Amraslazar
Príncipe del Tabernáculo
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El Éxodo es una compilación de leyendas y tradiciones orales cananeas, reestructuradas en un relato unitario y cohesionado. No se puede tomar como historia factual, pero si que tiene base histórica.
Sabemos que los Hicsos emigraron de Canaán al Bajo Egipto en torno al 1800 AC, montaron su propio reino, y acabaron fundando la Decimoquinta Dinastía de Egipto (1650-1500 AC), para después ser pateados de vuelta a Canaán por los faraones del Alto Egipto, y ser recordados por los egipcios como una plaga extranjera que asoló su país. Tras su expulsió de vuelta a Canaán, cronistas egipcios recogidos por Flavio Josefo les atribuyen la fundación de Jerusalén.
Sabemos que Amenofis IV alias Ajenatón la lió parda en torno al 1300 AC con su reforma religiosa monoteista. A su fin, el Atonismo fue siendo gradualmente desbancado y erradicado por sus sucesores, en favor del retorno a las viejas tradiciones. La memoria de Ajenatón acabó demonizada, su nombre fue eliminado de los registros, y sus monumentos fueron desmantelados. Jerusalén era una ciudad vasalla de Egipto en esa época, y los cananeos que la habitaban estaban bajo la influencia política y cultural de Egipto, por lo que todo este terremoto religioso les llegaría de alguna manera.
Y sabemos que los egipcios llevaban al día la práctica de la esclavitud, y que el desierto del Sinaí era una ruta de escape habitual para esclavos fugitivos, por lo que entre los pueblos cananeos los relatos de esclavos que se escapaban de Egipto a través del Sinaí debieron ser comunes.
Juntemos esos elementos y adrezémoslos con las historias de nómadas y bandidos del desierto, y tenemos básicamente el relato del Éxodo.
También conviene recordar que los primeros libros de la Biblia (Génesis, Éxodo, Levítico, Números) tienen un carácter legendario. A partir del Sexto libro (Josué), la Biblia empieza a tener un carácter mas histórico. El quinto libro, el Deuteronomio (que termina con la fin de Moisés y su sucesión por Josué), marca la tras*ición entre los libros legendarios y los históricos.
Sabemos que los Hicsos emigraron de Canaán al Bajo Egipto en torno al 1800 AC, montaron su propio reino, y acabaron fundando la Decimoquinta Dinastía de Egipto (1650-1500 AC), para después ser pateados de vuelta a Canaán por los faraones del Alto Egipto, y ser recordados por los egipcios como una plaga extranjera que asoló su país. Tras su expulsió de vuelta a Canaán, cronistas egipcios recogidos por Flavio Josefo les atribuyen la fundación de Jerusalén.
Sabemos que Amenofis IV alias Ajenatón la lió parda en torno al 1300 AC con su reforma religiosa monoteista. A su fin, el Atonismo fue siendo gradualmente desbancado y erradicado por sus sucesores, en favor del retorno a las viejas tradiciones. La memoria de Ajenatón acabó demonizada, su nombre fue eliminado de los registros, y sus monumentos fueron desmantelados. Jerusalén era una ciudad vasalla de Egipto en esa época, y los cananeos que la habitaban estaban bajo la influencia política y cultural de Egipto, por lo que todo este terremoto religioso les llegaría de alguna manera.
Y sabemos que los egipcios llevaban al día la práctica de la esclavitud, y que el desierto del Sinaí era una ruta de escape habitual para esclavos fugitivos, por lo que entre los pueblos cananeos los relatos de esclavos que se escapaban de Egipto a través del Sinaí debieron ser comunes.
Juntemos esos elementos y adrezémoslos con las historias de nómadas y bandidos del desierto, y tenemos básicamente el relato del Éxodo.
También conviene recordar que los primeros libros de la Biblia (Génesis, Éxodo, Levítico, Números) tienen un carácter legendario. A partir del Sexto libro (Josué), la Biblia empieza a tener un carácter mas histórico. El quinto libro, el Deuteronomio (que termina con la fin de Moisés y su sucesión por Josué), marca la tras*ición entre los libros legendarios y los históricos.
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