steppenwulf
Madmaxista
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LOS ÚLTIMOS DE LA NUEVA ESPAÑA.
A pesar de la firma de los Tratados de Córdoba por los que se alcanzó la independencia, y el repliegue del ejército español del territorio continental mexicano, persistió un estado de conflicto dado que España se negaba a reconocer la independencia de México, y retuvo la entrega de la fortaleza de la isla de San Juan de Ulúa, frente al puerto de Veracruz, a la sazón el principal puerto y puerta de entrada del país.
Un mes después de la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México, el 26 de octubre de 1821, comenzó la resistencia española desde el fuerte de San Juan de Ulúa, convirtiéndose así en el último reducto de aquellos que no aceptaban la independencia nacional. El Mariscal José Dávila se atrinchero en la fortaleza de San Juan de Ulúa, con 200 soldados de infantería, artillería y municiones del puerto. Hecho que al parecer no causó mucho eco al principio. No obstante, al poco tiempo la escasa fuerza se incrementó a 2000 soldados que España envió desde Cuba. Este hecho causó preocupación al emperador Agustín de Iturbide, pues no se contaba con navíos para atacar la fortaleza ni con artillería pesada para atacar por tierra, por lo que optó por las negociaciones con los españoles, que no llevaron a ningún acuerdo.
Al triunfo del plan de Casamata y la llegada de Santa Anna al gobierno de la ciudad en septiembre de 1822 marca otro episodio de las negociaciones entre las autoridades mexicanas de Veracruz y las españolas de San Juan de Ulúa. Éstas se vuelven ásperas cuando el gobierno español releva de su cargo a Dávila para colocar en su lugar a Francisco Lemaur. Lemaur comenzó a dictar leyes que iba en contra de la soberanía mexicana, y convirtió la fortaleza en un lugar seguro para el contrabando. Además, Lemaur consideraba que todos los puntos que estuviesen anexos a la fortaleza deberían considerarse en poder español, como lo eran Sacrificios y el fondeadero.
En diversas ocasiones, a lo largo de estos años, las tropas españolas de San Juan de Ulúa realizaron bombardeos sobre el puerto de Veracruz, representando una amenaza constante contra la independencia nacional. El bombardeo del 25 de septiembre de 1823, causaron la huida de más de 6.000 civiles que abandonaron el puerto.
Después de este bombardeo del puerto el Gobierno de México expidió el 8 de octubre de 1823 el decreto del bloqueo de San Juan de Ulúa y se propuso finalmente la toma de la fortaleza. Para ello dispuso la compra de los bergantines “Victoria” y “Bravo” y por último las balandras “Papaloapan”, “Tampico”, “Orizaba”, "Chalco" y el Pailebot “Federal” y las integro a la original escuadra naval mexicana compuesta por las fragatas “Iguala” y “Libertad”.
En 1825 comenzó el asedio, concentrándose todos los elementos navales en el Puerto de Alvarado, poniéndose bajo el mando del capitán de fragata Pedro Sainz de Baranda. Los españoles por su parte, relevaron del cargo a Francisco Lemaur en abril poniendo al mando al Brigadier José María Coppinger. El capitán de Fragata Pedro Sainz de Baranda, comandante de la escuadrilla mexicana de 8 buques, organizó las posiciones de batalla que debían sostener las embarcaciones mexicanas con el objeto de hostigar y evitar el paso de tropas de auxilio, logrando enfrentarse exitosamente a la flota española, con lo que logró impedir la llegada de socorros españoles desde La Habana. La situación de los españoles que protegían a la fortaleza se volvió insostenible pues estos, ya no recibían víveres ni mucho menos relevos para la guarnición de la plaza, siendo el escorbuto el detonante de la desesperación española, viéndose la plaza obligada a rendirse el 23 de noviembre de 1825. Al poco tiempo la tropa española fue embarcada hacia Cuba, y con este acto desapareció todo vestigio de presencia española en la totalidad del territorio nacional.
A pesar de la firma de los Tratados de Córdoba por los que se alcanzó la independencia, y el repliegue del ejército español del territorio continental mexicano, persistió un estado de conflicto dado que España se negaba a reconocer la independencia de México, y retuvo la entrega de la fortaleza de la isla de San Juan de Ulúa, frente al puerto de Veracruz, a la sazón el principal puerto y puerta de entrada del país.
Un mes después de la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México, el 26 de octubre de 1821, comenzó la resistencia española desde el fuerte de San Juan de Ulúa, convirtiéndose así en el último reducto de aquellos que no aceptaban la independencia nacional. El Mariscal José Dávila se atrinchero en la fortaleza de San Juan de Ulúa, con 200 soldados de infantería, artillería y municiones del puerto. Hecho que al parecer no causó mucho eco al principio. No obstante, al poco tiempo la escasa fuerza se incrementó a 2000 soldados que España envió desde Cuba. Este hecho causó preocupación al emperador Agustín de Iturbide, pues no se contaba con navíos para atacar la fortaleza ni con artillería pesada para atacar por tierra, por lo que optó por las negociaciones con los españoles, que no llevaron a ningún acuerdo.
Al triunfo del plan de Casamata y la llegada de Santa Anna al gobierno de la ciudad en septiembre de 1822 marca otro episodio de las negociaciones entre las autoridades mexicanas de Veracruz y las españolas de San Juan de Ulúa. Éstas se vuelven ásperas cuando el gobierno español releva de su cargo a Dávila para colocar en su lugar a Francisco Lemaur. Lemaur comenzó a dictar leyes que iba en contra de la soberanía mexicana, y convirtió la fortaleza en un lugar seguro para el contrabando. Además, Lemaur consideraba que todos los puntos que estuviesen anexos a la fortaleza deberían considerarse en poder español, como lo eran Sacrificios y el fondeadero.
En diversas ocasiones, a lo largo de estos años, las tropas españolas de San Juan de Ulúa realizaron bombardeos sobre el puerto de Veracruz, representando una amenaza constante contra la independencia nacional. El bombardeo del 25 de septiembre de 1823, causaron la huida de más de 6.000 civiles que abandonaron el puerto.
Después de este bombardeo del puerto el Gobierno de México expidió el 8 de octubre de 1823 el decreto del bloqueo de San Juan de Ulúa y se propuso finalmente la toma de la fortaleza. Para ello dispuso la compra de los bergantines “Victoria” y “Bravo” y por último las balandras “Papaloapan”, “Tampico”, “Orizaba”, "Chalco" y el Pailebot “Federal” y las integro a la original escuadra naval mexicana compuesta por las fragatas “Iguala” y “Libertad”.
En 1825 comenzó el asedio, concentrándose todos los elementos navales en el Puerto de Alvarado, poniéndose bajo el mando del capitán de fragata Pedro Sainz de Baranda. Los españoles por su parte, relevaron del cargo a Francisco Lemaur en abril poniendo al mando al Brigadier José María Coppinger. El capitán de Fragata Pedro Sainz de Baranda, comandante de la escuadrilla mexicana de 8 buques, organizó las posiciones de batalla que debían sostener las embarcaciones mexicanas con el objeto de hostigar y evitar el paso de tropas de auxilio, logrando enfrentarse exitosamente a la flota española, con lo que logró impedir la llegada de socorros españoles desde La Habana. La situación de los españoles que protegían a la fortaleza se volvió insostenible pues estos, ya no recibían víveres ni mucho menos relevos para la guarnición de la plaza, siendo el escorbuto el detonante de la desesperación española, viéndose la plaza obligada a rendirse el 23 de noviembre de 1825. Al poco tiempo la tropa española fue embarcada hacia Cuba, y con este acto desapareció todo vestigio de presencia española en la totalidad del territorio nacional.
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