fredesvindo
Madmaxista
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Es un clásico de Podemos que en una situación como la actual convierte la medida directamente en delirante.
Carlos CuestaSeguir a carloscuestaEM
17/8/2022 - 07:02
https://s.libertaddigital.com/images/tras*.pngLa cúpula de Podemos en una imagen reciente. | Twitter
Porque "las razones siguen intactas". Así encabeza Podemos el programa con el que se presentó a las elecciones del 4M el pasado año y cuyo documento sigue vigente y se mantiene en la web del partido a fecha de hoy. Y allí se plasma su exigencia de acabar con "el viejo modelo franquista de pantanos y obras faraónicas que han hundido y obligado a abandonar tantos pueblos". La exigencia la mantiene el partido jovenlandesado en plena sequía, con los pantanos por debajo del 40% de su capacidad y en medio de una brutal crisis energética donde la electricidad generada en base a los pantanos es más necesaria que nunca.
La idea de acabar con los "pantanos franquistas" es un clásico de Podemos. Pero mantener la petición en una situación como la actual convierte la medida directamente en delirante.
La explicación del partido de Ione Belarra e Irene Montero no es menos esotérica: "El viejo modelo franquista de pantanos y obras faraónicas que han hundido y obligado a abandonar tantos pueblos se sustituirá de forma definitiva por una nueva cultura del agua, con un gobierno eficiente y moderno del agua a partir de la gestión de su demanda, que resulta la única estrategia eficaz para mitigar episodios extremos y cada vez más frecuentes, como sequías y crecidas, al tiempo que sirve para construir un sector agropecuario puntero".
¿Y cómo se combate la sequía quitando los pantanos y bloqueando los trasvases de agua a territorios secos desde zonas con mayores recursos hídricos? ¿Y cómo se nutre de agua al sector agropecuario sin reservas de agua? Las preguntas no tienen respuesta en el documento de los jovenlandesados. Pero por lo visto, eso es lo de menos. Porque, según su propuesta, lo importante para Podemos es que se trata de un "modelo franquista de pantanos". Y eso implica que debe ser borrado del mapa y, a poder ser, hasta de la memoria democrática.
Carlos CuestaSeguir a carloscuestaEM
17/8/2022 - 07:02
https://s.libertaddigital.com/images/tras*.pngLa cúpula de Podemos en una imagen reciente. | Twitter
Porque "las razones siguen intactas". Así encabeza Podemos el programa con el que se presentó a las elecciones del 4M el pasado año y cuyo documento sigue vigente y se mantiene en la web del partido a fecha de hoy. Y allí se plasma su exigencia de acabar con "el viejo modelo franquista de pantanos y obras faraónicas que han hundido y obligado a abandonar tantos pueblos". La exigencia la mantiene el partido jovenlandesado en plena sequía, con los pantanos por debajo del 40% de su capacidad y en medio de una brutal crisis energética donde la electricidad generada en base a los pantanos es más necesaria que nunca.
La idea de acabar con los "pantanos franquistas" es un clásico de Podemos. Pero mantener la petición en una situación como la actual convierte la medida directamente en delirante.
La explicación del partido de Ione Belarra e Irene Montero no es menos esotérica: "El viejo modelo franquista de pantanos y obras faraónicas que han hundido y obligado a abandonar tantos pueblos se sustituirá de forma definitiva por una nueva cultura del agua, con un gobierno eficiente y moderno del agua a partir de la gestión de su demanda, que resulta la única estrategia eficaz para mitigar episodios extremos y cada vez más frecuentes, como sequías y crecidas, al tiempo que sirve para construir un sector agropecuario puntero".
¿Y cómo se combate la sequía quitando los pantanos y bloqueando los trasvases de agua a territorios secos desde zonas con mayores recursos hídricos? ¿Y cómo se nutre de agua al sector agropecuario sin reservas de agua? Las preguntas no tienen respuesta en el documento de los jovenlandesados. Pero por lo visto, eso es lo de menos. Porque, según su propuesta, lo importante para Podemos es que se trata de un "modelo franquista de pantanos". Y eso implica que debe ser borrado del mapa y, a poder ser, hasta de la memoria democrática.