Empecé este post el 22 de noviembre recién llegado de la costa y en plenas facultades físicas. Estamos a 2 diciembre, y ya vuelvo a notar ciertos "problemillas" que han vuelto poco a poco. Quizá deba cambiar algo en mi día a día, aunque me resulta muy extraño que si salgo a zonas sin tanta contaminación acústica, de aglomeraciones, ralea, con aire más limpio y sobre todo teniendo el mar cerca, mi cuerpo responde dándome una fuerza y energía que no se de donde ha salido.
Ayer se me ocurrió la feliz idea de ir a un Lidl a mediodía para comprar un par de cosas. En solo un rato comprendí porque necesito largarme de la ciudad cuando antes. Masificación, gente maleducada casi arrollándote, miradas desafiantes y mucho ruido...
Y por si fuera poco, en la cola se me coló una señora con dos niños por el morro (no quise montar un espectáculo). Pero al final a la señora le tocó esperar, porque la que tenía delante nos tuvo más de 10 minutos esperando porque no estaba de acuerdo con el descuento que le habían hecho. Una tía de unos 45 años con el pelo gris y gafas de maestra (típica feminista amargada) que llevaba una de esas hojas de cupones, y hasta que no le cuadró no soltó a la cajera. Y todo para ahorrarse 1,60 euros de cosa.
Al salir del parking un atasco de huevones solo para salir del centro comercial. Y esto un domingo cualquiera, porque ya ni menciono el día a día de vivir en una gran ciudad. Si es que te tienes que acabar poniendo malo por huevones...