En la guerra apiolar se convierte en algo normal y eliminas con gusto a quien te esta fastidiando.
Yo creo que se da en todas las guerras, posiblemente lo que cambie es la cantidad y la normalidad, escuche las historias de estas a un viejo que lucho en la guerra civil española.
La guerra según el era hambre y miseria, disparaban sin asomarse de la trinchera.
---------- Post added 23-feb-2014 at 14:18 ----------
Estos asesinatos en el fragor de la batalla quedan impunes. Es muy difícil para los mandos hacerse respetar y querer por sus tropas. Yo en la mili solo conocí a un cabo primero y a un subteniente que tuvieran este mando
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Fragging :: Guerra de Vietnam
Los soldados norteamericanos habían peleado duro y soportado de todo, pero llegó el momento en que nadie quería ser el último en morir en el Sudeste asiático
Recuerdo el 20 de julio de 1969. Yo estaba sentado en mi litera viendo la tras*misión vía satélite de la llegada de los astronautas a la luna y vi cuando Neil Amstrong pisó la superficie de aquélla. Cuando escuche aquella frase de cosa: "Un paso insignificante para un hombre, un gigantesco avance para la humanidad", sentí una ira incontenible y pensé "¡Venid aquí y caminad conmigo durante un día, me gusta la fruta!".
Cuando la guerra se disponía a estrenar una nueva década, este infante de marina en Vietnam hablaba por todos los soldados llenos de barro, picados por insectos y heridos por los Vietcong que luchaban en toda la geografía de aquel país.
Luchar, apiolar y temer
Para los jóvenes norteamericanos que llegaron a Vietnam en 1969, la guerra había ido perdiendo credibilidad. A finales de aquel año, los norteamericanos llevarían ya más tiempo luchando en aquella guerra que en la Segunda Guerra Mundial y no se vislumbraba ninguna salida. El espectáculo del Vietcong atacando desenfrenadamente durante la ofensiva del Tet había destrozado cualquier esperanza de una victoria inminente de los aliados del Sur. En 1968 Nixon había decidido que la guerra no se ganaría sólo con las armas. Ahora, aquella idea aparecía en los discursos como una petición de "días y quizá años de paciente y prolongada diplomacia".
Para los soldados que estaban en el frente, esto significaba seguir perdiendo tiempo y vidas, en una guerra que no se decidiría en los combates cuerpo a cuerpo sino en el aire, sobre Hanoi, o en los pasillos de los centros de poder.
En la mente de cada uno de los combatientes norteamericanos en Vietnam se estaba poniendo en custión la validez de la guerra. La retirada de las tropas comenzó en junio, los movimientos antibélicos cada vez conseguían más apoyos y la televisión ya no informaba de victorias sino de derramamientos de sangre y operaciones que parecían carecer de sentido.
Cada vez más soldados se preguntaban por qué estaban allí. Poco después el 60% de los combatientes veteranos posteriores a 1967, tropas formadas por personal de leva y no por profesionales como las de 1965, admitieron que estaban en contra de la guerra o, simplemente, que no sabían por qué estaban luchando.
Mientras la solución del conflicto se iba demorando, la jovenlandesal decaía y la supervivencia se convirtió en el objetivo cotidiano. El lema en aquel momento era: "No seas el último soldado muerto en Vietnam". Un año después de la ofensiva del Tet, la rutina de luchar y apiolar, el miedo y el cansancio, y la visión de amigos que volvían a casa en bolsas de plástico seguían igual. Pero las tácticas de "Búsqueda y Destrucción" de Westmoreland dieron paso a las operaciones militares de guerrilla; interminables marchas por la selva, emboscadas y contraemboscadas. El teniente James Webb atravesaba sudando aquella combinación de trampas explosivas, vegetación y paranoia:
"Yo no estaba preparado para aquella situación primitiva; llevaba la mochila; tenía un capote de plástico, el cepillo de dientes, papel de carta, y eso era todo… Nos cambiábamos de sitio cada tres días, hacía meses que no me daba un baño. Comíamos siempre raciones enlatadas y casi todos los de mi unidad cogieron tiña, o la solitaria, o disentería, o malaria, y algunos habíamos tenido todas".
Andar por la jungla, luchando en una guerra sin sentido, produjo muy pronto una actitud renuente en las tropas. Algunos de los más reacios, vieron en la sedición la única salida.
En 1969 eran cada vez más los hombres que se negaban a luchar . Durante el año siguiente, el número de "renuncias voluntarias" aumentó considerablemente e incluso un grupo de élite, la 1ª División de Caballería Aérea, registró 35 renuncias al combate durante los siguientes doce meses; y esto eran sólo los casos que se informaban. Hubo otros en los que con un poco más de ingenio se evitaba al mismo tiempo el combate y el enfrentamiento con los superiores. Tim O'Brien, soldado de infantería y posteriormente novelista, ganador de varios premios utilizaba el ingenio sin ningún cargo de conciencia: " Por la noche, teníamos la obligación de salir a tender emboscadas, así que algunas veces lo hacíamos y otras no". Cuando no lo hacían, los oficiales de O'Brien emitían por radio coordenadas falsas a la artillería, que batía la zona de la jungla donde el inexistente equipo de emboscadas había "visto" comunistas. "Las emboscadas falsas eran muy buenas para levantas el espíritu", concluye O'Brien. En el peor de los casos, la renuncia al combate significaba una sentencia de prisión y una acusación de deshonor; en cambio, el combate podía significar la fin o la incapacidad. Existía otro camino aunque más arriesgado para dejar la lucha: la deserción.
Hasta 1968, el índice de deserción entre las tropas norteamericanas en Vietnam había sido más bajo que el de guerras anteriores; pero a partir de 1969, las deserciones aumentaron de forma increíble. Y no sólo tenían lugar en Vietnam: la mera posibilidad de ser enviado a aquella guerra aumentó las deserciones en todo el mundo. En Saigón, Tokio, Hong Kong, los soldados de permiso desaparecían para refugiarse en Canadá o Suecia. Existía un gran número de publicaciones clandestinas que ayudaban a los que deseaban desertar. Muchas de estas publicaciones reflejaban sentimientos antibélicos en todas sus páginas y mostraban rutas por las que era posible escapar, o bien ofrecían contactos para hacerlo. El estado anárquico y desanimado del Ejército estadounidense se dejaba sentir en todas sus partes. El consejo de Ernest Hemingway aún era válido: si crees que la guerra tiene algún encanto, "pregunta a la infantería, pregunta a los muertos". Un soldado de infantería explica por qué:
"Teníamos la sensación de que ya no éramos aquellos soldados que tenían que marchar y saludar. Eso era una cosa, nosotros no teníamos por qué saludar a nadie. Nos vestíamos de la forma que nos apetecía. Si un día se me ocurría usar la gorra de faena, pues la usaba. Si quería llevar una manga subida y la otra no, pues la llevaba. Si quería me afeitaba y si no, no. Nadie jodía a nadie en la jungla. Los oficiales sabían que si se metían contigo, tú luego podías pegarle un susto durante un combate. Esa era una regla básica en mi unidad de infantería. Cualquiera que diga lo contrario, miente. Si alguien se metía con un compañero, un suboficial o el que fuese, tú tenías derecho a volarle la tapa de los sesos."
Este deterioro de la disciplina provocó la creación de un vocablo militar: fragging. Esta palabra significaba el asesinato de oficiales con granadas de fragmentación, pero muy pronto comenzó a utilizarse para denominar cualquier método de eliminar a un superior.
La forma más sencilla de acabar con un mando que complicaba las cosas a los soldados o pretendía que sus hombres corrieran riesgos innecesarios era pegarle un tiro durante un combate. El explorador de una compañía, Mike Beaman, recuerda: "Nosotras sabíamos que los oficiales eran "fragmentados" y ellos también lo sabían".
Había "fragmentaciones" de dos tipos, la primera tenía tres etapas y daba al oficial condenado una oportunidad para cambiar de actitud. Primero se introduce una granada fumígena en su litera y si eso no era suficiente se le arrojaba una granada de gas lacrimógeno. Un soldado lo relataba con las siguientes palabras: "Si te ponían gas, quería decir que no eras buen chico". Si la advertencia final no daba resultado, la bala mortal podía llegar desde cualquier dirección en el campo de batalla.
Una "fragmentación generosa" se llevaba a cabo sin advertencias. En ella se ofrecía dinero por la fin de un oficial. El periódico clandestino GI Says (Habla el soldado) llegó a ofrecer una recompensa de 10.000 $ por la fin del teniente coronel Weldon Honeycutt, responsable del ataque a La colina de la Hamburguesa. Un ex marine cuenta como él mismo colaboró en la recompensa del odiado sargento de la 3ª División de Infantería de Marina:
"El primer hombre que, con un testigo le volara los sesos con una bala entre ceja y ceja recibiría 1.000 $. Yo personalmente había ofrecido unos 25 $ por su cabeza".
Charles Anderson, otro Marine, relata un incidente que, precisa, "no ocurrió en mi compañía". Un sargento profesional muy agresivo se estaba metiendo con unos compañeros suyos. Era un viejo chusquero que siempre iba perfectamente uniformado. Un día la compañía fue sorprendida en una emboscada comunista. "Cuando encontraron al sargento, tenía más agujeros de bala en la espalda que en el pecho."
Los oficiales comenzaron a mostrarse más reacios a involucrarse en situaciones que pudieran provocar posteriormente "accidentes" a causa de las "fragmentaciones". Pero, en aquellas condiciones en las que el miedo y la furia eran constantes, las confrontaciones entre oficiales y soldados estallaban sin motivo. El capitán James Hickey estaba haciendo cola en un economato. Sin darse cuenta, se refirió al soldado que estaba delante de él como "chico". El soldado era neցro y empezó a acusarle de racista y a amenazarle con "volarlo en mil pedazos". Para calmar la situación, Hickey se marchó, pero el otro le siguió y, una vez fuera, propinó varios golpes al capitán.
Los oficiales eran a menudo lamentablemente inexpertos. Esos hombres jóvenes vestidos de verde podían conducir a sus soldados a una emboscada o a una fin segura al leer mal un mapa. Un suboficial relata:
En ocasiones un oficial incompetente podía salvarse de recibir una bala en la espalda si sus superiores se daban cuenta de la situación y lo trasladaban. El capitán Smith fue uno de los mandos que, después de demostrar su estupidez y causar numerosas bajas inútiles, perdió el respeto de sus hombres. Estuvo a punto de perder la vida: "Los tenientes hacían todo lo posible por evitarle y la tropa lo ponía en ridículo. Se solía decir que era un hombre marcado. Los soldados neցros le odiaban y decían que en cualquier momento alguien arrojaría una granada en su trinchera, todos evitábamos acostarnos cerca del capitán Smith".
Smith fue trasladado poco después, pero muchos otros oficiales recibieron la granada antes de que el alto mando pudiese hacer algo por ellos.
DATOS OFICIALES
Es una realidad de la guerra que los soldados aprovechen muchas veces la oportunidad de un combate para apiolar a suboficiales u oficiales temidos u odiados. Lo raro de Vietnam fue la enorme cantidad de "fragmentaciones" realizadas.
Las cifras de oficiales asesinados cubren un periodo de cuatro años: desde 1969 (cuando el fenómeno comenzó a difundirse de tal forma que ya no podía disimularse con las bajas en el campo de batalla) hasta 1972. Los datos proceden de los debates del congreso sobre el tema. Hubo 239 incidentes en 1969, 383 en 1970, 333 en 1971 y 58 en 1972. Un total de 1.013 "fragmentaciones" en cuatro años, 86 de las cuales provocaron la fin; aproximadamente un 3% de los 3.269 oficiales muertos en Vietnam entre 1961 y 1972. Estas cifras incluyen sólo las muertes por granada y no son más que una aproximación puesto que en ellas no se incluyen los decesos provocados con fusiles, ametralladoras y arma blanca.
Como todas las estadísticas sobre Vietnam, estas cifras son cuestionables: el Auditor General del Cuerpo calculaba que un 10% de los intentos de "fragmentación" dieron como resultado un juicio a quien lo había perpetrado.
Las únicas cifras existentes en lo que se refiere a sediciones, identificadas con el eufemismo de "renuncias al combate", son las estadísticas realizadas por el Ejército en "Insubordinaciones, sediciones y otros actos de negativa voluntaria al cumplimiento de una orden legal". Las reclusiones por estos delitos fueron 82 en 1968, 117 en 1969 y 131 en 1970. Las cifras de 1971 (el año de la sedición en la base PACE) y 1972 nunca se dieron a conocer.
La cifra de "Ausentes sin Permiso Oficial" y deserciones indica un claro incremento a lo largo de la guerra de Vietnam. En 1967 se registraron 78 "ausencias sin permiso oficial" por cada 1.000 soldados y sólo un 21 por 1.000 eran deserciones. Esta cifra se incrementó a 112,3 por mil de tales ausencias y 42,2 por mil de deserciones en 1969. En 1971 la cifra aumentó a 177 por mil y 74 por mil respectivamente. En 1973 los marine registraron un total de 234 "ausencias sin permiso oficial.
Fuente: Cronica de la guerra del Vietnam.
---------- Post added 23-feb-2014 at 14:54 ----------
Este articulo es muy bueno
Vietnam: La Rebelión de los Soldados. Por Joel Geier :: lahaine.org
La Rebelión de los Soldados. Por Joel Geier
International Socialist Review, Issue 09, Fall 1999.
Traducción: Luis César Bou
La guerra oculta
"Nuestro ejército que ahora permanece en Vietnam está en un estado cercano al colapso, con unidades individuales evitando o habiendo rehusado combatir, asesinando a sus oficiales, traficando droja, y desesperanzadas cuando no cercanas al motín... Las condiciones existentes entre las fuerzas americanas en Vietnam sólo han sido sobrepasadas en este siglo por el colapso de los ejércitos zaristas en 1916 y 1917."
Armed Forces Journal, Junio de 1971
El aspecto más descuidado de la Guerra de Vietman es la revuelta de los soldados -el alzamiento masivo desde abajo que revolucionó al ejército americano. Es de una gran actualidad en un momento en que los EE. UU. se consideran una nación invencible. Por esta razón, la rebelión de los soldados ha sido apartada de la historiografía oficial. A pesar de que fue una parte crucial del masivo movimiento antibelicista cuya actividad ayudó al pueblo vietnamita en su lucha para liberar Vietnam --descrito una vez por el presidente Johnson como un "pequeño país ojo ciego-roto de cuarta categoría"-- de la dominación norteamericana. El legado de la revuelta de los soldados y la derrota de EE. UU. en Vietnam --a pesar de las victorias norteamericanas más recientes en Iraq y Serbia-- enluta al Pentágono. Ellos todavía temen la respuesta política que vendría si las fuerzas norteamericanas de tierra tienen bajas importantes en una guerra futura.
La rebelión del ejército fue una lucha de clases que enfrentó a soldados de la clase trabajadora con oficiales los veían como algo reemplazable. El intento de moda hoy de revisar la historia de la Guerra de Vietnam para expurgar sus horrores, y crear un clima que aliente intervenciones militares futuras, no puede reconocer que los soldados americanos se opusieron violentamente a esa guerra, o que el capitalismo americano toleró indiferente la masacre de tropas de la clase trabajadora. Los académicos liberales han colaborado a la distorsión histórica reduciendo el radicalismo de los 60 a preocupaciones y actividades de la clase media, mientras ha ignorado la rebelión de la clase trabajadora. Pero la militancia de los 60 comenzó con la clase obrera de color como la fuerza motriz de la lucha por la liberación de color, y alcanzó su clímax con la unidad de soldados blancos y neցros de clase obrera cuyo levantamiento golpeó al imperialismo norteamericano.
En Vietnam, la rebelión no tomó la misma forma que el movimiento civil antibelicista, que consistió de protestas, marchas, demostraciones y periódicos clandestinos. En Vietnam, la intención de los soldados era más modesta, pero también más subversiva: sobrevivir, "CTC" (cuida tu ojo ciego), proteger "el único cuerpo que tienes" combatiendo el intento de los militares de continuar la guerra. El conflicto por la supervivencia se convirtió en una guerra dentro de la guerra que dividió a las fuerzas armadas. En 1965, los "boinas verdes" eran el mejor ejército que jamás había llevado a la guerra EE.UU.; unos pocos años más tarde eran inútiles como fuerza de combate.
La "política de supervivencia", como fue llamada, se expresó mediante la destrucción de la estrategia de "busca y destruye", mediante motines, fin de oficiales, y confraternización y paz con el Frente de Liberación Nacional (FLN). Fue altamente efectiva en destruir todo lo que establecía la disciplina y la jerarquía militar. Fue el momento más importante de la historia de los ejércitos norteamericanos.
Un ejército de la clase trabajadora
"Los vietnamitas carecen de la habilidad para conducir una guerra por sí mismos o para gobernarse por sí mismos."
Vice Presidente Richard M. Nixon, Abril 16, 1954
Desde 1964 hasta 1973, desde la Resolución del Golfo de Tonkín hasta la retirada final de las tropas norteamericanas de Vietnam, 27 millones de hombres llegaron a la edad de conscripción. Una parte de ellos no fueron conscriptos debido a excepciones educativas, profesionales, médicas o a su enrolamiento en la Guardia Nacional. Sólo fueron conscriptos e hicieron el servicio militar el 40 por ciento. Una pequeña minoría, 2,5 millones (aproximadamente el diez por ciento de los aptos para la conscripción), fueron enviados a Vietnam.
Esta pequeña minoría era casi enteramente compuesta por jóvenes de la clase obrera o de zonas rurales. Su edad promedio era 19 años. Ochenta y cinco por ciento de las tropas eran hombres enrolados; 15 por ciento eran oficiales. Los hombres alistados tenían en un 80 por ciento una educación elemental o menos que eso. En ese momento la educación en el college [equivalente a nuestro polimodal] era universal en la clase media y se estaba introduciendo fuertemente en los sectores mejor pagos de la clase obrera. Sin embargo, en 1965 y 1966, los graduados en los colleges eran solamente el dos por ciento de miles de conscriptos.
En los colegios de élite, las diferencias de clase eran aún más evidentes. La clase alta no combatió en absoluto. De los 1.200 graduados en Harvard en 1970, sólo dos fueron a Vietnam, mientras las escuelas de la clase trabajadora comunmente enviaron entre un 20 y un 30 por ciento o más de sus graduados a Vietnam.
Los estudiantes de los colegios que no eran hechos oficiales usualmente eran asignados a unidades no-combatientes de apoyo o servicio. Los provenientes de escuelas elementales estaban tres veces más en riesgo de ser enviados a unidades de combate que eran las que luchaban y tenían víctimas. Los soldados de infantería de combate, llamados "los gruñones", eran totalmente de la clase obrera. Ellos incluían un número desproporcionado de tropas de la clase obrera de color. Los neցros, que formaban el 12 por ciento de las tropas, eran frecuentemente el 25 por ciento o más de las unidades de combate. [La tasa de muertos neցros en Vietnam en 1965 era el doble que la de su participación en el ejército, pero fue reducida a proporciones normales en tres años debido a la lucha de los soldados neցros contra el racismo. La lucha por la liberación de color dentro del ejército en estos años merece por sí misma otro artículo]
Cuando expiraban las postergaciones autorizadas para estudiantes de colegios, el medio favorito para evitar servir en Vietnam era unirse a la Guardia Nacional. Durante la guerra, el 80% de los miembros de la Guardia se reconocían como habiéndose unido para evitar la conscripción. Uno necesita conexiones para lograr esto --lo que no fue problema para Dan Quayle, George W. Bush y otros evasores de la conscripción pertenecientes a la clase dominante. En 1968, la Guardia tenía una lista de espera de más de 100.000. Tenía el triple del porcentaje de graduados de colegios que el ejército. Los neցros eran menos del 1,5 por ciento de la Guardia Nacional. En Mississippi, donde los neցros eran el 42% de la población, sólo un neցro servía en la Guardia, que allí tenía 10.000 efectivos.
En 1965, las tropas provenían de una clase obrera que se había movido hacia posturas conservadoras durante la Guerra Fría, debido a la larga prosperidad de posguerra y a la represión macartista. Sin embargo, en los cinco años anteriores a la guerra, el movimiento por los derechos civiles había modificado la visión política de los neցros. Las tropas tenían más conciencia sindical y de clase que la que existe hoy en día. El Movimiento por un Ejército Democrático organizado por antiguos miembros del partido Panteras Negras tenía como primer punto de su programa, "Demandamos el derecho de gestión colectiva", y "Demandamos salarios iguales al salario mínimo federal". Cuando el Departamento de Defensa intentó romper una huelga de trabajadores rurales aumentando las compras de lechuga en el momento de la cosecha, los soldados boicotearon los comedores, hicieron piquetes y empapelaron las bases con stikers proclamando "Los vividores comen lechuga". ["Vividores" era como llamaban los soldados a los oficiales] Cuando el ejército usó tropas para romper la huelga postal de 1970, Vietnam GI tituló "Al diablo con romper huelgas, rompamos el gobierno". [De los cientos de periódicos clandestinos, sólo un puñado aparecían regularmente y tenían lectores más allá de una base o división del ejército en particular. De estos, los más importantes eran Camp News, The Bond y Vietnam GI. Este último era el que tenía más lectores en Vietnam debido a su habilidad para introducir un claro mensaje políticamente radical en un lenguaje conectado con la experiencia de los "gruñones". Era llevado adelante por veteranos de Vietnam y por antiguos miembros de la izquierda de la Liga Popular de Juventudes Socialistas, quienes estaban lejanamente asociados, aunque eran organizativamente independientes, con la corriente que se convirtió en los Socialistas Internacionales Americanos.]
Poco después de que comenzara la guerra, el radicalismo comenzó a alcanzar consideración entre los jóvenes trabajadores. Así como la lucha por la liberación de color avanzaba entre 1965 y 1968, 200 ciudades tuvieron levantamientos en sus ghettos --diseminando conciencia revolucionaria entre los jóvenes neցros de clase obrera. En las fábricas, esos mismos años vieron un fuerte avance en la militancia obrera, con el doble de días perdidos por huelgas y protestas. Las ideas de izquierda del movimiento estudiantil estaban alcanzando a los jóvenes obreros a través del movimiento anti-guerra. En 1967 y 1968, muchas de las tropas habían sido radicalizadas antes de su entrada en el ejército. Otros se radicalizaron antes de ser embarcados hacia Vietnam por el movimiento GI anti-guerra en las bases militares. Los soldados radicalizados pronto se levantaron contra la cruel realidad de que los oficiales veían a las tropas de la clase obrera como algo consumible.
El cuerpo de oficiales de clase media
"Dejen a los militares llevar adelante el show."
Senador Barry Goldwater
El cuerpo de oficiales era reclutado entre el 7% de las tropas que tenía títulos de colegios, o del 13% que tenía de uno a tres años de colegio. El colegio era para el oficial lo que la escuela elemental para el soldado. El cuerpo de oficiales era de clase media en su composición y gerencial en su punto de vista. Las familias militares de la clase dominante estaban fuertemente representadas en sus rangos más altos.
En la Segunda Guerra Mundial, los oficiales eran el 7% de las fuerzas armandas, un monto normal en la mayoría de los ejércitos. El cuerpo de oficiales utilizó la economía bélica permanente de posguerra, con sus presupuestos sustanciosos, como vehículo para su expansión. Para el momento de la guerra de Vietnam, el cuerpo de oficiales era el 15% de las fuerzas armadas, lo que significaba un oficial cada seis soldados.
Luego del fin de la guerra de Corea en 1953, no hubo oportunidad para comandos de combate. Como dice la vieja canción del ejército: "No hay promoción / de este lado del océano". En 1960, llevaba unos penosos 33 años ascender de teniente segundo a coronel. Muchos de los "vividores", oficiales profesionales y oficiales no-comisionados, dieron la bienvenida a la guerra de Vietnam como la oportunidad de revigorizar sus carreras. No fueron desilusionados. Para 1970, la agonizante espera para ascender de teniente segundo a coronel había sido reducida a 13 años. Más del 99% de los tenientes segundos se convirtieron en tenientes primeros, 95% de los tenientes primeros fueron promovidos a capitanes, 93% de los capitanes calificados se convirtieron en mayores, 77% de los mayores calificados se convirtieron en tenientes coroneles y la mitad de los tenientes coroneles se convirtieron en coroneles.
El camino más seguro para un ascenso militar es un comando de combate. Pero había demasiados oficiales en actividad de alto rango, lo que provocó una intensa competencia por los comandos de combate. Había 2.500 tenientes coroneles compitiendo por el comando de solamente entre 100 y 130 batallones; 6.000 coroneles, 2.000 de los cuales estaban en seria competencia por 75 comandos de brigada; y 200 mayores generales compitiendo por los 13 comandos de división en el ejército.
El general Westmoreland, comandante de las fuerzas armadas en Vietnam, acomodó a los oficiales por medio de la creación de unidades de apoyo excesivas y rotando rápidamente los comandos de combate. En Vietnam, las unidades de apoyo y servicio crecieron hasta un increíble 86% de la fuerza militar. Sólo el 14% de las tropas fueron realmente asignadas a combate. Servicios de apoyo extravagantes eran la base para la burocracia militar. Las fuerzas armadas crearon "numerosos comandos logísticos, para ser encabezados cada uno de ellos por un general o dos, quienes tendrían staffs de alto rango para asistirlos". Así fue posible para 64 generales del ejército servir simultáneamente en Vietnam, con el necesario acompañamiento de coroneles, mayores, etc.
Estos oficiales de apoyo superfluos vivían muy lejos del peligro, habitando bases en la retaguardia en condiciones muy confortables. Unas pocas millas más lejos, los soldados de combate estaban experimentando un infierno de pesadilla. El contraste era demasiado grande para permitir que la confianza --en los oficiales y en la guerra-- sobreviviera intacta.
La solución de Westmoreland a la competencia por los comandos de combate echó gasolina sobre el fuego. Él ordenó un servicio de un año de trabajo para los hombres alistados en Vietnam, pero sólo seis meses para los oficiales. Las tropas de combate odiaban la discriminación de clase que los exponía al doble de riesgo que a sus comandantes.
Los soldados se volvieron desdeñosos con respecto a los oficiales, a los que veían como novatos y peligrosamente inexpertos en combate.
Incluso una mayoría de los oficiales consideraba a la desigualdad en el servicio de Westmoreland como anti-ética. A pesar de que estaban forzados a utilizar los servicios cortos para su propia promoción. Ellos fueron puestos en situaciones en las cuales sus carreras enteras dependían de lo que pudieran realizar en un breve período, aún si esto significaba tomar atajos y riesgos a costa de la seguridad de sus hombres --una tentación que muchos no pudieron resistir.
El breve límite de seis meses en comando era frecuentemente acortado debido a promoción, relevo, heridas u otras razones. El resultado fueron comandos "de puerta giratoria". Como recordó un hombre enrolado: "Durante mi año en el país tuve cinco segundos tenientes como líderes de pelotón y cuatro comandantes de compañía. Un CO era muy bueno... Todo el resto eran estúpidos."
Agravando esto estaba la contradicción que garantizó la oposición entre oficiales y hombres en combate. Los ascensos de los oficiales dependían de cuotas de muertos enemigos en misiones de "busca y destruye". Los comandantes de batallón que no proveían inmediatos y altos "recuentos de cuerpos" estaban amenazados con el reemplazo. Esta amenaza no era vana --los comandantes de batallón tenían entre un 30 y un 50% de posibilidades de ser relevados del comando. Pero las misiones de "busca y destruye" producían enormes bajas entre los soldados de infantería. Los oficiales corruptos por las ambiciones de carrera ignorarían cínicamente esto e iniciarían un pedido de abastecimiento de soldados de reemplazo de nunca acabar.
La corrupción de los oficiales era común. Un oficial del Pentágono escribe: "el grado de corrupción aumentó hasta niveles sin precedentes durante el comando de William C. Westmoreland del esfuerzo americano en Vietnam." La CIA protegía los campos de amapola de los oficiales vietnamitas y tras*portaba su heroína fuera del país en aviones de Air América. Los oficiales se enteraron y siguieron el ejemplo. El mayor que piloteaba el jet privado del embajador de EE.UU. fue atrapado contrabandeando en el avión $8 millones en heroína.
Los almacenes del ejército importaban perfumes franceses y otros bienes suntuarios para los oficiales para vender en el mercado neցro para ganancia personal. Pero el mercado neցro se extendía mucho más allá de bienes suntuarios; "El Vietcong recibía un gran porcentaje de sus abastecimientos de los EE.UU. vía las rutas subterráneas del mercado neցro; kerosene, chapas de metal, aceite, motores a gasolina, minas antipersonales, granadas de mano, rifles, bolsas de cemento, eran vendidas públicamente en mercados neցros de extramuros."
Las tropas estuvieron rápidamente desilusionadas con una guerra en la que el material militar de fabricación americana estaba siendo usado contra ellas. Y luego vinieron los escándalos sin fin: escándalos de NCO-club, escándalos de sargentos-mayores, escándalos de acaparamiento de fusiles M16. En las entrevistas, cuando los veteranos de Vietnam eran preguntados sobre qué sacan de su experiencia, una respuesta repetida era la corrupción.
La ética de los oficiales imitaba aquella de la élite de negocios a la que servía. Eran corruptos por el comando de seis meses de servicio mientras sus hombres servían un año, por el avance en la carrera a expensas del bienestar de la tropa, por las ganancias del mercado neցro, y por vivir en el lujo en medio de la masacre de tropas de combate. La corrupción de los oficiales, combinada con el plan de combate que evitaba bajas de oficiales mientras garantizaba la matanza de sus hombres, produjo resultados explosivos.
Una estrategia de clase dominante
"Sabemos que no podemos ganar una guerra terrestre en Asia"
Vice Presidente Spiro T. Agnew en Face the Nation (CBS-TV), Mayo 3, 1970
La posición política y militar de EE.UU. no tenía esperanzas desde el momento que entró en la guerra. Los EE.UU. estaban luchando para proteger al capitalismo y al imperio. Los vietnamitas estaban luchando por reunificar su país y librarse del control extranjero. El gobierno de Vietnam del Sur controlado por los americanos era políticamente representativo de la clase terrateniente, que tomaba entre el 40 y el 60% de la cosecha campesina como renta. En los territorios controlados por el Frente de Liberación Nacional (FLN) las rentas eran reducidas al 10%, creando un apoyo campesino enorme para la insurgencia comunista.
A medida que el FLN expandía sus áreas de control, se volvió crecientemente dificultoso para los terratenientes recaudar sus rentas. Éstos entonces llegaron a un significativo acuerdo con el gobierno: el ejército recaudaría las rentas de los campesinos a cambio de un 30%, que sería dividido en tres partes entre el gobierno, los oficiales y la tropa. La recolección de la renta se convirtió en más importante para el ejército que el combatir. El corrupto gobierno sudvietnamita y su ejército eran poco más que recolectores de impuestos para los terratenientes. El enorme poder económico y militar del imperialismo norteamericano no era más fuerte que las relaciones sociales de sus más corruptos y reaccionarios clientes coloniales.
La guerra era llevada adelante por tropas del FLN y auxiliares campesinos que trabajaban la tierra durante el día y luchaban como soldados por la noche. Ellos podían atacar a las tropas y bases sudvietnamitas y americanas o instalar minas por la noche, y luego desaparecer en el campo durante el día. En esta forma de guerra de guerrillas, no había blancos fijos, ni campos de batalla, y no había territorio para tomar. Con esto en mente, el Pentágono diseñó una estrategia contrainsurgente llamada "busca y destruye". Sin campos de batalla fijos, el éxito del combate estaba determinado por el número de tropas del FLN muertas --el "recuento de cuerpos". Una variante algo más sofisticada era la "tasa de fin" --el número de tropas enemigas muertas comparado con el número de muertos americanos. Esta estrategia de "guerra de desgaste" era el plan militar básico para Vietnam de la clase dominante americana.
Por cada enemigo muerto, por cada cuerpo contabilizado, los soldados obtenían un pase por tres días y los oficiales recibían medallas y promociones. Esto redujo la guerra de un luchar por "los corazones y mentes de los vietnamitas" a un propósito no mayor que el de apiolar. Cada vietnamita muerto era puesto en el "recuento de cuerpos" como un soldado enemigo muerto, o como decían los "boinas verdes": "si está muerto, es Charlie". [Charlie era el nombre que se la amaba al vietcong en la jerga de los boinas verdes] Esto era un resultado inevitable de una guerra contra todo un pueblo. Todos en Vietnam se convirtieron en el enemigo --y esto alentó una matanza indiscriminada. Los oficiales ordenaban a sus hombres "matarlos incluso si tratan de rendirse --necesitamos el recuento de cuerpos". Era una invitación a apiolar indiscriminadamente para engrosar la cuenta.
Algunos de los reclutas siguieron a sus oficiales en la barbarie. El incidente más infame fue la matanza genocida de la aldea de My Lai, donde los oficiales demandaron que sus hombres mataran a todos los habitantes --más de 400 entre mujeres, niños y viejos. Sólo un oficial subalterno, el teniente Calley, recibió una sentencia por este crimen de guerra de tipo nancy. El presidente Nixon lo indultó rápidamente. En ese momento, el 32% del pueblo americano pensaba que los altos funcionarios del gobierno y el ejército debían ser juzgados por crímenes de guerra.
En lugar de seguir a sus oficiales, muchos más soldados tuvieron el coraje de rebelarse contra la barbarie.
El 99% de las unidades de combate eran unidades de "busca y destruye". Su misión era ir dentro de la jungla, atacar bases y áreas de aprovisionamiento, expulsar de allí a las tropas del FLN y entrar en batalla con ellas. En el combate con el FLN, los helicópteros se utilizaban para cubrir la retirada y liberar un masivo poder de fuego --balas, bombas, misiles. El FLN podía intentar evadir esto, y la batalla ocurría únicamente si las misiones de "busca y destruye" eran emboscadas. Las tropas de tierra se convirtieron en la carnada viva para la emboscada y el bombardeo. Los soldados se referían al "busca y destruye" como: "colgar el cebo para atraer a los peces."
Sin helicópteros, no habrían sido posibles los operativos de "busca y destruye" -y los helicópteros eran el territorio de los oficiales. "A bordo de la nave de comando y control iban el comandante del batallón, su comandante de apoyo aéreo, el oficial de enlace con la artillería, y el sargento mayor del batallón. Ellos volaban en círculo... lo suficientemente alto como para escapar del fuego circunstancial de armas pequeñas. Los oficiales dirigían su poder de fuego sobre el FLN, pero mientras arrojaban indiscriminadamente bombas y napalm, no podían evitar "daños colaterales" --herir a sus propias tropas. Un cuarto de los muertos americanos en Vietnam fueron alcanzados por "fuego amigo" de los helicópteros. Los oficiales estaban fuera de peligro, el "ojo en el cielo", en tanto que las tropas tenían sus "culos en la hierba", y estaban a merced tanto del fuego del FLN como de los helicópteros.
Cuando terminaba la batalla, los oficiales y sus helicópteros podían volar hacia las bases a cubierto de peligro mientras sus tropas permanecían en el campo. Las relaciones de clase de cualquier ejército copian aquellas de la sociedad a la que sirve, pero en forma más extrema. Los operativos de "busca y destruye" llevaron a las relaciones de clase del capitalismo americano a su terreno más crucial.
De los 543.000 soldados americanos en Vietnam en 1968, sólo el 14% (o sea 80.000) eran tropas de combate. Estos 80.000 hombres llevaron el peso de la guerra. Eran el eslabón débil, y su desafección arruinó la capacidad para la lucha de la mayor potencia militar mundial. En 1968, fueron muertos 14.592 hombres --18% de las tropas de combate. Unos 35.000 adicionales tuvieron serias heridas que requirieron hospitalización. Aunque no todos los muertos y heridos pertenecían a unidades de combate, sí lo eran la abrumadora mayoría. La mayor parte de las tropas de combate fueron heridas seriamente o muertas en 1968. El número de víctimas americanas en Vietnam no fue extremo, pero en tanto estuvo concentrado entre las tropas de combate, fue una virtual masacre. No rebelarse implicaba suicidio.
Los oficiales, altos en el cielo, tuvieron pocos muertos o heridos. Las muertes de oficiales ocurrieron mayormente en los rangos más bajos entre tenientes o capitanes que conducían pelotones o compañías de combate. Los oficiales de alto rango no fueron dañados. Durante una década de guerra, sólo un general y ocho coroneles murieron por el fuego enemigo. Como concluyó un estudio realizado por los propios militares: "En Vietnam... el cuerpo de oficiales sencillamente no murió en número suficiente o en presencia de sus hombres con mucha frecuencia."
La masacre de "gruñones" ocurrió porque los oficiales nunca la encontraron inaceptable. No hubo protestas por parte de la élite política o militar, los medios o sus patrones de la clase dominante sobre este aspecto de la guerra, ni está comentado en casi ninguna historia de la guerra. Es ignorado o aceptado como una parte normal en un mundo desigual, porque las clases alta y media no estaban en combate en Vietnam y no sufrieron daño de su carnicería. Nunca la habrían tolerado si su propia clase hubiera hecho el combate. Su premeditada fin de tropas de combate introdujo la guerra de clases en las fuerzas armadas. La rebelión se centró en terminar con los operativos "busca y destruye" mediante todos los medios que mediante el entrenamiento el ejército había provisto a estos jóvenes obreros.
Tet - comienza la revuelta
"Hemos sabido por algún tiempo que esta ofensiva era planeada por el enemigo... La habilidad para hacer lo que han hecho ha sido anticipada, preparada, y alcanzada... Los propósitos establecidos de levantamiento general han fracasado... No creo que alcancen una victoria psicológica."
Presidente Lyndon B. Johnson, Febrero 2, 1968
La ofensiva Tet fue el punto culminante de la guerra de Vietnam y el comienzo de la rebelión abierta y activa de los soldados. A fines de febrero de 1968, durante el Tet, el año nuevo vietnamita, el FLN envió 100.000 hombres sobre Saigón y 36 capitales provinciales para comenzar una lucha por las ciudades. La ofensiva Tet no fue militarmente exitosa, debido al salvajismo del contraataque norteamericano. Solamente en Saigón, las bombas americanas mataron 14.000 civiles. La ciudad de Ben Tre se volvió emblemática del esfuerzo norteamericano cuando el mayor que la retomó anunció que: "para salvar la ciudad, tuvimos que destruirla."
Westmoreland y sus generales proclamaron que habían sido los vencedores del Tet porque habían infringido muchas bajas al FLN. Pero para el mundo, estaba claro que el imperialismo norteamericano había perdido políticamente la guerra en Vietnam. El Tet mostró que el FLN tenia el apoyo abrumador de la población vietnamita --millones sabían de y colaboraban con la entrada del FLN en las ciudades y ninguno advirtió a los americanos. El ejército sudvietnamita había entregado ciudades enteras sin disparar un solo tiro. En algunos casos, las tropas sudviednamitas habían dado la bienvenida al FLN y entregado grandes suministros de armas. La racionalización oficial para la guerra, que las tropas norteamericanas estaban allí para ayudar a los vietnamitas a rechazar la agresión comunista desde el norte, no fue creída por nadie más. El gobierno sudvietnamita y sus militares eran claramente odiados por el pueblo.
El alegato constante de Westmoreland de que había "luz al final del túnel", que la victoria era inminente, demostró ser una mentira. El "busca y destruye" era un desvarío. El FLN no tenía que ser sacado de la jungla --operaba por todas partes. Ningún lugar en Vietnam era seguro para los soldados americanos cuando el FLN así lo decidía.
¿Cuál, entonces, era la razón de la guerra?¿Por qué las tropas americanas luchaban para defender a un régimen que su propio pueblo detestaba? Los soldados se pusieron furiosos contra un gobierno y un cuerpo de oficiales que ponía en riesgo sus vidas por unas mentiras. A través del mundo, el Tet y la confianza en que el imperialismo americano era débil y sería derrotado produjo masivos levantamientos radicales que hicieron a 1968 famoso como el año de la esperanza revolucionaria. En el ejército norteamericano, se convirtió en el comienzo de la confrontación con los oficiales.
En tres años, más de un cuarto de las fuerzas armadas estaba ausente sin permiso, había desertado o estaba en prisiones militares. Incontables otros habían recibido "ejecuciones Ho Chi Minh" por ser elementos problemáticos. Pero las fuerzas más peligrosas estaban todavía activas en unidades de combate, cuya furia por haber sido utilizados en inútiles misiones "busca y destruye" hizo erupción en la rebelión más grande que el ejército norteamericano ha enfrentado.
Motín
"Si un oficial intenta imponer castigo disciplinario sobre un soldado y no existe el poder para lograr que esto sea ejecutado. En eso tienen ustedes uno de los requisitos de una genuina revolución popular. Con la pérdida de su poder disciplinario, la liquidación política del cuerpo de oficiales quedaba al desnudo."
Leon Trotsky, Historia de la Revolución Rusa
El rechazo a una orden de avanzar en combate es un acto de motín. En tiempo de guerra, es el crimen más grave del código militar, que puede implicar la pena de fin. En Vietnam, el motín fue incontrolable, el poder de castigar estaba consumido y la disciplina colapsó en tanto los operativos "busca y destruye" eran revocados desde abajo.
Hasta 1967, la desobediencia abierta a las ordenes era rara y reprimida duramente, con sentencias de dos a diez años por infracciones menores. La hostilidad a las misiones de "busca y destruye" tomó la forma de evasión encubierta al combate, llamada "bolsa de arena" por los "gruñones". Un pelotón enviado a "atraer los peces" podía buscar un lugar seguro desde donde fabricar reportes de actividad imaginaria.
Pero luego del Tet, hubo un movimiento masivo desde la evasión del combate hacia el motín. Un oficial del pentágono dijo que: "el motín se convirtió en algo tan común que el ejército fue forzado a ocultar su frecuencia hablando en su lugar de 'negativa al combate'". La negativa al combate, observó un comentarista, "recuerda una huelga y ocurre cuando los soldados afinan, desobedecen o negocian una orden de combate."
Los actos de motín tuvieron lugar en una escala sólo encontrada previamente en revoluciones. Los primeros motines en 1968 fueron rechazos de a nivel de unidad o de pelotón de una orden de combate. El ejército registró 68 de tales motines ese año. En 1970, solamente en la Primera División de Caballería, hubo 35 actos de rechazo al combate. Un estudio militar concluye que el rechazo al combate era "distinto a los motines del pasado, que eran usualmente eventos esporádicos, de corta vida. El progresivo disgusto de los soldados americanos a luchar hasta el punto de la abierta desobediencia tuvieron lugar durante un período de cuatro años entre 1968 y 1971.
Los rechazos al combate de unidades individuales en 1968 se expandieron al año siguiente hasta abarcar compañías enteras. El primer motín masivo registrado ocurrió en la 196° Brigada Ligera en agosto de 1969. La compañía A del 3er batallón, con menos de 60 hombres de sus 150 originales, había sido empujada a través del valle de Songchang bajo un duro fuego durante cinco días cuando rehusó una orden de avanzar hacia una peligrosa ladera de montaña. La noticia del motín se difundió rápidamente. El New York Daily News publicó un encabezado que decía: "Señor, mis hombres rehusan avanzar". El diario clandestino militar, The Bond correctamente señaló: "fue una huelga organizada... Unos altos mandos imprudentes estaban al comando de la compañía y fueron rápidamente relevados... pero ellos no culparon a los muchachos de nada. Los altos mandos se rindieron ante la fuerza de los hombres organizados."
Este precedente --no llevar ante una corte marcial a quienes rehusan obedecer una orden de combate, y los oficiales relevados de su comando-- fue el modelo para el resto de la guerra. La insubordinación masiva no era castigada por un cuerpo de oficiales que vivía en el miedo hacia sus propios hombres. Incluso la amenaza de castigo fracasaba frecuentemente. En un incidente famoso, la compañía B del 1er Batallón del 12 de Infantería rechazó una orden de penetrar en territorio controlado por el FLN. Cuando fueron amenazados con cortes marciales, otros pelotones corrieron en su apoyo y rechazaron las órdenes de avanzar hasta que todo el ejército retrocedió.
Así como desapareció el miedo al castigo, los motines crecieron rápidamente. Hubo al menos diez grandes motines registrados, y cientos de otros más pequeños. El periódico de Hanoi Vietnam Courier documentó 15 importantes rebeliones en 1969. En Cu Chi, tropas del 2o Batallón del 27 de Infantería rechazaron órdenes de batalla. El programa CBS Evening News emitió en vivo a una patrulla del 7 de Caballería diciendo a su capitán que su orden para un avance directo contra el FLN no tenía sentido, que habría terribles bajas, y que ellos no obedecerían. Otro programa de la CBS televisó el motín de una compañía de fusileros de la Primera División de Caballería Aerotransportada.
Cuando fue invadida Camboya en 1970, los soldados de la base de fuego Washington condujeron una sentada. Ellos dijeron luego: "No teníamos ningún negocio allí... sólo nos sentamos. Entonces ellos nos prometieron que no tendríamos que ir a Camboya". En una semana, hubo dos motines adicionales, cuando los hombres del 4° y del 8° de Infantería rehusaron abordar los helicópteros hacia Camboya.
En la oleada turística de Laos, en marzo de 1971, dos pelotones rehusaron avanzar. Para evitar que se difundiera el motín, el escuadrón entero fue apartado de la operación en Laos. El capitán fue relevado del comando, pero no hubo medidas disciplinarias contra los hombres. Cuando un teniente del 501 de Infantería rechazó una orden de su comandante de batallón de hacer avanzar a sus tropas, meramente recibió una sentencia en suspenso.
La decisión de no castigar a los hombres desafiando el artículo más sacrosanto del código militar, la desobediencia a una orden de combate, indicaba cuánto el deterioro de la disciplina había erosionado el poder de los oficiales. El único castigo para la mayoría de los motines era el relevo del oficial en comando. Consecuentemente, muchos comandantes no reportaban que habían perdido el control de sus hombres. Ellos barrían bajo la alfombra las noticias de motín, que arruinarían sus carreras. Así convertidos en cómplices silenciosos, los oficiales perdieron toda la autoridad jovenlandesal remanente para imponer disciplina.
Por cada desafío en combate, hubo cientos de actos menores de insubordinación en las bases de la retaguardia. Como reportó un oficial de infantería: "No puedes dar órdenes y esperar de ellos que las obedezcan". Este levantamiento democrático desde abajo fue tan extenso que la disciplina fue reemplazada por una nueva técnica de comando llamada "trabajar la cosa". Trabajar la cosa era una forma de negociación colectiva en la cual las tras*acciones eran entre oficiales y soldados para determinar las órdenes. El "trabajar la cosa" destruyó la autoridad del cuerpo de oficiales y desbastó la capacidad del ejército para llevar adelante misiones de "busca y destruye". Pero el ejército no tenía una estrategia alternativa para una guerra de guerrillas contra un movimiento de liberación nacional.
El impacto político del motín fue sentido muy lejos de Vietnam. Como reflejó H.R. Haldeman, jefe de equipo de Nixon: "Si las tropas se amotinan, no se puede seguir una política agresiva." La rebelión de los soldados restringió el alcance global del imperialismo norteamericano.
Fragmentación
"La condición jovenlandesal del ejército no tenía esperanza. Se puede describirla diciendo que el ejército como tal no existía más. Derrotas, retrocesos, y la descomposición del grupo dominante afectaron duramente a las tropas."
Leon Trotsky, Historia de la Revolución Rusa
El asesinato de oficiales americanos por sus tropas era un objetivo abiertamente proclamado en Vietnam. Como demandaba un periódico clandestino: "No desertes. Ve a Vietnam, y mata a tu oficial en comando." Y así lo hicieron. Un nuevo término surgió en la jerga de los soldados para celebrar la ejecución de oficiales: fragmentación. La palabra viene de granada de fragmentación, que era el arma predilecta para el caso porque la evidencia era destruida en el acto.
En toda guerra, las tropas dan el pasaporte oficiales cuya incompetencia o irresponsabilidad amenaza las vidas de los hombres. Pero sólo en Vietnam esto fue omnipresente en situaciones de combate y común en las bases de la retaguardia. Fue el aspecto mejor conocido de la lucha de clases dentro del ejército, dirigido no solamente hacia oficiales intolerables, sino a los "vividores" como una clase. En la rebelión de los soldados, se convirtió en una práctica aceptada pintar consignas políticas en los cascos. Un slogan popular en los cascos decía así: "Por Cristo mata a un no-com"[no-comandante]. La fragmentación era el pago que daban las tropas de tierra por ser usadas como cebo viviente.
Nadie sabe cuantos oficiales fueron "fragmentados", pero luego del Tet se convirtió en una epidemia. Al menos fueron hechos entre 800 y 1000 atentados usando explosivos. El ejército reportó 126 "fragmentaciones" en 1969, 271 en 1970 y 333 en 1971, cuando dejaron de contarlas. Pero en ese año, solamente en la División Americana (famosa por el caso My Lai), tuvo lugar una "fragmentación" por semana. Algunas estimaciones militares dicen que las "fragmentaciones" ocurrían a cinco veces más que la tasa oficial, en tanto que los oficiales del Cuerpo General de Abogados creían que sólo eran reportadas el 10% de las "fragmentaciones". Estas cifras no incluyen a los oficiales que fueron fusilados por la espalda por sus hombres y computados como heridos o muertos en acción.
La mayoría de las "fragmentaciones" resultaban en heridas, aunque "las noticias de las muertes de oficiales traerían ovaciones en los comedores o cines para las tropas de ciertas unidades". El ejército admitió que no podía dar cuenta de por qué murieron 1.400 oficiales. Este número, más que la lista oficial de muertes por "fragmentación", ha sido aceptado como el reconocido por el ejército como de oficiales muertos por sus hombres. Esto sugiere que entre el 20 y el 25% --si no más-- de todos los oficiales muertos durante la guerra fueron muertos por reclutas, no por el "enemigo". Este número no tiene precedentes en la historia de las guerras.
Los soldados ponían recompensas sobre los oficiales señalados para la "fragmentación". El dinero, usualmente entre $100 y $1000, era recolectado por suscripción entre los reclutas. Era la recompensa para el soldado que ejecutara la decisión colectiva. La recompensa más alta por un oficial fue de $10.000, ofrecida públicamente por GI Says, un boletín mimeografiado publicado en la 101 División Aerotransportada, para el coronel W. Honeycutt, quien había ordenado el ataque de mayo de 1969 sobre la colina 937. La colina no tenía significación estratégica y fue abandonada inmediatamente cuando concluyó la batalla. En el folklore militar era llamada "La Colina Hamburguesa", debido a los 56 muertos y 420 heridos que hubo allí. A pesar de varios intentos de "fragmentación, Honeycutt escapó ileso.
Como argumentó el periódico Vietnam GI luego de la Colina Hamburguesa, "Los oficiales están llamando a esto una tremenda victoria. Nosotros le llamamos una maldita carnicería... Si quieres morir para que algún "vividor" pueda alcanzar una promoción, sigue adelante. Pero si piensas que tu vida vale algo, mejor unirse todos. Si no te cuidas de los "vividores", ellos te cuidarán malditamente bien."
Ocasionalmente las "fragmentaciones" eran canceladas. Un teniente rehusó obedecer una orden de tomar una colina durante una operación en el delta del río Mekong. "Su sargento primero luego le dijo que cuando los hombres se enteraron que había rechazado esa orden, retiraron la recompensa de $350 que antes habían puesto sobre su cabeza porque lo consideraban un déspota."
El motivo para la mayoría de las "fragmentaciones" no era la venganza, sino cambiar la conducta de combate. Por esta razón, los oficiales eran primeramente advertidos antes de las "fragmentaciones". Primero, se dejaría una granada de humo cerca de sus camas. Aquellos que no respondían encontrarían una granada de gas lacrimógeno o una espoleta de granada en sus camas como un gentil recordatorio. Finalmente, la granada letal era detonada en la cama de los oficiales inflexibles cuando dormían. Los oficiales comprendían las advertencias y usualmente cedían, volviéndose cautivos de las demandas de sus hombres. Eran los medios más prácticos de romper la disciplina del ejército. Las unidades cuyos oficiales respondían optaban por quedar fuera de las misiones de "busca y destruye".
Un juez del ejército que presidió juicios sobre "fragmentaciones" llamaba a éstas: "el modo en que las tropas controlan a los oficiales", y agregaba que era "terriblemente efectivo". Él explicaba: "El capitán Steinberg argumenta que una vez que un oficial es intimidado auque sea por la amenaza de fragmentación es inútil para el ejército porque no puede llevar adelante las órdenes esenciales para el funcionamiento del ejército. A través de la intimidación mediante amenazas --verbales y escritas... virtualmente todos los oficiales tienen que tomar en cuenta la posibilidad de fragmentación antes de dar una orden a los hombres bajo su mando." El miedo a la "fragmentación" afectó a los oficiales que estaban mucho más allá de los que fueron realmente implicados en ese tipo de incidentes.
Los oficiales que sobrevivían a los atentados no podían decir cuál de sus hombres había tratado de matarlos, o cuándo los hombres lo harían nuevamente. Vivían en un miedo constante de futuros atentados por "fragmentación" por parte de soldados desconocidos. El Vietnam era un dicho corriente que "el enemigo es cualquiera": para los "vividores", cualquier recluta era el enemigo. "En partes de Vietnam [la fragmentación] mete más miedo entre los oficiales que la guerra con Charlie".
La "contra-fragmentación" en venganza por parte de oficiales contribuyó a hacer una guerra dentro de la guerra. Mientras el 80% de las "fragmentaciones" eran de oficiales, el 20% eran de reclutas, cuando los oficiales trataban de apiolar a elementos potencialmente problemáticos o aquellos de los que sospechaban que planeaban hacerlos volar. En esta guerra civil dentro del ejército, la policía militar era utilizada para reinstalar el orden. En octubre de 1971, la policía militar aeronáutica tomó por asalto una base para proteger a un oficial que había sido el blanco de repetidos atentados por "fragmentación". La base fue ocupada por una semana antes que el mando fuera restaurado.
La "fragmentación" minó la capacidad de los "boinas verdes" para funcionar como fuerza de combate. Para 1970, "muchos comandantes no confiaban más armas a los neցros o a los radicales blancos excepto para tareas de guardia o combate". En la División Americana no se dieron más granadas de fragmentación a las tropas. En el Batallón 440, el coronel rehusó distribuir todas las armas. Como dijo un soldado en Cu Chi al New York Times, "Las guarniciones americanas en las bases grandes están virtualmente desarmadas. Los "vividores" han tomado nuestras armas y las han puesto bajo llave." El ejército norteamericano estaba desarmando lentamente a sus propios hombres para evitar que las armas fueran usadas contra el principal enemigo: los "vividores". Es difícil pensar en otro ejército tan temeroso de sus propios soldados.
Paz desde abajo - busca y evita
"El ejército estaba incurablemente enfermo... tanto como para que no existiera la preocupación por hacer la guerra. Nadie creía en el éxito de la guerra, ni los soldados ni los oficiales. Nadie quería luchar más ni el ejército ni el pueblo."
Leon Trotsky, Historia de la Revolución Rusa
Los motines y "fragmentaciones" expresaban el enojo y amargura que sentían los soldados de combate por ser usados como carnada para apiolar comunistas. Esto forzó a las tropas a reconsiderar quién era el verdadero enemigo. Muchos comenzaron a pensar que el enemigo eran los "vividores" o los gobernantes de EE.UU. --o sea la clase capitalista y no, como una vez habían creído, el FLN.
En una remarcable carta, 40 oficiales de combate le escribieron al presidente Nixon, en julio de 1970, para aconsejarle que "los militares; los gobernantes de este país --son percibidos por muchos soldados como nuestros enemigos casi tanto como el Vietcong o el ejército nortvietnamita.". Extraordinaria como era esta admisión oficial, era demasiado poco, y demasiado tarde. El periódico del fuerte Ord, Right-On-Post proclamaba que los soldados debían liberarse a sí mismos y a todo el pueblo explotado de la opresión de los militares, que "reconocemos a nuestro verdadero enemigo... Son los capitalistas que buscan únicamente ganancias... Ellos controlan a los militares que nos envían a morir. Ellos controlan a la policía que ocupa los guetos neցros y pardoes." Para otros, el enemigo era más inmediato. Como decía el periódico Fort Lewis-McChord Free Press, "En Vietnam, los "vividores", los altos mandos, son el verdadero Enemigo, no los enemigos."
Desde aquí había un corto paso hasta la idea de que "la otra guerra, la guerra con Charlie", tenía que finalizar. Luego de que la oleada turística a Camboya de 1970 agrandó la guerra, la desmoralización entre las tropas se acrecentó. [El secretario del ejército, Stanley Resor, recordó que "una grave epidemia de heroína... se exteriorizó justo después de la oleada turística a Camboya." La adicción a la heroína desde entonces afectó a entre el 10 y el 30% de las tropas.] El logo más popular en los cascos era "UUUU", que significaba: los desganados [unwilling], conducidos por los incalificados [unqualified] haciendo lo innecesario [unnecessary], para los ingratos [ungrateful]. La paz, si habría de venir, sería hecha por las mismas tropas, instituida por un final extraoficial de las misiones de "busca y destruye".
Esta paz desde abajo tomó una forma que vino a ser denominada "busca y evita" o "busca y evade".
Tan extensivo se volvió ese "busca y evade" (significando la evasión tácita del combate por las unidades en el campo) que pasó a ser un principio de guerra, expresado vívidamente en la frase "CTA cuida tu ojo ciego [cover your ass] y vuelve a casa!" No era solamente una reedición de las primeras evasiones al combate, o de unidades individuales ocultándose de la guerra --era más abierto, más político, y más claramente concebido como estrategia para traer la paz.
En el "busca y evade", las patrullas enviadas al campo eludían deliberadamente choques potenciales con el FLN. Las patrullas nocturnas, las más peligrosas, se detenían y tomaban posiciones a pocas yardas más allá del perímetro de defensa, donde el FLN jamás vendría. Evitando conflictos potenciales, esperaban hacer ver al FLN que sus unidades habían establecido su propio tratado de paz.
Otra frecuente táctica de "busca y elude" era dejar la base, asegurar un área en la jungla e instalar un sistema defensivo perimetral en el cual enterrarse durante el tiempo establecido para la misión. "Algunas unidades incluso llevaban con ellos armas enemigas cuando partían en misiones de 'busca y elude' de manera que a su regreso reportarían un combate y mostrarían evidencia de bajas enemigas para las estadísticas del 'recuento de cuerpos' requeridas por el cuartel general."
El ejército fue forzado a acomodarse a lo que comenzó a ser denominado "el cese el fuego de los gruñones". Como señaló al New York Times un soldado de Cu Chi, "Ellos han establecido compañías separadas para los hombres que rehúsan ir al campo. No es una gran cosa rehusar ir. Si a un hombre se le ordena ir a buscar en un lugar, él no pasa más por el enojo de discutir la orden, él solamente empaca su camisa y se va a visitar a algunos amigos en otra base."
Un observador de la paz, cerca del frente de Camboya donde estaba establecido un armisticio unilateral, reportó: "Los hombres se ponen de acuerdo y pasan la voz a otros pelotones: nadie dispara a menos que le disparen. Durante unas 1.100 horas en octubre de 1971, los hombres de la Compañía Bravo, de la 11/12 División de Caballería, declararon su propio cese el fuego con los nortvietnamitas.
El FLN respondió a la nueva situación. Un periódico militar clandestino, People's Press, en su edición de junio de 1971, anunció que a las unidades del FLN y del ejército nortvietnamita se les había ordenado no abrir hostilidades contra tropas norteamericanas que usaran pañuelos gente de izquierdas o signos de paz, a menos que dispararan primero. Dos meses más tarde, el primer veterano en visitar Hanoi fue obsequiado con una copia de "una orden a las tropas nortvietnamitas de no disparar a los soldados norteamericanos que usaran símbolos antibelicistas o llevaran sus fusiles hacia abajo." Él reportó su impacto de: "convencerme de que estaba ahora del lado vietnamita".
El coronel Heinl reportó esto:
Que el "busca y evade" no ha sido ignorado por el enemigo está confirmado por la reciente declaración de delegación del Viet Cong en las conversaciones de Paz de París de que las unidades comunistas en Indochina habían sido ordenadas no luchar con unidades americanas que no las molestaran. La misma declaración se jactó --no sin fundamento real-- de que desertores americanos están en los rangos del Viet Cong.
Algunos oficiales se unieron a sus hombres o los condujeron, a un cese el fuego extraoficial. Un coronel del ejército declaraba:
Yo tenía influencia sobre una provincia entera. Puse a mis hombres a trabajar ayudando con la cosecha. Ellos construyeron edificios. Una vez que el ejército nortvietnamita comprendió lo que yo estaba haciendo, se tranquilizó. Le estoy hablando de un armisticio de facto, usted comprende. La guerra se detuvo en la mayor parte de la provincia. Esta es la clase de historia que no es registrada. Poca gente sabe que esto ocurrió, y nadie admitirá que ocurrió.
El "busca y evade", los motines y las "fragmentaciones" fueron éxitos brillantes. A dos años del levantamiento de los soldados, en 1970, el número de muertes en combate norteamericanas había bajado más del 70% (a 3946) del punto máximo de 1968 de más de 14.000. La rebelión de los soldados en orden a sobrevivir y no permitir que los conviertan en víctimas sólo pudo tener éxito mediante una lucha pronta para utilizar todos los medios necesarios para lograr la paz desde abajo.
La rebelión no fue precisamente contra las bolsas para cadáveres, fue la "Rebelión de las Bolsas de Cadáveres", de hombres que rehusaron permitir ser introducidos en bolsas para cadáveres, convertirse en muertos en el camino del capitalismo americano. La rebelión de los soldados ganó una guerra interna dentro del ejército. Las tropas de tierra fueron retiradas de Vietnam. Las fuerzas armadas todavía temen utilizarlas en cualquier parte.
La Revolución y el ejército
"Es un hecho manifiesto que la desorganización de los ejércitos y un relajamiento total de la disciplina ha sido tanto precondición como consecuencia de todas las revoluciones exitosas hasta ahora."
Engels a Marx, Septiembre 26, 1851
Es una máxima de política revolucionaria que para que una revolución sea exitosa, alguna parte del ejército debe pasarse a las fuerzas revolucionarias. Para que esto ocurra, el movimiento revolucionario debe ser lo suficientemente fuerte como para dar confianza a los soldados de que podrá protegerlos de las consecuencias de romper la disciplina militar.
El ejército se rebeló en Vietnam --pero careció de una organización revolucionaria. No había revolución para llevar adelante. La rebelión fue exitosa en terminar con el uso de tropas de tierra, pero dejó intacta la estructura del ejército, lo que permitió al imperialismo reconstruirlo lentamente de sus ruinas.
La rebelión del ejército tuvo todas las fuerzas y debilidades de la radicalización de la década del 60, de la que fue parte. Fue una valiente lucha de masas desde abajo, improvisando creativamente sobre la marcha los medios tácticos necesarios para alcanzar sus objetivos. Con soldados no confiando sino en sí mismos para ganar sus batallas. Fue revolucionaria en su carácter y en sus tácticas, pero careció de los prerrequisitos para el éxito revolucionario: organización, programa, cuadros y liderazgo. Es posible señalar docenas de actos heroicos de la rebelión de los soldados en Vietnam, pero imposible registrar ninguna organización o líder. Ellos son anónimos.
Fue brillante pero breve. Las únicas herramientas organizativas eran los periódicos clandestinos. Un periódico, como puede decirnos cualquier revolucionario, es un elemento organizador, el andamiaje para construir la organización. Hubo andamiaje, pero no edificio. De haber una organización revolucionaria coordinada, centralizada, politizada, que infundiera conciencia y generalizara el esfuerzo de la rebelión de los soldados, el potencial para el cambio hubiera sido enormemente mayor, y los resultados inimaginables.
Una contradicción de los ejércitos imperialistas modernos es que sirven a las guerras de conquista de la clase dominante, mientras se sostienen con tropas de la clase trabajadora, que --cualquiera sea su confusión ideológica inicial-- no tienen interés material en la conquista. Esta contradicción tiene el potencial para destruir ejércitos. En el siglo XX, lo hizo en los ejércitos rusos y alemanes al final de la Primera Guerra Mundial, en el ejército portugués en las guerras del África colonial en la década del 70 y en el ejército americano en Vietnam. Pero los ejércitos también han sido utilizados para la contrarrevolución, de lo cual la derrota de la revolución chilena es todavía un recuerdo viviente.
La historia oculta de la década del 60 prueba que el ejército americano puede ser roto y ganado para el movimiento revolucionario. Pero eso requiere el trabajo lento, largo y paciente de explicación, propaganda, educación, organización, agitación y acción. La rebelión de Vietnam muestra como los soldados rasos pueden hacer el trabajo. La tarea inconclusa para la organización revolucionaria es la de también levantar ese nivel. Cuando lo haga, las tropas del ejército americano podrán convertirse en las de la revolución americana.