Un director espiritual, un confesor o simplemente un sacerdote o fraile aunque no sea tu director espiritual habitual o tu confesor, sino un esporádico consejero. Estas personas ejercen su ministerio (que no profesión) gratuitamente, pues siguen al Maestro (Jesucristo) quien dijo a lo suyos:
—Gratis lo recibisteis, gratis lo daréis.
Además, a menudo el problema del "paciente" no es en realidad psicológico, sino espiritual. La mera adquisición de un sano espíritu religioso que no se tenía (lo que llaman conversión), o sino su refuerzo si ya se tenía, puede ser suficiente para equilibrar la mente y dotarse de defensas psicológicas.