Me da que la mayoría de los foreros no están entendiendo lo que dice exactamente el artículo.
No sé si por la traducción googleana o por qué, la gente está confundiendo los fondos (públicos) de pensiones con los gestores de fondos de inversión.
El artículo dice que son los políticos los que otorgan la gestión de los fondos de pensiones (sí, lo que los gobiernos recaudan para jubilación de nuestros abueletes) a las gestoras a cambio de imponer las políticas pogre a las empresas.
Muchos foreros sin embargo "están de acuerdo" con el artículo en que Blackrock y Vanguard manejan a los gobiernos, cuando el artículo lo que afirma va en el sentido opuesto. Son los políticos los que imponen la agenda a Blackrock y Vanguard, y lo hacen exigiendo que repitan el esquema hacia Adidas, Siemens, Iberdrola o Leche Pascual cuando les financian o cuando participan en su propiedad.
Si Adidas no muestra en su catálogo a neցros y bolleras o no a sus prendas una etiqueta ecofriendly, Blackrock le retira su inversión. Y esto es así porque si Blackrock no se la retira, entonces los estados retiran a Blackrock de la gestión de sus fondos de pensiones.
Para mí falta una pieza más en el origen de todo, y es que obviamente los políticos llevan tiempo siendo sobornados para instaurar una línea ideológica con ya veremos qué fines concretos.
La cuestión es sencilla, una persona o corporación no tiene capacidad para manejar a todo el mundo. Pero sí tiene capacidad para comprar a un político, el cual maneja un presupuesto público con una capacidad superior en tres órdenes de magnitud. Aun así, un político no tiene capacidad para imponer a todo el mundo, pero a través de lo explicado en el artículo (es decir, usando la gestión de las pensiones públicas como moneda de cambio), pueden forzar a una corporación que gestiona un capital con una capacidad superior en otros tres órdenes de magnitud y que llega a todos los ámbitos de la economía y la sociedad. En total una persona o una familia de millonarios multiplica su influencia en muchos más órdenes de magnitud y ahora sí impone su agenda a todo el planeta.
Cierto, muchas de éstas cosas también son de sobra conocidas, pero para mí siempre ha sido difícil de comprender por qué algunas empresas se están disparando al pie. Al capitalismo siempre se le ha culpado de ser voraz en la búsqueda de beneficios y de repente los empresarios se vuelven iluso y empiezan a arruinarse promoviendo políticas que defienden a cuatro tarados. No tiene ningún sentido, y el artículo le busca un enfoque que yo no había pensado: las pensiones como chantaje.