Antes de ver lo que vimos de las mascaras, un sujeto así, lo habríamos calificado de díscolo, irreverente y probablemente que no se atendría a insensateces como llevar la mascarilla puesta. Alguien que desafía las normas sociales o a quien no le importa llamar la atención. Nos habríamos equivocado. Era y es un ridículo farsante, un augusto bueno para nada. Seguramente el típico que finge ser rebelde y luego es lo que es.