Toda la coca de Toledo Norte la movía esta ralea.
Tienen a los chavales encocados, Family que es la discoteca de Sonseca es el núcleo de consumo de coca de toda la zona.
Qué puñetero ardor de estomago de gente, cadena perpetua.
formaban un conjunto. Recuerdo como al pisar esa maldita tierra quiso arrebatarme mi alma. Y juro por Dios que noté como se me escapaba del cuerpo y era engullida por aquel lugar. Pero la atrapé y pude mantenerla unida a mi cuerpo, no me extraña que la gente del lugar hayan perdido todos la cabeza. Esa tierra te vacía, que roba el ser espiritual y mantiene el cuerpo orgánico, que deambulan por las urbanizaciones sin brillo en las miradas.
Levantas el lomo, el azadón al lado y respiras y el aire te quema las entrañas de miseria y el hedor es más profundo que la mismísima náusea.
Conejos con mixomatosis, perdices de granjas que sueltan para que escapen y en su huida mueran. Galgos famélicos, tiñosos, muertos de frío o de miedo que no paran de temblar. Estos son los tres animales que habitan esa tierra, una tierra seca que niega el agua. La antesala al infierno de Dante.
Por eso su vino es tan fuerte, porque se hace con el sufrimiento de los que trabajan la tierra. Un vino con regusto a polvo, amargo, áspero al paladar, que emborracha y hace mal vino en los que lo beben. Sacando lo peor de cada uno. Es la sangre maldita del lugar, beber ese brebaje es como probar la sangre de un vampiro.
Denominación de origen Méntrida. Si lo veis por ahí no lo probéis, bueno, haced lo que queráis, pero que sepáis que son las lagrimas de esa gente que vive atrapada en un universo paralelo.
Una tierra yerma, estéril que aúlla de dolor, la sangre derramándose en la lechetera. No lloverá en meses. Oscurece y el paisano camina entre los cipreses... ¿Quedará algún mendrugo de pan de ayer? La noche abrasa, el regreso duele.
¿Y los olivos? Siempre enfermos, siempre afectados. Solía preguntar por cortesía a los lugareños que qué tal hogaño la cosecha. Y siempre, siempre, pasaba algo al olivo. Cuando no les pica la mosca, no llueve; cuando llueve, les entra repilo; o las heladas tiran el fruto o la sequía no da rendimiento de aceite. Siempre están enfermos o afectados, son como un reflejo de sus dueños. Cuando hay mucha producción, baja el precio. Si no dan nada, sube el precio del aceite. Cuando no es granizo, es la tuberculosis del olivo. Si un año les pagan pronto la subvención, ese año los rumanos y etnianos arrasan los olivares. Siempre, siempre tiene algo malo. No he visto árbol más sufrido que los olivos de esa zona. Y con que orgullo te cuentan sus enfermedades los agricultores, parece que están deseando que les preguntes para empezar a quejarse amargamente de su existencia.
No se si serán fuerzas telúricas o arcanos secretos, pero en esa zona el número de niños estultoes es llamativo. Cuando me la recorrí, raro era el día que alguien no me confesaba que tenía un hijo en un colegio especial, o una hija con paga, o algún ser de luz en la familia. Llegué a pensar que los hombres de allí son estériles y que es el mismísimo Belcebú el que engendra en sus mujeres esos abominables seres. Preñando la región de mongolismo y atraso.
Los oriundos de La Sagra jamás te dirán lo que piensan. Para ellas decir lo que piensan es el mayor pecado que existe. Mayor que el incesto o el asesinato. Si agarras a un sagreño, lo atas a un sillón, le arrancas una muela con unas tenazas oxidadas a lo vivo y el preguntas si le duele... pues te dirá que no.
El sagreño es celoso de sus pensamientos. Sin embargo si ves a dos sagreños juntándose al azar por la calle es fácil adivinar lo que se dicen el uno al otro: Se mienten.
Porque mentir es su deporte comarcal. No hacen sino manipular a los otros mintiéndoles para sonsacarles. "Sacar mentira por verdad" como dicen ellos. Se creen muy astutos con el forastero y no se dan cuenta de que en realidad quedan como unos inanes.
Sus relaciones humanas son antinaturales, artificiales, extrañísimas. No saben lo que es la espontaneidad, la sinceridad, el trato abierto, cercano, cálido y franco. Y ni lo quieren saber.
Las casas de los muchos jovenlandeses que ves allí tampoco son nada halagüeñas. Ves un pequeño bloque de tres pisos en tres plantas y ves que hay tres antenas parabólicas y la cerradura de la entrada rota desde hace años y que nadie la arregla. Los buzones de los jovenlandeses tienen garrapateado un nombre con rotulador y nada más. Es desolador.
Gente que por las tardes apuran los vinos antes de ir al pilinguiclub de Valmojado o al del Lucio en Maqueda.
Ancianos que van a labrar viñas en tractores que se fabricaron cuando aún vivía Franco. Gestos huraños en sus curtidos rostros.
La mayor parte de los campos de cultivo están yermos y llenos de malas yerbas.
Cardos seteros por doquier pero no se os ocurra recoger setas de cardo. Las setas absorben muchos tóxicos y a saber qué comes. En una ocasión recogí un montón de setas de cardo en el interior de la rotonda de acceso a la autovía en Santa Cruz de Retamar y la diarrea que tuve fue histórica.
Ancianos de pinta siniestra que van a misa todos los domingos. Vestidos de neցro y con rostro lleno de amargura, soberbia y desesperación. Agarran los rosarios fuertemente en sus a vez temblorosos dedos.
No vayáis a la Sagra hijos míos.
Tan cerca de Madrid, tan lejos de Dios.