Estás usando un navegador desactualizado. Es posible que no muestre este u otros sitios web correctamente. Debe actualizar o usar un navegador alternativo.
[PIZPILF™] EMILIA LANDALUCE me la pone como un calcetín relleno de arena
Hace unos días hablaba con unas amigas catalanas sobre la posibilidad de ir a uno de los clubes de intercambio que, me cuentan, están de moda en la ciudad condal. Aunque solo sea para tomarse una copa y ver cómo los habituales se están tomando lo del prusés. Por cierto, dicen que el Oops! es incluso más elegantoso que el Training. Precisamente los dos locales deben de ser de los pocos muebles (o meublés) que se salvaron de ese Titánic en el que, según Félix de Azúa, se convirtió Barcelona tras la llegada del nacionalismo. ["Ya no es aquel escandaloso, matizaje de chavas y salta-taulells cuya mejor expresión es la poesía de Jaime Gil de Biedma, Goytisolo, Marsé, el sonido del Dúo Dinámico y la ginebra Giró..."].
Sin embargo, hay que reconocer que en este caso, los catalanes siguen por delante. Los clubes de Madrid son cutres, lúgubres y huelen a colchoneta nueva pero es de prever que también los intercambios de pareja (como todo en Cataluña) se hayan visto afectados por la deriva indepe. Cuando uno permite que el nacionalismo se infiltre hasta en lo más íntimo es inevitable dejar la política fuera de la cama.