MZAA
Forocochero
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Una de sus primeras decisiones como Papa fue, en abril de 1939, fue la de levantar la condena del Maurrasianismo, tras la Guerra Civil Española, que supuso la renovación del anticomunismo en el seno de la Iglesia. También volvió a autorizar las obras de Charles Maurras, fundador de la Action Française, grupo antisemita y anticomunista, a cuyos miembros les fue levantada la prohibición de recibir los sacramentos que pesaba sobre ellos desde el pontificado de Pío XI.
En la recién estallada Segunda Guerra Mundial mantuvo, al menos desde un punto de vista formal, la neutralidad entre los beligerantes, tal como había hecho Benedicto XV en la contienda anterior. Su mayor propósito era conservar la presencia católica en los países al margen de su alineamiento en la guerra, y por ello al fin de ésta se sintió fuertemente agraviado por el ateísmo militante en los países que quedaron en la órbita de la Unión Soviética.
Pío XII dijo sí a las leyes raciales del régimen de Vichy del mariscal Petain en Francia, una actitud por la que, más tarde, el general Charles de Gaulle estuvo a punto de expulsar del país a gran parte de los obispos católicos. Y en 1943 en Roma, recibió a Ante Pavelić, el líder del Estado Independiente de Croacia.
Algunos hechos históricos de las actividades de Pio XII han dado pie, a algunos de sus enemigos, a cuestionar su proceder ante el clímax antisemita contemporáneo. La más aguda critica fue elaborada por el escritor católico británico John Cornwell en su libro El Papa de Hitler, investigación biográfica sobre la vida de Pío XII, basada en archivos extraídos del Vaticano. En dicha biografía Cornwell mostró al papa como un antisemita, concluyendo en la participación directa de la Iglesia en ambas guerras mundiales. Así mismo acusó a Pacelli de dirigir la redacción del texto Humani Generis Unitas (La unión de las razas humanas), texto descubierto años después de su fin. El texto citaba: "Los judíos eran responsables de su destino, Dios los había elegido, pero ellos negaron y mataron a Cristo. Y cegados por su sueño de triunfo mundial y éxito materialista se merecían la ruina material y espiritual que se habían echado sobre sí mismos".
Pacelli estaba convencido de que los judíos se habían procurado su suerte: intervenir a su favor sólo podía llevar a la Iglesia hacia alianzas con fuerzas hostiles al catolicismo.
El 10 de mayo del 2007, el judío Abraham Foxman, presidente internacional de la Liga Antidifamación -dedicada a combatir el antisemitismo en todo el mundo, envió un mensaje al papa Benedicto XVI diciendo "Instamos al Papa Benedicto XVI a suspender el proceso de santidad del Papa Pío XII por el bien de la verdad histórica y la profundización de la amistad entre la Iglesia Católica y el pueblo judío.
El 6 de octubre del 2007, el rabino jefe de Haifa, Shear Yesuv Cohen, le dijo a los periodistas: "Pío XII no debería ser beatificado o tomado como modelo, porque no nos salvó ni levantó su voz (...) No estamos contentos con los intentos de la Iglesia por olvidar este triste capítulo en la vida de un gran Papa, y sentimos que no podemos perdonar y que no puede ser perdonado". Por lo visto, el repruebo de los judíos no tiene límite.
En la recién estallada Segunda Guerra Mundial mantuvo, al menos desde un punto de vista formal, la neutralidad entre los beligerantes, tal como había hecho Benedicto XV en la contienda anterior. Su mayor propósito era conservar la presencia católica en los países al margen de su alineamiento en la guerra, y por ello al fin de ésta se sintió fuertemente agraviado por el ateísmo militante en los países que quedaron en la órbita de la Unión Soviética.
Pío XII dijo sí a las leyes raciales del régimen de Vichy del mariscal Petain en Francia, una actitud por la que, más tarde, el general Charles de Gaulle estuvo a punto de expulsar del país a gran parte de los obispos católicos. Y en 1943 en Roma, recibió a Ante Pavelić, el líder del Estado Independiente de Croacia.
Algunos hechos históricos de las actividades de Pio XII han dado pie, a algunos de sus enemigos, a cuestionar su proceder ante el clímax antisemita contemporáneo. La más aguda critica fue elaborada por el escritor católico británico John Cornwell en su libro El Papa de Hitler, investigación biográfica sobre la vida de Pío XII, basada en archivos extraídos del Vaticano. En dicha biografía Cornwell mostró al papa como un antisemita, concluyendo en la participación directa de la Iglesia en ambas guerras mundiales. Así mismo acusó a Pacelli de dirigir la redacción del texto Humani Generis Unitas (La unión de las razas humanas), texto descubierto años después de su fin. El texto citaba: "Los judíos eran responsables de su destino, Dios los había elegido, pero ellos negaron y mataron a Cristo. Y cegados por su sueño de triunfo mundial y éxito materialista se merecían la ruina material y espiritual que se habían echado sobre sí mismos".
Pacelli estaba convencido de que los judíos se habían procurado su suerte: intervenir a su favor sólo podía llevar a la Iglesia hacia alianzas con fuerzas hostiles al catolicismo.
El 10 de mayo del 2007, el judío Abraham Foxman, presidente internacional de la Liga Antidifamación -dedicada a combatir el antisemitismo en todo el mundo, envió un mensaje al papa Benedicto XVI diciendo "Instamos al Papa Benedicto XVI a suspender el proceso de santidad del Papa Pío XII por el bien de la verdad histórica y la profundización de la amistad entre la Iglesia Católica y el pueblo judío.
El 6 de octubre del 2007, el rabino jefe de Haifa, Shear Yesuv Cohen, le dijo a los periodistas: "Pío XII no debería ser beatificado o tomado como modelo, porque no nos salvó ni levantó su voz (...) No estamos contentos con los intentos de la Iglesia por olvidar este triste capítulo en la vida de un gran Papa, y sentimos que no podemos perdonar y que no puede ser perdonado". Por lo visto, el repruebo de los judíos no tiene límite.