Los nuevos aviones de combate f-16 de ucrania serán destruidos tan pronto como lleguen

En tres días brutales y aterradores, Rusia ha causado estragos en la pequeña y maltrecha fuerza aérea ucraniana , lanzando drones para vigilar los aeródromos de primera línea de la fuerza aérea y luego disparando misiles balísticos para destruir aviones de guerra difíciles de reemplazar.

A medida que continúa la campaña de misiles y el número de víctimas aumenta (cuatro o cinco aviones fueron destruidos en 72 horas), cada vez resulta más claro que sólo una cosa puede salvar lo que queda del poder aéreo ucraniano: más defensas aéreas de fabricación occidental.

Pero será mejor que vengan rápido.

La actual ola de ataques comenzó el 1 de julio, cuando un avión no tripulado ruso detectó seis cazas Sukhoi Su-27 de la fuerza aérea ucraniana estacionados al aire libre y a plena luz del día en la pista de la base aérea de Mirgorod, a 160 kilómetros de la frontera norte de Ucrania con Rusia.

Un misil balístico ruso Iskander impactó y destruyó dos de los cazas supersónicos.

Al día siguiente, volvió a ocurrir lo mismo. Un avión no tripulado ruso voló en círculos sobre la base aérea ucraniana de Poltava, al este de Mirgorod. Tras horas de vigilancia, otro misil Iskander impactó, dañando, si no destruyendo, un helicóptero artillado Mil Mi-24 del ejército ucraniano.

Los ataques continuaron el 3 de julio. Esta vez, los rusos apuntaron a la base aérea de Dolgintsevo, cerca de Kryvyi Rih, a 45 millas de la línea del frente en el sur de Ucrania. Un dron exploró la base y cayeron hasta tres Iskander, destruyendo lo que parecía ser un caza Mikoyan-Gurevich MiG-29 de la fuerza aérea ucraniana.

Todos los ataques se podían haber evitado. Si los ucranianos hubieran derribado los drones con rapidez, los rusos no habrían sabido hacia dónde apuntar sus Iskander. Pero no derribaron los drones. No hay pruebas de que lo intentaran siquiera.

Es evidente por qué. Normalmente, la fuerza aérea ucraniana protegería la mayoría de sus bases con capas de misiles tierra-aire, pero los ucranianos tienen dificultades para proteger simultáneamente las ciudades, las brigadas de primera línea y las bases vulnerables, como los aeródromos de Mirgorod, Poltava y Dolgintsevo.

Entre ambos, el ejército y la fuerza aérea ucranianos iniciaron la guerra más amplia de Rusia contra Ucrania con unos 400 sistemas de misiles tierra-aire. Veintiocho meses después, los ucranianos han perdido unos 140 de esos sistemas y han adquirido –en su mayoría de sus aliados extranjeros– alrededor de un centenar como reemplazo.

En teoría, los ucranianos aún cuentan con el 90 por ciento de su fuerza de defensa aérea de antes de la guerra, pero está más dispersa que antes de febrero de 2022. Los bombardeos rusos de las ciudades ucranianas han obligado a la fuerza aérea a concentrar sus mejores defensas aéreas alrededor de los centros de población más grandes, lo que ha dejado a muchas instalaciones militares menos protegidas.

Esto significa que habrá más aviones no tripulados rusos volando con impunidad y más misiles rusos entrando a toda velocidad. La fuerza aérea ucraniana puede tener menos de 100 aviones de combate y de ataque, mientras que el ejército podría quedarse con unos 50 helicópteros artillados Mi-24. El servicio está recibiendo, de sus aliados europeos, 85 cazas Lockheed Martin F-16 y tal vez una docena de cazas Dassault Mirage 2000. Pero estos aviones serán igualmente vulnerables en sus bases.

Se avecina cierto alivio. Hasta el mes pasado, Ucrania sólo contaba con tres baterías de sus mejores misiles tierra-aire de largo alcance Patriot, fabricados en Estados Unidos. Alemania, los Países Bajos y los Estados Unidos han prometido desde entonces tres baterías adicionales, además de algunos lanzadores de repuesto.

Y un paquete de ayuda de 2.300 millones de dólares que Estados Unidos anunció el 3 de julio incluye grandes envíos de misiles para las baterías Patriot, así como para otras defensas aéreas de alcance medio.

Pero estas baterías Patriot adicionales no son suficientes. Una de ellas podría proteger Mirgorod y Poltava, mientras que una segunda cubriría Dolgintsevo. Pero ¿qué pasa con las otras 20 bases aéreas ucranianas? ¿Y qué pasa con las decenas de ciudades importantes que aún carecen de una protección significativa contra los ataques aéreos?

La escala de las necesidades de defensa aérea de Ucrania es enorme y va en aumento a medida que Rusia perfecciona sus métodos de vigilancia y bombardeo y amplía la lista de bases ucranianas que corren peligro. Si los aliados de Ucrania no pueden enviar muchas más defensas aéreas, y pronto, los ataques rusos podrían reducir casi a la nada lo que queda del poder aéreo de Ucrania.