Le han comido el tarro y mucho. Se intenta imponer que el estado y sus autoridades designadas tengan el poder absoluto sobre los ciudadanos, su sesso, su ideología, su religión y sobre todo su vida. Tanto que hasta se está programando la idea de que los ciudadanos deben estar agradecidos por permitírseles morir. De ahí a que la vida no valga nada y retocedamos siglos en la valoración de la vida de los individuos hay un pelo. Obviamente la vida de unos valdrá mucho más que la de otros. Y la caterva colegiada habrá sido colaborador activo en esta vuelta al infierno medieval, que por cierto hay moda entre algunos sabios a mostrárnoslo como algo incluso más avanzado que el Renacimiento.
¿Quién huevones quiere hacer pública su desgracia?