Independientemente que un elohim cananita, que se hacía llamar Soy el que Soy, sanguinario, vengativo y cruel, descendiente directo de los demonios sumerios,adicto a los sacrificios humanos, tuviera algún título o autoridad para legar Canaan a algún pueblo de su preferencia, bueno es analizar de dónde proviene esa pretensión ilegítima, no solo que los protohebreos fueran un pueblo especial sino además con derechos sobre una tierra en la que ya vivian multiples pueblos, ellos sí con derecho de arraigo y antiguedad muy superior a la banda de los harapientos habiru trashumantes de Madian.
Cierto es que la gran mayoría de los pueblos a lo largo de la historia han desarrollado mitos originarios ad hoc para darle a su gente un sentido de unidad y pertenencia para enfrentar los momentos de adversidad, y para autoreconocerse como “distintos”#.
Los creadores de esos mitos fundacionales han sido, históricamente los miembros de la clase sacerdotal, mas ilustrada que consideran el valor de la unidad, como más importante que la verdad, por no hablar de la perpetuación de su propio medio de vida.
Discutimos a Jehová, discutimos a Abraham, a Moisés, a David, a Salomón como si nuestro conocimiento de ellos proviniera de fuentes insospechables.
Vaya, que ni los propios judíos creen eso...
En realidad, el antiguo testamento no fue más que una de tantas maquinaciones ingeniosas de rabinos, escribas y sacerdotes, elaboradas en Judá en el siglo VII AC, más precisamente durante el reinado de Josías…
Hoy, solo un judío ignorante puede desconocer que todo lo afirmado en la Biblia sobre "su" pueblo, es falso, la realidad, avalada por los más eminentes arqueólogos y estudiosos judíos afirman,sin ser refutados por nadie, que la saga pseudohistórica relatada en los cinco libros que conforman el Pentateuco de los cristianos y la Torá de los judíos no responde a ninguna revelación divina.
Por el contrario, esa gesta hollywodense es un brillante, por no decir maquiavélico, producto de la imaginación judaica y que en su inmensa mayoría nunca existieron, o en todo caso son alteraciones de mitos y fabulas trasmitidos de generación en generación y se reacomodaron convenientemente a la ideología soberbia de los rabinos .
El Pentateuco, no es otra cosa que una genial reconstrucción literaria y política de la génesis del pueblo judío, realizada 1500 años después de lo que habitualmente se supone.
Esos textos bíblicos son una compilación iniciada durante la monarquía de Josías, rey de Judá, en el siglo VII a.C. ;en aquel momento, ese reino israelita del Sur comenzó a surgir como potencia regional, en una época en la cual Israel (reino israelita del Norte) había caído bajo control del imperio asirio.
El principal objetivo de esa obra elaborada por los más eminentes rabinos, era crear una nación unificada, que pudiera cimentarse en una nueva religión.
El proyecto, que muy probablemente significó, el nacimiento de la idea monoteísta, era constituir un solo pueblo judío, guiado por un solo Dios, gobernado por un solo rey, con una sola capital, Jerusalén, y un solo templo, el de Salomón.
La nueva historiografia crítica de Israel establece con claridad que la pretendida coherencia de los cinco libros del Pentateuco: el Génesis, el Exodo, el Levítico, los Números y el Deuteronomio, no existe, los saltos lógicos y las contradicciones dejan en evidencia que esa concordancia forzada es ficticia e intencionada, indispensable para hacer que el relato fuera verosímil.
Fue la inveterada astucia rabínica quien a lo largo de los siglos han expuesto esos episodios que relatan la creación del hombre, la vida del patriarca Abraham y su familia -fundadores de la nación judía-, el éxodo de Egipto, la instalación en la tierra prometida y la época de los Reyes.
Y luego llegó la nueva herejía cristiana que adoptó esas leyendas y mitos como propios integrándolos con su naciente corpus ideológico, base de todas las religiones cristianas hasta el día de la fecha.
Todo eso, es absolutamente falso y contestes a la ideología supremacista y hegemónica del sionismo emergente a mediados del siglo XIX, sin duda fascinados con las raíces “históricas” de su anhelado Eretz Israel...
Eric Hobsbawm, en “Naciones y nacionalismo” opinaba sobre esa extraordinario manipulación de la Historia:
“Es completamente ilegítimo identificar los vínculos judíos con la tierra ancestral de Israel. . . con el deseo de reunir a todos los judíos en un estado territorial moderno situado en la antigua Tierra Santa...”
xa