Israel Gracia
Madmaxista
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AfricaFracasadoOccidenteProbadoSoluciones
Kim du Toit (R) Cuando toca analizar los problemas de África, Occidente desconecta la lógica y los análisis más precisos se hacen imposibles. Esta desconexión la provoca el concepto de lo que es la vida en Occidente (es preciosa, ha de ser protegida a cualquier coste…) en comparación con la manera en la que la vida y la fin son contempladas en África. Voy a explicar mi posición.
En África la vida es barata. Hay tantas manera de morir en África que la fin es algo mucho más común que en Occidente. Puedes morir de tantas cosas, serpientes, insectos, animales salvajes atacando, enfermedades, hambre, intoxicación alimentaria…La lista no tiene fin. Una vez hubo más muertos por ataques de cocodrilos que por armas de fuego en África, por ejemplo. Ahora añadamos las típicas tragedias humanas (asesinatos, asaltos, guerras y demás) y podemos empezar a entender por qué la esperanza de vida de un africano es tan baja. Horriblemente baja de hecho si quitas a los jovenlandeses blancos de las estadísticas (suelen vivir en zonas más civilizadas, y tener comportamientos y actitudes occidentales). Para terminar, añade la aberrante incidencia del SIDA a la ecuación y tenemos que cualquier nacido en el África de color este siglo alcanzará con suerte los 40 años de vida.
He vivido más de 30 años en África. Por crecer ahí tengo muchas cosas de África que no existen en Occidente. La actitud relajada hacia la fin es una. Otra es el miedo atroz a las serpientes.
Así que gracias a mi pasado africano, es raro que me conmueva ver la fin a menos que sea un accidente o afecte a alguien cercano. La fin cuando afecta a gente desconocida es algo que simplemente ignoro. De mi círculo cercano de más o menos 18 amigos con los que crecí y a los que considero los míos, sólo diez sobreviven hoy y ninguno de ellos ha sobrepasado los 50 años.
Dos amigos murieron al pisar un campo minado estando en el ejército en Namibia. Tres murieron en horribles accidentes de coche (y aunque esto no sólo pasa en África, uno de ellos sucedió por un antílope que entró volando por el parabrisas y empaló a mi amigo con las pezuñas, no es precisamente el accidente de tráfico típico en por ejemplo, Florida). A otro le mordió una serpiente venenosa y murió de un ataque al corazón. Otro también murió de un ataque al corazón pero era un borracho sin remedio. Dos fueron asesinados por criminales. El último salió con su tabla de surf un día y nunca lo volvimos a ver. ¿He mencionado que hay muchísimos tiburones en las costas de África y en los ríos más grandes?
Mi situación no es poco común en Sudáfrica. Creo que otros podrían mostrar unas cifras aún peores.
La lista de muertos no se queda sólo en mis amigos. Cuando aún vivía en Johannesburg, los periódicos sacaban cada día historias de gente devorada por leones o atacada por tribus rivales o muriendo por alguna enfermedad inexplicable (antes del VIH-SIDA) y en general, gente que sucumbía ante alguna de las respuestas que tiene África a la explosión demográfica. Añadamos a las cifras de muertos el crimen, la pobreza, la enfermedad, el hambre, el tráfico y la policía y ya empiezas a coger la idea.
Mi historia del sur muy sur favorita es de después de haber abandonado el país. Un ejecutivo americano aceptó un trabajo ahí y en su primer día, se podía leer en el periódico el siguiente titular: encontrados tres cuerpos sin cabeza.
Al día siguiente: encontradas tres cabezas.
El tercer día: las cabezas no pertenecen a esos cuerpos.
Son cosas que no te puedes inventar. Es África.
El resultado de todo esto es que la fin es tratada de forma mucho más relajada por los jovenlandeses que por los occidentales. Yo, y también sospecho que al resto de jovenlandeses le pasa igual, estoy totalmente insensibilizado cuando leo o veo las noticias sobre el sufrimiento africano, da igual el motivo. ¿La sequía hace que las cosechas se arruinen y entonces miles de personas van a pasar hambre? Sí, eso ha pasado muchas veces cuando era pequeño. ¿Rivalidades tribales y guerras que causan matanzas brutales? Sí, ha estado pasando durante miles de años antes de que los blanquitos llegaran ahí. ¿Gobiernos corruptos enriqueciéndose mientras su población pasa hambre? Unas nueve o diez veces. A lo largo de mi vida han pasado las siguientes tragedias provocando millones de muertes; hambruna en Biafra, genocidio en Ruanda, guerra en Angola, inundaciones en Sudáfrica, hambruna en Somalia, guerra en Sudán, hambruna en Etiopía, inundaciones en Mozambique, matanzas en Uganda y peleas tribales en todos y cada uno de los países de África. Hay más, pero creo que no hace falta contarlo.
Sí, también es algo que ha pasado en Europa. Quizá hace 1000 años. Pero ya no. Y Europa no tiene cocodrilos ni serpientes venenosas ni nada de eso.
Los holandeses han controlado las inundaciones. En toda Europa está bajo control las hambrunas, ya no existen. Quitando un par de ejemplos de matanzas masivas (Alemania nancy y Rusia Comunista) Europa desde 1700 no se parece en nada a la África de hoy. Incluso los asesinatos son algo extraño en Europa mientras que son comunes en África.
Más aún, Occidente ha evolucionado a una sociedad con un sistema de gobierno estable que se guía por sus leyes y que respeta los derechos y la vida de los individuos. Cosa que no sucede en África.
Muchos de nosotros tenemos un dicho que acompañamos normalmente de un encogimiento de hombros; África vuelve a ganar. Esto lo solemos decir después de algún incidente como: “Un querido misionero es descuartizado por su congregación sin motivo aparente”.
“Un jefe de una tribu prefiere que los suyos mueran de hambre a aceptar comida de la Cruz Roja” (significaría que no es todopoderoso)
“Un país entero se muere de hambre mientras su gobernante acumula riquezas en bancos extranjeros”
“Un nuevo gobierno toma el poder, promete democracia, elecciones libres” (Siempre que la libertad no se aplique a la otra tribu; la otra tribu toma el poder mediante un golpe de estado sangriento y entonces destruye a la tribu anterior) Etc, etc, etc, ad nauseam, ad infinitum.
Las perspectivas son malas porque esta violencia no tiene pinta de terminar en ningún momento. Las conclusiones son igualmente nefastas porque sinceramente, no hay ninguna respuesta a los problemas de África. No quedan soluciones que no se hayan probado y fracasado.
Si vamos al CIA World Fact Book, escogemos cualquier país africano (Kenia, Tanzania, Malawi…) y lo comparamos con cualquier país Occidental (Portugal, Italia, España, Irlanda…). Las diferencias son brutales y se harán más grandes, no más pequeñas. De hecho se han hecho más grandes desde los 60 cuando la mayoría de los países de África consiguieron su independencia. Nosotros, con esto quiero decir Occidente, hemos intentado muchas formas de ayudar a África. Todos los intentos han fallado.
La caridad no es la respuesta. El dinero simplemente se lo queda el primero, o el segundo o el tercero en recibirlo. Más de 17 países vieron cómo su renta per cápita caía entre 1970 y 2000 a pesar de recibir más de 100.000 millones del Banco Mundial.
La comida no se reparte. O porque no hay infraestructura de tras*portes o porque el mandatario local la retiene para que la gente pase hambre y se someta.
El material se rompe, roba o vende por una fracción de su valor. El resultado de décadas de ayuda internacional ha resultado en una infraestructura continental que, quitando Sudáfrica, no podría mantener en funcionamiento una ciudad occidental de tamaño medio.
La conclusión es inevitable, resignación. Esto va contra nuestros instintos humanos de solidaridad. Nos hemos acostumbrado a liberar al mundo de este o aquel problema como la viruela, la polio o cualquier otra y aceptar que fracasamos nos resulta anatema. Si trasladamos esto a un escenario africano, veríamos cómo la banderilla de la polio no funciona porque algún mandamás impide que los niños se vacunen o un temeroso jefe de alguna tribu hace lo mismo. O porque no hay carreteras. O porque los criminales roban las banderillas para venderlas. Si se encontrase una cura para el SIDA mañana y se ofreciera gratuitamente a todas las naciones de África, la enfermedad crecería casi al mismo ritmo y menos aún se revertiría. Tendrías que banderillar a todos los menores de dos años que pudieras y olvidarte de las dos generaciones más viejas.
Así que sólo hay una respuesta, y es una respuesta brutal; aceptar que no está en nuestro poder cambiar África.
Tenemos cosas mejor que hacer y a veces lo único que tienes que decir es: “No puedo hacer nada al respecto”.
La violencia, la crueldad, la corrupción, la duplicidad, el salvajismo y la incompetencia es endémica en todo el continente. Es como un anatema para cualquier persona que tenga más de dos neuronas que la imaginación civilizada simplemente se bloquea cuando se enfrenta con la ubicuidad y la enormidad del problema y el tratar de arreglarlo. Los medios occidentales ni siquiera deberían molestarse en informar del asunto. Lo único que hacen es despertar nuestros horrores y la necesidad instintiva de hacer algo. Y todo se ha intentado ya y ha fracasado. Todo, excepto por supuesto, dejarles a su rumbo.
Todo lo que tenemos que hacer es asegurarnos de que nada de África se trasplante a Occidente porque el riesgo para nuestra sociedad sería enorme si así sucede. Tengo que decir que muchas iglesias americanas pretenden llevar refugiados jovenlandeses a los EEUU y que muchas iglesias europeas pretenden lo mismo en Europa. Error. Recuerden mis palabras; esta caridad mal entendida se revolverá contra nosotros para mordernos a lo grande.
Sería incluso peor pensar que el primitivismo de África encierra algún tipo de respuestas para Occidente. Créanme en esto; no hay nada que nos pueda dar África y que Occidente no haya probado antes y fracasado. Nada que no sean retrocesos o que no sea peor que lo que tengamos ahora o que lo contradiga.
Aquí va mi solución al fiasco africano: un muro rodeando toda Europa.
Inevitablemente los seguidores de Kissinger y la realpolitik hablarán a favor del intervencionismo porque el vacío de la Ayuda Occidental lo llenará China incrementando su influencia en la zona. Hay dos motivos por los cuales esto no va a suceder.
Lo primero es que la República Popular China no tiene dinero para malgastar. Lo segundo es que cualquier ayuda comunista será del mismo estilo que la ayuda occidental. Conste además que Mozambique y Angola son países socialistas y son ambos zonas totalmente desastrosas. Las perspectivas son terribles para ambas naciones, igual que para muchos otros países jovenlandeses.
África tiene que curarse a sí misma. Occidente no puede ayudarles. Ni debe tampoco; el récord de fracasos habla por sí mismo.
AfricaFracasadoOccidenteProbadoSoluciones
Kim du Toit (R) Cuando toca analizar los problemas de África, Occidente desconecta la lógica y los análisis más precisos se hacen imposibles. Esta desconexión la provoca el concepto de lo que es la vida en Occidente (es preciosa, ha de ser protegida a cualquier coste…) en comparación con la manera en la que la vida y la fin son contempladas en África. Voy a explicar mi posición.
En África la vida es barata. Hay tantas manera de morir en África que la fin es algo mucho más común que en Occidente. Puedes morir de tantas cosas, serpientes, insectos, animales salvajes atacando, enfermedades, hambre, intoxicación alimentaria…La lista no tiene fin. Una vez hubo más muertos por ataques de cocodrilos que por armas de fuego en África, por ejemplo. Ahora añadamos las típicas tragedias humanas (asesinatos, asaltos, guerras y demás) y podemos empezar a entender por qué la esperanza de vida de un africano es tan baja. Horriblemente baja de hecho si quitas a los jovenlandeses blancos de las estadísticas (suelen vivir en zonas más civilizadas, y tener comportamientos y actitudes occidentales). Para terminar, añade la aberrante incidencia del SIDA a la ecuación y tenemos que cualquier nacido en el África de color este siglo alcanzará con suerte los 40 años de vida.
He vivido más de 30 años en África. Por crecer ahí tengo muchas cosas de África que no existen en Occidente. La actitud relajada hacia la fin es una. Otra es el miedo atroz a las serpientes.
Así que gracias a mi pasado africano, es raro que me conmueva ver la fin a menos que sea un accidente o afecte a alguien cercano. La fin cuando afecta a gente desconocida es algo que simplemente ignoro. De mi círculo cercano de más o menos 18 amigos con los que crecí y a los que considero los míos, sólo diez sobreviven hoy y ninguno de ellos ha sobrepasado los 50 años.
Dos amigos murieron al pisar un campo minado estando en el ejército en Namibia. Tres murieron en horribles accidentes de coche (y aunque esto no sólo pasa en África, uno de ellos sucedió por un antílope que entró volando por el parabrisas y empaló a mi amigo con las pezuñas, no es precisamente el accidente de tráfico típico en por ejemplo, Florida). A otro le mordió una serpiente venenosa y murió de un ataque al corazón. Otro también murió de un ataque al corazón pero era un borracho sin remedio. Dos fueron asesinados por criminales. El último salió con su tabla de surf un día y nunca lo volvimos a ver. ¿He mencionado que hay muchísimos tiburones en las costas de África y en los ríos más grandes?
Mi situación no es poco común en Sudáfrica. Creo que otros podrían mostrar unas cifras aún peores.
La lista de muertos no se queda sólo en mis amigos. Cuando aún vivía en Johannesburg, los periódicos sacaban cada día historias de gente devorada por leones o atacada por tribus rivales o muriendo por alguna enfermedad inexplicable (antes del VIH-SIDA) y en general, gente que sucumbía ante alguna de las respuestas que tiene África a la explosión demográfica. Añadamos a las cifras de muertos el crimen, la pobreza, la enfermedad, el hambre, el tráfico y la policía y ya empiezas a coger la idea.
Mi historia del sur muy sur favorita es de después de haber abandonado el país. Un ejecutivo americano aceptó un trabajo ahí y en su primer día, se podía leer en el periódico el siguiente titular: encontrados tres cuerpos sin cabeza.
Al día siguiente: encontradas tres cabezas.
El tercer día: las cabezas no pertenecen a esos cuerpos.
Son cosas que no te puedes inventar. Es África.
El resultado de todo esto es que la fin es tratada de forma mucho más relajada por los jovenlandeses que por los occidentales. Yo, y también sospecho que al resto de jovenlandeses le pasa igual, estoy totalmente insensibilizado cuando leo o veo las noticias sobre el sufrimiento africano, da igual el motivo. ¿La sequía hace que las cosechas se arruinen y entonces miles de personas van a pasar hambre? Sí, eso ha pasado muchas veces cuando era pequeño. ¿Rivalidades tribales y guerras que causan matanzas brutales? Sí, ha estado pasando durante miles de años antes de que los blanquitos llegaran ahí. ¿Gobiernos corruptos enriqueciéndose mientras su población pasa hambre? Unas nueve o diez veces. A lo largo de mi vida han pasado las siguientes tragedias provocando millones de muertes; hambruna en Biafra, genocidio en Ruanda, guerra en Angola, inundaciones en Sudáfrica, hambruna en Somalia, guerra en Sudán, hambruna en Etiopía, inundaciones en Mozambique, matanzas en Uganda y peleas tribales en todos y cada uno de los países de África. Hay más, pero creo que no hace falta contarlo.
Sí, también es algo que ha pasado en Europa. Quizá hace 1000 años. Pero ya no. Y Europa no tiene cocodrilos ni serpientes venenosas ni nada de eso.
Los holandeses han controlado las inundaciones. En toda Europa está bajo control las hambrunas, ya no existen. Quitando un par de ejemplos de matanzas masivas (Alemania nancy y Rusia Comunista) Europa desde 1700 no se parece en nada a la África de hoy. Incluso los asesinatos son algo extraño en Europa mientras que son comunes en África.
Más aún, Occidente ha evolucionado a una sociedad con un sistema de gobierno estable que se guía por sus leyes y que respeta los derechos y la vida de los individuos. Cosa que no sucede en África.
Muchos de nosotros tenemos un dicho que acompañamos normalmente de un encogimiento de hombros; África vuelve a ganar. Esto lo solemos decir después de algún incidente como: “Un querido misionero es descuartizado por su congregación sin motivo aparente”.
“Un jefe de una tribu prefiere que los suyos mueran de hambre a aceptar comida de la Cruz Roja” (significaría que no es todopoderoso)
“Un país entero se muere de hambre mientras su gobernante acumula riquezas en bancos extranjeros”
“Un nuevo gobierno toma el poder, promete democracia, elecciones libres” (Siempre que la libertad no se aplique a la otra tribu; la otra tribu toma el poder mediante un golpe de estado sangriento y entonces destruye a la tribu anterior) Etc, etc, etc, ad nauseam, ad infinitum.
Las perspectivas son malas porque esta violencia no tiene pinta de terminar en ningún momento. Las conclusiones son igualmente nefastas porque sinceramente, no hay ninguna respuesta a los problemas de África. No quedan soluciones que no se hayan probado y fracasado.
Si vamos al CIA World Fact Book, escogemos cualquier país africano (Kenia, Tanzania, Malawi…) y lo comparamos con cualquier país Occidental (Portugal, Italia, España, Irlanda…). Las diferencias son brutales y se harán más grandes, no más pequeñas. De hecho se han hecho más grandes desde los 60 cuando la mayoría de los países de África consiguieron su independencia. Nosotros, con esto quiero decir Occidente, hemos intentado muchas formas de ayudar a África. Todos los intentos han fallado.
La caridad no es la respuesta. El dinero simplemente se lo queda el primero, o el segundo o el tercero en recibirlo. Más de 17 países vieron cómo su renta per cápita caía entre 1970 y 2000 a pesar de recibir más de 100.000 millones del Banco Mundial.
La comida no se reparte. O porque no hay infraestructura de tras*portes o porque el mandatario local la retiene para que la gente pase hambre y se someta.
El material se rompe, roba o vende por una fracción de su valor. El resultado de décadas de ayuda internacional ha resultado en una infraestructura continental que, quitando Sudáfrica, no podría mantener en funcionamiento una ciudad occidental de tamaño medio.
La conclusión es inevitable, resignación. Esto va contra nuestros instintos humanos de solidaridad. Nos hemos acostumbrado a liberar al mundo de este o aquel problema como la viruela, la polio o cualquier otra y aceptar que fracasamos nos resulta anatema. Si trasladamos esto a un escenario africano, veríamos cómo la banderilla de la polio no funciona porque algún mandamás impide que los niños se vacunen o un temeroso jefe de alguna tribu hace lo mismo. O porque no hay carreteras. O porque los criminales roban las banderillas para venderlas. Si se encontrase una cura para el SIDA mañana y se ofreciera gratuitamente a todas las naciones de África, la enfermedad crecería casi al mismo ritmo y menos aún se revertiría. Tendrías que banderillar a todos los menores de dos años que pudieras y olvidarte de las dos generaciones más viejas.
Así que sólo hay una respuesta, y es una respuesta brutal; aceptar que no está en nuestro poder cambiar África.
Tenemos cosas mejor que hacer y a veces lo único que tienes que decir es: “No puedo hacer nada al respecto”.
La violencia, la crueldad, la corrupción, la duplicidad, el salvajismo y la incompetencia es endémica en todo el continente. Es como un anatema para cualquier persona que tenga más de dos neuronas que la imaginación civilizada simplemente se bloquea cuando se enfrenta con la ubicuidad y la enormidad del problema y el tratar de arreglarlo. Los medios occidentales ni siquiera deberían molestarse en informar del asunto. Lo único que hacen es despertar nuestros horrores y la necesidad instintiva de hacer algo. Y todo se ha intentado ya y ha fracasado. Todo, excepto por supuesto, dejarles a su rumbo.
Todo lo que tenemos que hacer es asegurarnos de que nada de África se trasplante a Occidente porque el riesgo para nuestra sociedad sería enorme si así sucede. Tengo que decir que muchas iglesias americanas pretenden llevar refugiados jovenlandeses a los EEUU y que muchas iglesias europeas pretenden lo mismo en Europa. Error. Recuerden mis palabras; esta caridad mal entendida se revolverá contra nosotros para mordernos a lo grande.
Sería incluso peor pensar que el primitivismo de África encierra algún tipo de respuestas para Occidente. Créanme en esto; no hay nada que nos pueda dar África y que Occidente no haya probado antes y fracasado. Nada que no sean retrocesos o que no sea peor que lo que tengamos ahora o que lo contradiga.
Aquí va mi solución al fiasco africano: un muro rodeando toda Europa.
Inevitablemente los seguidores de Kissinger y la realpolitik hablarán a favor del intervencionismo porque el vacío de la Ayuda Occidental lo llenará China incrementando su influencia en la zona. Hay dos motivos por los cuales esto no va a suceder.
Lo primero es que la República Popular China no tiene dinero para malgastar. Lo segundo es que cualquier ayuda comunista será del mismo estilo que la ayuda occidental. Conste además que Mozambique y Angola son países socialistas y son ambos zonas totalmente desastrosas. Las perspectivas son terribles para ambas naciones, igual que para muchos otros países jovenlandeses.
África tiene que curarse a sí misma. Occidente no puede ayudarles. Ni debe tampoco; el récord de fracasos habla por sí mismo.