Torrente Ballester
Madmaxista
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Milei, presentando el Presupuesto 2025; discurso completo en formato texto
A raíz del vídeo que nos ha puesto @Nico (y que enlazo al final), traemos aquí el texto completo.
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Cadena Nacional del Presidente de la Nación, Javier Milei, presentando el Presupuesto 2025 en el Congreso de la Nación
Hola a todos. Integrantes del gobierno nacional, integrantes de la Comisión de Presupuesto del Honorable Congreso de la Nación, diputados, senadores y dirigentes, tanto de La Libertad Avanza como del resto del arco político que hoy me acompañan, y todos los argentinos que están mirando desde sus casas. Buenas noches.
Hoy estamos aquí para presentar un proyecto de Presupuesto nacional que va a cambiar para siempre la historia de nuestro país, de manera que podamos volver a ser la Argentina grande que alguna vez fuimos. Después de años donde la clase política vivió poniendo cepos a las libertades individuales, hoy venimos aquí a ponerle un cepo al Estado.
Este proyecto de presupuesto que estamos presentando hoy aquí tiene una metodología que blinda el equilibrio fiscal, sin importar cuál sea el escenario económico. Esto significa que, independientemente de qué ocurra con la economía a nivel macro, el resultado fiscal del sector público nacional estará equilibrado. Este blindaje fiscal abre una nueva página en nuestra historia, hasta ahora desconocida. A partir de ahora, la Argentina será solvente, con la consecuente baja del riesgo país, de la tasa de interés y, en consecuencia, el aumento de la inversión, de la productividad, del salario real y, en definitiva, la caída de la pobreza y de la indigencia. De hecho, no puedo dejar de comentar que estamos hoy aquí, en esta misma casa donde en diciembre del año 2001 fue declarado y aplaudido, durante la presidencia de Adolfo Rodríguez Saá, a casa llena y en medio de enorme algarabía, el default de la Argentina. Ese default, que fue festejado y aplaudido de pie por la totalidad de la clase dirigente, sería el comienzo de un ciclo populista que ha destruido la Argentina.
Algunos se preguntarán por qué estoy yo hoy aquí esta noche, si en general quien suele presentar el presupuesto nacional que el Poder Ejecutivo le propone al Congreso es el Ministro de Economía. Decidí hacerlo personalmente por dos razones. Primero, porque soy economista. Y además estoy orgulloso de eso.
Soy el primer presidente economista de la historia argentina, para ser más preciso, y como soy economista, probablemente por deformación profesional, para mí el destino de un pueblo se juega a las definiciones económicas que toma, porque solo sobre la base de una economía sana las personas pueden ejercer verdaderamente su libertad. Bueno, la primera y primordial de estas definiciones es acerca de qué se tiene que ocupar el Estado y cómo va a usar el dinero de los pagadores de impuestos. Eso, ni más ni menos, es el presupuesto nacional.
Recordemos que, en algún sentido, la democracia moderna como la conocemos hoy es hija de una revolución que se gestó bajo el principio de que no puede haber tributación sin representación. La tarea principal de esta honorable Casa, para lo que fue pensada, es establecer un presupuesto nacional para definir qué hace el Estado con el dinero de los pagadores de impuestos.
La segunda razón por la cual me estoy presentando hoy aquí es porque vengo a proponer un proyecto de Presupuesto diametralmente distinto a lo que nos tienen acostumbrados. No solo distinto, sino el más radicalmente distinto de nuestra historia, y he aprendido de primera mano que a más profundo el cambio, mayor tiene que ser el esfuerzo empeñado para pelear por él. Por eso estamos aquí hoy, porque el Presupuesto nacional no es solo una ley más: es la ley de leyes. Es la hoja de ruta bajo la cual ordenaremos las prioridades en nuestra gestión en la presente hora nacional. La piedra basal de este presupuesto es la primera verdad de una administración pública sana, una verdad que durante muchos años ha sido relegada en Argentina, el déficit cero.
Lo primero que hay que entender es que, cuando los gobiernos quieren gastar y gastar compulsivamente y no le da el margen para seguir subiendo impuestos, como ocurre en la Argentina, la única forma de pagar la cuenta es pidiendo plata prestada o imprimiéndola en el Banco Central. Recordemos brevemente lo que ha sido la metodología histórica de nuestra clase dirigente: como los políticos no entienden la restricción presupuestaria y no quieren dejar de gastar, generan déficit. Para cubrir ese déficit, lo primero que hacen es tomar deuda, pero como no hacen el ajuste necesario, la deuda se vuelve impagable. Y entonces, defaultean. Así es como nos convertimos en el mayor defaulteador serial del mundo. Pero el default no es inocuo; caer en default lo que produce es, la ya famosa en Argentina, fuga de capitales. Entonces, los dólares comienzan a escasear, y los políticos no tienen mejor idea que establecer aranceles o derechos de exportación para hacerse de los dólares del sector privado. Y por otro lado, establecen controles de capitales para intentar retener los escasos dólares que así genera el país. Como esto produce que la Argentina se quede sin crédito en los mercados financieros, no tienen mejor idea que emitir dinero que, como ya sabemos, genera inflación. Nota del pie: porque la inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario, les guste a quien no le guste.
Para combatir la inflación ponen controles de precios, que hace 4000 años sabemos que no funcionan, e inventan regulaciones que destruyen la propiedad privada, entorpecen el cálculo económico, destruyen capital y en consecuencia aumentan la pobreza y la indigencia. Esta es la triste historia argentina de lo que los políticos y analistas llaman política económica, que no ha sido otra cosa en la Argentina que la violación sistemática de los derechos de propiedad de los ciudadanos. Dicho de otro modo, el déficit solo se cubre con deuda, que no es ni más ni menos que impuestos futuros, impuestos sobre las futuras generaciones, o con más impuestos presentes o con emisión de dinero. En Argentina más impuestos no puede haber, es el país con mayor cantidad de impuestos del mundo. Y si a eso le sumamos que el 50% de la actividad económica es informal, la presión impositiva formal en Argentina ronda el 60%. Un verdadero disparate para un país que necesita desesperadamente acumular capital.
A raíz del vídeo que nos ha puesto @Nico (y que enlazo al final), traemos aquí el texto completo.
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Cadena Nacional del Presidente de la Nación, Javier Milei, presentando el Presupuesto 2025 en el Congreso de la Nación
Hola a todos. Integrantes del gobierno nacional, integrantes de la Comisión de Presupuesto del Honorable Congreso de la Nación, diputados, senadores y dirigentes, tanto de La Libertad Avanza como del resto del arco político que hoy me acompañan, y todos los argentinos que están mirando desde sus casas. Buenas noches.
Hoy estamos aquí para presentar un proyecto de Presupuesto nacional que va a cambiar para siempre la historia de nuestro país, de manera que podamos volver a ser la Argentina grande que alguna vez fuimos. Después de años donde la clase política vivió poniendo cepos a las libertades individuales, hoy venimos aquí a ponerle un cepo al Estado.
Este proyecto de presupuesto que estamos presentando hoy aquí tiene una metodología que blinda el equilibrio fiscal, sin importar cuál sea el escenario económico. Esto significa que, independientemente de qué ocurra con la economía a nivel macro, el resultado fiscal del sector público nacional estará equilibrado. Este blindaje fiscal abre una nueva página en nuestra historia, hasta ahora desconocida. A partir de ahora, la Argentina será solvente, con la consecuente baja del riesgo país, de la tasa de interés y, en consecuencia, el aumento de la inversión, de la productividad, del salario real y, en definitiva, la caída de la pobreza y de la indigencia. De hecho, no puedo dejar de comentar que estamos hoy aquí, en esta misma casa donde en diciembre del año 2001 fue declarado y aplaudido, durante la presidencia de Adolfo Rodríguez Saá, a casa llena y en medio de enorme algarabía, el default de la Argentina. Ese default, que fue festejado y aplaudido de pie por la totalidad de la clase dirigente, sería el comienzo de un ciclo populista que ha destruido la Argentina.
Algunos se preguntarán por qué estoy yo hoy aquí esta noche, si en general quien suele presentar el presupuesto nacional que el Poder Ejecutivo le propone al Congreso es el Ministro de Economía. Decidí hacerlo personalmente por dos razones. Primero, porque soy economista. Y además estoy orgulloso de eso.
Soy el primer presidente economista de la historia argentina, para ser más preciso, y como soy economista, probablemente por deformación profesional, para mí el destino de un pueblo se juega a las definiciones económicas que toma, porque solo sobre la base de una economía sana las personas pueden ejercer verdaderamente su libertad. Bueno, la primera y primordial de estas definiciones es acerca de qué se tiene que ocupar el Estado y cómo va a usar el dinero de los pagadores de impuestos. Eso, ni más ni menos, es el presupuesto nacional.
Recordemos que, en algún sentido, la democracia moderna como la conocemos hoy es hija de una revolución que se gestó bajo el principio de que no puede haber tributación sin representación. La tarea principal de esta honorable Casa, para lo que fue pensada, es establecer un presupuesto nacional para definir qué hace el Estado con el dinero de los pagadores de impuestos.
La segunda razón por la cual me estoy presentando hoy aquí es porque vengo a proponer un proyecto de Presupuesto diametralmente distinto a lo que nos tienen acostumbrados. No solo distinto, sino el más radicalmente distinto de nuestra historia, y he aprendido de primera mano que a más profundo el cambio, mayor tiene que ser el esfuerzo empeñado para pelear por él. Por eso estamos aquí hoy, porque el Presupuesto nacional no es solo una ley más: es la ley de leyes. Es la hoja de ruta bajo la cual ordenaremos las prioridades en nuestra gestión en la presente hora nacional. La piedra basal de este presupuesto es la primera verdad de una administración pública sana, una verdad que durante muchos años ha sido relegada en Argentina, el déficit cero.
Lo primero que hay que entender es que, cuando los gobiernos quieren gastar y gastar compulsivamente y no le da el margen para seguir subiendo impuestos, como ocurre en la Argentina, la única forma de pagar la cuenta es pidiendo plata prestada o imprimiéndola en el Banco Central. Recordemos brevemente lo que ha sido la metodología histórica de nuestra clase dirigente: como los políticos no entienden la restricción presupuestaria y no quieren dejar de gastar, generan déficit. Para cubrir ese déficit, lo primero que hacen es tomar deuda, pero como no hacen el ajuste necesario, la deuda se vuelve impagable. Y entonces, defaultean. Así es como nos convertimos en el mayor defaulteador serial del mundo. Pero el default no es inocuo; caer en default lo que produce es, la ya famosa en Argentina, fuga de capitales. Entonces, los dólares comienzan a escasear, y los políticos no tienen mejor idea que establecer aranceles o derechos de exportación para hacerse de los dólares del sector privado. Y por otro lado, establecen controles de capitales para intentar retener los escasos dólares que así genera el país. Como esto produce que la Argentina se quede sin crédito en los mercados financieros, no tienen mejor idea que emitir dinero que, como ya sabemos, genera inflación. Nota del pie: porque la inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario, les guste a quien no le guste.
Para combatir la inflación ponen controles de precios, que hace 4000 años sabemos que no funcionan, e inventan regulaciones que destruyen la propiedad privada, entorpecen el cálculo económico, destruyen capital y en consecuencia aumentan la pobreza y la indigencia. Esta es la triste historia argentina de lo que los políticos y analistas llaman política económica, que no ha sido otra cosa en la Argentina que la violación sistemática de los derechos de propiedad de los ciudadanos. Dicho de otro modo, el déficit solo se cubre con deuda, que no es ni más ni menos que impuestos futuros, impuestos sobre las futuras generaciones, o con más impuestos presentes o con emisión de dinero. En Argentina más impuestos no puede haber, es el país con mayor cantidad de impuestos del mundo. Y si a eso le sumamos que el 50% de la actividad económica es informal, la presión impositiva formal en Argentina ronda el 60%. Un verdadero disparate para un país que necesita desesperadamente acumular capital.