"Necesitamos fontaneros, albañiles, electricistas, etc pero no hay. Sobra trabajo y faltan profesionales"

Vlad_Empalador

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En el bunker
La crisis del ladrillo expulsó del sector de la construcción a numerosos trabajadores, que tuvieron que reciclarse para encontrar un empleo. Muchos de ellos se refugiaron en la hostelería o impulsaron empresas propias para no desengancharse del mercado laboral y evitar caer en la larga lista de los parados de larga duración. Ahora, el sector de la construcción está pagando aquella fuga de profesionales y en determinadas especialidades es «muy difícil conseguir empleados formados» para que puedan trabajar en la obra. Fuentes del sector aseguran que las empresas «miman a los trabajadores formados, porque se los rifan».

La falta de profesionales en oficios como el de electricista, albañil, fontanero o calefactor se dejó sentir todavía más como consecuencia del incremento de trabajo registrado en plena esa época en el 2020 de la que yo le hablo. Durante el confinamiento, muchos compostelanos planificaron reformas en sus hogares, por lo que durante el pasado verano y el otoño las empresas dedicadas a esas obras menores se vieron desbordadas por los encargos. En septiembre del pasado año, las empresas de fontanería arrastraban listas de espera de dos meses para reformar baños y cocinas. Ahora, ese plazo se ha reducido, y en un par de semanas asumen nuevos proyectos. Pero el problema sigue siendo la escasez de mano de obra cualificada, de profesionales. En el caso de los albañiles, la situación no ha mejorado mucho. Fran Viña, que tiene trabajo por toda Galicia, cree que en lo se refiere al gremio de la albañilería «no hay muchos cambios con respecto al año pasado». Señala que son contados los chavales dispuestos a empezar como peones para adquirir la destreza que se necesita para trabajar con la pala. El oficio solo se puede aprender en la obra, ya que no hay ningún ciclo medio ni cursos para formar albañiles, encofradores, y para aprender los oficios vinculados a la construcción. Fran Viña sostiene que la situación empeorará todavía más cuando comiencen a jubilarse los trabajadores del baby bum. En ese momento, alerta, no habrá personal cualificado para hacer frente a las reformas menores en los hogares, e incluso puede que tampoco se cuente con profesionales suficientes para atender la demanda de las empresas de construcción.



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PACO RODRÍGUEZ


«Necesito gente que sepa trabajar»
Víctor Suárez y su socio José Pardal tienen la cartera de encargos de su empresa de fontanería Instec algo más ligera que hace un año. «Sigue habiendo mucho trabajo, pero mejoraron los tiempos de espera». Si hace un año comentaba sus dificultadas para atender encargos antes de dos o tres meses, ahora asegura que «podríamos ir a una casa en tres o cuatro días. En verano es algo más fácil». El año pasado había más compostelanos que aparcaron las vacaciones. «Hubo bastante trabajo en verano, ahora hay menos. En septiembre vendrá un repunte de proyectos y volverán los problemas para encajarlo todo». Víctor sigue lamentando la falta de profesionales «listos para trabajar. Necesito que el fontanero sepa trabajar, que pueda mandarlo a una casa para hacer una instalación y que no tenga que enseñarle. No tengo tiempo para formación, pero es lo que hay», lamenta. En su opinión, la falta de profesionales no es por el sueldo, «que es bueno, sino por el sacrificio de este trabajo».



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PACO RODRÍGUEZ


«No hay electricistas en paro»
Jesús Rosende, de la empresa de electricidad Elcalux, percibe un repunte en la construcción de casas unifamiliares. «Con la esa época en el 2020 de la que yo le hablo, la gente no se metió a construir casas. Pero ahora parece que se nota un incremento en la autopromoción y tenemos más encargos de casas. Los que pueden, se están animando a construir viviendas para tener espacio al aire libre», apunta. Para grandes proyectos, «los tiempos de espera para empezar la instalación nueva de una casa dependen de que las fases de los trabajos estén bien organizados y de que se coordine bien el trabajo del albañil, fontanero, electricista...».

Rosende constata que el principal problema de su gremio es la falta de profesionales. Aunque hay ciclos medio y superior de electricidad, los que se forman «luego no siguen. La mayoría, después de las prácticas, no se quedan, porque su finalidad es seguir estudiando. Todos quieren ser ingenieros». Rosende anima a los jóvenes. Asegura que «no hay electricistas en paro» y que el sueldo «es bueno».
 
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