Los olvidados de la memoria histórica

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La guerra civil española fue una guerra cruel y en ambos bandos se cometieron todas las atrocidades posibles en una guerra. Muchos fueron los represaliados y lo fueron por ambos bandos.
El triunfo de Franco en 1939 le permitió hacer justicia y reparación a su manera con aquellos que estimó oportuno, los otros, aquellos que fueron represaliados por el bando sublevado fueron convenientemente olvidados. Sus familias debieron esperar a la fin del dictador para poder reclamar reconocimiento y justicia.
No obstante reclamar no implica obtener. Incluso en nuestros días, 40 años después de la fin de Franco, Pablo Greiff, relator especial para la promoción de la verdad, la justicia y la reparación de la ONU, ha recordado a España que el Estado debe atender “de forma urgente” los reclamos de las víctimas de la Guerra Civil y del posterior régimen franquista, pidiendo atender los derechos de las víctimas y sus familiares y poner fin al sufrimiento de miles de ellas quienes aún hoy (…) siguen sin saber dónde se encuentran los restos de sus seres queridos”.
El hecho de que la ONU tenga que dar al estado semejante tirón de orejas deja muy claro cual es el talante de nuestros gobernantes, que una vez más avergüenzan a España a nivel internacional y condenan a la mayor de las injusticias a los familiares y a las víctimas.

Igualmente pone en evidencia la clase de reconciliación y consenso que se pactó en la tras*ición, fruto interesado sin duda de los políticos del momento.
A nadie debe sorprender ante este panorama que un tema tan delicado como este sea utilizado en nuestros días para hacer política en función de intereses partidistas, tal y como se lleva haciendo desde la tras*ición.

Desde el período conocido como la tras*ición española se ha inculcado en el inconsciente colectivo español una versión muy concreta sobre lo acontecido en España durante el siglo 20. Esto es especialmente notorio si hablamos de la guerra civil.
Medios de comunicación, partidos políticos, sistema educativo, industria cinematográfica… Todos en mayor o menor medida, de forma consciente o inconsciente, colaboran desde entonces en mantener dicha versión de los hechos, y esta versión rara vez es cuestionada. La opinión pública, fruto de un constante bombardeo mediático, informativo y educativo por parte del oficialismo, ha interiorizado la opinión impuesta. En la actualidad podemos afirmar que mayoritariamente existe un consenso acerca de lo que aconteció en la guerra civil, y oponerse a dicho consenso te expone a duras críticas desde todos los sectores sociales y de todos los espectros políticos.
No obstante, pese a arriesgarme a padecer dichas críticas, considero oportuno realizar una breve reflexión acerca de lo que en la actualidad conocemos como Memoria Histórica.
Nadie puede negar que la tras*ición española fue, ante todo, fruto del consenso político. Un consenso llevado a término por gente tan diversa como los antiguos miembros de la dictadura, socialistas, comunistas, nacionalistas... O el Rey. Todos estaban interesados en llegar a un acuerdo. Un acuerdo que permitiera estabilizar la situación e imponer en España un nuevo orden de cosas, una supuesta democracia amparada en la Constitución del 78, fruto también del consenso político.
Pero inevitablemente, fruto de dichas negociaciones y pactos, la verdad histórica fue arrinconada en pos del interés político. Y dicha verdad sigue arrinconada, permitiendo a algunos sectores deformarla a su antojo de forma interesada.

El Señor Emilio Silva, de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, afirmó con buen criterio:

“Quienes decían que habría que reparar a los dos bandos deberían haber sabido que uno de ellos se autorreparó durante años”.

Por mi parte no tengo nada que reprochar a dicha afirmación, es obvio que el señor Silva tiene razón. Dejando al margen las rencillas que hubo dentro del bando sublevado, Franco hizo y deshizo a su antojo con este asunto.

¿Pero debemos dar por buena la actual ley de memoria histórica basada en las tesis inculcadas en la tras*ición? ¿Podemos confiar en aquellos políticos que tanto provecho sacan de ella?

Determinados sectores de la autoproclamada izquierda alardean de una pretendida e intachable superioridad jovenlandesal aferrándose a la guerra civil y la dictadura, dando por buenas las tesis oficialistas y su consecuente ley de memoria histórica. Son los primeros en acusar al prójimo de de derechas por no comulgar con ellos y los primeros en enarbolar la bandera de dicha ley.
Pero de lo que nunca hablan, para los que no piden memoria, justicia ni reparación es para todos aquellos asesinados en el bando republicano por su propio bando.
Esos que no salen en los libros de las escuelas, en los programas de televisión ni en las películas españolas. Tampoco en la prensa.
Son los grandes olvidados de la memoria histórica, los que manchan la leyenda rosa inculcada en la tras*ición acerca del bando republicano, aquellos que no conviene recordar porque tiran abajo décadas de discurso político y consenso social.
Lamentablemente, muchos que sí han querido hacer justicia con aquellas víctimas, muchos de ellos miembros o simpatizantes en su día del bando republicano, son convenientemente olvidados o ignorados en pos del interés político, en detrimento de la verdad y la justicia.

Burnett Bolloten, es uno de ellos. En su libro “La Guerra Civil Española – Revolución y Contrarrevolución” narra las consecuencias de la barbarie cometida por el Partido Comunista de España dentro del bando republicano. El autor cuenta cómo, en septiembre de 1937, el Comité Nacional de la CNT afirmó que había en prisión miles de “antifascistas y revolucionarios probados” y, en noviembre, Solidaridad Obrera daba la cifra de 15.000 presos. Según Burnett nunca podrá saberse con certeza cuántos asesinatos de militantes cenetistas se produjeron durante ese período, porque no se han publicado cifras fiables. Pero afirma que no cabe duda de que el número de asesinatos debió ser considerable si tenemos en cuenta los cometidos en el frente y en la retaguardia.

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George Orwell, que luchó en la milicia del POUM, el (Partido Obrero de Unificación Marxista) logró escapar de Barcelona durante la represión del Partido Comunista y escribió a un amigo en julio de 1937:

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“Casi todos nuestros amigos y conocidos están en la guandoca y es probable que sigan allí indefinidamente, sin que pese sobre ellos ninguna acusación excepto la de ser sospechosos de “trotskismo”. Cuando me marché estaban ocurriendo las cosas más horribles, detenciones masivas, heridos arrastrados fuera del hospital y arrojados a la guandoca, gentes apretujadas en da repelúsntes guaridas donde apenas tienen sitio para tumbarse, presos golpeados y pobres, etc., etc. Entretanto, no hay forma de que la prensa inglesa diga una palabra sobre esto, excepto en las publicaciones del ILP (Partido Laborista Independiente), que está afiliado al POUM."

Emma Goldman, la famosa anarquista de origen ruso, visitó España en septiembre de 1937 y narró en Man! en enero del 38, cito textualmente:

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“Hasta qué punto había sido aniquilada la recién adquirida libertad de las masas españolas por los verdugos de Stalin. Fui directamente a Valencia y allí descubrí que 1.500 miembros de la CNT, camaradas de la FAI y de la Juventud Libertaria, cientos del POUM e incluso miembros de las Brigadas Internacionales llenaban las prisiones de Valencia... Pronto me di cuenta de que la misma situación se repetía en cada ciudad y pueblo que visitaba. Miles de camaradas y de auténticos revolucionarios llenaban las prisiones del régimen estalinista Negrín-Prieto”

Otra voz discordante es la de Sinesio García Fernández, conocido por su pseudónimo Diego Abad de Santillán, militante anarquista y escritor español, e importante figura del movimiento anarcosindicalista en España y Argentina, narra con todo lujo de detalles en su libro “Por qué perdimos la guerra” un episodio acontecido en la Alpujarra Granadina:

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“Un buen día se recibe en las brigadas pertenecientes al XXIII Cuerpo de ejército una orden de éste para que cada brigada mandase un pelotón o escuadra de gente probada como antifascista. Así se hace y se le dan instrucciones completas para que marchen a Turón, pueblecito de la Alpujarra granadina de unos 2.500 habitantes. Se les dice que hay que eliminar a fascistas para el bien de la causa. Llegan a Turón los designados por cada brigada y dan el pasaporte a 80 personas, entre las cuales la mayoría no tenía absolutamente porque sufrir esa pena, pues no era desafecta y mucho menos peligrosa, dándose el caso de que elementos de la C. N. T., del Partido socialista y de otros sectores mataron a compañeros de su propia organización, ignorando que eran tales y creyendo que obraban en justicia, como les habían indicado sus superiores.
También hay casos de violación de las hijas para evitar que sus padres fuesen asesinados. Y lo más da repelúsnte fue la forma de llevar a cabo dichos actos, en pleno día y ante todo el mundo, pasando una ola de terror trágico por toda aquella comarca. Se estaba construyendo la carretera de Turón a Murtas y los muertos fueron enterrados en la caja misma de la carretera. Se pretendió silenciar la cosa, pero ante la presión de la opinión pública, el Tribunal permanente del Ejército de Andalucía no pudo permanecer impasible y se ordenó la instrucción de las primeras diligencias. Se desenterraron 35 cadáver es, renunciando a desenterrar el resto, pues ello suponía la destrucción total de la carretera en que estaban enterrados”.

Hasta qué punto Sinesio, un anarquista y luchador por la libertad hasta la médula, terminó asqueado por lo que vio en el bando republicano que en ese mismo libro no tuvo reparo en afirmar:

“¡Cuánto hubiera cambiado el destino de España si un acuerdo entre nosotros hubiera sido tácticamente posible, según los deseos de Primo de Rivera!”

No voy a explayarme más exponiendo, pareciera que buscando el morbo, más casos como los aquí narrados. Tan sólo quiero exponer como fruto de pactos políticos se reescribió la historia para ajustarla a los intereses de los protagonistas de la tras*ición. Y fruto de esa interpretación histórica miles de represaliados, torturados y muertos han sido convenientemente olvidados, de tal forma que a día de hoy nadie pide memoria, justicia ni reparación para ellos.
En pos de intereses políticos, los crímenes contra los anarquistas de la CNT, contra la FAI y las colectivizaciones, los crímenes contra los comunistas del POUM o contra las Brigadas Internacionales han quedado impunes. Aquellos que dieron vía libre a la NKVD, el servicio secreto soviético, que campó a placer por la España republicana haciendo y deshaciendo a su antojo, aquellos que arrestaron, torturaron y asesinaron a sus compañeros en las tenebrosas checas se fueron de rositas.

Cuantos personajes y organizaciones han sido mitificados por la tras*ición quedando impunes de sus crímenes. Crímenes por los que ningún político español abre la boca. Y no sólo eso. Cuantos, a día de hoy, amparándose en la interesada interpretación histórica de la guerra civil pretenden monopolizar el tema para obtener beneficio político. Poco les importa que sus propias ideologías u organizaciones cometieran los más horrendos crímenes contra gente de su mismo bando quedando impunes, abanderando de forma hipócrita en nuestros días la memoria histórica.
Por todo lo aquí narrado, y viendo la situación actual al respecto, los políticos españoles no están a la altura para gestionar este tema y no deben hacerlo. Tal vez la clave del por qué nos la da Winston Churchill en una de sus geniales frases:

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“El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”.

Y es que la memoria histórica está por hacer. Está por hacer porque no se ha hecho, y no se ha hecho porque en este bendito país sobran políticos y faltan estadistas.

No puede ni debe haber memoria histórica si esta no es 100% aséptica, ergo esta no debe caer jamás en manos de políticos. Son los historiadores, forenses, arqueólogos y todos aquellos profesionales capacitados los que deben arrojar luz de forma neutral a todo lo acontecido. Lo mejor que pueden hacer los políticos y el conjunto del estado es hacerse a un lado y no estorbar. Ese orden de cosas debe terminar, no son por y para los políticos, sino por y para la memoria de los muertos, para la tranquilidad y justicia de sus descendientes, sean del bando que sean. Cada cual, después, sabrá si puede o no mirarse al espejo de la verdad histórica.

Y esto no afecta sólo a los muertos. Porque al monopolizar y falsear la memoria histórica algunos nos intentan meter por la puerta de atrás todo un paquete ideológico amparados en una supuesta, pretendida y falsa superioridad jovenlandesal, sacando provecho de una falsa versión de los hechos, dejando en el olvido, sin reparación ni justicia, a miles de muertos, usando como arma política algo que debiera ser sagrado y que no han solucionado por interés político.

Y es que no todo es lícito de ser politizado, mucho menos en este país con la clase política que padecemos.
 
Última edición por un moderador:
Lo que me reventó fue que el PCE homenajeara a Líster. Si alguien hizo la competencia en acabar republicanos a Franco, Mola o Queipo de Llano fue Líster. Un ***, y solo hizo falta preguntar en la CNT, en lo que quedó del POUM, y en no pocos disidentes del PCE (Carrillo creo que no le tragaba tampoco) sobre lo que pensaban de este tipo. Conocí a unos cuantos de esos que vivieron la represión interna, y era tal y como os digo.
 
Lo que me reventó fue que el PCE homenajeara a Líster. Si alguien hizo la competencia en acabar republicanos a Franco, Mola o Queipo de Llano fue Líster. Un ***, y solo hizo falta preguntar en la CNT, en lo que quedó del POUM, y en no pocos disidentes del PCE (Carrillo creo que no le tragaba tampoco) sobre lo que pensaban de este tipo. Conocí a unos cuantos de esos que vivieron la represión interna, y era tal y como os digo.

Lo que quiero dejar claro con el texto es que la versión de los hechos es una versión política, no histórica. Carrillo es el que menos me importa, es parte y juez en este asunto, como todos los que pactaron el R78. Una chapuza más del actual régimen de la que aun pagamos las consecuencias y que deja clara la catadura jovenlandesal de muchos de nuestros políticos si vemos cómo afrontan el asunto y sacan tajada política con él.
 

¿Oerlikon de 20 mm?. Armamento colectivo de frabricación británica, vaya, pero hoy solo cuentan los "cañones de Jirle y Mulosini".

La imagen me recuerda a la pelicula "Grupo Salvaje" cuando le regalan la ametralladora al general Mapache y su banda...

El tipo con el sobaco de la camisa roto no tiene precio, un documento histórico esta foto.
 
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¿Oerlikon de 20 mm?. Armamento colectivo de frabricación británica, vaya, pero hoy solo cuentan los "cañones de Jirle y Mulosini".

La imagen me recuerda a la pelicula "Grupo Salvaje" cuando le regalan la ametralladora al general Mapache y su banda...

El tipo con el sobaco de la camisa roto no tiene precio, un documento histórico esta foto.

Es un mono, no me extraña lo del sobaco, tendrías que morir con esa calor. Menudas sudarriscas.
 
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