La decadencia social en su máxima expresión es la que genera este fenómeno, inseguridades arrastradas de años, complejos físicos y psíquicos, sentimiento de inferioridad, infantilismo, falta de afecto familiar, ingeniería social…
En barrios pobres meadas y cagadas por la calle, charos obesas que aunque quieran no pueden agacharse a recoger nada, farolas, esquinas, puertas con corrosión y olor nauseabundo.
En barrios ricos lo mismo, las empleadas de hogar no se agachan a recoger nada porque les pagan por pasear al chucho.
En todas partes jóvenes traumatizados porreros con perros de presa con el único fin de intimidar a todo el mundo, o sin correa o sin cubreboca o sin nada.
Playas para perros, parques para perros (vacíos ya que prefieren soltar y miccionar fuera, en la zona común).
Este fenómeno trasciende la razón y debería ser la chispa que encienda toda las alarmas en las sociedades occidentales.