Peli histórica: Confucio

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Comparto este viernes otra pelí de historia y biografía bastante maja, de esas que te hacen pasar un par de horas a gusto (aunque ya sabemos que para gustos los colores).

En esta ocasión le toca el turno a Confucius (2010):

La película Confucio: filosofía en cinemascope

La película Confucio (2010) dirigida por la directora Hu Mei y protagonizada por el célebre actor Chow Yun Fat, constituye uno de los proyectos cinematográficos chinos más ambiosos y cristaliza todo lo que la nueva ola del cine chino está dispuesta a ofrecer al mundo: espectáculo y pedagogía.

El cine y el mundo que lo rodea son muchísimas cosas: espectáculo, negocio, arte, ciencia, técnica, política y pasatiempo. Y si su naturaleza es múltiple, sus efectos son infinitos. Uno de ellos es la capacidad para hacernos reflexionar, mostrándose como una herramienta muy poderosa a la hora de hacer filosofía. A lo largo de la historia cinematográfica hemos observado reflexiones de gran complejidad y profundidad sobre la naturaleza humana realizadas en numerosas películas con mejores y peores resultados, como por ejemplo en La naranja mecánica (1971), del director estadounidense Stanley Kubrick, o Todo va bien (1972), del francosuizo Jean-Luc Godard. Así, pues, el cine también es una forma de filosofía. Dudar de ello es cerrar los ojos a una realidad incuestionable.

Cierto es que este tipo de cine es rápidamente etiquetado como “de autor”, y se aleja de los circuitos destinados generalmente al gran público. Pero existen otros cineastas que están menos interesados en la reflexión en sí y más en la pedagogía. No se trata de directores “menores”. De este modo, el realizador italiano Roberto Rossellini filmó numerosas biografías de relevantes filósofos europeos como Descartes o Sócrates. En esta línea, en 2010 se estrenó en China la esperada película Confucio.

Se trata de una gran producción —con un coste de más de 15 millones de euros— y es posiblemente uno de los mayores esfuerzos en cuanto a la difusión y promoción de un filme que se haya llevado a cabo en la historia del cine de la República Popular China. Solo para su mercado interior se realizaron 2.500 copias oficiales, lo que significa que casi cada sala de cine del país contó con una reproducción.

La dirección del proyecto corre a cargo de Hu Mei, realizadora poco conocida fuera de las fronteras chinas. Pese a ello, lleva detrás de la cámara desde 1985, llegando a realizar en 2002 una película coproducida con Austria titulada Am anderen Ende der Brücke. Hu Mei no es el máximo exponente dentro de la quinta generación del cine chino, y aunque esto pudiese parecer una desventaja, su trabajo supone que esta corriente no esté monopolizada únicamente con títulos producidos por tres o cuatro directores de renombre, dando la oportunidad a los “talentos desconocidos” de realizar proyectos interesantes en los que demuestran con creces su valía.

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Si bien el reclamo principal no era la dirección -realizada de manera intachable-, la película Confucio, por su formato, se acerca más al Star System —método empleado durante la edad dorada de Hollywood en el que se contrataban los actores con exclusividad y a largo plazo-, siendo los propios actores los que atraían al público a las salas. Esto puede advertirse con cada aparición en pantalla de Chow Yun Fat —mito del cine Made in Hong Kong—, protagonista de películas de la talla de Ana y el Rey (1999), Tigre y Dragón (2000), La maldición de la flor dorada (2006) o Los niños de Huangshi (2008), donde interpreta el papel principal de manera impecable. Pero no está solo; numerosos actores de nivel y reputación dentro de las fronteras chinas como Zhou Xun —Balzac y la joven costurera china (2002) o La educación del amor y la fin (2008)— o Chen Daomin —Aftershock (2010)— se desenvuelven con soltura en sus respectivos papeles proporcionando una base representativa para que el personaje principal pueda mostrar toda su grandeza.

La acción fílmica de la película que tratamos aquí nos habla de diferentes episodios en la vida de Confucio, de distintos aspectos de su persona: como padre, como maestro, como filósofo, como político o como estratega, y de cómo precisamente por su implicación en la política del momento fue condenado al ostracismo que sobrellevó con resignación a lo largo de su vida, siempre pensando en volver, pero nunca renunciando a sus principios.

La película Confucio: espectáculo y pedagogía

Esta película no se trata de una historia total sobre Confucio y su filosofía. Nada de lo que se cuenta en ella acerca de la vida o las reflexiones del filósofo superan lo que en un libro dedicado a Confucio pueda decirse. Pero esto no se debe a la incapacidad de su directora o a un guión fallido, sencillamente ésas no son sus pretensiones. No es pues un largometraje destinado a un círculo minoritario, sino más bien un producto de amplio espectro, una obra didáctica y de entretenimiento producida para las grandes masas. El objetivo es acercar la figura de Confucio lo máximo posible a todos los ciudadanos, convirtiendo sus enseñanzas en algo accesible gracias a la mezcla de reflexión, amor, costumbrismo, épica, aventura y drama, mostrando en todo momento a un maestro muy humano y cercano. Así pues, esta película cristaliza todo lo que la nueva ola del cine chino está dispuesta a ofrecer al mundo: espectáculo y pedagogía.

Y es que no hay otra manera de hacerlo, no se puede pretender que en un mundo donde las personas estamos absorbidas por el trabajo y consumidas en el ocio prestemos atención a un libro polvoriento. Como dijo ingeniosamente J. Rubin, activista anti-imperialista en los años 60 en los Estados Unidos: “La revolución tiene que ser también divertida, o no será”. La filosofía debe pues aplicar este principio, siendo la película Confucio un buen ejemplo de cómo hacerlo.

Decíamos al principio del artículo que cine también es una forma de filosofía y que ambas están relacionadas. Mis conclusiones después de ver esta película es que la filosofía debe ser también cine y mostrarse accesible al mayor número de personas posible, de cuantas más maneras, mejor. Porque el conocimiento necesita para sobrevivir individuos que sean depositarios de este. Al fin y al cabo, ¿de qué sirve un libro que nadie ha leído o una película que nadie ha visto ni piensa ver?

FUENTE DE LA CRÍTICA

¡Que la disfruten!

PARA VER LA PELÍCULA (AQUÍ)
 
La vi el año pasado, no esta mal.

Lastima que de las 3 escuelas , el gobierno chino actualmente solo promocione el confucianismo y le de menos valor al taoísmo y el budismo.
 
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