En 1858 había tanta cosa en el Támesis que el olor a excremento inundó a la ciudad. Se dice que la reina Victoria y el príncipe Alberto quisieron hacer un crucero por el río y al poco tiempo tuvieron que desistir por la pestilencia que emanaba.
Un artículo principal de
The Illustrated London News comentó que:
"Podemos colonizar los confines más remotos de la tierra; podemos conquistar la India; podemos pagar los intereses de la deuda más enorme jamás contraída; podemos difundir nuestro nombre, nuestra fama y nuestra riqueza fructífera a todas partes del mundo; pero no podemos limpiar el río Támesis."
"Sopa monstruosa comúnmente llamada agua del Támesis" (1828), del artista William Heath
Ver archivo adjunto 2045007
"Una gota de agua del Támesis", vista por Punch (1850)
El Támesis fue declarado como biológicamente muerto hasta tiempos recientes, que consiguieron sanearlo y traer de vuelta la vida silvestre.