Taliván Hortográfico
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La sede Juan Sebastián de Elcano, inaugurada este jueves, custodia kilómetros y kilómetros lineales de documentación clave sobre la marina
Sonríe ante su retoño el padre orgulloso. «Mira lo que hemos traído... ¡Que se note que somos gente de mar!». El capitán de navío Lorenzo Gamboa Pérez-Pardo, subdirector del Departamento de Archivos Navales, señala un colosal mástil, el de la antigua corbeta 'Cazadora', que descansa sobre un pedestal. Su traslado hasta Madrid no ha sido sencillo, pero ha servido para culminar la nueva sede del Archivo Histórico de la Armada (AHA); una bautizada con el nombre del navegante Juan Sebastián de Elcano y con la que, sostiene nuestro anfitrión, «se ha creado un espacio suficiente para la conservación, custodia, descripción y difusión» de la documentación pretérita que existe sobre nuestra marina. Que vaya si es ingente, por cierto.
Resplandecen al sol del barrio de Campamento los tres grandes edificios del complejo; el blanco de las paredes exteriores contribuye a ello. ABC visitó la sede allá por noviembre de 2023, cuando todavía le faltaban los últimos retoques. Y mírenla ahora: recién inaugurada este mismo jueves de la mano de la ministra de Defensa, Margarita Robles, del Jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad), almirante Teodoro Esteban López Calderón, y del Almirante Jefe de Estado Mayor de la Armada (AJEMA), Antonio Piñeiro Sánchez. Personalidades todas ellas que han subrayado la importancia para nuestra historia que atesoran los miles de archivos que conservará en su seno la Juan Sebastián de Elcano.
Mientras caminamos por los corredores, Gamboa, director a su vez del AHA, nos explica que el proyecto arrancó hace tres años, y que fue por la necesidad de contar con una nueva sede que acompañara a la del Viso del Marqués –también nacional y llamada Álvaro de Bazán–, a las cinco intermedias –ubicadas en Ferrol, Cartagena, Cádiz, Las Palmas y Madrid– y a las dos científicas. «Somos la tercera entidad que más fondo histórico tiene. En concreto, medio centenar de kilómetros lineales de mapas, legajos, informes...», explica. Con esos mimbres, adolecían de un espacio central y de fácil acceso que «evitara el peregrinaje del investigador» por toda España. Hasta ahora, al menos. «Aquí tendremos la información referente a los organismos de mando, secretaría, ministerio de Marina, Estado Mayor... Y en el Viso, la departamental», finaliza.
Tesoros históricos
Llegamos a la sala de investigación, donde la directora técnica del AHA, Pilar del Campo Hernán, espera junto a una infinidad de tesoros históricos. «Son solo una pequeña muestra de lo que guardamos en este archivo», incide. Faltan líneas para describirlos todos. Entre los primeros se halla un manuscrito del explorador Félix de Azara, nacido en 1742. «Es una descripción física, política y geográfica de la provincia de Paraguay», añade. Y sonríe de placer al leer en alto unas líneas que este español escribió hace casi tres siglos: «Son los paraguayos blancos, de bella talla y facciones, aunque algo descoloridos. Son serenos, algo flemáticos, de espíritu tranquilo y que nunca rompen con violencia».
Un mapa de la apachería en el XVIII, otro de la isla Tortuga, en su momento nido de piratas... Por nuestros ojos desfilan una infinidad de documentos de un valor imposible de calcular. «Aquel es impresionante». Del Campo señala un plano de la derrota del Río de la Plata. Está amarillento, y para no estarlo... ¡Fue alumbrado en 1761! «Fíjate en la precisión. Los exploradores añadían muchísimos datos cuando lo elaboraban. Entre ellos, las brazas de fondo que había en el agua. Lo hacían para saber si era navegable o no. Al final creaban verdaderos estudios orográficos, geográficos y de profundidad», completa. Las suyas eran mentes ilustradas que combatían sin rubor, pero que también estudiaban la fauna al otro lado del Atlántico. «Con lo que tenemos aquí daría para hacer treinta 'Master and commander'», bromea.
Con todo, Del Campo insiste en que estos y otros tantos documentos no están allí para permanecer ocultos. «El archivo es patrimonio de todos los españoles y un servicio público. La conservación no es un fin en sí mismo, sirve para poner el material a disposición de los investigadores y los interesados en él».
Nueva sede
Del Campo debe marchar. A partir de ahora nos custodian Fernando Santos y Jaime Tribaldos, técnicos ambos –superior y auxiliar respectivamente– del lugar. El primero subraya que la nueva sede ha sido creada ex profeso para albergar un archivo. «No es algo habitual, lo normal es que se reutilicen edificios que han perdido su funcionalidad principal, como palacios. Gracias a ello, la Juan Sebastián de Elcano cuenta con tres zonas diferenciadas, aunque conectadas, «que garantizan la seguridad y la buena conservación» de estos tesoros históricos: la pública –cuyo corazón es la sala de investigación–, la de dirección y la de depósitos. En la última se guardan, de momento, 15 kilómetros lineales de documentación, aunque las posteriores ampliaciones aumentarán esta cifra a más del doble.
Ha llegado el momento. Pedimos que nos acompañen a un depósito, y los técnicos nos conducen al número 13. Frente a nosotros brotan una infinidad de estanterías móviles cargadas de informes relativos a la marina del siglo XX. Una gran olvidada, según Santos. Hace algo de fresco, y con razón. «Para que la documentación no se dañe debe haber una humedad relativa de un 50% y una temperatura de unos 19 o 20 grados». explica Tribaldos. Así reducen la posibilidad de que brote el principal enemigo del archivero: los hongos. Contra el segundo, el deterioro, disponen de una sala de restauración y otra de reprografía. Porque sí, además de ayudar a divulgar los documentos, la digitalización también evita el desgaste del original.
Sonríe ante su retoño el padre orgulloso. «Mira lo que hemos traído... ¡Que se note que somos gente de mar!». El capitán de navío Lorenzo Gamboa Pérez-Pardo, subdirector del Departamento de Archivos Navales, señala un colosal mástil, el de la antigua corbeta 'Cazadora', que descansa sobre un pedestal. Su traslado hasta Madrid no ha sido sencillo, pero ha servido para culminar la nueva sede del Archivo Histórico de la Armada (AHA); una bautizada con el nombre del navegante Juan Sebastián de Elcano y con la que, sostiene nuestro anfitrión, «se ha creado un espacio suficiente para la conservación, custodia, descripción y difusión» de la documentación pretérita que existe sobre nuestra marina. Que vaya si es ingente, por cierto.
Resplandecen al sol del barrio de Campamento los tres grandes edificios del complejo; el blanco de las paredes exteriores contribuye a ello. ABC visitó la sede allá por noviembre de 2023, cuando todavía le faltaban los últimos retoques. Y mírenla ahora: recién inaugurada este mismo jueves de la mano de la ministra de Defensa, Margarita Robles, del Jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad), almirante Teodoro Esteban López Calderón, y del Almirante Jefe de Estado Mayor de la Armada (AJEMA), Antonio Piñeiro Sánchez. Personalidades todas ellas que han subrayado la importancia para nuestra historia que atesoran los miles de archivos que conservará en su seno la Juan Sebastián de Elcano.
Mientras caminamos por los corredores, Gamboa, director a su vez del AHA, nos explica que el proyecto arrancó hace tres años, y que fue por la necesidad de contar con una nueva sede que acompañara a la del Viso del Marqués –también nacional y llamada Álvaro de Bazán–, a las cinco intermedias –ubicadas en Ferrol, Cartagena, Cádiz, Las Palmas y Madrid– y a las dos científicas. «Somos la tercera entidad que más fondo histórico tiene. En concreto, medio centenar de kilómetros lineales de mapas, legajos, informes...», explica. Con esos mimbres, adolecían de un espacio central y de fácil acceso que «evitara el peregrinaje del investigador» por toda España. Hasta ahora, al menos. «Aquí tendremos la información referente a los organismos de mando, secretaría, ministerio de Marina, Estado Mayor... Y en el Viso, la departamental», finaliza.
Tesoros históricos
Llegamos a la sala de investigación, donde la directora técnica del AHA, Pilar del Campo Hernán, espera junto a una infinidad de tesoros históricos. «Son solo una pequeña muestra de lo que guardamos en este archivo», incide. Faltan líneas para describirlos todos. Entre los primeros se halla un manuscrito del explorador Félix de Azara, nacido en 1742. «Es una descripción física, política y geográfica de la provincia de Paraguay», añade. Y sonríe de placer al leer en alto unas líneas que este español escribió hace casi tres siglos: «Son los paraguayos blancos, de bella talla y facciones, aunque algo descoloridos. Son serenos, algo flemáticos, de espíritu tranquilo y que nunca rompen con violencia».
Un mapa de la apachería en el XVIII, otro de la isla Tortuga, en su momento nido de piratas... Por nuestros ojos desfilan una infinidad de documentos de un valor imposible de calcular. «Aquel es impresionante». Del Campo señala un plano de la derrota del Río de la Plata. Está amarillento, y para no estarlo... ¡Fue alumbrado en 1761! «Fíjate en la precisión. Los exploradores añadían muchísimos datos cuando lo elaboraban. Entre ellos, las brazas de fondo que había en el agua. Lo hacían para saber si era navegable o no. Al final creaban verdaderos estudios orográficos, geográficos y de profundidad», completa. Las suyas eran mentes ilustradas que combatían sin rubor, pero que también estudiaban la fauna al otro lado del Atlántico. «Con lo que tenemos aquí daría para hacer treinta 'Master and commander'», bromea.
Con todo, Del Campo insiste en que estos y otros tantos documentos no están allí para permanecer ocultos. «El archivo es patrimonio de todos los españoles y un servicio público. La conservación no es un fin en sí mismo, sirve para poner el material a disposición de los investigadores y los interesados en él».
Nueva sede
Del Campo debe marchar. A partir de ahora nos custodian Fernando Santos y Jaime Tribaldos, técnicos ambos –superior y auxiliar respectivamente– del lugar. El primero subraya que la nueva sede ha sido creada ex profeso para albergar un archivo. «No es algo habitual, lo normal es que se reutilicen edificios que han perdido su funcionalidad principal, como palacios. Gracias a ello, la Juan Sebastián de Elcano cuenta con tres zonas diferenciadas, aunque conectadas, «que garantizan la seguridad y la buena conservación» de estos tesoros históricos: la pública –cuyo corazón es la sala de investigación–, la de dirección y la de depósitos. En la última se guardan, de momento, 15 kilómetros lineales de documentación, aunque las posteriores ampliaciones aumentarán esta cifra a más del doble.
Ha llegado el momento. Pedimos que nos acompañen a un depósito, y los técnicos nos conducen al número 13. Frente a nosotros brotan una infinidad de estanterías móviles cargadas de informes relativos a la marina del siglo XX. Una gran olvidada, según Santos. Hace algo de fresco, y con razón. «Para que la documentación no se dañe debe haber una humedad relativa de un 50% y una temperatura de unos 19 o 20 grados». explica Tribaldos. Así reducen la posibilidad de que brote el principal enemigo del archivero: los hongos. Contra el segundo, el deterioro, disponen de una sala de restauración y otra de reprografía. Porque sí, además de ayudar a divulgar los documentos, la digitalización también evita el desgaste del original.
Los tesoros históricos del nuevo archivo de la Armada: «Aquí podríamos hacer treinta 'Master and Commander'»
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