Recuerdo bien aquel debate en Libertad Digital, hace ahora hace diez años, entre César Vidal y Pío Moa
Pío Moa:
Galería de charlatanes (XVI). César Vidal, un protestante simplón
César Vidal escribió algunos libros de historia oportunos y bastante buenos, corrigiendo otros suyos anteriores y después de haber leído mi Los orígenes de la guerra civil y Los personajes de la república vistos por ellos mismos. Luego mantuvo en LD unas polémicas conmigo de las que no salió bien parado, a juzgar por las opiniones de los lectores; algo que no perdonó su robusto ego, por lo que intrigó para que me echaran de aquel periódico.
Es una verdadera lástima que César Vidal, que a menudo hace análisis políticos e históricos inteligentes, se vaya por los cerros de Úbeda en cuanto sale a relucir el protestantismo. Dice, por ejemplo: No pocos españoles, a diferencia de la generalidad de los ciudadanos de esas naciones donde triunfó la Reforma, normalmente, siempre encuentran excusas para sí o para el sector al que pertenece a la hora de no someterse al imperio de la ley. Esta visión beatífica de sometimiento a la ley en los países protestantes puede constatarse mediante las estadísticas de la delincuencia. ¿Se atreverá don César a afirmar que hay en España más delincuencia que en países protestantes (o ex protestantes) como Alemania o Inglaterra? He expuesto, en los artículos sobre la salud social, que España cuenta con una de las poblaciones penales más altas de Europa, sin que ello suponga que la tasa de delincuencia sea más alta que en otros países. ¿Significa esto más o menos “imperio de la ley”? En la admirada Usa protestante de César Vidal, el número de delitos y presidiarios es asombrosamente alto. ¿Prueba el dato mucho respeto a la ley en esa sociedad, o lo contrario? ¿Y los índices en Inglaterra o Alemania? Don César, además, no tiene en cuenta, como de costumbre, los cambios que se producen con el tiempo. No hace tantos años (unos 35), España era uno de los países del mundo con menos delincuencia y menos presos, muchos menos que los de los países “donde triunfó la Reforma”. ¿Qué le parece?
Y ciertamente en España existe un desprecio por la ley, lo vemos a diario, y más en unas épocas que en otras, como ocurre en todos los países. Más acentuada en los últimos treinta años, supongo que los ejemplos están en la mente de todo el mundo y he puesto algunos en La tras*ición de cristal. Pero no siempre fue así. En la época de Franco, contra lo que don César sugiere enarbolando algunos hechos particulares, la ley se aplicaba de forma más segura que ahora. Y, repito, con mucha menos delincuencia y muchísima menos población penal no solo que ahora, sino que en cualquier país protestante.
Asegura don César que el aporte jurídico de los españoles ha sido “el apaño”. Esto no es una injusticia sino una sandez malintencionada, pues no creo que provenga de la ignorancia, y no vale la pena dedicarle más espacio. Cae asimismo don César en el mal método, que he señalado en Nueva historia de España, de utilizar obras literarias (El alcalde de Zalamea, Fuenteovejuna) dándoles un sentido socio-histórico totalmente fuera de lugar (los marxistas también lo han hecho a menudo). La literatura trata generalmente sucesos no corrientes, extraordinarios, en los que se describe la condición humana; por eso una obra literaria lograda sigue teniendo el mismo valor en una época que en otra, así la Ilíada, por poner un caso, que ofrece una visión muy distorsionada de la sociedad micénica y al mismo tiempo nos dice mucho sobre el ser humano entonces y ahora. Y por ese camino, don César podría plantearse por qué las novelas policíacas han nacido y se han desarrollado especialmente en los países protestantes, para narrar crímenes, utilizaciones fraudulentas de la ley, corrupciones, abusos y apaños de los poderosos, etc. ¿Indica ello que en esos países abunden especialmente tales plagas? No estoy seguro. En cuanto a los crímenes de estado que atribuye a Felipe II, tengo la impresión de que han sido más habituales, precisamente, entre los protestantes. En Nueva historia de España recuerdo algunos, de los hugonotes o en Holanda, por no hablar de los de Inglaterra.
Sus explicaciones sobre la actitud de Lutero hacia los judíos… Bueno, solo pueden convencer a los ya muy convencidos. Y la expulsión que proponía Lutero, en plan de aplastar a los perros rabiosos, no se pareció en nada al modo como se hizo la expulsión en España, infinitamente más legal y considerada que otras expulsiones en otros países. O que otras expulsiones de no judíos practicadas por los protestantes Puede consultar el señor Vidal a Luis Suárez, a quien cito en Nueva historia de España. Es cierto que siguió habiendo judíos en los países protestantes, pero a menudo recluidos en guetos y privados de derechos cívicos (como lo fueron los católicos hasta tiempos recientes).
Sobre la defensa de los judíos por los protestantes en la II Guerra mundial, pone el caso de Dinamarca, donde había pocos judíos; pero en Holanda, donde había más, la deportación y colaboración con los nazis alcanzó altas proporciones. Y en la propia Alemania, ¿dónde arraigó más el nazismo si no en las regiones protestantes, como bien sabe el señor Vidal? Y quien más judíos salvó fue el Vaticano; por cierto que la católica España de Franco también hizo su importante contribución al salvamento.
Don César nos dice, asombrosamente, que Calvino impuso la primacía de la ley. ¿Qué ley? “La Biblia”, aclara. Lo cual significa tomar las Escrituras al modo del Corán por los fiel a la religión del amores . Pero ¿cómo puede utilizarse la Biblia como ley, si ella admite muchas interpretaciones, y más en virtud del libre examen? Solo podía servir de ley si UNA interpretación, obviamente la de Calvino, se imponía como LEY. Esa supuesta primacía permitió a Calvino quemar a Miguel Servet y a otras gentes, en especial a gran número de “brujas”. La quema de brujas se extendió masivamente en territorios protestantes y algunos católicos, pero la Inquisición las cortó rápidamente en España. ¿Primacía de la ley? ¿De qué ley? Aparte de que su interpretación de la Biblia le llevaba a proscribir el teatro (Shakespeare, por ejemplo, tuvo problemas para representar, por parte de los puritanos de Londres), el baile, y hasta hizo sospechosa la risa. Cuando se habla de la ética del trabajo calvinista se olvida su carácter neurótico, obsesivo, nacido de una interpretación particular de la gracia.
Pero vamos a mencionar algunos otros hechos que don César pasa sistemáticamente por alto. En la patria del protestantismo, Alemania, la nueva religión no se impuso en modo alguno mediante ninguna primacía de la ley, sino mediante la rebeldía de numerosos grandes señores, estimulados por Lutero con la perspectiva de adueñarse de los bienes eclesiásticos, lo que hicieron con la mayor violencia y asesinatos. ¿Primacía de la ley? Pero cuando los campesinos sometidos a un yugo infernal se sublevaron, Lutero encontró que conculcaban la ley, puesto que se rebelaban contra sus señores, y llamó a exterminarlos con frases de increíble ferocidad. ¿Primacía de la ley? Y de nuevo, ¿cuál era la versión correcta de la Biblia si, según él, todo dependía del libre examen y la fe subjetiva de cada cual?
Hay más: los conflictos y guerras civiles promovidos por los protestantes se solventaron, si así puede decirse, sobre la base cuius regio eius religio, es decir, que allí donde habían vencido los príncipes luteranos tenían derecho a imponer su religión al pueblo, y ciertamente lo hicieron, mediante mil violencias. ¿Qué ley primaba entonces?
El propio Lutero llamó repetidamente a la rebeldía contra la Iglesia católica, que era la asentada y legitimada desde muchos siglos atrás y excitó a atacarla con la máxima saña, a lavarse las manos en su sangre, inspirándose en una interpretación del Evangelio (“no he venido a traer la paz, sino la espada”), con frases, nuevamente, de verdadero salvajismo. ¿Primacía de la ley?
Podemos recordar asimismo cómo se impuso el anglicanismo, a base de innumerables crímenes y violencias, muchas más que las de la Inquisición y precisamente por un problema, digamos de bragueta, del rey, revelador de gran respeto a la ley. A su vez, los señores sostenedores del anglicanismo ampliaron sus posesiones expoliando los bienes eclesiásticos y las tierras comunales, reduciendo a los campesinos a la más absoluta miseria. ¿Era aquello imperio de la ley o pura y simple tiranía? Esta conducta fue seguida en muchas ocasiones en los siglos siguientes, y no digamos nada de su aplicación a Irlanda o Escocia hasta épocas próximas, dando lugar a hambrunas que pueden considerarse auténticos genocidios. U otras más recientes todavía, como la de Bengala. ¿La ley, de nuevo? Nada de esto ocurrió nunca en España, si bien la desamortización de Mendizábal tuvo algunos rasgos de lo mismo. La persecución y privación de derechos a los católicos en esos países se mantuvo hasta tiempos recientes, a veces con crueldad espeluznante.
Cabe decir, por otra parte, que el liberalismo surgió en parte como reacción a los excesos protestantes. La Carta sobre la tolerancia, de Locke, trata precisamente, de limitar las persecuciones, con frecuencia brutales, entre los distintos grupos protestantes; y no extiende la tolerancia a los católicos, para quienes exige la más dura intransigencia, por motivos, digamos “patrióticos”, ya que obedecían a un poder extranjero.
Por no hablar de la política de exterminio de los indios norteamericanos o de otras poblaciones aborígenes en Australia; o de las guerras del opio. O de las peleas entre la calvinista Holanda y la anglicana y en parte puritana Inglaterra por controlar el tráfico de esclavos. O la piratería, en la que la reina de Inglaterra tomaba desvergonzadamente su parte. Una vez más, ¿primacía de la ley?
Y todas estas cosas no son ninguna leyenda de color inventada a partir de las disparatadas invenciones de un fraile chiflado.
Ahora mismo tenemos aquí el problema de Gibraltar, única colonia en un país europeo, donde la agresividad británica ha infringido sistemáticamente todos los tratados y leyes, y continúa haciéndolo. ¿Primacía de la ley?
El hecho real que queda es que el protestantismo nació como un movimiento de rebeldía en extremo sanguinario, según justificaba el mismo Lutero, y que su concepción de “pueblo elegido”, “pueblo de los justos”, “la ciudad sobre la colina”, etc., ha sido el foco de políticas racistas y de exterminio. Podría reflexionar el señor Vidal sobre el hecho de que fue en la Alemania protestante donde más cundieron movimientos totalitarios como el marxismo o el nazismo, por ejemplo.
Esto no es más que un breve resumen que podría ampliarse y detallarse muchísimo más.
No quiero dar la impresión, como el señor Vidal pretende del catolicismo, de que estos masivos crímenes, se amparasen o no en leyes ad hoc, definen al protestantismo o lo caracterizan en exclusiva. En la historia de todos los pueblos y religiones hay episodios atroces, pero también hay cosas mucho mejores. Si recuerdo estos datos es porque el señor Vidal, en su afán de condenar a España por su catolicismo histórico, cae en un constante unilateralismo, y sería muy lamentable que muchas personas, llevadas de la ignorancia corriente sobre la historia, le creyeran o sacaran conclusiones poco acordes con la realidad. Y me gustaría que el señor Vidal encontrase algunas razones para vacilar en sus dogmáticas interpretaciones, que tanto me recuerdan a mis tiempos de marxista-leninista. Vuelvo al principio: es lástima, porque don César no se prestigia a sí mismo con semejantes tiradas.
Este artículo, parte de una polémica en LD, lo reproduje en el blog en 1-12-2011 con esta entradilla: En mis polémicas con César Vidal en LD procuré mantener un tono cortés, a pesar de las evidentes simplezas y destemplanzas del personaje. Hasta hace poco no me había percatado de hasta qué punto llega su bellaquería y desvergüenza.