callaloquito
Forero Paco Demier
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¿Por qué hay ciertos vídeos de YouTube en DiarioERC que no son públicos? ¿Quién es su autor?
CÓMPLICES DE LA BARBARIE
Existen muchas personas, afortunadamente no la mayoría, que llevan sus cubrebocas, esos trapos tan ridículos en la cara como si fuesen todos cirujanos, porque sencillamente son pobres ignorantes, personas incultas y sin formación, que han sido totalmente engañadas y actúan impresionadas por la gran fuerza de la propaganda de los Medios de masas. Pero también existe un número importante, y este sí es el de muchos o la mayoría de los españoles, que sabiendo que todo es una tomadura de pelo, que no existe o ha existido ninguna epidemia y menos aún que justifique el uso de esos trapos, alegan que se los ponen “por no discutir”.
Por no discutir al entrar a un comercio o supermercado, por no discutir con su vecino del edificio, por no discutir con su jefe o por no discutir con su familia o con las autoridades de su pueblo. Por no discutir, obligan a sus hijos a llevar el trapo, y les dan ejemplo de cómo hay que servir y someterse. Por no discutir, llevan fingiendo cuarenta años que hay democracia y consintiendo que se diga en su presencia, sin abuchear a quien lo diga. Por no discutir aceptan fingir que en España hay una Constitución que, en lugar de ser la causa de toda la corrupción, garantiza sus derechos.
Y ciertamente estos últimos son los peores. Mucho peores que los ignorantes que tienen una disculpa jovenlandesal debido a su desconocimiento e incapacidad mental para comprender de verdad el engaño. Un engaño creado a partir de la invención de una simple palabra como “el bichito”, de la creación de un concepto falaz y de la fabricación artificial de una creencia de apariencia científica.
La complicidad con la tiranía y el abuso del que alega que lleva eso “por no discutir”, lo hace colaborador de facto con el fraude y el delito, por su cooperación y su silencio, por su aquiescencia con el régimen de poder establecido en el Estado de partidos. Es el cooperador necesario que permite que el fraude continúe; y su culpabilidad y responsabilidad, por su servidumbre voluntaria y no forzosa, es muy similar o igual a la del votante. La persona que aún sabiendo que en España nunca ha habido democracia acude a votar, y continúa hablando de la democracia como si la hubiese “por no discutir”. Algo que tiene la misma naturaleza jovenlandesal, por su comportamiento cínico y cómplice con la corrupción de sus amos, que la persona que accede a humillarse continuamente llevando el cubreboca “por no discutir”.
Es el silencio y la docilidad lo que hace de ellos tan culpables como lo fue toda la sociedad alemana, que aún hoy sigue sin perdonarse del todo, con la tiranía de Hitler.
Aún recuerdo una pequeña convocatoria de protesta que se produjo en los primeros momentos de esta locura inducida, cuando aún parecía que alguien en España dejaría de ser un fistro y se rebelaría contra el abuso de un estado de alarma anticonstitucional, que un médico de apellido Valdepeñas, aún sin ningún conocimiento de la política y sin entender de verdad el alcance del engaño y su dimensión (él sí creía que había una enfermedad nueva causada por un bichito y aún lo cree hoy, el pobre) fue capaz de desobedecer la moda y resistir a la presión apareciendo con normalidad sin llevar el cubreboca. Sin embargo, toda la masa popular y vulgar que lo rodeaba, lo hacía, la gran mayoría, con los cubrebocas puestos, aún siendo quienes en las redes sociales explicaban que todo era un cuento. Son esos pobres desquiciados e ignorantes que hoy explican, para no hacer nada ni enfrentarse al Gobierno y los partidos del Estado, para disculpar a quienes tienen el poder, que todo es “una dictadura mundial” una cosa “del gobierno del mundo” y cuyo activismo ridículo consiste en hacer “marchas mundiales por la verdad”. Algo grotesco e infantil, como si en vez de ser españoles, fuesen “ciudadanos mundiales”. Algo que ni las tribus indígenas del sur de America cuando les parecería que el mundo les invadía a la llegada de los españoles, habrían llegado a concebir por ser mucho más inteligentes que las masas actuales.
Ese doctor fue acosado allí por la policía. Lo amenazaron con detenerlo y trataron de que no siguiese hablando. Y aquél hombre, viéndose allí sólo y rodeado de cobardes, que con su cubreboca puesto grababan con sus móviles la escena, para al día siguiente subir el vídeo muy indignados a Facebook, no tuvo el apoyo de uno sólo que, ante ese abuso manifiesto, tuviese la gallardía, la coherencia y la decencia de quitarse inmediatamente el trapo del mismo modo que lo hacía el médico.
Todas esas personas que saben que todo es un cuento, pero que acceden a ponerse el cubreboca “por no discutir”, me producen el mismo ardor de estomago y rechazo que los votantes de los partidos del Estado, y desde luego mucho más que el de los pobres ignorantes que tienen una suerte enorme por ser petulantes llevando cubreboca, y así no tienen la responsabilidad consciente de participar en esta barbaridad.
CÓMPLICES DE LA BARBARIE
Existen muchas personas, afortunadamente no la mayoría, que llevan sus cubrebocas, esos trapos tan ridículos en la cara como si fuesen todos cirujanos, porque sencillamente son pobres ignorantes, personas incultas y sin formación, que han sido totalmente engañadas y actúan impresionadas por la gran fuerza de la propaganda de los Medios de masas. Pero también existe un número importante, y este sí es el de muchos o la mayoría de los españoles, que sabiendo que todo es una tomadura de pelo, que no existe o ha existido ninguna epidemia y menos aún que justifique el uso de esos trapos, alegan que se los ponen “por no discutir”.
Por no discutir al entrar a un comercio o supermercado, por no discutir con su vecino del edificio, por no discutir con su jefe o por no discutir con su familia o con las autoridades de su pueblo. Por no discutir, obligan a sus hijos a llevar el trapo, y les dan ejemplo de cómo hay que servir y someterse. Por no discutir, llevan fingiendo cuarenta años que hay democracia y consintiendo que se diga en su presencia, sin abuchear a quien lo diga. Por no discutir aceptan fingir que en España hay una Constitución que, en lugar de ser la causa de toda la corrupción, garantiza sus derechos.
Y ciertamente estos últimos son los peores. Mucho peores que los ignorantes que tienen una disculpa jovenlandesal debido a su desconocimiento e incapacidad mental para comprender de verdad el engaño. Un engaño creado a partir de la invención de una simple palabra como “el bichito”, de la creación de un concepto falaz y de la fabricación artificial de una creencia de apariencia científica.
La complicidad con la tiranía y el abuso del que alega que lleva eso “por no discutir”, lo hace colaborador de facto con el fraude y el delito, por su cooperación y su silencio, por su aquiescencia con el régimen de poder establecido en el Estado de partidos. Es el cooperador necesario que permite que el fraude continúe; y su culpabilidad y responsabilidad, por su servidumbre voluntaria y no forzosa, es muy similar o igual a la del votante. La persona que aún sabiendo que en España nunca ha habido democracia acude a votar, y continúa hablando de la democracia como si la hubiese “por no discutir”. Algo que tiene la misma naturaleza jovenlandesal, por su comportamiento cínico y cómplice con la corrupción de sus amos, que la persona que accede a humillarse continuamente llevando el cubreboca “por no discutir”.
Es el silencio y la docilidad lo que hace de ellos tan culpables como lo fue toda la sociedad alemana, que aún hoy sigue sin perdonarse del todo, con la tiranía de Hitler.
Aún recuerdo una pequeña convocatoria de protesta que se produjo en los primeros momentos de esta locura inducida, cuando aún parecía que alguien en España dejaría de ser un fistro y se rebelaría contra el abuso de un estado de alarma anticonstitucional, que un médico de apellido Valdepeñas, aún sin ningún conocimiento de la política y sin entender de verdad el alcance del engaño y su dimensión (él sí creía que había una enfermedad nueva causada por un bichito y aún lo cree hoy, el pobre) fue capaz de desobedecer la moda y resistir a la presión apareciendo con normalidad sin llevar el cubreboca. Sin embargo, toda la masa popular y vulgar que lo rodeaba, lo hacía, la gran mayoría, con los cubrebocas puestos, aún siendo quienes en las redes sociales explicaban que todo era un cuento. Son esos pobres desquiciados e ignorantes que hoy explican, para no hacer nada ni enfrentarse al Gobierno y los partidos del Estado, para disculpar a quienes tienen el poder, que todo es “una dictadura mundial” una cosa “del gobierno del mundo” y cuyo activismo ridículo consiste en hacer “marchas mundiales por la verdad”. Algo grotesco e infantil, como si en vez de ser españoles, fuesen “ciudadanos mundiales”. Algo que ni las tribus indígenas del sur de America cuando les parecería que el mundo les invadía a la llegada de los españoles, habrían llegado a concebir por ser mucho más inteligentes que las masas actuales.
Ese doctor fue acosado allí por la policía. Lo amenazaron con detenerlo y trataron de que no siguiese hablando. Y aquél hombre, viéndose allí sólo y rodeado de cobardes, que con su cubreboca puesto grababan con sus móviles la escena, para al día siguiente subir el vídeo muy indignados a Facebook, no tuvo el apoyo de uno sólo que, ante ese abuso manifiesto, tuviese la gallardía, la coherencia y la decencia de quitarse inmediatamente el trapo del mismo modo que lo hacía el médico.
Todas esas personas que saben que todo es un cuento, pero que acceden a ponerse el cubreboca “por no discutir”, me producen el mismo ardor de estomago y rechazo que los votantes de los partidos del Estado, y desde luego mucho más que el de los pobres ignorantes que tienen una suerte enorme por ser petulantes llevando cubreboca, y así no tienen la responsabilidad consciente de participar en esta barbaridad.
