Nunca me he sentido vinculado a nadie. Siempre he percibido a los demás como objetos que me producen sensaciones positivas o negativas, y he actuado en consecuencia, interesándome por ellos solamente en la medida de cuanto podían ofrecerme en términos de satisfacción, por lo que todas las interacciones sociales me han resultado desde bien joven falsas y programadas, siempre destinadas a conseguir algun beneficio personal o a impresionar a los demás.
He abusado emocionalmente de algunos que me tenían por un buen y sincero amigo a causa de (falsas) ofensas percibidas por mi parte. He fantaseado con asesinar a antiguos amigos con los que había dejado de mantener contacto desde hacía años, porque sabían cosas acerca de mí que podían comprometerme (nada ilegal, sólo nimiedades vergonzosas).
Y al mismo tiempo que me he aprovechado de los débile, he buscado siempre la aprobacion de los fuertes aún a costa de mi propia humillación, aunque a estos los despreciase secretamente. Si no me controlo tiendo a violar los límites interpersonales en mi trato con los demás, por la razón de que son para mí solo objetos puestos a disposición para satisfacción de mi ego, y no existe una verdadera diferencia entre ellos y yo.
Asimismo, he reconocido que padezco de ciertas tendencias antisociales, por cuanto tiendo a simpatizar con toda aquella organización o individuo que es o ha sido enemiga de las cosas presentes -como el Estado Islámico, Hamás, Proud Boys y otros grupúsculos estadounidenses de corte aceleracionista, nazis, Ted Kaczynski- y me intereso naturalmente por marcos intelectuales de tipo disolutorio, como los de los pensadores de la Escuela de Frankfurt y los posteriores descontructivistas franceses, estudios coloniales incluidos. Todo lo que sirva para deconstruir, o sea, para disolver conceptos y concepciones sin ofrecer una teoría positiva que los sustituya, me resulta sumamente atractivo.
Y este es quid de la cuestión: nada de eso por lo hago por razones éticas o jovenlandesales, sino por la búsqueda de sensaciones. Toda actividad política me resulta inútil y toda actividad intelectual, masturbatoria. Entiendo que existen personas que se toman estas cuestiones en serio, pero al menos en mi caso son sólo un pretexto para expresar mi deseo de dominar a los demás y mi repruebo a mí mismo; la especulación filosófica, tan solo una forma de entretenimiento. Deseo profundamente el caos.
Confieso todo esto con naturalidad y frialdad, pero realmente no es algo de lo que haya sido consciente la mayor parte de mi vida, ya que se trata de mi forma natural de ser. Algo que he manejado siempre en piloto automático y de lo cual he tomado conciencia hace sólo poco tiempo, y a causa de lo cual he descubierto cuán realmente vacío estoy y cuanta indiferencia siento por todas las contenciones jovenlandesales humanas, hasta el punto de fantasear con realizar asesinatos individuales, actos de abuso sensual y atentados con ametralladoras y explosivos.
He abusado emocionalmente de algunos que me tenían por un buen y sincero amigo a causa de (falsas) ofensas percibidas por mi parte. He fantaseado con asesinar a antiguos amigos con los que había dejado de mantener contacto desde hacía años, porque sabían cosas acerca de mí que podían comprometerme (nada ilegal, sólo nimiedades vergonzosas).
Y al mismo tiempo que me he aprovechado de los débile, he buscado siempre la aprobacion de los fuertes aún a costa de mi propia humillación, aunque a estos los despreciase secretamente. Si no me controlo tiendo a violar los límites interpersonales en mi trato con los demás, por la razón de que son para mí solo objetos puestos a disposición para satisfacción de mi ego, y no existe una verdadera diferencia entre ellos y yo.
Asimismo, he reconocido que padezco de ciertas tendencias antisociales, por cuanto tiendo a simpatizar con toda aquella organización o individuo que es o ha sido enemiga de las cosas presentes -como el Estado Islámico, Hamás, Proud Boys y otros grupúsculos estadounidenses de corte aceleracionista, nazis, Ted Kaczynski- y me intereso naturalmente por marcos intelectuales de tipo disolutorio, como los de los pensadores de la Escuela de Frankfurt y los posteriores descontructivistas franceses, estudios coloniales incluidos. Todo lo que sirva para deconstruir, o sea, para disolver conceptos y concepciones sin ofrecer una teoría positiva que los sustituya, me resulta sumamente atractivo.
Y este es quid de la cuestión: nada de eso por lo hago por razones éticas o jovenlandesales, sino por la búsqueda de sensaciones. Toda actividad política me resulta inútil y toda actividad intelectual, masturbatoria. Entiendo que existen personas que se toman estas cuestiones en serio, pero al menos en mi caso son sólo un pretexto para expresar mi deseo de dominar a los demás y mi repruebo a mí mismo; la especulación filosófica, tan solo una forma de entretenimiento. Deseo profundamente el caos.
Confieso todo esto con naturalidad y frialdad, pero realmente no es algo de lo que haya sido consciente la mayor parte de mi vida, ya que se trata de mi forma natural de ser. Algo que he manejado siempre en piloto automático y de lo cual he tomado conciencia hace sólo poco tiempo, y a causa de lo cual he descubierto cuán realmente vacío estoy y cuanta indiferencia siento por todas las contenciones jovenlandesales humanas, hasta el punto de fantasear con realizar asesinatos individuales, actos de abuso sensual y atentados con ametralladoras y explosivos.