Los progues, en su manifiesta locura, han perdido hace mucho el más mínimo contacto con la realidad, por eso cualquier persona sensata les causa espanto.
En su interminable podredumbre jovenlandesal y decadente buscan inconscientemente la corrupción de todo valor y fuerza vital, por eso la corrupción siempre se manifiesta en ellos de forma tan profunda en cuanto alcanzan el poder mediante la manipulación y el engaño.
En las últimas décadas lo han impregnado todo con su corrupta ideología, desde el periodismo hasta las fuerzas del orden, tejiendo innumerables redes clienterales para perpetuarse en el sistema impregnando incluso a partidos que inicialmente no eran progues, como el PP, que en la actualidad se ha convertido en un mero blanqueador de las demencias surgidas de la izquierda.