veritas et virtus
Himbersor
Mi experiencia en el Movimiento de Ciudadanos hacia la República Constitucional
por Miguel Latorre García - 17 de octubre de 2021
Estimados repúblicos,
Me llamo Miguel Latorre García y he sido asociado del MCRC hasta la fecha. En este texto expongo mi experiencia para que todos aquellos que vayan a asociarse conozcan de primera mano lo que ha sido para un buscador de la verdad el entrar a formar parte de la asociación prepolítica que fundó D. Antonio García Trevijano. En esto me refiero también al ámbito personal, porque me afectó seriamente.
Después de todo lo que me ha sucedido estos años ya he superado los límites de mi paciencia. Desde que entré en Alondra 1, la residencia
de Antonio García Trevijano mi vida se convirtió en un absoluto despropósito, un infierno. Ese mismo año me apunté a Biblioteconomía, fotografía, ruso y dibujo artístico. Estoy en los cuarenta de edad actualmente. En las clases de la universidad me difamaron por gastarle una broma a una compañera, y me quedé solo ante todala clase cuando lo saqué a la luz. Por esa razón me marché. En las sesiones de fotografía trataron una y otra vez de convertirme en alguien que no soy, manipulando cualquier asunto para que me enfocara en uno de los dos espectros de la política: la izquierda y la derecha. Pues bien, también me tuve que ir, no sin antes volver a intentarlo, con iguales resultados. En las clases particulares de dibujo, otro tanto de lo mismo. Mi interés era el cuerpo humano e insistentemente me enviaban a otros temas. Evidentemente, también me tuve que marchar. En ruso expuse mi postura como repúblico a una compañera, Najara, regalándole un libro «La sencillez de las cosas» donde se exponían de forma abreviada las ideas del movimiento. Me dieron la espalda, una vez más me largué. Mi última actividad fue estudiar el francés. Aquí se constató lo que ya había ido intuyendo en el resto de sitios. TODOS, absolutamente todos los presentes en esas actividades sabían lo que iba a responder. Se comunicaban entre ellos, de forma científica implicaba que usaban algún dispositivo para ello. Me recriminaban en cualquier aspecto, hasta el más irrisorio. ¿Saben lo que significa estar constantemente siendo criticado, evaluado, menospreciado? Era un completo aburrimiento, insufrible. Poco importa si eran unos cínicos a cada cual más incompetente que el anterior, ya lo sabemos: la verdad es la verdad la diga Agamenón o su porquero. Pero si eso supone poner zancadillas cada dos por tres, pues al final se convierte en una obsesión averiguar en qué has fallado. Porque no, los seres humanos no somos adivinos, ni estamos acostumbrados a estar las 24 horas del día tratando de dilucidar si había alguna clave simbólica u otro significado a lo que alguien no te dice claramente.
Lo peor vino en la asociación prepolítica, el Movimiento de Ciudadanos hacia la República Constitucional, donde se destapó a la fin de su fundador todos los farsantes y traidores que había en la misma. Me quedé solo ante esta evidencia, y aunque recurrí a quien también le tachaban de loco, Miguel Gómez de la Cuesta, alias Atanasio Noriega, lo dejé por los innumerables mensajes horribles que se publicaron. Toda la miseria humana expuesta en unas pocas semanas al fallecer el primer repúblico. De ahí surgieron plataformas para darse autobombo como Demos, traidores que se apuntaron a la vía reformista; Rubén Gisbert y su canal propio de Youtuber; y la división en DiarioRC y DiarioERC del movimiento, siendo esta última donde he procurado seguir adelante. En DiarioRC el abogado Pedro Manuel se vanagloria de publicar un mensaje en Facebook con D. Antonio diciendo «con dos huevones», elegancia en su máxima expresión. Además de no centrarse en la inconstitucionalidad del estado de alarma. Y se hacen fotos de grupito con el cubreboca, épico, señores, un repúblico tapándose la cara en una fotografía en twitter. O editando ***etos en vascuence cuando no se hizo mientras estuvo vivo el fundador del MCRC.
Sin embargo, ya fue insostenible lo que aguanté posteriormente. Durante el arresto domiciliario, me entró tal paranoia que creía que los coches me indicaban acciones a realizar por la calle. En el móvil lo mismo, mensajes incrustados entre artículos y páginas que visitaba. Me derrumbé, traté de tirarme por la ventana creyendo que mi familia había sido poseída por otras personas: aquellas tres que provocaron lo sucedido, dos mujeres, Natalia Muñoz (con historial de ladrona, cuyo modus operandi fue el mismo esta vez), Helena Bazán Moreno, abogada pupila de la anterior (incapaz de contestarme tras lo que pasó) y el joven de antes, Miguel Gómez. Luego en el manicomio conocí a otras personas, todas ellas enfermas. A todo esto, Natalia Muñoz era una drojadicta a la farmacopea. A todos los que me encontré en el sanatorio, quienes hayan querido escuchar, les he indicado que las drojas son la fuente de muchos de sus problemas. Y allí también conocí a una chica preciosa, Alicia Delgado. Le dije que me gustaba y nos besamos. Conversamos varias veces, me dijo que no quería tener hijos, que solo la quería para amar... En fin, que cuando salí me despedí de ella, volví a contactar cuando estaba algo despejado de la medicación y me dijo que había salido también el día anterior en el cual se lo pregunté. Luego pasaron varios meses, estaba aún débil y cuando me repuse volví a enviarle un mensaje con lo que sentía. Me contestó supuestamente otra persona, asegurándome que había comprado el número de móvil (no sé si la sim, en fin, da lo mismo) de Alicia en una tienda de móviles de Barcelona. Vuelvo a contactar con ella, le muestro lo que significa querer ser libre [falgm.com] y sigue reincidiendo en que no es Alicia. Ahí comienzo a sospechar porque se calla mucho tiempo entre los mensajes, quedando demostrado que se trataba de ella, me mentía descaradamente.
Y aquí estamos, un joven de cuarenta años que busca la verdad, marginado social. Me he dedicado a seguir mirando otras asuntos por mi cuenta, porque he visto con mis propios ojos la corrupción de las instituciones. Entre ellas la medicina. Una parte es verdadera, las curas mediante el ayuno y la dieta basal. Es decir, eliminar las toxinas del cuerpo y permitir que éste se regenere de forma natural (bien sea por infecciones o bichito, que nunca son exógenos). Sin embargo, esto lo destrozan mediante las drojas, volviendo en adictos y enfermos a quienes ya se habían recuperado. La consecuencia es una población enferma crónica, donde a cada fármaco y sus efectos se le van añadiendo más, y más, hasta que no resiste el cuerpo humano y, o bien quedan tullidos o fallecen al poco tiempo (el cáncer de todos los órganos que han provocado es así).
Desisto, ya es suficiente. Habría sido un honor conocer a una joven rusa en clases particulares, mi más reciente intento. También fue un fraude, nadie me contestó. Si algo tengo por el pueblo ruso es un respeto profundo: sobrevivieron a la terrible Guerra Mundial y salieron adelante. La belleza de los rusos, su carácter, su humor, son una delicia. ¿Haber tenido una amiga de allí para conocer de primera mano a la juventud? No se puede uno imaginar la gran alegría que me habría supuesto. Pero no, arrastro una cadena de desastres y noto una presencia maligna vigilante (más estulta que lo otro, pero a efectos prácticos es lo mismo) que afecta a todos mis actos, mis palabras. Me han estado vigilando todo este tiempo, tratando de modificar mis actos, en corromperme.
Amo a la verdad. Amo a la Libertad Política. Y en este mundo, eso es despreciado. Que me compre una casa, que me busque un trabajo... ¿para que me vilipendien o estafen una vez más? ¿Para instalarme yo solo? Ni loco, ya está bien. Mi querida progenitora y mi hermano han sido las piedras angulares que me han permitido sobrellevar esta locura. Ignorancia y oportunismo a raudales, pues las consecuencias ya se ven. Yo sé que la verdad prevalecerá, pero no soporto ya este zarandeo constante, como una marioneta o soldadito. Inmorales, eso es lo que son. Malos. Que vigilen sus vidas, que se miren al espejo, esas sí que son perversoss y merecedoras de castigo.
Hoy he solicitado mi baja de la asociación porque Miguel Gómez de la Cuesta me ha bloqueado desde hace un tiempo: no puedo ni escribir comentarios en el diario ni acceder a mi cuenta del MCRC. Ya son más de dos años de este espectáculo demencial. Adiós, farsantes. Sé que las ideas de D. Antonio García Trevijano triunfarán, pero yo no voy a formar parte de semejante tortura personal, acaba haciéndote daño.
Salud y República Constitucional.
PD. Si me he equivocado en algún detalle, admito correcciones. Sólo faltaría eso, censurar. Ni soy el poseedor de la verdad revelada. Porque de eso se trata, de aprender de nuestros errores porque somos humanos.
PD2. Quien me vigila es tan estulta que aun después de más de dos años ha sido incapaz, INCAPAZ, de ver que mi hermano y yo compartimos muchas cosas. Pero claro, cómo vas a meterle eso en la cabeza a alguien para quien la confianza es algo inexistente.
por Miguel Latorre García - 17 de octubre de 2021
Estimados repúblicos,
Me llamo Miguel Latorre García y he sido asociado del MCRC hasta la fecha. En este texto expongo mi experiencia para que todos aquellos que vayan a asociarse conozcan de primera mano lo que ha sido para un buscador de la verdad el entrar a formar parte de la asociación prepolítica que fundó D. Antonio García Trevijano. En esto me refiero también al ámbito personal, porque me afectó seriamente.
Después de todo lo que me ha sucedido estos años ya he superado los límites de mi paciencia. Desde que entré en Alondra 1, la residencia
de Antonio García Trevijano mi vida se convirtió en un absoluto despropósito, un infierno. Ese mismo año me apunté a Biblioteconomía, fotografía, ruso y dibujo artístico. Estoy en los cuarenta de edad actualmente. En las clases de la universidad me difamaron por gastarle una broma a una compañera, y me quedé solo ante todala clase cuando lo saqué a la luz. Por esa razón me marché. En las sesiones de fotografía trataron una y otra vez de convertirme en alguien que no soy, manipulando cualquier asunto para que me enfocara en uno de los dos espectros de la política: la izquierda y la derecha. Pues bien, también me tuve que ir, no sin antes volver a intentarlo, con iguales resultados. En las clases particulares de dibujo, otro tanto de lo mismo. Mi interés era el cuerpo humano e insistentemente me enviaban a otros temas. Evidentemente, también me tuve que marchar. En ruso expuse mi postura como repúblico a una compañera, Najara, regalándole un libro «La sencillez de las cosas» donde se exponían de forma abreviada las ideas del movimiento. Me dieron la espalda, una vez más me largué. Mi última actividad fue estudiar el francés. Aquí se constató lo que ya había ido intuyendo en el resto de sitios. TODOS, absolutamente todos los presentes en esas actividades sabían lo que iba a responder. Se comunicaban entre ellos, de forma científica implicaba que usaban algún dispositivo para ello. Me recriminaban en cualquier aspecto, hasta el más irrisorio. ¿Saben lo que significa estar constantemente siendo criticado, evaluado, menospreciado? Era un completo aburrimiento, insufrible. Poco importa si eran unos cínicos a cada cual más incompetente que el anterior, ya lo sabemos: la verdad es la verdad la diga Agamenón o su porquero. Pero si eso supone poner zancadillas cada dos por tres, pues al final se convierte en una obsesión averiguar en qué has fallado. Porque no, los seres humanos no somos adivinos, ni estamos acostumbrados a estar las 24 horas del día tratando de dilucidar si había alguna clave simbólica u otro significado a lo que alguien no te dice claramente.
Lo peor vino en la asociación prepolítica, el Movimiento de Ciudadanos hacia la República Constitucional, donde se destapó a la fin de su fundador todos los farsantes y traidores que había en la misma. Me quedé solo ante esta evidencia, y aunque recurrí a quien también le tachaban de loco, Miguel Gómez de la Cuesta, alias Atanasio Noriega, lo dejé por los innumerables mensajes horribles que se publicaron. Toda la miseria humana expuesta en unas pocas semanas al fallecer el primer repúblico. De ahí surgieron plataformas para darse autobombo como Demos, traidores que se apuntaron a la vía reformista; Rubén Gisbert y su canal propio de Youtuber; y la división en DiarioRC y DiarioERC del movimiento, siendo esta última donde he procurado seguir adelante. En DiarioRC el abogado Pedro Manuel se vanagloria de publicar un mensaje en Facebook con D. Antonio diciendo «con dos huevones», elegancia en su máxima expresión. Además de no centrarse en la inconstitucionalidad del estado de alarma. Y se hacen fotos de grupito con el cubreboca, épico, señores, un repúblico tapándose la cara en una fotografía en twitter. O editando ***etos en vascuence cuando no se hizo mientras estuvo vivo el fundador del MCRC.
Sin embargo, ya fue insostenible lo que aguanté posteriormente. Durante el arresto domiciliario, me entró tal paranoia que creía que los coches me indicaban acciones a realizar por la calle. En el móvil lo mismo, mensajes incrustados entre artículos y páginas que visitaba. Me derrumbé, traté de tirarme por la ventana creyendo que mi familia había sido poseída por otras personas: aquellas tres que provocaron lo sucedido, dos mujeres, Natalia Muñoz (con historial de ladrona, cuyo modus operandi fue el mismo esta vez), Helena Bazán Moreno, abogada pupila de la anterior (incapaz de contestarme tras lo que pasó) y el joven de antes, Miguel Gómez. Luego en el manicomio conocí a otras personas, todas ellas enfermas. A todo esto, Natalia Muñoz era una drojadicta a la farmacopea. A todos los que me encontré en el sanatorio, quienes hayan querido escuchar, les he indicado que las drojas son la fuente de muchos de sus problemas. Y allí también conocí a una chica preciosa, Alicia Delgado. Le dije que me gustaba y nos besamos. Conversamos varias veces, me dijo que no quería tener hijos, que solo la quería para amar... En fin, que cuando salí me despedí de ella, volví a contactar cuando estaba algo despejado de la medicación y me dijo que había salido también el día anterior en el cual se lo pregunté. Luego pasaron varios meses, estaba aún débil y cuando me repuse volví a enviarle un mensaje con lo que sentía. Me contestó supuestamente otra persona, asegurándome que había comprado el número de móvil (no sé si la sim, en fin, da lo mismo) de Alicia en una tienda de móviles de Barcelona. Vuelvo a contactar con ella, le muestro lo que significa querer ser libre [falgm.com] y sigue reincidiendo en que no es Alicia. Ahí comienzo a sospechar porque se calla mucho tiempo entre los mensajes, quedando demostrado que se trataba de ella, me mentía descaradamente.
Y aquí estamos, un joven de cuarenta años que busca la verdad, marginado social. Me he dedicado a seguir mirando otras asuntos por mi cuenta, porque he visto con mis propios ojos la corrupción de las instituciones. Entre ellas la medicina. Una parte es verdadera, las curas mediante el ayuno y la dieta basal. Es decir, eliminar las toxinas del cuerpo y permitir que éste se regenere de forma natural (bien sea por infecciones o bichito, que nunca son exógenos). Sin embargo, esto lo destrozan mediante las drojas, volviendo en adictos y enfermos a quienes ya se habían recuperado. La consecuencia es una población enferma crónica, donde a cada fármaco y sus efectos se le van añadiendo más, y más, hasta que no resiste el cuerpo humano y, o bien quedan tullidos o fallecen al poco tiempo (el cáncer de todos los órganos que han provocado es así).
Desisto, ya es suficiente. Habría sido un honor conocer a una joven rusa en clases particulares, mi más reciente intento. También fue un fraude, nadie me contestó. Si algo tengo por el pueblo ruso es un respeto profundo: sobrevivieron a la terrible Guerra Mundial y salieron adelante. La belleza de los rusos, su carácter, su humor, son una delicia. ¿Haber tenido una amiga de allí para conocer de primera mano a la juventud? No se puede uno imaginar la gran alegría que me habría supuesto. Pero no, arrastro una cadena de desastres y noto una presencia maligna vigilante (más estulta que lo otro, pero a efectos prácticos es lo mismo) que afecta a todos mis actos, mis palabras. Me han estado vigilando todo este tiempo, tratando de modificar mis actos, en corromperme.
Amo a la verdad. Amo a la Libertad Política. Y en este mundo, eso es despreciado. Que me compre una casa, que me busque un trabajo... ¿para que me vilipendien o estafen una vez más? ¿Para instalarme yo solo? Ni loco, ya está bien. Mi querida progenitora y mi hermano han sido las piedras angulares que me han permitido sobrellevar esta locura. Ignorancia y oportunismo a raudales, pues las consecuencias ya se ven. Yo sé que la verdad prevalecerá, pero no soporto ya este zarandeo constante, como una marioneta o soldadito. Inmorales, eso es lo que son. Malos. Que vigilen sus vidas, que se miren al espejo, esas sí que son perversoss y merecedoras de castigo.
Hoy he solicitado mi baja de la asociación porque Miguel Gómez de la Cuesta me ha bloqueado desde hace un tiempo: no puedo ni escribir comentarios en el diario ni acceder a mi cuenta del MCRC. Ya son más de dos años de este espectáculo demencial. Adiós, farsantes. Sé que las ideas de D. Antonio García Trevijano triunfarán, pero yo no voy a formar parte de semejante tortura personal, acaba haciéndote daño.
Salud y República Constitucional.
PD. Si me he equivocado en algún detalle, admito correcciones. Sólo faltaría eso, censurar. Ni soy el poseedor de la verdad revelada. Porque de eso se trata, de aprender de nuestros errores porque somos humanos.
PD2. Quien me vigila es tan estulta que aun después de más de dos años ha sido incapaz, INCAPAZ, de ver que mi hermano y yo compartimos muchas cosas. Pero claro, cómo vas a meterle eso en la cabeza a alguien para quien la confianza es algo inexistente.
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