MAESE PELMA
me gusta depilarme los huevones y tocármelos
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¿Qué es un 'furry'?¿Y por qué aumentan los casos en Reino Unido?
Alarma en el país por la subida de menores que se autoidentifican como animales
Una profesora, contra una niña que se negó a reconocer como gato a una compañera
Sara es una menor de 15 años que ya no quiere ser identificada como niña, sino como un gato. El nombre es ficticio, pero ella es real y estudia en el Rye College, un colegio de East Sussex, donde sus compañeros fueron reprendidos y amenazados la semana pasada con llevar la situación hasta la dirección del centro por no haber aceptado su nueva identidad e incluso espetarle: «Eres una niña».
Así lo recoge el diario 'The Telegraph', que en un reportaje exclusivo detalla, tras una investigación propia, como están aumentando los casos de «furries», menores que se autoidentifican como animales, que exigen ser tratados como tales por su entorno y que incluso se disfrazan. Es el caso de un adolescente otro colegio de Inglaterra que insiste en ser tratado como un dinosaurio, otro como un caballo e incluso una menor va más allá y afirma ser una luna.
Hasta hace un tiempo, los rumores sobre lo que estaba ocurriendo se mezclaban con los bulos, pero es ahora la primera vez que un medio desvela el alcance de la situación. Una menor declaró al diario que uno de sus compañeros se enfada si no se refieren a él como un gato y detalló que incluso «maulla en lugar de responder en inglés a las preguntas» y «a los maestros no se les permite enfadarse porque se considera discriminatorio». Esta joven señala a las redes sociales como la culpable del fenómeno y pidió ayuda, ya que «está afectándonos a otras personas y a nuestra educación; es una distracción sentarse en una clase y que alguien le maúlle a un maestro en lugar de responder en inglés».
La situación se está convirtiendo en un quebradero de cabeza en las escuelas suizas y ha abierto un debate nacional sobre a qué edad se debe obligar a los pequeños a ir al baño por su cuenta
La gestión por parte de las autoridades educativas es, cuando menos, complicada. El diario británico explica que, por ejemplo, el profesor del Rye College que estaba dando clase de «educación para la vida» cuando se generó la discusión sobre la compañera que se identifica como un gato, les dijo al resto de alumnos, que «hay muchos géneros, incluido el agénero», es decir «personas que no creen que tengan un género en absoluto». Al menos un par de estudiantes entraron en la discusión argumentando, primero, que «si tienes vagina, eres una niña y si tienes miembro viril, eres un niño» y después, preguntándole a Sara: «¿Cómo puedes identificarte como un gato cuando eres una niña?».
Fue entonces cuando el profesor los reprendió y amenazó por considerar que estaban cuestionando «la identidad» de la menor. Ante las preguntas de los periodistas, el colegio se defendió diciendo que está «comprometida con la educación inclusiva» pero que «revisaremos nuestros procesos para garantizar que tales eventos no ocurran en el futuro», dando a entender que el manejo de la situación por parte del profesor no fue adecuado. Y es que aunque los centros educativos suelen tener protocolos para trabajar con los menores que se identifican como tras*género, no los hay para el caso de los conocidos como «tras* especie», y los profesionales dudan que sea este el caso, y apuntan a que hay algo más de fondo.
Señales de alerta
En declaraciones al diario, Tracy Shaw, de la Safe Schools Alliance, una organización que vela por la seguridad y la protección de la infancia en los colegios, aseguró que «los maestros deberían lidiar con este tema bajo los marcos de protección existentes», y que «si un niño viene a la escuela identificándose como un gato o un caballo, eso debería generar señales de alerta de inmediato». Los profesores «deberían preguntarse, ¿qué miran estos niños en línea? ¿En qué foros están? ¿Qué está pasando en el hogar? ¿Qué está pasando en la vida de ese niño y quién más está involucrado?».
«El problema es que los profesores tienen un punto ciego donde entra cualquier cosa que tenga que ver con la identidad, porque tienen miedo de hacer las cosas mal», aseguró, contextualizando el momento sensible que se vive socialmente con respecto a las identidades de género y el respeto a la diversidad. «Piensan que están siendo amables al reforzar estos comportamientos, pero no lo están siendo, porque es probable que se estén perdiendo de todo tipo de cosas que están sucediendo en la vida de ese niño».
Alarma en el país por la subida de menores que se autoidentifican como animales
Una profesora, contra una niña que se negó a reconocer como gato a una compañera
Sara es una menor de 15 años que ya no quiere ser identificada como niña, sino como un gato. El nombre es ficticio, pero ella es real y estudia en el Rye College, un colegio de East Sussex, donde sus compañeros fueron reprendidos y amenazados la semana pasada con llevar la situación hasta la dirección del centro por no haber aceptado su nueva identidad e incluso espetarle: «Eres una niña».
Así lo recoge el diario 'The Telegraph', que en un reportaje exclusivo detalla, tras una investigación propia, como están aumentando los casos de «furries», menores que se autoidentifican como animales, que exigen ser tratados como tales por su entorno y que incluso se disfrazan. Es el caso de un adolescente otro colegio de Inglaterra que insiste en ser tratado como un dinosaurio, otro como un caballo e incluso una menor va más allá y afirma ser una luna.
Hasta hace un tiempo, los rumores sobre lo que estaba ocurriendo se mezclaban con los bulos, pero es ahora la primera vez que un medio desvela el alcance de la situación. Una menor declaró al diario que uno de sus compañeros se enfada si no se refieren a él como un gato y detalló que incluso «maulla en lugar de responder en inglés a las preguntas» y «a los maestros no se les permite enfadarse porque se considera discriminatorio». Esta joven señala a las redes sociales como la culpable del fenómeno y pidió ayuda, ya que «está afectándonos a otras personas y a nuestra educación; es una distracción sentarse en una clase y que alguien le maúlle a un maestro en lugar de responder en inglés».
La situación se está convirtiendo en un quebradero de cabeza en las escuelas suizas y ha abierto un debate nacional sobre a qué edad se debe obligar a los pequeños a ir al baño por su cuenta
La gestión por parte de las autoridades educativas es, cuando menos, complicada. El diario británico explica que, por ejemplo, el profesor del Rye College que estaba dando clase de «educación para la vida» cuando se generó la discusión sobre la compañera que se identifica como un gato, les dijo al resto de alumnos, que «hay muchos géneros, incluido el agénero», es decir «personas que no creen que tengan un género en absoluto». Al menos un par de estudiantes entraron en la discusión argumentando, primero, que «si tienes vagina, eres una niña y si tienes miembro viril, eres un niño» y después, preguntándole a Sara: «¿Cómo puedes identificarte como un gato cuando eres una niña?».
Fue entonces cuando el profesor los reprendió y amenazó por considerar que estaban cuestionando «la identidad» de la menor. Ante las preguntas de los periodistas, el colegio se defendió diciendo que está «comprometida con la educación inclusiva» pero que «revisaremos nuestros procesos para garantizar que tales eventos no ocurran en el futuro», dando a entender que el manejo de la situación por parte del profesor no fue adecuado. Y es que aunque los centros educativos suelen tener protocolos para trabajar con los menores que se identifican como tras*género, no los hay para el caso de los conocidos como «tras* especie», y los profesionales dudan que sea este el caso, y apuntan a que hay algo más de fondo.
Señales de alerta
En declaraciones al diario, Tracy Shaw, de la Safe Schools Alliance, una organización que vela por la seguridad y la protección de la infancia en los colegios, aseguró que «los maestros deberían lidiar con este tema bajo los marcos de protección existentes», y que «si un niño viene a la escuela identificándose como un gato o un caballo, eso debería generar señales de alerta de inmediato». Los profesores «deberían preguntarse, ¿qué miran estos niños en línea? ¿En qué foros están? ¿Qué está pasando en el hogar? ¿Qué está pasando en la vida de ese niño y quién más está involucrado?».
«El problema es que los profesores tienen un punto ciego donde entra cualquier cosa que tenga que ver con la identidad, porque tienen miedo de hacer las cosas mal», aseguró, contextualizando el momento sensible que se vive socialmente con respecto a las identidades de género y el respeto a la diversidad. «Piensan que están siendo amables al reforzar estos comportamientos, pero no lo están siendo, porque es probable que se estén perdiendo de todo tipo de cosas que están sucediendo en la vida de ese niño».