Mire, a ver cómo lo explico.
Tú tienes un ideal que querrías alcanzar. Imagine, la disolución del Estado.
Pero vives en el mundo real, donde el Estado existe y también existen una serie de leyes y normas. Y también existen una serie de opositores colocados en lugares de poder (estatal o paraestatal)
El camino desde donde estás hasta donde quieres llegar NO ES el lugar al que quieres llegar. Si pretendes comportarte como si YA HUBIERAS LLEGADO, lo más probable es que te des de bruces con la realidad más pronto que tarde.
En el caso que nos ocupa, Argentina está sumida en el desastre consecuencia de décadas de colectivismo, de Estado omnímodo, chupón y comprador de estómagos agradecidos.
Por mucho que tú quieras llegar a un punto en el que la organización sea espontánea y voluntaria, a no ser que TE DEFIENDAS de los que quieren impedirte el camino (por la cuenta que les trae), NO VAS A LLEGAR A NINGUNA PARTE.
Es más: el hecho de que te veas en la presidencia implica que UNA MAYORÍA (más amplia, menos amplia) está de acuerdo con tus objetivos, en incluso con tus métodos (que expusiste MERIDIANAMENTE durante la campaña: no es como si no hubiera dicho ANTES DE LAS ELECCIONES que el que cortara calles a boleo iba a ir preso)
Con eso y con todo, como digo: no se trata de reprimir, sino de liberar.
El principio imperante es el de NO COACCIÓN sobre la libertad ajena, el que conculca la libertad de los otros para fines propios (cortando las calles para protestar) es el que está obrando mal, y por tanto el que debe ser, si gusta, reprimido.