¿No os dan LÁSTIMA los que han tenido PADRES NORMALES? + experiencia

A cuento del hilo del padre de familia quemado en su Picasso debo decir que siempre he sentido lo que podría calificarse como atisbo de lástima por esta gente que ha tenido por progenitor al típico carapadre copia calcada de otros tantos millones de betazos como él. Padres grises, anodinos, de costumbres rutinarias y sosas absortos por un trabajo que detestan pero al cual se aferran como válvula de escapa cuando no único medio pa sacar a la familia adelante; son ellos ciudadanos honrados que se pasan toda su fruta vida viviendo para que al Estado le cuadren las cuentas, que no osan rebelarse ni seguir su propio camino. Son los mulos que cargan un sistema profundamente injusto que les anula y desvirtúa. Estos carapadres betazos son la condición sine qua no que tiene el sistema para generar nuevos esclavos que continúen el ciclo civilizatorio.


Por contra tener un padre que se sale del molde es más interesante aunque como tengas mala suerte lo mismo te joroba la vida. El mío creo que ya lo he contado alguna vez fue un ex legía al que largaron por su tener arrebatos de mala leche intolerables siquiera para los estándares de la época (años 80). Nunca fue capaz de hacerse al curro y era usual que faltara, tuviera broncas en el tajo, se pasara con los jefes. Era un pieza aunque tenía un enorme talento para buscarse la vida, en casa nunca nos faltó de nada aunque es cierto que tampoco tuvimos grandes lujos.

Recuerdo mi infancia con un padre al que realmente temíamos aunque con nosotros no es que se portara mal, pero sabíamos de lo que era capaz a las primeras de cambio. Los vecinos le tenían pavor y no creo hubiese nadie en Burgos que le hiciera achantarse. Ni siquiera en Castilla. Recuerdo bien la estampa de algunos picoletos cuando mi padre se cuadraba y los miraba de frente. Los verdes sabían que estaban ante un hombre con un mundo interior muy distinto al de los demás; mi padre tenía duende. Le recuerdo tirado en el sofá viendo el boxeo en el Plus (pirateado, claro) con una birra en la mano y con un porraco de costo en la otra después de darle lo suyo a mi progenitora; también gustaba de ver el prono codificado de madrugada e incluso a mí hermano y a mí nos obligaba a verlo para que espabilasemos. A veces me pregunto cómo mi hermano y yo no hemos acabado en el talego o baleados con estos antecedentes.

Recuerdo también cómo mi padre era el que se encargaba de educarme. Decía que las letras en el colegio eran para los señoritos, que nosotros éramos gente del pueblo y nuestra lugar no era aquel. En consecuencia se explayaba conmigo narrándome ya adolescente los tejemanajes de la sociedad y de la España que él bien conocía. A su manera fue un mentor del futuro Markkus. Conservo con escrupulosa nitidez los recuerdos de aquellos sábados en los que salíamos en su Ford Sierra a cobrar deudas que tenía entre carajillo y carajillo por bares, haciéndome partícipe de ese estilo de vida tan marrullero como peculiar que si para él era algo natural para mí suponía una enorme fuente de fascinación e interés que ulteriormente marcaría mi etapa como adulto.

Con 12 o 13 años recuerdo que en el instituto unos mayores que yo me estuvieron tocando los huevones y cómo por decirles algo que les sentó mal me arrearon unas palos. Cuando se lo conté a viva fe que mi padre me obligó al día siguiente devolverles la jugada esta vez con un martillo oportunamente escondido en la mochila. Yo estaba la verdad que acojonado, pero la adrenalina y el daño infringido al cabecilla contribuyó a desatar al me gusta la fruta que soy a día de hoy. Saberte poderoso haciendo uso de la violencia es algo difícil de olvidar, en ese sentido mi padre bien sabía lo que hacía.

Con 16 años ya me servía vino e invitaba a fumar de su kifa, me hablaba como a un hombre y a esas edades que un elemento como tu padre te considere un igual te sube muy arriba, quieres emular al que es tu gran referente en la vida.

Son miles de cosas las que caracterizan al viejo como un tipo único en su género. Y es fruto de aquel ALFISMO que se generó uno nuevo encarnado en mí. Siempre nos enseño a seguir el camino difícil, a ser más duro que la vida, a no agachar la cabeza, a convertirnos en unos sujetos peligrosos si era necesario. Ese legado no tiene precio y naturalmente te convierte en alguien díscolo frente al sistema, al cual ni respetas ni aspiras a integrarte en él como muchos otros que ahora viven desengañados al percatarse de cuál es la realidad.


PD: Lo mismo podría decirse de las típicas madres que no valen más que pa cocinar, fregar y ver cosas en la tele. Tener por progenitora a una tía que se sale del molde es igualmente enriquecedor. En mi caso la vieja era una serbia bastante más joven que mi padre a la cual fascinó con sus encantos de mujeriego curtido. Mi progenitora era y es una tía con una profunda vena artística que detestaba el rol tradicional de la mujer, de ahí que probablemente aguantara todas las que preparaba el viejo. Fue ella la que me introdujo en la filosofía obligándome a leer los libros que me traía antes que las cosas de la escuela. También me introdujo en el mundo del arte y la narrativa, haciéndome componer pequeños relatos en los cuales empecé a forjar mi talento como narrador. Se podría decir que la conjunción de estos dos factores dados en mi padre y progenitora fueron los que me dotaron de un estilo de vida opuesto a todo lo que conocí en mi entorno y aún sigo echándome a la cara. Cuando se juntan dos personas tan dispares y genuinas y tienen hijos lo normal es que su descendencia herede sus aptitudes y caracteres, cosa que a mí me ha resultado tremendamente útil en la vida.

Lo peor es que esos tipos de padres existen y son una tortura tenerlos, por eso lo mejor es distanciarse de ellos, cuanto más, mejor ...