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EL MOZÁRABE: ENEMIGO MÍO
«El Kremlin jamás ha intentado una práctica de seducción respecto a Europa»
Jean THIRIART, La Nation Europeéne nº10
A menudo el ser humano tiene la querencia a dar explicaciones demasiado simples a fenómenos que, en realidad, son profundamente complejos. El resultado suele contentar al teorizador, pues le permite dar respuesta rápida y sencilla a algo que de otra forma le costaría mucho más comprender. Algunos psicólogos explican esto por la necesidad innata que el hombre tiene de sentir seguridad; el hombre se siente seguro y obtiene una gran satisfacción emocional al comprobar que todo lo que le rodea y acontece tiene una explicación y encaja perfectamente en su particular cosmovisión del mundo.
Lo contrario, le frustra sobremanera. Por eso las teorías conspirativas son tan populares, pues, aunque enrevesadas, permiten –como digo- dar una respuesta casi instantánea a fenómenos que, en realidad, son multicausales y cuya correcta comprensión exige de un mayor esfuerzo intelectual.
Otra expresión de esta muy humana tendencia a la simplificación de la realidad es la adopción de posturas maniqueas; es decir, la predisposición a ver reflejado en todo suceso el enfrentamiento perpetuo entre dos bandos, con frecuencia, el del bien y el del mal. Pero lo cierto es que los conflictos no son siempre bilaterales, sino que en ellos frecuentemente confluyen los intereses de terceros, aunque éstos no siempre sean fáciles de discernir.
A esto hay que sumar la también innata propensión que el ser humano tiene a identificarse siempre con una de los participantes en cualquier tipo de disputa, sea ésta deportiva, militar o política.
Estas actitudes reduccionistas no favorecen la explicación de lo que viene pasando en Ucrania durante las últimas semanas. De hecho lo enturbian todo bastante. Los hechos ucranianos no pueden -ni deben- ser explicados recurriendo a ningún inconsistente topos conspirativo, ni tampoco haciendo exclusivamente frías interpretaciones sobre geopolítica. Nada ayuda el dar por buena la propaganda rusa que explica todo como una intromisión del malvado mundo occidental (OTAN-UE) en una nación que parece que debe de ser considerada -por narices- un coto privado de una Rusia idealizada.
Es triste que haya que explicar determinadas cosas, pero nunca jamás en mi vida me había sentido tan avergonzado como en estos días. Mi vergüenza, mi rabia, mi repulsión, se debe a la reacción infantil y traidorzuela, fistro y neurótica, que respecto a los acontecimientos de Ucrania ha adoptado la casi totalidad del amplio y variopinto espectro político del patriotismo hispano, desde los más conservadores a los más revolucionarios. Me importa un pimiento ganarme las antipatías de quienes han demostrado pocas luces y mucho sectarismo.
Muchos prejuicios y pocas ideas. Pocas reflexiones y muchas propaganda. Muchas tripas, poca cabeza y nada de corazón. Bastante estrategia y ninguna camaradería. Sinceramente me dan pena, pues no son más que el reflejo de una España en plena putrefacción.
Excepciones las ha habido, por supuesto, pero han sido las menos. Que Dios les conserve el alma así de limpia por muchos años. Los rejones que lanzo en estas líneas, evidentemente, no van para ellos.
Con este artículo pretendo dar un poco de luz al asunto y exponer las razones por las que creo que cualquier nacionalista o nacional-revolucionario europeo debe de mostrar su apoyo y respeto a los nacionalistas y nacional-revolucionarios ucranianos que han encabezado la Revolución de Kiev.
No voy a hablar de grandes estrategias geopolíticas. De eso todo el mundo sabe un montón. Bueno, se creen que saben. Yo voy a ser realista. No tengo ínfulas de Napoleón. Soy más de Daoíz, Ruíz y Velarde.
¿Estamos presenciando una revolución?.
Entre las muchas tonterías que se han escrito estas semanas a propósito de los acontecimientos en Ucrania, una de las que más me ha sorprendido es aquella que afirma que lo de Kiev no es, en realidad, una revolución nacional, o que en todo caso, fue una revolución que ya ha sido frustrada puesto que los nacionalistas no se han hecho con el poder absoluto de forma automática.
Yo no sé lo que piensan algunos sobre qué es una revolución, o cómo piensan ellos que se debe de conquistar el Estado. Por lo que les leo, parece que creen que una revolución se puede hacer en solitario, sin compañeros de viaje, sin vaivenes, sin contratiempos; creen que es un acto espontáneo y súbito de toma del poder y cambio inmediato de estructuras y valores. El que así piense demuestra su profundo desconocimiento de lo que es un proceso revolucionario.
Aunque no hay dos revoluciones iguales, lo que todas tienen en común es que son fenómenos muy complejos, procesos largos e impredecibles (más de lo que se cree), con periodos de “suspensión” y otros de feroz violencia, que tienen muchas posibilidades de degenerar en algún tipo de guerra civil.
En ellas es frecuente que participen agentes de diferentes tendencias ideológicas y con objetivos distintos o enfrentados, pero entre los cuáles una minoría, con maña, suerte, lucha y sangre, puede hacerla girar a su favor. Incluso aunque sean revoluciones nacionales, son procesos en los que el contexto internacional puede jugar un papel fundamental. En el caso de Ucrania puede influir no sólo el desarrollo intrínseco del fenómeno, sino lo que ocurra en Grecia, en Hungría, en Bielorrusia o en Rusia, en los próximos meses o años, pues no olvidemos que la supuesta integración en la UE de Ucrania está por ver y debería ir para largo (otra cosa son los simples acuerdos comerciales).
Por poner unos ejemplos históricos: la Revolución Francesa comienza en 1789 pero los historiadores no la damos por concluida hasta 1799, y aún después de esta fecha, Napoleón siguió enredando por Europa y llevando a cabo profundas reformas en Francia. La Revolución Francesa no nació tanto como un intento de derrocar el Antiguo Régimen, sino como un cúmulo de protestas ante las carestías que se vivían en París, y los derroches de la Corte de Luis XVI.
En principio no era una revuelta antimonárquica, ni antirreligiosa, pero ese cariz, en principio defendido por una minoría, acabó por ser aceptado por la mayoría. Se proclamó la República (1792), se cortó la cabeza al rey, y se inició una guerra contra todas las potencias extranjeras, las cuales veían una terrible amenaza en la expansión de las nuevas ideas revolucionarias que, a partir de los principios ilustrados, iban tomando forma. Hoy podríamos decir que Francia perdió la guerra, pero la revolución y sus valores triunfaron.
Otro ejemplo: la Revolución Rusa de 1917 se inicia en febrero de ese año como una revolución liberal burguesa, pero se extiende hasta el mes octubre, cuando los hasta entonces minoritarios bolcheviques lograron llevarse el gato al agua. Después vino la Guerra Civil Rusa en la que los blancos estuvieron a punto de vencer al Ejército Rojo. Incluso podríamos decir que la Revolución de 1917 no es sino la culminación de la revolución iniciada en 1905 tras la estrepitosa derrota en la Guerra Ruso-Japonesa (la primera de un país europeo contra una potencia extraeuropea).
Lo que pase en Ucrania sólo el tiempo lo dirá. El triunfo o el fracaso de la Revolución –que lo es- dependerá de mil aspectos imposibles de analizar y conjugar a día de hoy, ni por el más perspicaz analista, pues las revoluciones se desarrollan siempre en un clima de alegalidad, de continuas injerencias extranjeras, de conflictos internos, y amenazas de guerra civil. Es así, y así ha sido siempre.
Quien diga que esto no es una revolución, o quien diga que ya ha fracasado, que los nacionalistas ucranianos no debieron jamás de ser apoyados, que ya lo advirtieron, además de unos ignorantes, son unos derrotistas y un potencial peligro.
En mi opinión, por el contrario, existen numerosas razones para apoyar la acción de los nacionalistas y nacional-revolucionarios ucranianos.
Razones por las que apoyar la Revolución Ucraniana.-
Estas razones giran en torno a varios principios jovenlandesales y racionales (da vergüenza tener que hablar de esto):
1) Principio de solidaridad y camaradería;
2) Principio de comprensión y confianza;
3) Principio de explicación racional de los hechos.
1) Principio de SOLIDARIDAD Y CAMARADERÍA con nuestros semejantes ideológicos. En el caso de la actual crisis ucraniana éste es un principio que los aficionados a la geoestrategia -tan profusos estos meses- suelen despreciar olímpicamente.
Siempre he creído que es un principio natural –e irrenunciable- el apoyar a aquellos que defienden unos mismos valores, que tienen una visión del mundo semejante a la nuestra y unos mismos objetivos políticos; en este caso la consecución de un orden social y económico basado en principios antimaterialistas, y la creación de una nueva Europa de Naciones Libres que constituyan además un gran bloque geopolítico. Hasta donde yo sé, los diferentes grupos nacionalistas ucranianos creen en estos objetivos, y así lo manifiestan en mayor o menor medida.
Los liberales lo hacen, los socialdemócratas lo hacen, los conservadores lo hacen, los comunistas no digamos, todos tienen sus internacionales y se apoyan entre sí. Los “fascistas”, tan amigos de la retórica caballeresca, tan europeos ellos, en cambio, prefieren buscar el prepucio ajeno y echarse una partida al Risk.
Por encima de cualquier otra razón, entiendo que debemos mostrar solidaridad y camaradería a nuestros semejantes ucranianos por una cuestión jovenlandesal y de honor. Sí, de honor. Triste es que esto a algunos les suene a chino.
Quizá es que yo sea un romántico, o un antiguo, o que lleve engañado 25 años, pero siempre creí que nuestro pensamiento no se reducía a unas bellas ideas, sino que también era una actitud y forma de entender la vida marcada por la hombría y la lealtad; siempre pensé que nosotros éramos una forma de ser. En base a eso no me cabe otra que un respeto absoluto por quién ha dado la vida por su Patria y por sus ideas, que, en gran medida, también son las mías (las comparta, o no, al 100%).
Entiendo que algunas de las noticias que llegan desde Ucrania son sorprendentes y pueden hacernos dudar al respecto, pero ante la duda –y aquí no hay certezas absolutas- siempre es preferible equivocarse por apoyar a los tuyos, que avergonzarse después por haberles traicionado. Y quién juegue a geoestrategas sin haber llegado al poder es que es sencillamente fulastre, tenga 18 diputados, uno o ninguno.
No apoyar a priori a los nacionalistas ucranianos me parece poco apreciable y mezquino. Desearles el mal o alegrarse de su infortunio, es de ser un enfermo intelectual con el alma putrefacta. Pero es que leer a españoles, que no han sabido en cuarenta años constituir un “área nacional” de ningún tipo, dar lecciones de jovenlandesal o de acción política a quienes son un ejemplo de patriotismo, es sencillamente obsceno.
Una segunda razón para apoyar a los nacionalistas ucranianos pudiera sostenerse en un principio de reciprocidad; pues espero que, llegado el caso, los nacionalistas del resto de Europa nos muestren el mismo apoyo y respeto recibidos de sus “camaradas” españoles. Quien no da, que no espere recibir. Visto lo visto, no esperemos recibir demasiado.
Hay quien opinará que habría que matizar quién es un afín ideológico, y quién, en realidad, no lo es, pero hacer eso en España, donde hasta 12 partidos políticos “patrióticos” amenazan con presentar candidatura –en solitario o en coalición- a las próximas elecciones europeas, puede resultar patético.
Estos “afines” ucranianos son variados y heterogéneos. Podremos identificarnos más con unos o con otros, pues diferentes son las realidades de ambos países, y distintas las sensibilidades personales de cada uno, pero, como fuere, todos (Svoboda, Pravyy Sektor, UNA-UNSO,…) se merecen un respeto pues militantes de todos ellos se han dejado los sesos en las calles de Kiev.
2) Principio de COMPRENSIÓN y CONFIANZA, que está muy relacionado con los anteriores. Compresión de que, por muchas consecuencias geopolíticas que pueda tener, son los ucranianos los que mejor conocen la situación de su país y las razones que han provocado un auténtico levantamiento popular, y eso es lo primero que importa. No podemos pretender ser más listos que los que están en primera línea a pie de barricada, y que conocen bien los tejemanejes de la política ucraniana y el sentir de su gente.
Confianza en que han actuado así guiados por nobles valores y en busca de un fin justo; y confianza en que van a saber gestionar la situación ahora y en el futuro.
No me parece de recibo –ni inteligente- una respuesta visceral, de esas que aseguran gratuitamente que los revolucionarios ucranianos trabajan para intereses bastardos, lo diga Jobbik, Amanecer Dorado, o el mismísimo Krom. En esta opiniones me temo que influye notablemente el despliegue de noticias falsas y de montajes que en estas semanas ha hecho la cadena rusa Russia Today (entre otras).
No he visto algo tan burdo y demencial desde la Guerra de Iraq, las armas de destrucción masiva y las películas que nos contaban la CNN y la Fox sobre las aventuras y desventuras de los marines yanquis en los desiertos orientales.
Por poner unos ejemplos, que la acrítica estupidez hispana y europea se han zampado sin ni siquiera masticar:
- La historia de los “agentes del Mossad” liderando las revueltas. Esto no es más que una bola de nieve inverosímil, cuya fiabilidad es propia de la fuente final de la noticia, la cadena iraní HispanTV. Esta cadena tras*muta una presunta entrevista aparecida en internet a un israelí sin nombre. Éste, que se paseaba con kipá por Maidan, supuestamente dirigía una “unidad de voluntarios internacionales” que luchaban codo con codo con los “neonazis” de Pravyy Sektor.
HispanTV tras*forma esta entrevista anónima primero en una historia de exmilitares judíos (¡Ojo! No tiene nada de excepcional ser exmilitar israelí, pues allí todos los ciudadanos son exmilitares, ya que en Israel la mili es obligatoria, larga y dura, y si uno la hace con cierta formación puede incluso ejercer mandos de cierta responsabilidad), y después, ni más ni menos que en una trama de agentes del Mossad dirigiendo las revueltas. De ser así serían los agentes más indiscretos del mundo. A no ser que, para crear confusión, alguien quisiera que se supiese o pensase que andaban por allí cinco israelíes («¡Oiga! Somos judíos, con experiencia en combate, y pasábamos por aquí y hemos dicho, vamos a echar una mano a los “neonazis” ucranianos»). De risa.
- La afirmación de que las revueltas están financiadas por EEUU (otros concretan en el magnate George Soros). La noticia parte, como no, de la cadena RT y del entorno de Yanukóvich, el de los grifos de oro y los coches de lujo. Por lo tanto, son 0% creíbles. Se empezó hablando de 500$/día pagados a los más violentos, lo que no me parece buen negocio por dejar que te vuelen la cabeza. A día de hoy, la cotización ya ha subido a 3000€ por barba.
A este respecto, hay que tener en cuenta que, para ser una revuelta financiada por el sionismo internacional, éstos han tenido muy poquito en cuenta a la comunidad judía local. Después de que una sinagoga sufriera daños, uno de los rabinos de Ucrania pidió a los judíos que abandonasen Kiev y solicitó ayuda al Estado de Israel. Esta noticia entronca con la siguiente reflexión.
- El líder del Pravyy Sektor es un infiltrado (o traidor, según las versiones) porque se ha reunido con el embajador de Israel en Kiev y ha hecho declaraciones en contra del antisemitismo. Bueno, ¿y cuál es el problema de que uno de los máximos responsables actuales de la seguridad nacional ucraniana se reúna con un diplomático que representa a una de las comunidades supuestamente más amenazadas y que además ha solicitado formalmente ayuda a ese país?. ¿Qué debía de haber hecho el líder de PS? ¿No acudir? ¿Acudir y arrestar al embajador?
¿Acudir, arrestarlo y alentar a los ucranianos a que la emprendan contra los judíos del país?. De verdad que no veo el problema. A no ser que este encuentro se buscara para hacerlo público y, una vez más, crear confusión y división entre los nacionalistas. Algo que parece que al final logran.
¿Por qué crea tanta polémica la presunta actividad de cinco portentosos exmilitares israelíes capaces de movilizar a millones de ucranianos? ¿Por qué genera tanta polémica las supuestas financiaciones y los vaticinios de Soros respecto a Ucrania, o los milagrosos paseos de BHL, que según se dice, donde pone el ojo ciego se monta la marimorena? ¿Por qué crea tanta polémica que el embajador de Israel haga su trabajo?.
Pues muy sencillo: porque el antisionismo se está convirtiendo en el antifascismo de los movimientos nacionalistas europeos, una obsesión que enturbia la realidad, y que crea militantes con cerebros monotemáticos y propensos a la paranoia: el friki-militante.
El sionismo existe, aunque sea de difícil definición, como todo lo que rodea al pueblo elegido. El sionismo probablemente sea el mayor de los enemigos de la libertad de pueblos y Naciones (aunque no el único). El sionismo es poderoso, muy poderoso, y ejerce parte de ese poder por medios poco honestos y nada perceptibles (en esto no tienen la exclusiva). Pero el sionismo no es omnipotente ni omnipresente. Sólo Dios lo es. Lo que sí es el sionismo, es muy inteligente. Sabe encizañar y dividir como nadie a sus enemigos, aprovechándose de sus debilidades.
Y hoy en día una de las mayores debilidades de un amplísimo sector de los movimientos nacionalistas europeos es haber convertido el sionismo en un comodín susceptible de ser utilizado cuando nos venga en gana; es decir, cuando no entendamos algo, no deseemos profundizar en ello, cuando deseemos acomodar la realidad a nuestra particular cosmovisión del mundo (para sentirnos emocionalmente seguros, ya se sabe), o cuando alguien nos ponga delante el cebo adecuado. El sionismo es muy listo y no da puntada sin hilo, conoce muy bien la psicología de sus enemigos, y es posible que en el tema de Kiev se las haya dado con queso a todos esos patriotas que reniegan de los revolucionarios ucranianos.
Por primera vez en muchísimos años hay una revolución nacional en un país de Europa. Una revolución en la que los movimientos nacionalistas y nacional-revolucionarios son los protagonistas principales. El sionismo, sin duda, ve esto con inquietud, porque además sabe que muchos de esos revoltosos son antisionistas y amenazan con hacerse con una cuota de poder. Al sionismo le preocupa que el poder nacionalista se consolide y, a corto plazo, pueda ser un ejemplo para el resto de Europa (sobre todo del Este), más con el avance de Jobbik y de Amanecer Dorado.
En consecuencia, para que esto no suceda hay que desacreditar a la Revolución, y hacer que los nacionalistas europeos renieguen de ella y de sus “camaradas” ucranianos. ¿Y qué mayor desprestigio que hacer creer que son ellos mismos –los sionistas- los que están detrás de las revueltas?. Mandan a cuatro superagentes para que salgan en prensa, lanzan dos bulos en sus televisiones, y asunto arreglado: el trastorno obsesivo-compulsivo antisionista hace el resto («¡Lo sabía! ¡A mí no me engañan! ¡Son los judíos! ¡Lo de Maidan lo dirigen los judíos! ¡Viva pilinguin!»). ¡Anda ya!.
Esta reflexión pudiera ser acertada, o no, pero no estaríamos con estas vicisitudes, si en vez de analizar la realidad a través el distorsionador prisma antisionista, lo hiciéramos de una forma racional, y basándonos en verdaderos lazos de hermandad; en la confianza plena entre camaradas. Seríamos más fuertes, y ninguna conspiración, falsa o real, nos desuniría.
Para concluir este excursus me atrevo a rizar el rizo y lanzo mi propia teoría sobre el contubernio mundial: el “retrocontubernio”. La verdadera conspiración sería, en verdad, hacernos perder el contacto con la realidad, convertirnos en dementes propensos a la paranoia, que ven la mano agitadora del sionismo en todos y cada uno de los hechos que acontecen y la mordaza silenciadora en los que no lo hacen.
Porque, si todas las guerras son sionistas, si todas las revoluciones son sionistas, sin detrás de toda protesta está el Mossad, la CIA o la TIA, … ¿quién shishi de entre los nacionalistas europeos se va a atrever a imitar a Kiev?. Al final el antisionismo irracional se podría convertir en la excusa para no hacer nunca nada -vaya a ser que beneficiemos a los sionistas-, la excusa para quedarnos en la retórica o en casa. Precisamente como algunos quieren.
Aclaro (para los que tienen problemas de comprensión lectora): no se trata de no ser antisionista (mucho menos de volverse prosionista, como ya han hecho algunos). No. Se trata de serlo con cabeza, de forma racional, sin histrionismos, sin psicosis.
Sin tras*formarlo en una ideología. Teniendo los pies en el suelo y sin dejar de ser eso, nacionalistas y revolucionarios. El sionismo crea unas revueltas, alienta otras, e intenta entrometerse en todas, pero, insisto, no es ni omnipotente ni omnipresente.
Continuo cavilando sobre las manipulaciones informativas.
- El empeño en que la opinión pública crea que los francotiradores que asesinaron a los manifestantes en Kiev estaban pagados por la propia oposición a Yanukóvich. La verdad es que la noticia surge a partir de una conversación interceptada por los propios servicios secretos ucranianos, pero en la que, en realidad, no se afirma tal cosa, sino en la que tan sólo se insinúa la posibilidad de ello, en un intercambio de opiniones -no de indicios ni de pruebas- entre dos personas («Oye, y los francotiradores de Kiev ¿no habrán sido contratados por la oposición?»). Nada más.
El tema de los francotiradores viene de lejos. Yanukóvich antes de su fuga, con la RT a la cabeza sirviéndole de altavoz, ya afirmó en su día que los únicos muertos por heridas de bala habían sido policías. Sin embargo, al día siguiente de lanzar tan cínica afirmación ya aparecieron los primeros videos en la red de manifestantes civiles que caen muertos al ser tiroteados.
La historia entonces metamorfoseó, y se pasó a decir que los muertos habían sido tiroteados por los propios rebeldes, pues éstos también tenían armas de fuego (dos carabinas y una escopeta de caza ¡Menudo arsenal!). Pero al día siguiente, de nuevo, volvieron a aparecer nuevos videos en los que se ven a agentes Berkut disparando con AK47 y rifles con mira telescópica. ¡Qué pronto nos olvidamos de Praga y de Budapest!
- La malintencionada noticia de que los nacionalistas ucranianos de PS habían solicitado ayuda a los islamistas chechenos. Ésta es una de las estrategias más recurrentes por parte de la propaganda pro-rusa, porque tiene una base de verdad que la hace creíble y explotable. Todo comenzó con la emisión de un foto-montaje y de un video-montaje en los que se veían ondear en la Plaza de Maidan una bandera del Ejército Libre de Siria (en el que, por cierto, no todos son islamistas) y otra de la Emirato del Cáucaso (islamistas chechenos). Ambas, como digo, son imágenes falsas.
En esta línea, RT llegó a afirmar que en Kiev había desplegados entre 3000 y 5000 islamistas que eran los que dirigían las protestas (¿pero no eran cinco superagentes israelíes?, ¿pero no eran “neonazis”?). En cambio, las imágenes de Maidan en directo que se podían ver vía web mostraban a popes y curas ucranianos bendiciendo combatientes, y dando extremaunciones, a gente con iconos y rosarios, tallas de la virgen en el escenario de los discursos y miles de personas rezando, lo que no casa ciertamente con la presencia de miles de islamistas en Kiev.
A este respecto, sobre las declaraciones del líder de PS y los chechenos estoy de acuerdo en que no son de recibo, pero hay que analizarlas en un contexto prebélico. No me imagino yo a los patriotas españoles de la Guerra de la Independencia poniéndose esquisitos diciendo: «¡No Wellington! ¡No nos ayude Vd a echar a los franceses».
Como fuere, es una acción personal que no puede manchar a todo un movimiento ni a toda una Nación, y que ya ha tenido su respuesta. El que considere que es suficiente prueba de descrédito, insisto, creo que es que no se entera de lo que es una revolución. Un poquito de empatía, por favor.
En resumen del punto 2: en toda revolución –como en las guerras (¿hace falta recordar la nuestra?)- siempre hay compañeros de viaje más o menos indeseables, y también quien presiona desde el otro lado del mundo para ganar una partida a la que nadie le ha invitado. No creamos que -llegado el caso- podríamos hacer una revolución nosotros sólitos, sin compañeros de viaje y sin injerencias extranjeras.
3) EXPLICACIÓN racional de los hechos teniendo en cuenta el contexto histórico ruso-ucraniano, y sobre todo quién es y qué representa verdaderamente la Rusia de pilinguin. Sin este análisis no entenderemos absolutamente nada.
Si hay un factor distorsionador de la realidad, por encima de teorías conspirativas varias, de las incontables noticias falsas, manipulaciones, tergiversaciones y de las asistencias exóticas en Kiev, es la simple presencia de Rusia en todo este asunto.
Si Rusia no fuese un actor principal en este escenario, si el conflicto fuese entre Ucrania y, digamos Turquía, la postura que muchos adoptarían hacia la Revolución Ucraniana sería bien distinta. Pero todo nace del pajamentalismo patrio con respecto a quién es Vladimir pilinguin y cómo es su Rusia del siglo XXI.
Sin duda Europa se encuentra en sus últimas horas, y la desesperación ha hecho que el mesianismo se haya instalado en una buena parte de la militancia nacionalista europea. No se explica, si no, por qué tanta admiración hacia un personaje tan oscuro como pilinguin, y tanta cerrazón en la defensa de la postura rusa.
La Rusia de pilinguin va camino de convertirse para parte de la "derecha” europea en lo mismo que Cuba es para la “izquierda”: un espejismo en el desierto, un idealizado clavo ardiendo.
Que todos los rojelios, costrillas y antifas del mundo estén del lado ruso, que lo esté el submundo abertzale, que muchos conservadores también apoyen a pilinguin, y que incluso algunos liberales tomen igual postura como mal menor para evitar el avance de los “fascistas” ucranianos, debería ser suficiente para darnos cuenta de en qué lado deberíamos de posicionarnos. Pero parece que los puristas del tendido 7 no están del todo contentos, han mirado las hechuras del regazo del toro y piden que sea devuelto a los corrales.
Rusia es un grandísimo país, con una grandísima Historia y una vastísima cultura europea (al que esto escribe le chifla la literatura rusa del siglo XIX), y en cierto modo, por haber permanecido aislado del mundo occidental durante décadas, es un reducto de valores e ideas tradicionales.
Esto es innegable, pero es así con pilinguin, o sin él. No obstante, esto es un hecho común a todos los países que formaron parte de la extinta (?) URSS, incluida Ucrania y los países bálticos.
Pero una cosa es Rusia, como Nación, y otra es el Estado ruso ideado y controlado por pilinguin, su nomenklatura y sus clientelas. Rusia en sí misma es la esperanza de Europa, pilinguin es el deceso de Europa. Otro deceso distinto al marcado por la UE, pero deceso, al fin y al cabo. La Rusia de pilinguin no es un ejemplo en casi nada, ni en su modelo económico, ni en su modelo político, ni en su modelo social. De hecho es gracias a pilinguin por lo que esa Rusia tradicional, esperanza de Europa, más pronto que tarde desaparecerá.
- El modelo económico de pilinguin está destrozando la sociedad rusa. Rusia hizo a lo bruto hace veinte años lo que los chinos están haciendo hoy de forma algo más controlada: pasar de un modelo económico de producción “socialista” a otro capitalista, manteniendo, eso sí, el establishment político intacto. Las consecuencias son bien conocidas y las sigue pagando el ruso medio. Hoy Moscú es la ciudad más cara de Europa y la que tiene las mayores bolsas de pobreza. Rusia es a la vez el país con más multimillonarios del mundo, y el único del mundo desarrollado en el que un niño se puede morir de hambre o frío. Rusia es el país con mayor porcentaje de niños y jóvenes que sobreviven de la prespitación y la indigencia, y en el que las niñas están deseando cumplir la mayoría de edad para convertirse en estrellas del prono. Este modelo basado en un salvaje ultracapitalismo, en el que las oligarquías económicas heredadas de época soviética, controladoras de auténticas mafias, dominan todo el sistema, no va a ayudar a la pervivencia por mucho tiempo de esa Rusia tradicional. La anquilosada economía rusa sobrevive, como si fuera un país tercermundista, de la venta de materias primas. Su tecnología está anquilosada, salvo la militar, y, aún así, ésta es incomparable a la americana. China está literalmente comprando el este del país, en donde legalmente está instalando sus fábricas y trasladando a decenas de miles de sus trabajadores. En definitiva, no sé por qué un ucraniano habría de pensar que el capitalismo de las mafias postsoviéticas es una mejor elección que el capitalismo “sionista” de la UE.
- Su modelo social tampoco es un ejemplo a seguir. La política migratoria de Rusia no es muy distinta a la de la Europa occidental. El concepto que pilinguin tiene de Rusia es el de un ente multiétnico, pues en un Imperio tan grande tradicionalmente ha sido así. Incluso ha declarado como religiones tradicionales rusas al Cristianismo Ortodoxo, al Islam y al Judaísmo, que gozan de una defensa y trato especial por parte del Estado (por supuesto no ocurre lo mismo con el Catolicismo). En Rusia viven más de 20 millones de fiel a la religión del amores, casi 2 de ellos en Moscú. La política demográfica rusa es incluso más desastrosa, que ya es decir, que la de los países de Europa occidental, pues el país pierde casi medio millón de habitantes al año.
- Y qué decir del modelo político. El PCUS desapareció en 1991, pero su estructura permaneció como sistema de clientelas y como ente supranacional. Casi la mitad de los diputados de la actual Duma o son comunistas (del Partido Comunista Ruso de Ziuganov), o tienen un pasado soviético. ¿Se imagina alguien que en 1998 en el Parlamento español hubiese habido 175 diputados con pasado en el Movimiento Nacional o directamente “neofranquistas”?. La URSS no desapareció en 1991. La URSS se tras*formó. Y sus dirigentes no desaparecieron ni fueron reemplazados por “nuevos rusos”, con una nueva mentalidad, sino que éstos se adaptaron a la nueva situación. Ahí están, no se han ido y no han cambiado. A lo sumo su visión del mundo ha pasado de ser soviéticocéntrica a ser rusocéntrica. Para ellos Europa occidental –con UE o sin ella- sigue siendo un ente extraño, cuando no el enemigo.
Por otro lado, la persecución que sufren los movimientos nacionalistas y tradicionalistas rusos puede que sea incluso más cruel que la que vivimos en la UE (que ya es decir). Y no me refiero a los simples nihilistas aficionados a dar palizas y colgarlas en Youtube, que bien encerrados están. En Rusia ya han sido ilegalizados varios partidos políticos (como el Nacional Bolchevique), y existe una ley contra ideas "extremistas" que puede servir para encerrar a cualquiera. Estos días en Crimea ya han sido puestos fuera de la ley Svoboda y PS entre otros, pero, en cambio, el PCU goza de protección. Yanukóvich planeaba lo mismo para ellos pilinguin quiere ser el único nacionalista en Rusia y, a la vez, el único liberal, pero sin romper totalmente con su pasado comunista.
- pilinguin no es un antisionista. Es un defensor de la legitimidad de Nüremberg, que no tiene ningún reparo en ponerse la kipá, visitar el museo del Holocausto, hacer donaciones al Museo de Auschwitz, llegar a un acuerdo con los Rotschild o decretar que el Judaísmo es una de las religiones tradicionales de Rusia. Sin duda, esto ha favorecido que los judíos de Sebastopol ya se hayan declarado a favor de la independencia de la región y su posible unificación con Rusia (¿no sería esto lo que buscaba pilinguin, provocar la secesión del país y la absorción de las zonas rusófonas?. De ser así, va camino de convertirse en una jugada maestra, un poco tosca, pero maestra).
- pilinguin es un imperialista ruso (se le nota su educación soviética y de dónde viene), no es un “euroasianista”. pilinguin ha convertido Kazajstán y Bielorrusia en Estados satélites de Moscú y quería hacer lo mismo con Ucrania. pilinguin no cree en un bloque Euroasiático que se extienda desde Lisboa a Vladivostok, un bloque de naciones libres pero con identidad y objetivos comunes. No es de los nuestros, aunque nos pueda agradar algo de su política (¿Acaso no nos agradan algunos aspectos de la política americana?).
pilinguin no ve más allá de sus narices, como los alemanes durante la II Guerra Mundial no vieron más allá de las suyas (por cierto, los alemanes empezaron a cagarla precisamente en Ucrania). Ya dijo Thiriart que “el Kremlin jamás había intentado una política de seducción hacia Europa”, y aunque el filósofo belga lo hizo en otro contexto, esto no parece haber cambiado.
Al fin y al cabo en el Kremlin mandan los mismos de entonces. El propio Thiriart –por si alguien no lo recuerda- ya advirtió que el proyecto euroasiático no podría basarse en el sometimiento de unas naciones europeas a otras. Eso ya lo hizo el III Reich y fue una de las causas de su fracaso. Sinceramente, no sé dónde ven algunos que la Rusia pilinguiniana pretenda “unificar” a los pueblos europeos.
Bueno sí, pretende unificarlos bajo la bota rusa.
Desde su derrota en la Guerra de Crimea (1853-56) Rusia ha dejado de mirar a Europa. Puede que esto se deba, como dicen algunos, a que de Europa sólo le han venido invasiones: los caballeros teutónicos, los polacos, lituanos, prusianos, franceses, alemanes. O puede que se deba a que los ejércitos rusos han fracasado prácticamente en casi todas sus guerras contra las potencias occidentales (no olvidemos que difícilmente la URSS hubiese podido derrotar a los ejércitos del Reich en la II Guerra Mundial si no hubiese sido precisamente por el “General Invierno”, por la ayuda económica y material de EEUU y Reino Unido, y por el envío al frente de millones de asiáticos como carne de cañón).
Estos son datos objetivos, no opiniones, ni manipulaciones occidentalistas. Normalmente, quien conoce esto deja de tener esa visión idílica de Rusia y deja de ver a pilinguin como una especie de mesías de Leningrado.
EEUU parece comenzar una etapa de aislacionismo y querer dejar de ser el guardián del Universo. Rusia quiere aprovecharlo para crear su propio bloque geopolítico. pilinguin podría lograrlo si levantara la cabeza y mirara más acá de las estepas. Europa, de hecho, espera a Rusia. Pero no son los comunistas, ni los conservadores, ni los liberales, ni los socialdemócratas los que creen en ese posible Eje euroasiático. Somos nosotros, los nacionalistas y los nacional-revolucionarios europeos los que creemos en él. Pero pilinguin está a otras cosas, y me temo que es incapaz de superar sus complejos anti-europeos y su chovinista nacionalismo decimonónico. Si no, nos apoyaría, no nos denunciaría como un peligro, y además dejaría de entrometerse en las cuestiones nacionales de los países de su entorno.
Hablando de chovinismo. Es de un cinismo supremo acusar a los nacionalistas ucranianos de ser chovinistas (salvo por las medidas contra el idioma ruso, ya rectificadas por el gobierno interino de Kiev) y de carecer de falta de miras por haber montado una Revolución, cuando es Rusia la que sigue anclada en el siglo XIX con unas ansias imperialistas propias de otra época. En Bielorrusia coló, en Kazajstán también, en Georgia costó. Pero en Ucrania el imperialismo neosoviético ha tocado en hueso.
La situación de Ucrania no es nueva. Desde la independencia de la URSS la oligarquía postcomunista (como en Rusia) ha seguido controlando el país a su antojo, o al menos lo ha intentado. Durante estas dos décadas se ha producido un enfrentamiento soterrado entre la Ucrania pro-rusa y excomunista y la Ucrania anti-rusa y anticomunista, que sólo era cuestión de tiempo que estallara. Recordemos la famosa Revolución Naranja de Noviembre de 2004, cuyo detonante fueron unas elecciones amañadas por el sector pro-ruso que daban la victoria a Yanukóvich.
Hasta dos veces se tuvieron que repetir las elecciones. Finalmente venció el candidato pro-occidental, Víktor Yúschencko, que durante la nueva campaña electoral fue misteriosamente envenenado con dioxina (al más puro estilo KGB) por agentes pro-rusos de los propios servicios secretos ucranianos. Los pro-rusos sólo aceptaron su derrota a cambio de que se restara poderes al Presidente en favor de la Rada (Parlamento). Yúschenko tuvo como Primera Ministra a Yulia Timoshenko, pero ambos acabaron enfrentados y, después de un largo proceso, en 2011 ella acabó en la guandoca acusada de corrupción y abuso de poder, tras unos tejemanejes extraños relacionados, precisamente, con el gas ruso.
En las nuevas elecciones de 2010 venció el Partido de las Regiones de Víktor Yanukóvich. Éste es un partido pro-ruso, sin ideología definida (como la Rusia Unida de pilinguin y Medvedev), pero constituido por buena parte de la casta política de época soviética. El propio Yanukóvich fue miembro del PCUS (de hecho, tras su huida de Kiev fue recibido en el Este del país con todo tipo de parafernalia soviética). Sin embargo, pese a ser pro-ruso, se ganó el apoyo de muchos ucranianos por mantener un cierto discurso europeísta y prometer la firma de un acuerdo comercial con la UE.
Pero desde su llegada al poder Yanukóvich demostró ser un déspota que no tenía ninguna intención de cumplir sus promesas. Para empezar, el Partido de las Regiones fue acusado de utilizar el Berkut durante las votaciones como milicias dedicadas a coaccionar a la población de las zonas rurales para que votaran a Yanukóvich. El mismo Berkut es quien ha fusilado con sus AK47 y sus francotiradores a los rebeldes ucranianos en Kiev, recibiendo, sin duda, órdenes del postcomunista y reconocido antifascista Yanukóvich.
Una vez en la Presidencia, la primera medida de Yanukóvich fue saltarse los acuerdos por los que Ucrania arrendaba a Rusia la base de Sebastopol en la Península de Crimea. El trato original consistía en un alquiler por veinte años que se cumplía en 2017 y era prorrogable cada cinco años. Yanukóvich no esperó a esa fecha, y aludiendo presiones rusas y amenazas de subidas del precio del gas, accedió a ampliar el trato ¡¡hasta 2042!!. Acto seguido cambió la constitución, auto-otorgándose mayores poderes. Finalmente, en 2013, pese a lo prometido en campaña, se negó a firmar el acuerdo comercial con la UE. Detrás de todo estaba Rusia.
La UE había ofrecido a Ucrania 1000 millones de € por el acuerdo; Rusia contraatacó ofreciendo a Yanukóvich 12000 millones. Yanukóvich no era más que un agente de Moscú. Los comunistas de la Duma le han llamado traidor por abandonar su puesto y huir de Kiev. El gobienro interino ucraniano le acusa de haber desatendido al Ejército durante cuatro años, lo que dificulta cualquier tipo de resistencia ante la oleada turística rusa.
Gran parte del pueblo ucraniano se sentía engañado y, una vez más, amenazado de caer en la órbita de Moscú. A finales de 2013 se echó a la calle en manifestaciones pacíficas, que fueron durísimamente reprimidas por el gobierno pro-ruso. Comenzaron las denuncias al Berkut de brutalidad policial, secuestro, torturas, incluso de ser responsable de la fin de varios civiles cuyos cadáveres aparecieron a las afueras de Kiev. Comenzaron algunos actos de violencia por parte de la población (derribo de estatuas de época soviética). La respuesta fue inmediata.
A mediados de Enero de 2014 el gobierno se quitó la máscara de “demócrata” y aprobó una serie de leyes profundamente represivas que de facto tras*formaban Ucrania en una dictadura. Según estas leyes, incluso una persona podía ser condenada por un tribunal sin haber estado presente en el juicio (el nervio soviético afloraba). Las leyes sólo tuvieron el apoyo de los dos partidos pro-rusos de la Rada, el Partido de las Regiones y el Partido Comunista de Ucrania – PCU (sí, los comunistas de Ucrania son pro-rusos, y su nido de votos se encuentra casi de forma exclusiva en el Este del país). Lo que vino después todos lo conocemos. Bueno, conocemos casi todo.
Pocos saben que a comienzos de año el PCU empezó a organizar a sus propias milicias armadas y que éstas han participado en la represión -de mano de la policía- de las manifestaciones de Kiev. Hay quienes les señalan como responsables de la fin de varios militantes nacionalistas más allá de las barricadas de Maidan (hay imágenes en internet de ello).
Pero no olvidemos la ciertamente triste relación histórica entre Rusia y Ucrania. Rusos y ucranianos son hermanos, pero jamás los ucranianos se han considerado rusos, pues su historia ha sido ciertamente dispareja desde hace siglos. La génesis política ucraniana viene marcada por tres momentos históricos: el Rus de Kiev, el Hetmanato cosaco de Zaporozhia y la pertenencia a la República de las Dos Naciones (Polonia-Lituania). De estos momentos, sólo el Rus de Kiev es compartido con los rusos (que son los que lo han conservado como etnónimo).
Pero es que cuando esa Historia ha sido común, ha estado marcada por el enfrentamiento y el sometimiento de los segundos. El recuerdo de la Guerra Civil Rusa, la oleada turística soviética y el Holodomor (el mayor genocidio de la Historia), están muy presentes entre la población ucraniana. Hace unas semanas, casualmente vi un documental emitido por la rusa RT sobre el Holodomor.
Independientemente de la tesis mantenida por el mismo (niega que las grandes hambrunas tuvieran un carácter de genocidio y pone en duda la cifra total de muertos), la conclusión final del documental es terrible (y cierta): si las nuevas generaciones de ucranianos son educados en el Holodomor, éstos acabarán odiando a los rusos. Pero la Rusia de pilinguin no ayuda mucho a que esto no sea así.
Después de todo esto, ¿cómo va a interpretar el pueblo ucraniano un “acercamiento” de Ucrania a Rusia?. Pues como una neocolonización. En España, no dudo que el día que el sultán moruno nos reclame las tierras al sur del Tajo, los españoles aplaudiremos. Pero Ucrania no puede ver con buenos ojos las intromisiones moscovitas.
pilinguin se está equivocando.
La táctica de “reconquistar” territorios poblados por rusos, así como la de colocar a presidentes títeres en otros países (a Ucrania le tocó el archicorrupto Yanukóvich) es ciertamente una extraña manera de salvar a Europa y de crear un bloque geopolítico que haga frente al atlantismo. pilinguin no quiere liberar a los pueblos europeos, quiere ser él el que los someta, empezando por los que tiene cerquita.
A Europa ya la “liberaron” los alemanes, y los americanos. Europa no necesita volver a ser “liberada” por los rusos. Necesita unirse.
Para ir terminado, un par de reflexiones más, pues hay posturas que no acabo de comprender:
- Si lógicamente nos ponemos exquisitos con la legalidad cada vez que EEUU o Israel se saltan el derecho internacional, rompen los acuerdos firmados, o incumplen las resoluciones aprobadas por la ONU… ¿Por qué santas razones algunos no hacen lo propio cuando es Rusia quien invade un país?. Saltarse una de las normas fundamentales de la Convención de Ginebra, al invadir un país con tropas sin identificar es inaceptable y grotesco. La excusa (proteger a la población rusa) es falsa, pues no ha habido ni un solo muerto. En cambio hay casi 200 ucranianos desaparecidos en el último mes, y los miltantes de PS o de Svodoba están siendo detenidos por decenas en Crimea. Pero es que además, no estamos hablando de EEUU invadiendo un país asiático. Estamos hablando de un país europeo invadiendo a otro país europeo. Como nacionalista europeo esto me parece mucho más grave y preocupante. La comunidad internacional (incluida Rusia) prometió respetar las fronteras de Ucrania, a cambio de que ésta entregara todo su arsenal nuclear en el año 1997. Ucrania ahora ha sido traicionada y llora haber entregado esas armas.
- Hay además quien se atreve a enfangarse en debates sobre derechos históricos. Hay quien dice alegremente que Crimea y el Este de Ucrania son Rusia, pues están poblados en una mayoría de población rusa. Pero entonces, ¿Kosovo es Albania?. Habrá que recordárselo a esos chetniks serbios que han desembarcado en Sebastopol hace unos días ¡Cómo si no tuvieran bastante que hacer al sur de Prístina!.
Y siguiendo con la analogía, ¿Melilla es jovenlandia?, ¿Marsella es Argelia?. Y no olvidemos que si Crimea es rusa desde hace apenas 200 años (una cosa de tiempo), cuando, por cierto, un español José de Ribas, la conquistó para la zarina Catalina la Grande (una rusa europeísta), Gibraltar es británico desde hace 300. Y Crimea es de mayoría rusa por la política de deportaciones stalinistas, si no, sería de mayoría tártara.
Pero todo esta argumentación historicista es ridícula, y puede acabar en debate bizantino.
En definitiva, de todo esto se desprende que “el enemigo de mi enemigo no siempre es mi amigo”, el enemigo de mi enemigo defiende SUS intereses, no los míos. pilinguin defiende SUS intereses, como lo hizo en Siria.
Pero Europa no necesita otro guardia de la porra. No necesita cambiar los revólveres de un sheriff del Far West, por los de otro del Far East. Quizá la salvación de Europa vaya a venir del Este, sí, pero no tanto de Moscovia, sino del Rus de Kiev y de otros países del antiguo bloque oriental.
«El Kremlin jamás ha intentado una práctica de seducción respecto a Europa»
Jean THIRIART, La Nation Europeéne nº10
A menudo el ser humano tiene la querencia a dar explicaciones demasiado simples a fenómenos que, en realidad, son profundamente complejos. El resultado suele contentar al teorizador, pues le permite dar respuesta rápida y sencilla a algo que de otra forma le costaría mucho más comprender. Algunos psicólogos explican esto por la necesidad innata que el hombre tiene de sentir seguridad; el hombre se siente seguro y obtiene una gran satisfacción emocional al comprobar que todo lo que le rodea y acontece tiene una explicación y encaja perfectamente en su particular cosmovisión del mundo.
Lo contrario, le frustra sobremanera. Por eso las teorías conspirativas son tan populares, pues, aunque enrevesadas, permiten –como digo- dar una respuesta casi instantánea a fenómenos que, en realidad, son multicausales y cuya correcta comprensión exige de un mayor esfuerzo intelectual.
Otra expresión de esta muy humana tendencia a la simplificación de la realidad es la adopción de posturas maniqueas; es decir, la predisposición a ver reflejado en todo suceso el enfrentamiento perpetuo entre dos bandos, con frecuencia, el del bien y el del mal. Pero lo cierto es que los conflictos no son siempre bilaterales, sino que en ellos frecuentemente confluyen los intereses de terceros, aunque éstos no siempre sean fáciles de discernir.
A esto hay que sumar la también innata propensión que el ser humano tiene a identificarse siempre con una de los participantes en cualquier tipo de disputa, sea ésta deportiva, militar o política.
Estas actitudes reduccionistas no favorecen la explicación de lo que viene pasando en Ucrania durante las últimas semanas. De hecho lo enturbian todo bastante. Los hechos ucranianos no pueden -ni deben- ser explicados recurriendo a ningún inconsistente topos conspirativo, ni tampoco haciendo exclusivamente frías interpretaciones sobre geopolítica. Nada ayuda el dar por buena la propaganda rusa que explica todo como una intromisión del malvado mundo occidental (OTAN-UE) en una nación que parece que debe de ser considerada -por narices- un coto privado de una Rusia idealizada.
Es triste que haya que explicar determinadas cosas, pero nunca jamás en mi vida me había sentido tan avergonzado como en estos días. Mi vergüenza, mi rabia, mi repulsión, se debe a la reacción infantil y traidorzuela, fistro y neurótica, que respecto a los acontecimientos de Ucrania ha adoptado la casi totalidad del amplio y variopinto espectro político del patriotismo hispano, desde los más conservadores a los más revolucionarios. Me importa un pimiento ganarme las antipatías de quienes han demostrado pocas luces y mucho sectarismo.
Muchos prejuicios y pocas ideas. Pocas reflexiones y muchas propaganda. Muchas tripas, poca cabeza y nada de corazón. Bastante estrategia y ninguna camaradería. Sinceramente me dan pena, pues no son más que el reflejo de una España en plena putrefacción.
Excepciones las ha habido, por supuesto, pero han sido las menos. Que Dios les conserve el alma así de limpia por muchos años. Los rejones que lanzo en estas líneas, evidentemente, no van para ellos.
Con este artículo pretendo dar un poco de luz al asunto y exponer las razones por las que creo que cualquier nacionalista o nacional-revolucionario europeo debe de mostrar su apoyo y respeto a los nacionalistas y nacional-revolucionarios ucranianos que han encabezado la Revolución de Kiev.
No voy a hablar de grandes estrategias geopolíticas. De eso todo el mundo sabe un montón. Bueno, se creen que saben. Yo voy a ser realista. No tengo ínfulas de Napoleón. Soy más de Daoíz, Ruíz y Velarde.
¿Estamos presenciando una revolución?.
Entre las muchas tonterías que se han escrito estas semanas a propósito de los acontecimientos en Ucrania, una de las que más me ha sorprendido es aquella que afirma que lo de Kiev no es, en realidad, una revolución nacional, o que en todo caso, fue una revolución que ya ha sido frustrada puesto que los nacionalistas no se han hecho con el poder absoluto de forma automática.
Yo no sé lo que piensan algunos sobre qué es una revolución, o cómo piensan ellos que se debe de conquistar el Estado. Por lo que les leo, parece que creen que una revolución se puede hacer en solitario, sin compañeros de viaje, sin vaivenes, sin contratiempos; creen que es un acto espontáneo y súbito de toma del poder y cambio inmediato de estructuras y valores. El que así piense demuestra su profundo desconocimiento de lo que es un proceso revolucionario.
Aunque no hay dos revoluciones iguales, lo que todas tienen en común es que son fenómenos muy complejos, procesos largos e impredecibles (más de lo que se cree), con periodos de “suspensión” y otros de feroz violencia, que tienen muchas posibilidades de degenerar en algún tipo de guerra civil.
En ellas es frecuente que participen agentes de diferentes tendencias ideológicas y con objetivos distintos o enfrentados, pero entre los cuáles una minoría, con maña, suerte, lucha y sangre, puede hacerla girar a su favor. Incluso aunque sean revoluciones nacionales, son procesos en los que el contexto internacional puede jugar un papel fundamental. En el caso de Ucrania puede influir no sólo el desarrollo intrínseco del fenómeno, sino lo que ocurra en Grecia, en Hungría, en Bielorrusia o en Rusia, en los próximos meses o años, pues no olvidemos que la supuesta integración en la UE de Ucrania está por ver y debería ir para largo (otra cosa son los simples acuerdos comerciales).
Por poner unos ejemplos históricos: la Revolución Francesa comienza en 1789 pero los historiadores no la damos por concluida hasta 1799, y aún después de esta fecha, Napoleón siguió enredando por Europa y llevando a cabo profundas reformas en Francia. La Revolución Francesa no nació tanto como un intento de derrocar el Antiguo Régimen, sino como un cúmulo de protestas ante las carestías que se vivían en París, y los derroches de la Corte de Luis XVI.
En principio no era una revuelta antimonárquica, ni antirreligiosa, pero ese cariz, en principio defendido por una minoría, acabó por ser aceptado por la mayoría. Se proclamó la República (1792), se cortó la cabeza al rey, y se inició una guerra contra todas las potencias extranjeras, las cuales veían una terrible amenaza en la expansión de las nuevas ideas revolucionarias que, a partir de los principios ilustrados, iban tomando forma. Hoy podríamos decir que Francia perdió la guerra, pero la revolución y sus valores triunfaron.
Otro ejemplo: la Revolución Rusa de 1917 se inicia en febrero de ese año como una revolución liberal burguesa, pero se extiende hasta el mes octubre, cuando los hasta entonces minoritarios bolcheviques lograron llevarse el gato al agua. Después vino la Guerra Civil Rusa en la que los blancos estuvieron a punto de vencer al Ejército Rojo. Incluso podríamos decir que la Revolución de 1917 no es sino la culminación de la revolución iniciada en 1905 tras la estrepitosa derrota en la Guerra Ruso-Japonesa (la primera de un país europeo contra una potencia extraeuropea).
Lo que pase en Ucrania sólo el tiempo lo dirá. El triunfo o el fracaso de la Revolución –que lo es- dependerá de mil aspectos imposibles de analizar y conjugar a día de hoy, ni por el más perspicaz analista, pues las revoluciones se desarrollan siempre en un clima de alegalidad, de continuas injerencias extranjeras, de conflictos internos, y amenazas de guerra civil. Es así, y así ha sido siempre.
Quien diga que esto no es una revolución, o quien diga que ya ha fracasado, que los nacionalistas ucranianos no debieron jamás de ser apoyados, que ya lo advirtieron, además de unos ignorantes, son unos derrotistas y un potencial peligro.
En mi opinión, por el contrario, existen numerosas razones para apoyar la acción de los nacionalistas y nacional-revolucionarios ucranianos.
Razones por las que apoyar la Revolución Ucraniana.-
Estas razones giran en torno a varios principios jovenlandesales y racionales (da vergüenza tener que hablar de esto):
1) Principio de solidaridad y camaradería;
2) Principio de comprensión y confianza;
3) Principio de explicación racional de los hechos.
1) Principio de SOLIDARIDAD Y CAMARADERÍA con nuestros semejantes ideológicos. En el caso de la actual crisis ucraniana éste es un principio que los aficionados a la geoestrategia -tan profusos estos meses- suelen despreciar olímpicamente.
Siempre he creído que es un principio natural –e irrenunciable- el apoyar a aquellos que defienden unos mismos valores, que tienen una visión del mundo semejante a la nuestra y unos mismos objetivos políticos; en este caso la consecución de un orden social y económico basado en principios antimaterialistas, y la creación de una nueva Europa de Naciones Libres que constituyan además un gran bloque geopolítico. Hasta donde yo sé, los diferentes grupos nacionalistas ucranianos creen en estos objetivos, y así lo manifiestan en mayor o menor medida.
Los liberales lo hacen, los socialdemócratas lo hacen, los conservadores lo hacen, los comunistas no digamos, todos tienen sus internacionales y se apoyan entre sí. Los “fascistas”, tan amigos de la retórica caballeresca, tan europeos ellos, en cambio, prefieren buscar el prepucio ajeno y echarse una partida al Risk.
Por encima de cualquier otra razón, entiendo que debemos mostrar solidaridad y camaradería a nuestros semejantes ucranianos por una cuestión jovenlandesal y de honor. Sí, de honor. Triste es que esto a algunos les suene a chino.
Quizá es que yo sea un romántico, o un antiguo, o que lleve engañado 25 años, pero siempre creí que nuestro pensamiento no se reducía a unas bellas ideas, sino que también era una actitud y forma de entender la vida marcada por la hombría y la lealtad; siempre pensé que nosotros éramos una forma de ser. En base a eso no me cabe otra que un respeto absoluto por quién ha dado la vida por su Patria y por sus ideas, que, en gran medida, también son las mías (las comparta, o no, al 100%).
Entiendo que algunas de las noticias que llegan desde Ucrania son sorprendentes y pueden hacernos dudar al respecto, pero ante la duda –y aquí no hay certezas absolutas- siempre es preferible equivocarse por apoyar a los tuyos, que avergonzarse después por haberles traicionado. Y quién juegue a geoestrategas sin haber llegado al poder es que es sencillamente fulastre, tenga 18 diputados, uno o ninguno.
No apoyar a priori a los nacionalistas ucranianos me parece poco apreciable y mezquino. Desearles el mal o alegrarse de su infortunio, es de ser un enfermo intelectual con el alma putrefacta. Pero es que leer a españoles, que no han sabido en cuarenta años constituir un “área nacional” de ningún tipo, dar lecciones de jovenlandesal o de acción política a quienes son un ejemplo de patriotismo, es sencillamente obsceno.
Una segunda razón para apoyar a los nacionalistas ucranianos pudiera sostenerse en un principio de reciprocidad; pues espero que, llegado el caso, los nacionalistas del resto de Europa nos muestren el mismo apoyo y respeto recibidos de sus “camaradas” españoles. Quien no da, que no espere recibir. Visto lo visto, no esperemos recibir demasiado.
Hay quien opinará que habría que matizar quién es un afín ideológico, y quién, en realidad, no lo es, pero hacer eso en España, donde hasta 12 partidos políticos “patrióticos” amenazan con presentar candidatura –en solitario o en coalición- a las próximas elecciones europeas, puede resultar patético.
Estos “afines” ucranianos son variados y heterogéneos. Podremos identificarnos más con unos o con otros, pues diferentes son las realidades de ambos países, y distintas las sensibilidades personales de cada uno, pero, como fuere, todos (Svoboda, Pravyy Sektor, UNA-UNSO,…) se merecen un respeto pues militantes de todos ellos se han dejado los sesos en las calles de Kiev.
2) Principio de COMPRENSIÓN y CONFIANZA, que está muy relacionado con los anteriores. Compresión de que, por muchas consecuencias geopolíticas que pueda tener, son los ucranianos los que mejor conocen la situación de su país y las razones que han provocado un auténtico levantamiento popular, y eso es lo primero que importa. No podemos pretender ser más listos que los que están en primera línea a pie de barricada, y que conocen bien los tejemanejes de la política ucraniana y el sentir de su gente.
Confianza en que han actuado así guiados por nobles valores y en busca de un fin justo; y confianza en que van a saber gestionar la situación ahora y en el futuro.
No me parece de recibo –ni inteligente- una respuesta visceral, de esas que aseguran gratuitamente que los revolucionarios ucranianos trabajan para intereses bastardos, lo diga Jobbik, Amanecer Dorado, o el mismísimo Krom. En esta opiniones me temo que influye notablemente el despliegue de noticias falsas y de montajes que en estas semanas ha hecho la cadena rusa Russia Today (entre otras).
No he visto algo tan burdo y demencial desde la Guerra de Iraq, las armas de destrucción masiva y las películas que nos contaban la CNN y la Fox sobre las aventuras y desventuras de los marines yanquis en los desiertos orientales.
Por poner unos ejemplos, que la acrítica estupidez hispana y europea se han zampado sin ni siquiera masticar:
- La historia de los “agentes del Mossad” liderando las revueltas. Esto no es más que una bola de nieve inverosímil, cuya fiabilidad es propia de la fuente final de la noticia, la cadena iraní HispanTV. Esta cadena tras*muta una presunta entrevista aparecida en internet a un israelí sin nombre. Éste, que se paseaba con kipá por Maidan, supuestamente dirigía una “unidad de voluntarios internacionales” que luchaban codo con codo con los “neonazis” de Pravyy Sektor.
HispanTV tras*forma esta entrevista anónima primero en una historia de exmilitares judíos (¡Ojo! No tiene nada de excepcional ser exmilitar israelí, pues allí todos los ciudadanos son exmilitares, ya que en Israel la mili es obligatoria, larga y dura, y si uno la hace con cierta formación puede incluso ejercer mandos de cierta responsabilidad), y después, ni más ni menos que en una trama de agentes del Mossad dirigiendo las revueltas. De ser así serían los agentes más indiscretos del mundo. A no ser que, para crear confusión, alguien quisiera que se supiese o pensase que andaban por allí cinco israelíes («¡Oiga! Somos judíos, con experiencia en combate, y pasábamos por aquí y hemos dicho, vamos a echar una mano a los “neonazis” ucranianos»). De risa.
- La afirmación de que las revueltas están financiadas por EEUU (otros concretan en el magnate George Soros). La noticia parte, como no, de la cadena RT y del entorno de Yanukóvich, el de los grifos de oro y los coches de lujo. Por lo tanto, son 0% creíbles. Se empezó hablando de 500$/día pagados a los más violentos, lo que no me parece buen negocio por dejar que te vuelen la cabeza. A día de hoy, la cotización ya ha subido a 3000€ por barba.
A este respecto, hay que tener en cuenta que, para ser una revuelta financiada por el sionismo internacional, éstos han tenido muy poquito en cuenta a la comunidad judía local. Después de que una sinagoga sufriera daños, uno de los rabinos de Ucrania pidió a los judíos que abandonasen Kiev y solicitó ayuda al Estado de Israel. Esta noticia entronca con la siguiente reflexión.
- El líder del Pravyy Sektor es un infiltrado (o traidor, según las versiones) porque se ha reunido con el embajador de Israel en Kiev y ha hecho declaraciones en contra del antisemitismo. Bueno, ¿y cuál es el problema de que uno de los máximos responsables actuales de la seguridad nacional ucraniana se reúna con un diplomático que representa a una de las comunidades supuestamente más amenazadas y que además ha solicitado formalmente ayuda a ese país?. ¿Qué debía de haber hecho el líder de PS? ¿No acudir? ¿Acudir y arrestar al embajador?
¿Acudir, arrestarlo y alentar a los ucranianos a que la emprendan contra los judíos del país?. De verdad que no veo el problema. A no ser que este encuentro se buscara para hacerlo público y, una vez más, crear confusión y división entre los nacionalistas. Algo que parece que al final logran.
¿Por qué crea tanta polémica la presunta actividad de cinco portentosos exmilitares israelíes capaces de movilizar a millones de ucranianos? ¿Por qué genera tanta polémica las supuestas financiaciones y los vaticinios de Soros respecto a Ucrania, o los milagrosos paseos de BHL, que según se dice, donde pone el ojo ciego se monta la marimorena? ¿Por qué crea tanta polémica que el embajador de Israel haga su trabajo?.
Pues muy sencillo: porque el antisionismo se está convirtiendo en el antifascismo de los movimientos nacionalistas europeos, una obsesión que enturbia la realidad, y que crea militantes con cerebros monotemáticos y propensos a la paranoia: el friki-militante.
El sionismo existe, aunque sea de difícil definición, como todo lo que rodea al pueblo elegido. El sionismo probablemente sea el mayor de los enemigos de la libertad de pueblos y Naciones (aunque no el único). El sionismo es poderoso, muy poderoso, y ejerce parte de ese poder por medios poco honestos y nada perceptibles (en esto no tienen la exclusiva). Pero el sionismo no es omnipotente ni omnipresente. Sólo Dios lo es. Lo que sí es el sionismo, es muy inteligente. Sabe encizañar y dividir como nadie a sus enemigos, aprovechándose de sus debilidades.
Y hoy en día una de las mayores debilidades de un amplísimo sector de los movimientos nacionalistas europeos es haber convertido el sionismo en un comodín susceptible de ser utilizado cuando nos venga en gana; es decir, cuando no entendamos algo, no deseemos profundizar en ello, cuando deseemos acomodar la realidad a nuestra particular cosmovisión del mundo (para sentirnos emocionalmente seguros, ya se sabe), o cuando alguien nos ponga delante el cebo adecuado. El sionismo es muy listo y no da puntada sin hilo, conoce muy bien la psicología de sus enemigos, y es posible que en el tema de Kiev se las haya dado con queso a todos esos patriotas que reniegan de los revolucionarios ucranianos.
Por primera vez en muchísimos años hay una revolución nacional en un país de Europa. Una revolución en la que los movimientos nacionalistas y nacional-revolucionarios son los protagonistas principales. El sionismo, sin duda, ve esto con inquietud, porque además sabe que muchos de esos revoltosos son antisionistas y amenazan con hacerse con una cuota de poder. Al sionismo le preocupa que el poder nacionalista se consolide y, a corto plazo, pueda ser un ejemplo para el resto de Europa (sobre todo del Este), más con el avance de Jobbik y de Amanecer Dorado.
En consecuencia, para que esto no suceda hay que desacreditar a la Revolución, y hacer que los nacionalistas europeos renieguen de ella y de sus “camaradas” ucranianos. ¿Y qué mayor desprestigio que hacer creer que son ellos mismos –los sionistas- los que están detrás de las revueltas?. Mandan a cuatro superagentes para que salgan en prensa, lanzan dos bulos en sus televisiones, y asunto arreglado: el trastorno obsesivo-compulsivo antisionista hace el resto («¡Lo sabía! ¡A mí no me engañan! ¡Son los judíos! ¡Lo de Maidan lo dirigen los judíos! ¡Viva pilinguin!»). ¡Anda ya!.
Esta reflexión pudiera ser acertada, o no, pero no estaríamos con estas vicisitudes, si en vez de analizar la realidad a través el distorsionador prisma antisionista, lo hiciéramos de una forma racional, y basándonos en verdaderos lazos de hermandad; en la confianza plena entre camaradas. Seríamos más fuertes, y ninguna conspiración, falsa o real, nos desuniría.
Para concluir este excursus me atrevo a rizar el rizo y lanzo mi propia teoría sobre el contubernio mundial: el “retrocontubernio”. La verdadera conspiración sería, en verdad, hacernos perder el contacto con la realidad, convertirnos en dementes propensos a la paranoia, que ven la mano agitadora del sionismo en todos y cada uno de los hechos que acontecen y la mordaza silenciadora en los que no lo hacen.
Porque, si todas las guerras son sionistas, si todas las revoluciones son sionistas, sin detrás de toda protesta está el Mossad, la CIA o la TIA, … ¿quién shishi de entre los nacionalistas europeos se va a atrever a imitar a Kiev?. Al final el antisionismo irracional se podría convertir en la excusa para no hacer nunca nada -vaya a ser que beneficiemos a los sionistas-, la excusa para quedarnos en la retórica o en casa. Precisamente como algunos quieren.
Aclaro (para los que tienen problemas de comprensión lectora): no se trata de no ser antisionista (mucho menos de volverse prosionista, como ya han hecho algunos). No. Se trata de serlo con cabeza, de forma racional, sin histrionismos, sin psicosis.
Sin tras*formarlo en una ideología. Teniendo los pies en el suelo y sin dejar de ser eso, nacionalistas y revolucionarios. El sionismo crea unas revueltas, alienta otras, e intenta entrometerse en todas, pero, insisto, no es ni omnipotente ni omnipresente.
Continuo cavilando sobre las manipulaciones informativas.
- El empeño en que la opinión pública crea que los francotiradores que asesinaron a los manifestantes en Kiev estaban pagados por la propia oposición a Yanukóvich. La verdad es que la noticia surge a partir de una conversación interceptada por los propios servicios secretos ucranianos, pero en la que, en realidad, no se afirma tal cosa, sino en la que tan sólo se insinúa la posibilidad de ello, en un intercambio de opiniones -no de indicios ni de pruebas- entre dos personas («Oye, y los francotiradores de Kiev ¿no habrán sido contratados por la oposición?»). Nada más.
El tema de los francotiradores viene de lejos. Yanukóvich antes de su fuga, con la RT a la cabeza sirviéndole de altavoz, ya afirmó en su día que los únicos muertos por heridas de bala habían sido policías. Sin embargo, al día siguiente de lanzar tan cínica afirmación ya aparecieron los primeros videos en la red de manifestantes civiles que caen muertos al ser tiroteados.
La historia entonces metamorfoseó, y se pasó a decir que los muertos habían sido tiroteados por los propios rebeldes, pues éstos también tenían armas de fuego (dos carabinas y una escopeta de caza ¡Menudo arsenal!). Pero al día siguiente, de nuevo, volvieron a aparecer nuevos videos en los que se ven a agentes Berkut disparando con AK47 y rifles con mira telescópica. ¡Qué pronto nos olvidamos de Praga y de Budapest!
- La malintencionada noticia de que los nacionalistas ucranianos de PS habían solicitado ayuda a los islamistas chechenos. Ésta es una de las estrategias más recurrentes por parte de la propaganda pro-rusa, porque tiene una base de verdad que la hace creíble y explotable. Todo comenzó con la emisión de un foto-montaje y de un video-montaje en los que se veían ondear en la Plaza de Maidan una bandera del Ejército Libre de Siria (en el que, por cierto, no todos son islamistas) y otra de la Emirato del Cáucaso (islamistas chechenos). Ambas, como digo, son imágenes falsas.
En esta línea, RT llegó a afirmar que en Kiev había desplegados entre 3000 y 5000 islamistas que eran los que dirigían las protestas (¿pero no eran cinco superagentes israelíes?, ¿pero no eran “neonazis”?). En cambio, las imágenes de Maidan en directo que se podían ver vía web mostraban a popes y curas ucranianos bendiciendo combatientes, y dando extremaunciones, a gente con iconos y rosarios, tallas de la virgen en el escenario de los discursos y miles de personas rezando, lo que no casa ciertamente con la presencia de miles de islamistas en Kiev.
A este respecto, sobre las declaraciones del líder de PS y los chechenos estoy de acuerdo en que no son de recibo, pero hay que analizarlas en un contexto prebélico. No me imagino yo a los patriotas españoles de la Guerra de la Independencia poniéndose esquisitos diciendo: «¡No Wellington! ¡No nos ayude Vd a echar a los franceses».
Como fuere, es una acción personal que no puede manchar a todo un movimiento ni a toda una Nación, y que ya ha tenido su respuesta. El que considere que es suficiente prueba de descrédito, insisto, creo que es que no se entera de lo que es una revolución. Un poquito de empatía, por favor.
En resumen del punto 2: en toda revolución –como en las guerras (¿hace falta recordar la nuestra?)- siempre hay compañeros de viaje más o menos indeseables, y también quien presiona desde el otro lado del mundo para ganar una partida a la que nadie le ha invitado. No creamos que -llegado el caso- podríamos hacer una revolución nosotros sólitos, sin compañeros de viaje y sin injerencias extranjeras.
3) EXPLICACIÓN racional de los hechos teniendo en cuenta el contexto histórico ruso-ucraniano, y sobre todo quién es y qué representa verdaderamente la Rusia de pilinguin. Sin este análisis no entenderemos absolutamente nada.
Si hay un factor distorsionador de la realidad, por encima de teorías conspirativas varias, de las incontables noticias falsas, manipulaciones, tergiversaciones y de las asistencias exóticas en Kiev, es la simple presencia de Rusia en todo este asunto.
Si Rusia no fuese un actor principal en este escenario, si el conflicto fuese entre Ucrania y, digamos Turquía, la postura que muchos adoptarían hacia la Revolución Ucraniana sería bien distinta. Pero todo nace del pajamentalismo patrio con respecto a quién es Vladimir pilinguin y cómo es su Rusia del siglo XXI.
Sin duda Europa se encuentra en sus últimas horas, y la desesperación ha hecho que el mesianismo se haya instalado en una buena parte de la militancia nacionalista europea. No se explica, si no, por qué tanta admiración hacia un personaje tan oscuro como pilinguin, y tanta cerrazón en la defensa de la postura rusa.
La Rusia de pilinguin va camino de convertirse para parte de la "derecha” europea en lo mismo que Cuba es para la “izquierda”: un espejismo en el desierto, un idealizado clavo ardiendo.
Que todos los rojelios, costrillas y antifas del mundo estén del lado ruso, que lo esté el submundo abertzale, que muchos conservadores también apoyen a pilinguin, y que incluso algunos liberales tomen igual postura como mal menor para evitar el avance de los “fascistas” ucranianos, debería ser suficiente para darnos cuenta de en qué lado deberíamos de posicionarnos. Pero parece que los puristas del tendido 7 no están del todo contentos, han mirado las hechuras del regazo del toro y piden que sea devuelto a los corrales.
Rusia es un grandísimo país, con una grandísima Historia y una vastísima cultura europea (al que esto escribe le chifla la literatura rusa del siglo XIX), y en cierto modo, por haber permanecido aislado del mundo occidental durante décadas, es un reducto de valores e ideas tradicionales.
Esto es innegable, pero es así con pilinguin, o sin él. No obstante, esto es un hecho común a todos los países que formaron parte de la extinta (?) URSS, incluida Ucrania y los países bálticos.
Pero una cosa es Rusia, como Nación, y otra es el Estado ruso ideado y controlado por pilinguin, su nomenklatura y sus clientelas. Rusia en sí misma es la esperanza de Europa, pilinguin es el deceso de Europa. Otro deceso distinto al marcado por la UE, pero deceso, al fin y al cabo. La Rusia de pilinguin no es un ejemplo en casi nada, ni en su modelo económico, ni en su modelo político, ni en su modelo social. De hecho es gracias a pilinguin por lo que esa Rusia tradicional, esperanza de Europa, más pronto que tarde desaparecerá.
- El modelo económico de pilinguin está destrozando la sociedad rusa. Rusia hizo a lo bruto hace veinte años lo que los chinos están haciendo hoy de forma algo más controlada: pasar de un modelo económico de producción “socialista” a otro capitalista, manteniendo, eso sí, el establishment político intacto. Las consecuencias son bien conocidas y las sigue pagando el ruso medio. Hoy Moscú es la ciudad más cara de Europa y la que tiene las mayores bolsas de pobreza. Rusia es a la vez el país con más multimillonarios del mundo, y el único del mundo desarrollado en el que un niño se puede morir de hambre o frío. Rusia es el país con mayor porcentaje de niños y jóvenes que sobreviven de la prespitación y la indigencia, y en el que las niñas están deseando cumplir la mayoría de edad para convertirse en estrellas del prono. Este modelo basado en un salvaje ultracapitalismo, en el que las oligarquías económicas heredadas de época soviética, controladoras de auténticas mafias, dominan todo el sistema, no va a ayudar a la pervivencia por mucho tiempo de esa Rusia tradicional. La anquilosada economía rusa sobrevive, como si fuera un país tercermundista, de la venta de materias primas. Su tecnología está anquilosada, salvo la militar, y, aún así, ésta es incomparable a la americana. China está literalmente comprando el este del país, en donde legalmente está instalando sus fábricas y trasladando a decenas de miles de sus trabajadores. En definitiva, no sé por qué un ucraniano habría de pensar que el capitalismo de las mafias postsoviéticas es una mejor elección que el capitalismo “sionista” de la UE.
- Su modelo social tampoco es un ejemplo a seguir. La política migratoria de Rusia no es muy distinta a la de la Europa occidental. El concepto que pilinguin tiene de Rusia es el de un ente multiétnico, pues en un Imperio tan grande tradicionalmente ha sido así. Incluso ha declarado como religiones tradicionales rusas al Cristianismo Ortodoxo, al Islam y al Judaísmo, que gozan de una defensa y trato especial por parte del Estado (por supuesto no ocurre lo mismo con el Catolicismo). En Rusia viven más de 20 millones de fiel a la religión del amores, casi 2 de ellos en Moscú. La política demográfica rusa es incluso más desastrosa, que ya es decir, que la de los países de Europa occidental, pues el país pierde casi medio millón de habitantes al año.
- Y qué decir del modelo político. El PCUS desapareció en 1991, pero su estructura permaneció como sistema de clientelas y como ente supranacional. Casi la mitad de los diputados de la actual Duma o son comunistas (del Partido Comunista Ruso de Ziuganov), o tienen un pasado soviético. ¿Se imagina alguien que en 1998 en el Parlamento español hubiese habido 175 diputados con pasado en el Movimiento Nacional o directamente “neofranquistas”?. La URSS no desapareció en 1991. La URSS se tras*formó. Y sus dirigentes no desaparecieron ni fueron reemplazados por “nuevos rusos”, con una nueva mentalidad, sino que éstos se adaptaron a la nueva situación. Ahí están, no se han ido y no han cambiado. A lo sumo su visión del mundo ha pasado de ser soviéticocéntrica a ser rusocéntrica. Para ellos Europa occidental –con UE o sin ella- sigue siendo un ente extraño, cuando no el enemigo.
Por otro lado, la persecución que sufren los movimientos nacionalistas y tradicionalistas rusos puede que sea incluso más cruel que la que vivimos en la UE (que ya es decir). Y no me refiero a los simples nihilistas aficionados a dar palizas y colgarlas en Youtube, que bien encerrados están. En Rusia ya han sido ilegalizados varios partidos políticos (como el Nacional Bolchevique), y existe una ley contra ideas "extremistas" que puede servir para encerrar a cualquiera. Estos días en Crimea ya han sido puestos fuera de la ley Svoboda y PS entre otros, pero, en cambio, el PCU goza de protección. Yanukóvich planeaba lo mismo para ellos pilinguin quiere ser el único nacionalista en Rusia y, a la vez, el único liberal, pero sin romper totalmente con su pasado comunista.
- pilinguin no es un antisionista. Es un defensor de la legitimidad de Nüremberg, que no tiene ningún reparo en ponerse la kipá, visitar el museo del Holocausto, hacer donaciones al Museo de Auschwitz, llegar a un acuerdo con los Rotschild o decretar que el Judaísmo es una de las religiones tradicionales de Rusia. Sin duda, esto ha favorecido que los judíos de Sebastopol ya se hayan declarado a favor de la independencia de la región y su posible unificación con Rusia (¿no sería esto lo que buscaba pilinguin, provocar la secesión del país y la absorción de las zonas rusófonas?. De ser así, va camino de convertirse en una jugada maestra, un poco tosca, pero maestra).
- pilinguin es un imperialista ruso (se le nota su educación soviética y de dónde viene), no es un “euroasianista”. pilinguin ha convertido Kazajstán y Bielorrusia en Estados satélites de Moscú y quería hacer lo mismo con Ucrania. pilinguin no cree en un bloque Euroasiático que se extienda desde Lisboa a Vladivostok, un bloque de naciones libres pero con identidad y objetivos comunes. No es de los nuestros, aunque nos pueda agradar algo de su política (¿Acaso no nos agradan algunos aspectos de la política americana?).
pilinguin no ve más allá de sus narices, como los alemanes durante la II Guerra Mundial no vieron más allá de las suyas (por cierto, los alemanes empezaron a cagarla precisamente en Ucrania). Ya dijo Thiriart que “el Kremlin jamás había intentado una política de seducción hacia Europa”, y aunque el filósofo belga lo hizo en otro contexto, esto no parece haber cambiado.
Al fin y al cabo en el Kremlin mandan los mismos de entonces. El propio Thiriart –por si alguien no lo recuerda- ya advirtió que el proyecto euroasiático no podría basarse en el sometimiento de unas naciones europeas a otras. Eso ya lo hizo el III Reich y fue una de las causas de su fracaso. Sinceramente, no sé dónde ven algunos que la Rusia pilinguiniana pretenda “unificar” a los pueblos europeos.
Bueno sí, pretende unificarlos bajo la bota rusa.
Desde su derrota en la Guerra de Crimea (1853-56) Rusia ha dejado de mirar a Europa. Puede que esto se deba, como dicen algunos, a que de Europa sólo le han venido invasiones: los caballeros teutónicos, los polacos, lituanos, prusianos, franceses, alemanes. O puede que se deba a que los ejércitos rusos han fracasado prácticamente en casi todas sus guerras contra las potencias occidentales (no olvidemos que difícilmente la URSS hubiese podido derrotar a los ejércitos del Reich en la II Guerra Mundial si no hubiese sido precisamente por el “General Invierno”, por la ayuda económica y material de EEUU y Reino Unido, y por el envío al frente de millones de asiáticos como carne de cañón).
Estos son datos objetivos, no opiniones, ni manipulaciones occidentalistas. Normalmente, quien conoce esto deja de tener esa visión idílica de Rusia y deja de ver a pilinguin como una especie de mesías de Leningrado.
EEUU parece comenzar una etapa de aislacionismo y querer dejar de ser el guardián del Universo. Rusia quiere aprovecharlo para crear su propio bloque geopolítico. pilinguin podría lograrlo si levantara la cabeza y mirara más acá de las estepas. Europa, de hecho, espera a Rusia. Pero no son los comunistas, ni los conservadores, ni los liberales, ni los socialdemócratas los que creen en ese posible Eje euroasiático. Somos nosotros, los nacionalistas y los nacional-revolucionarios europeos los que creemos en él. Pero pilinguin está a otras cosas, y me temo que es incapaz de superar sus complejos anti-europeos y su chovinista nacionalismo decimonónico. Si no, nos apoyaría, no nos denunciaría como un peligro, y además dejaría de entrometerse en las cuestiones nacionales de los países de su entorno.
Hablando de chovinismo. Es de un cinismo supremo acusar a los nacionalistas ucranianos de ser chovinistas (salvo por las medidas contra el idioma ruso, ya rectificadas por el gobierno interino de Kiev) y de carecer de falta de miras por haber montado una Revolución, cuando es Rusia la que sigue anclada en el siglo XIX con unas ansias imperialistas propias de otra época. En Bielorrusia coló, en Kazajstán también, en Georgia costó. Pero en Ucrania el imperialismo neosoviético ha tocado en hueso.
La situación de Ucrania no es nueva. Desde la independencia de la URSS la oligarquía postcomunista (como en Rusia) ha seguido controlando el país a su antojo, o al menos lo ha intentado. Durante estas dos décadas se ha producido un enfrentamiento soterrado entre la Ucrania pro-rusa y excomunista y la Ucrania anti-rusa y anticomunista, que sólo era cuestión de tiempo que estallara. Recordemos la famosa Revolución Naranja de Noviembre de 2004, cuyo detonante fueron unas elecciones amañadas por el sector pro-ruso que daban la victoria a Yanukóvich.
Hasta dos veces se tuvieron que repetir las elecciones. Finalmente venció el candidato pro-occidental, Víktor Yúschencko, que durante la nueva campaña electoral fue misteriosamente envenenado con dioxina (al más puro estilo KGB) por agentes pro-rusos de los propios servicios secretos ucranianos. Los pro-rusos sólo aceptaron su derrota a cambio de que se restara poderes al Presidente en favor de la Rada (Parlamento). Yúschenko tuvo como Primera Ministra a Yulia Timoshenko, pero ambos acabaron enfrentados y, después de un largo proceso, en 2011 ella acabó en la guandoca acusada de corrupción y abuso de poder, tras unos tejemanejes extraños relacionados, precisamente, con el gas ruso.
En las nuevas elecciones de 2010 venció el Partido de las Regiones de Víktor Yanukóvich. Éste es un partido pro-ruso, sin ideología definida (como la Rusia Unida de pilinguin y Medvedev), pero constituido por buena parte de la casta política de época soviética. El propio Yanukóvich fue miembro del PCUS (de hecho, tras su huida de Kiev fue recibido en el Este del país con todo tipo de parafernalia soviética). Sin embargo, pese a ser pro-ruso, se ganó el apoyo de muchos ucranianos por mantener un cierto discurso europeísta y prometer la firma de un acuerdo comercial con la UE.
Pero desde su llegada al poder Yanukóvich demostró ser un déspota que no tenía ninguna intención de cumplir sus promesas. Para empezar, el Partido de las Regiones fue acusado de utilizar el Berkut durante las votaciones como milicias dedicadas a coaccionar a la población de las zonas rurales para que votaran a Yanukóvich. El mismo Berkut es quien ha fusilado con sus AK47 y sus francotiradores a los rebeldes ucranianos en Kiev, recibiendo, sin duda, órdenes del postcomunista y reconocido antifascista Yanukóvich.
Una vez en la Presidencia, la primera medida de Yanukóvich fue saltarse los acuerdos por los que Ucrania arrendaba a Rusia la base de Sebastopol en la Península de Crimea. El trato original consistía en un alquiler por veinte años que se cumplía en 2017 y era prorrogable cada cinco años. Yanukóvich no esperó a esa fecha, y aludiendo presiones rusas y amenazas de subidas del precio del gas, accedió a ampliar el trato ¡¡hasta 2042!!. Acto seguido cambió la constitución, auto-otorgándose mayores poderes. Finalmente, en 2013, pese a lo prometido en campaña, se negó a firmar el acuerdo comercial con la UE. Detrás de todo estaba Rusia.
La UE había ofrecido a Ucrania 1000 millones de € por el acuerdo; Rusia contraatacó ofreciendo a Yanukóvich 12000 millones. Yanukóvich no era más que un agente de Moscú. Los comunistas de la Duma le han llamado traidor por abandonar su puesto y huir de Kiev. El gobienro interino ucraniano le acusa de haber desatendido al Ejército durante cuatro años, lo que dificulta cualquier tipo de resistencia ante la oleada turística rusa.
Gran parte del pueblo ucraniano se sentía engañado y, una vez más, amenazado de caer en la órbita de Moscú. A finales de 2013 se echó a la calle en manifestaciones pacíficas, que fueron durísimamente reprimidas por el gobierno pro-ruso. Comenzaron las denuncias al Berkut de brutalidad policial, secuestro, torturas, incluso de ser responsable de la fin de varios civiles cuyos cadáveres aparecieron a las afueras de Kiev. Comenzaron algunos actos de violencia por parte de la población (derribo de estatuas de época soviética). La respuesta fue inmediata.
A mediados de Enero de 2014 el gobierno se quitó la máscara de “demócrata” y aprobó una serie de leyes profundamente represivas que de facto tras*formaban Ucrania en una dictadura. Según estas leyes, incluso una persona podía ser condenada por un tribunal sin haber estado presente en el juicio (el nervio soviético afloraba). Las leyes sólo tuvieron el apoyo de los dos partidos pro-rusos de la Rada, el Partido de las Regiones y el Partido Comunista de Ucrania – PCU (sí, los comunistas de Ucrania son pro-rusos, y su nido de votos se encuentra casi de forma exclusiva en el Este del país). Lo que vino después todos lo conocemos. Bueno, conocemos casi todo.
Pocos saben que a comienzos de año el PCU empezó a organizar a sus propias milicias armadas y que éstas han participado en la represión -de mano de la policía- de las manifestaciones de Kiev. Hay quienes les señalan como responsables de la fin de varios militantes nacionalistas más allá de las barricadas de Maidan (hay imágenes en internet de ello).
Pero no olvidemos la ciertamente triste relación histórica entre Rusia y Ucrania. Rusos y ucranianos son hermanos, pero jamás los ucranianos se han considerado rusos, pues su historia ha sido ciertamente dispareja desde hace siglos. La génesis política ucraniana viene marcada por tres momentos históricos: el Rus de Kiev, el Hetmanato cosaco de Zaporozhia y la pertenencia a la República de las Dos Naciones (Polonia-Lituania). De estos momentos, sólo el Rus de Kiev es compartido con los rusos (que son los que lo han conservado como etnónimo).
Pero es que cuando esa Historia ha sido común, ha estado marcada por el enfrentamiento y el sometimiento de los segundos. El recuerdo de la Guerra Civil Rusa, la oleada turística soviética y el Holodomor (el mayor genocidio de la Historia), están muy presentes entre la población ucraniana. Hace unas semanas, casualmente vi un documental emitido por la rusa RT sobre el Holodomor.
Independientemente de la tesis mantenida por el mismo (niega que las grandes hambrunas tuvieran un carácter de genocidio y pone en duda la cifra total de muertos), la conclusión final del documental es terrible (y cierta): si las nuevas generaciones de ucranianos son educados en el Holodomor, éstos acabarán odiando a los rusos. Pero la Rusia de pilinguin no ayuda mucho a que esto no sea así.
Después de todo esto, ¿cómo va a interpretar el pueblo ucraniano un “acercamiento” de Ucrania a Rusia?. Pues como una neocolonización. En España, no dudo que el día que el sultán moruno nos reclame las tierras al sur del Tajo, los españoles aplaudiremos. Pero Ucrania no puede ver con buenos ojos las intromisiones moscovitas.
pilinguin se está equivocando.
La táctica de “reconquistar” territorios poblados por rusos, así como la de colocar a presidentes títeres en otros países (a Ucrania le tocó el archicorrupto Yanukóvich) es ciertamente una extraña manera de salvar a Europa y de crear un bloque geopolítico que haga frente al atlantismo. pilinguin no quiere liberar a los pueblos europeos, quiere ser él el que los someta, empezando por los que tiene cerquita.
A Europa ya la “liberaron” los alemanes, y los americanos. Europa no necesita volver a ser “liberada” por los rusos. Necesita unirse.
Para ir terminado, un par de reflexiones más, pues hay posturas que no acabo de comprender:
- Si lógicamente nos ponemos exquisitos con la legalidad cada vez que EEUU o Israel se saltan el derecho internacional, rompen los acuerdos firmados, o incumplen las resoluciones aprobadas por la ONU… ¿Por qué santas razones algunos no hacen lo propio cuando es Rusia quien invade un país?. Saltarse una de las normas fundamentales de la Convención de Ginebra, al invadir un país con tropas sin identificar es inaceptable y grotesco. La excusa (proteger a la población rusa) es falsa, pues no ha habido ni un solo muerto. En cambio hay casi 200 ucranianos desaparecidos en el último mes, y los miltantes de PS o de Svodoba están siendo detenidos por decenas en Crimea. Pero es que además, no estamos hablando de EEUU invadiendo un país asiático. Estamos hablando de un país europeo invadiendo a otro país europeo. Como nacionalista europeo esto me parece mucho más grave y preocupante. La comunidad internacional (incluida Rusia) prometió respetar las fronteras de Ucrania, a cambio de que ésta entregara todo su arsenal nuclear en el año 1997. Ucrania ahora ha sido traicionada y llora haber entregado esas armas.
- Hay además quien se atreve a enfangarse en debates sobre derechos históricos. Hay quien dice alegremente que Crimea y el Este de Ucrania son Rusia, pues están poblados en una mayoría de población rusa. Pero entonces, ¿Kosovo es Albania?. Habrá que recordárselo a esos chetniks serbios que han desembarcado en Sebastopol hace unos días ¡Cómo si no tuvieran bastante que hacer al sur de Prístina!.
Y siguiendo con la analogía, ¿Melilla es jovenlandia?, ¿Marsella es Argelia?. Y no olvidemos que si Crimea es rusa desde hace apenas 200 años (una cosa de tiempo), cuando, por cierto, un español José de Ribas, la conquistó para la zarina Catalina la Grande (una rusa europeísta), Gibraltar es británico desde hace 300. Y Crimea es de mayoría rusa por la política de deportaciones stalinistas, si no, sería de mayoría tártara.
Pero todo esta argumentación historicista es ridícula, y puede acabar en debate bizantino.
En definitiva, de todo esto se desprende que “el enemigo de mi enemigo no siempre es mi amigo”, el enemigo de mi enemigo defiende SUS intereses, no los míos. pilinguin defiende SUS intereses, como lo hizo en Siria.
Pero Europa no necesita otro guardia de la porra. No necesita cambiar los revólveres de un sheriff del Far West, por los de otro del Far East. Quizá la salvación de Europa vaya a venir del Este, sí, pero no tanto de Moscovia, sino del Rus de Kiev y de otros países del antiguo bloque oriental.
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