de un proceso casi universal. Si esto se convierte en ley, las izquierdas españolas pueden volver a ser las más extremistas de Occidente.​
Usted ha criticado abiertamente la Ley de Memoria Histórica, ha inspirado el Manifiesto por la Historia y la Libertad y ha presentado en el parlamento cántabro un memorable discurso contra la misma. ¿En su objetivo final puede llevar a la polarización social, a la confrontación?
Representa una táctica fundamental; controlar el discurso del pasado para dominar el momento actual. El objetivo no tiene nada que ver con el pasado, sino con el presente y el futuro. Pero como nos muestra la historia, las izquierdas en España están muy divididas. No se puede hablar de proyecto único, y de ahí que la situación de España, aun siendo desastrosa, puede ser menos critica que la de EEUU.​
 
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