Horacia
Lonchafinista
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Ayer se murió mi vecina, con ella he compartido todas las tardes de mi infancia. Ella me ha cuidado y me ha querido como nadie, nunca me ha juzgado, nunca me ha regañado, nunca me ha comparado o hecho sentir inferior.
Era una persona inocente, bondadosa, humilde, cariñosa, alegre, con una alegría casi infantil: recuerdo la sonrisa que le salía cuando me veía después de mucho tiempo y la energía que me tras*mitía, aunque ella lo estuviera pasando mal. Apenas fue a la escuela, creo que no sabía ni utilizar el dinero. Su primer hijo murió al poco de nacer, y muchas veces pensaba en la edad que tendría y contaba dónde estaba enterrado y cómo fue su nacimiento.
Te daba todo, aunque ella no tuviera nada. Ayer y hoy me he sentido tan vulnerable y frágil. No sabía que la quería tanto y que con ella se ha ido parte de mi infancia. Pocas veces más creo que voy a experimentar un amor tan puro y genuino. Pocas personas quedan como ella. No quiero olvidarla y me duele saber que ella nunca se habrá imaginado lo mucho que la aprecio y la quiero porque nunca se lo dije. Me duele saber que nunca más la veré, ni le daré un beso ni pasaré más tardes en su casa creyendo que la vida es eterna, que ella nunca se va a ir, que la fin es de otros.
Era una persona inocente, bondadosa, humilde, cariñosa, alegre, con una alegría casi infantil: recuerdo la sonrisa que le salía cuando me veía después de mucho tiempo y la energía que me tras*mitía, aunque ella lo estuviera pasando mal. Apenas fue a la escuela, creo que no sabía ni utilizar el dinero. Su primer hijo murió al poco de nacer, y muchas veces pensaba en la edad que tendría y contaba dónde estaba enterrado y cómo fue su nacimiento.
Te daba todo, aunque ella no tuviera nada. Ayer y hoy me he sentido tan vulnerable y frágil. No sabía que la quería tanto y que con ella se ha ido parte de mi infancia. Pocas veces más creo que voy a experimentar un amor tan puro y genuino. Pocas personas quedan como ella. No quiero olvidarla y me duele saber que ella nunca se habrá imaginado lo mucho que la aprecio y la quiero porque nunca se lo dije. Me duele saber que nunca más la veré, ni le daré un beso ni pasaré más tardes en su casa creyendo que la vida es eterna, que ella nunca se va a ir, que la fin es de otros.