... En un trabajo de atención telefónica he tenido llamadas como un niño al que le dices que solo atiendes al titular de la línea y aparece luego poniendo voz de tía . Aunque claramente era un niño intentando toquetear la línea de su progenitora no puedes soltarle: "oye,puñetero niño, cuelga y deja de hacer el orate" por muy mal día que tengas, salvo que el niño suelte payasadas que sí permiten el protocolo anti-bromas.
O el etniano que te llama para que des el PIN de un teléfono robado que "es de su tío y tiene tantos tíos que ahora mismo no sabe ni el nombre ni el DNI del tío". Sabes que es robado pero te aguantas y le dices "si no facilita los datos de su tío no le doy el PUK" ,no le puedes decir que crees que es robado o que su etnia te cae como el ojo ciego.
Gente "tocada"/enferma mental llama a todas partes y no puedes decirles : "pásame con alguien que no esté tocado ,que no sea tartamudo, esto o lo otro" ni comentar que está "tocado" al otro que llama. O si te llama alguien que por su voz juras que es un niño pero te da todos los datos correctos te tienes que jorobar y proceder (por cierto, a veces las voces engañan, hay confusiones)
Y así con todo. Claro que en algunos trabajos te auditan y penalizan, y en otros se van de rositas hagan lo que hagan.
En la privada ni puedes dejar descolgado el teléfono. En un centro público en el que trabajé he visto a los telefonistas dejar un rato descolgado porque "uy , qué cansancio, cuántas llamadas y cuánta gente borde". Ya ,pues te pagan para atender llamadas con gente borde y mal día tuyo incluidos, y en muchos puestos públicos se merecen muchas auditorías y sanciones. Deberían probar el estrés y control que supone el trabajo en la privada y darse cuenta de lo afortunados que son, que ni tienen que esperar a que les den permiso para ir a miccionar.
Este médico soltando lo de que el chico parece "tocado" y otras lindezas me parece un prepotente y maleducado. Aunque te parezca "tocado" o incluso tengas la certeza hay cosas que no se pueden decir y menos de esa manera.
Cierto, a saber cuántas cosas pasarán sin enterarnos. Por un mal día, esto o lo otro.