(Lo que sigue pasó ayer por la tarde... aunque lo escribí antes de cenar, los dioses informáticos no me dejaron publicarlo ayer, lo que unido a una narcolépsía inexplicable ha hecho que sea ahora cuando pueda ponerlo en el post, pero no estoy para corregir tiempos verbales. Aviso: tocho surrealista va)
Una que se une al club
(y aunque puede parecer surrealista, juro que no es uno de mis cuentos, es real como la vida misma). Lo que sigue es la versión dialogada del asunto: puede que no todas las frases hayan sido literales, pero sí el contexto y la intención (tendría que haberlo grabado con el móvil)
Esta tarde me toca visita con la pediatra (bueno, a mí no, a Silvia). Como resulta que es prácticamente a la misma hora que los otros dos trocitos de mi carne salen del cole, el costillo se queda en casa (total, no tiene carnet de conducir y además se pone histérico cada vez que ve que su niña llora) y yo meto a la bebé en el maxi-cosi y me piro a la Salud. Visita de rutina y a la seis y media vuelta para casa. En la entrada de la calle Sagunto, me coloco detrás de un coche de la policía local que está parado en un semáforo en precaución. Pasan un par de minutos y el coche de la policía sigue ahí parado (sin dejar pasar porque por los coches aparcados sólo hay libre un carril), nadie cruza, nadie se mueve y los dos policías locales parecen estar hablando dentro del coche yo no sé si del partido del domingo o de lo que van a cenar. Se ponen un par de coches detrás de mí, y seguimos parados y sin poder pasar. En estas, ya un poco harta, toco el claxon a ver si es que despiertan... ufff qué has hecho Txell...
: En estas, el coche pone los pirulos azules de arriba, el policía que no conduce abre la puerta y viene directo hacia mí. Me hace señas para que baje la ventanilla y me dice, de muy mala leche:
- Señora ¿usted no sabe que no puede tocarle el claxon a un coche de la policía local?
Yo flipando por el tono:
- Pero es que llevaban ahí cinco minutos y no sé yo si no se habían dado cuenta de que no pasaba nadie.
- ¡Es que usted no se da cuenta de que igual estamos vigilando algo y usted nos molesta ! ( :
: ) -mira hacia dentro del coche y ve a la niña, dormida en el asiento - y encima conduciendo sola con un bebé - ( :
: :
- . A ver. Documentación.
:
: :
:
- ¿Cómo dice?
- ¿Está sorda? Documentación del vehículo, por favor.
A todo esto, detrás de nosotros se forma un pitote importante porque no dejamos pasar. Llega el otro policía: unos cuarenta años, algo más joven que el majara que me está hablando:
- ¿Pero te estás dando cuenta de la que estás formando? -a su compañero, no a mí. El majara mira hacia atrás y me dice:
- Haga el favor de apartar el coche de la vía. Estacione en ese hueco.
Voy para allá, el coche de policía se pone detrás, cojo los papeles y salgo. El majara ya me está
- A ver, permiso de circulación y seguro -con tono de muy mala leche. Se los doy. El se vuelve a su compañero y le da los papeles:- Mira a ver si la señora tiene multas o denuncias. Y usted. Carnet de conducir.
Me voy al coche, busco en el bolso. Se lo doy. Me mira.
- Carnet de identidad.
Zas.
- Pues es que no he cogido el bolso de todos los dias y me lo he dejado en casa...
¿Qué has dicho, Txell? Te debes haber cagado en su progenitora o en su padre. Se vuelve a sulfurar:
- Señora ¿usted no sabe que hay que llevar el carnet de identidad en todo momento y que hay que presentarlo ante cualquier requerimiento de un agente? ¿Cómo sale así a la calle?
- Hombre, el carnet de conducir...
Ido perdido:
- Ni el carnet de conducir ni nada. Este carnet tiene seis años ¿cómo sé yo que usted es quien dice ser? Usted tiene que identificarse satisfactoriamente y para mi el carnet de conducir sólo no sirve. - Siguen diez minutos angustiosos, en los que el tarado me hace poner los intermitentes para ver si funcionan, poner las luces e incluso me dice que va a pedir un test de tóxicos porque tengo los “ojos gente de izquierdas”. A mí es que ya me parece estar oyendo la música de “la dimensión desconocida” y cavilo si en comisaría tendrán cunas para bebés, pero así como en plan muy irreal como si estuviera viendo una obra de teatro en vivo. Al final, se fija en la niña:- A ver ¿de quién es ese bebé?
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- Pues mio.
- ¿Y cómo sé yo que es suyo y no de cualquier otra persona?
(Yo ya entre dudando si buscar la cámara oculta o sacarme una berza y tirarle a la cara un chorro de leche, a ver si le queda claro y sulfurándome también ya):
- Mire, la niña es mia... si quiere, llamo a mi marido porque esto ya no es ni medio normal...
- Usted no llama a nadie - En eso vuelve el otro con mis papeles y le dice en plan apaciguador:
- Venga, hombre, que la señora tiene el bebé dormido y lo vas a despertar -y a mí en voz baja-: Calla, calla y no digas nadaaa
El tarado empieza a discutir con él:
- Pero es que la gente se cree que puede ir tocándonos el claxon como si fuéramos los repartidores del gas. Un respeto, hombre...
- Seguro que la señora no lo ha hecho queriendo.
Yo viendo el percal, aflojo:
- No, agente. Si pudiera volver atrás no lo haría, pero es que a la niña le toca comer dentro de un cuarto de hora y estoy nerviosa...
- Pues si está nerviosa, se toma una tila. El claxon sólo se toca cuando es una cuestión de peligro. Yo también estoy nervioso y no voy por ahí molestando
. A nosotros nos han bajado el sueldo un 5% y yo tengo que pasar una pensión de más del 50% de mi sueldo
: :
y no voy por ahí alterado. Y menos con un bebé.
- Pues sí, tiene razón. - no le digo que yo también estaba divorciada, vaya a volver a ser el enemigo cuando parece que se ha calmado.- Yo sólo quiero llegar a casa y dar de comer a mi hija.
El tío se pone a perorar sobre que todo el mundo les tiene manía (cosa que no me extraña) y sobre su situación familiar. Yo asiento a todo, viendo la luz al final del túnel. Por mí podría decirme que es Hanibal Lecter, que me parecería de cine -también reflexiono para mí sobre la facilidad que tengo para sembrar de hombres dementes mi vida, pero ese ya es un problema al que no me quiero encarar en este momento-. El tono va haciéndose más informal, como si estuviéramos en un bar tomando un café (jo, con la falta que me hace). Al final, después del monólogo, parece recuperar la cordura o la tranquilidad.
- Bueno... para que vea que no somos malas personas, le voy a dejar ir sin multarle, pero recuerde que tiene que llevar el carnet de identidad siempre encima. Y tenga cuidado cuando conduzca con el bebé, que tiene que pensar que no va usted sola. Que tenga un buen día.
Y se pira sin más. El otro me da la documentación, me guiña un ojo a espaldas de su compañero y se suben los dos al coche.
He escapado sin multa pero temblándome las piernas
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