Hola, buenos días conforeros.
Como seguramente habréis podido comprobar, he estado unos días sin postear -concretamente desde el domingo, hasta la madrugada de hoy jueves-. La razón es muy banal, sin embargo, muy significativa.
El domingo, tras una cena muy aceptable en mi casa, decidí salir a tomar una copa, algo que es muy raro que yo haga. El objetivo era claro: dos cervezas, un poco de buena música en un pub del centro de Alicante y para casa, que el lunes hay que intentar producir.
Mi primera sorpresa fue comprobar que el pub tenía una aceptable entrada, había bastante gente -recuerden, domingo once y media de la noche- y que la mayoría de esa gente eran mujeres de entre 35-45 años. Bien arregladas, hablando educadamente entre ellas y consumiendo cerveza cual escocés en Benidorm.
Sin embargo eché en falta una cosa: los hombres. Contándonos el camarero y yo mismo, éramos cuatro.
Estaba ya comenzando la segunda birra, cuando el pub se vació, los tres grupos de señoras abandonaron el local –normal, era cerca de la una- pero una de ellas permaneció. Una rubia de bote de unos 40 años, buen ver y muy decidida. Se sentó conmigo en la mesa y comenzamos a hablar.
Tardé un minuto en darme cuenta de su situación: era una mujer completamente sola y con una falta de cariño descomunal. No me habló de su familia –no sé si porque no tenía o porque no quería, me inclino por lo primero- tampoco presioné. Estuve con ella hasta las siete y media de la mañana –una cerveza rápida, je- nos intercambiamos los números de móvil y seguimos cada uno nuestro camino.
No se hizo esperar su llamada, claro. Por la tarde ya estaba llamando. Y desde entonces, dedicación exclusiva para ella. Anoche pude volver a mis obligaciones para con este foro, una vez normalizada la relación de amistad. Ya os iré informando más delante de ella, pero os anticipo que no es nada fuera de lo común.
He abierto este hilo a raíz del hilo que abrió ayer la señorita Dubois, un hilo sombrío y negativo, lleno de rincones oscuros y húmedos. Me hizo recordar al encuentro que casualmente tuve unos días antes. También las palabras de la rubia del pub destilaban tristeza y desesperación y he pensado si no se trata de una epidemia. Hay más gente sola y deprimida de la que pensamos y me pregunto si es producto de la sociedad, de la economía o de nuestro propio egoísmo que nos hace ‘pasar’ de los demás. Una lástima.
Perdón por el rollazo.
Como seguramente habréis podido comprobar, he estado unos días sin postear -concretamente desde el domingo, hasta la madrugada de hoy jueves-. La razón es muy banal, sin embargo, muy significativa.
El domingo, tras una cena muy aceptable en mi casa, decidí salir a tomar una copa, algo que es muy raro que yo haga. El objetivo era claro: dos cervezas, un poco de buena música en un pub del centro de Alicante y para casa, que el lunes hay que intentar producir.
Mi primera sorpresa fue comprobar que el pub tenía una aceptable entrada, había bastante gente -recuerden, domingo once y media de la noche- y que la mayoría de esa gente eran mujeres de entre 35-45 años. Bien arregladas, hablando educadamente entre ellas y consumiendo cerveza cual escocés en Benidorm.
Sin embargo eché en falta una cosa: los hombres. Contándonos el camarero y yo mismo, éramos cuatro.
Estaba ya comenzando la segunda birra, cuando el pub se vació, los tres grupos de señoras abandonaron el local –normal, era cerca de la una- pero una de ellas permaneció. Una rubia de bote de unos 40 años, buen ver y muy decidida. Se sentó conmigo en la mesa y comenzamos a hablar.
Tardé un minuto en darme cuenta de su situación: era una mujer completamente sola y con una falta de cariño descomunal. No me habló de su familia –no sé si porque no tenía o porque no quería, me inclino por lo primero- tampoco presioné. Estuve con ella hasta las siete y media de la mañana –una cerveza rápida, je- nos intercambiamos los números de móvil y seguimos cada uno nuestro camino.
No se hizo esperar su llamada, claro. Por la tarde ya estaba llamando. Y desde entonces, dedicación exclusiva para ella. Anoche pude volver a mis obligaciones para con este foro, una vez normalizada la relación de amistad. Ya os iré informando más delante de ella, pero os anticipo que no es nada fuera de lo común.
He abierto este hilo a raíz del hilo que abrió ayer la señorita Dubois, un hilo sombrío y negativo, lleno de rincones oscuros y húmedos. Me hizo recordar al encuentro que casualmente tuve unos días antes. También las palabras de la rubia del pub destilaban tristeza y desesperación y he pensado si no se trata de una epidemia. Hay más gente sola y deprimida de la que pensamos y me pregunto si es producto de la sociedad, de la economía o de nuestro propio egoísmo que nos hace ‘pasar’ de los demás. Una lástima.
Perdón por el rollazo.