Os acordaréis del hombre de la Braña & Pals, que han aparecido en un montón de temas, calientes y más tibios
Caín y Abel en la montaña leonesa
Los dos hombres del Mesolítico hallados en la cueva de Arintero en 2006 marcan un nuevo hito al ser los primeros humanos de la prehistoria cuyo parentesco, son hermanos, se sabe con exactitud.
Si no fuera porque Wenceslao y Ataúlfo, o Braña 1 y Braña 2, los dos hombres del Mesolítico encontrados en una cueva de Arintero en el otoño de 2006, ya han sido bautizados dos veces, ahora se les podría llamar Abel y Caín. Son los primeros hermanos de la prehistoria con certificado científico.
Lo que intuyeron sus descubridores en la Peñona de Valdelugueros hace nueve años, llegando a bautizar el lugar como Dos Hermanos, lo corroboran ahora los genetistas en un laboratorio de Harvard. Como Caín y Abel, los dos primeros hermanos según el relato del Génesis, comparten lazos de sangre de primer grado: el mismo padre y la misma progenitora. Caín sería Ataúlfo, por ser el mayor, y Abel, Wenceslao, el pequeño, según los estudios antropológicos.
Dos hombres de unos 40 y 35 años que vivieron en las montañas de León y que fueron enterrados juntos. ¿Cómo murieron? Eso todavía es un misterio.
Braña 1 y Braña 2, como nombraron los científicos a los dos hombres más antiguos de León, tienen el mismo ADN mitocondrial e idéntico cromosoma. Braña 2, Ataúlfo, el hermano mayor, es moreno, de piel oscura y con los ojos azules, al igual que su hermano pequeño, Wenceslao, cuyo genoma fue secuenciado en Uppsala (Suecia) hace año y medio. Su retrato robot se ha convertido en la imagen oficial del hombre del Mesolítico al ser publicado en la prestigiosa revista científica Nature.
Braña 1, recostado sobre el lado izquierdo y encogido
Braña 2, a pedacicos en una poza
[crédito de las imágenes: Julio Vidal]
Si el genoma de Wenceslao marcó un hito científico, al ser el primer hombre del Mesolítico, hace unos 7.500 años, del que se desvelaba el genoma, con el estudio genético de Ataúlfo «lo mas interesante, sin embargo, es que es la primera vez en el registro prehistórico que podemos discernir el parentesco exacto de dos muestras y determinar que son hermanos», explica Carles Lalueza, del departamento de Biología Evolutiva del CSIC-Universidad Pompeu Fabra que dirige las investigaciones en torno a este histórico hallazgo en la montaña leonesa, en una zona tan plagada de historia como de leyenda.
Para los estudios poblacionales, Braña 2 pierde interés pues precisamente por ser hermano de Braña 1 «sesgaría los datos», admite el científico. Sin embargo, conocer estos detalles de parentesco es el «sueño de los arqueólogos». Por este motivo no puede participar, como lo hará su hermano, en un amplio estudio poblacional. Los datos de genotipado de Braña 1 se han incluido con los de varios centenares de genomas prehistóricos para un estudio que «intenta determinar aquellas variantes genéticas que han estado sometidas al efecto de la selección natural en europeos en los últimos 8000 años, incluidos los genes de pigmentación», explica, que previsiblemente serán publicados en una revista de gran impacto.
Lalueza apunta que ambos hermanos «murieron juntos, aunque no sabemos en qué circunstancias y fueron enterrados juntos», explica. Con el estudio genético han logrado capturar y secuenciar más de un millón de posiciones variables que son comunes con el genoma mesolítico sin llegar a secuenciar el genoma completo.
Braña 2 ofrecía un estado de conservación peor que el de su hermano Braña 1 debido a que el lugar donde se encontraba era se inundaba periódicamente, según el arqueólogo territorial de la Junta, Julio Vidal. Los estudios se han hecho a partir del hueso de un pie. Hasta ahora todos los intentos por descifrar datos genómicos de Braña 2 habían sido infructuosos.
«A priori sí me sorprendió que fueran hermanos porque el cráneo de Braña 2 es bastante más robusto que el de Braña 1 y un poco más viejo, pero es lógico que en una sociedad de cazadores recolectores actuara en forma de clan familiar y coincidieran hermanos y primos», añade.
Carles Lalueza contará todos los detalles el próximo miércoles en Arintero, a donde se desplaza desde Barcelona invitado por la Junta Vecinal para explicar las conclusiones de los estudios genéticos. Los resultados del parentesco se han conocido esta semana.
Siete mil años después de ser enterrados la ciencia también da una satisfacción a los descubridores de Wenceslao y Ataúlfo, que bautizaron la cueva con el nombre de Dos Hermanos cuando en octubre de 2006 encontraron los esqueletos del Mesolítico en una de sus explotaraciones por las simas del alto Curueño.
«Es fascinante pasar de la intuición a la confirmación científica», afirma el científico que logró la secuenciación del genoma de Braña 1 convirtiendo a Wenceslao en el primer hombre del Mesolítico descrito genéticamente para la ciencia.
Una novedosa técnica de genética evolutiva ha conseguido descifrar el parentesco entre los dos individuos en la Universidad de Harvard, donde el genetista David Reich analizó los datos genómicos en colaboración con Íñigo Olalde, estudiante de doctorado del CSIC-UPF dirigido por Lalueza.
«Lo hemos hecho con una metodología nueva que permite distinguir a partir de la diversidad genómica si son parientes de primer grado (aquellos que comparten el 50% de sus genes, como hermanos o padres-hijos)», explica.
Dentro de este parentesco de primer grado, «hemos podido incluso distinguir entre las dos opciones, gracias al hecho de que padres-hijos tienen cromosomas X bastante diferentes (ya que siempre tienen madres distintas) y al hecho de que en padres-hijos los segmentos cromosómicos idénticos se distribuyen de forma mas uniforme a lo largo de los cromosomas que entre hermanos», añade.
Lo que fue un hallazgo casual en el vientre del alto Curueño se ha convertido en uno de los hitos científicos más relevantes de la historia de la evolución que mantendrá el nombre de León y particularmente el de La Braña, pueblo cercano a Arintero, para siempre en las citas del Mesolítico. Hasta ahora no se habían encontrado restos de esta época en el sur de Europa. Los otros restos humanos del Mesolítico se han encontrado en el norte y centro de Europa, pero el leonés fue el primero secuenciado.
La cueva, a más de 1.300 metros de altitud, se convirtió en una cámara funeraria natural con unas excepcionales condiciones de conservación. La cavidad se encuentra en un macizo abrupto, denominado pico de las Vallinas (la Peñona para el pueblo), plegado durante la Orogenia Alpina, en la rama suroccidental del collado de Valdemaría. El pueblo famoso por la leyenda de la Dama de Arintero —la mujer que fue a servir al rey vestida de hombre y que ganó como caballero Oliveros las batallas de Benavente y Toro— ha aportado los vestigios humanos más antiguos de León y un poco más de luz sobre cómo eran los seres humanos hace 7.500 años.
Después del hallazgo fortuito de Chiqui, Amador García, y sus compañeros de expedición Roberto, Chupas, Camino y Beni el caso quedó en manos del Juzgado de Instrucción de León, la Guardia Civil y el Servicio Territorial de Cultura de la Junta.
Con la intervención del arqueólogo territorial, Julio Vidal, se extrajeron los restos de los recónditos lugares que dentro de la cavidad tenían ambos esqueletos, muy alejados de la entrada actual de la cueva, que es más accesible por La Braña, y en un lugar de difícil acceso. En la misma cueva se encontraron los huesos de un oso, lo que indica que la entrada de la cueva ha variado a lo largo del tiempo pues este animal no habría podido por el acceso actual.
El primero de los cuerpos se encontraba al final de una estrecha galería sobre el suelo calizo de la cueva. Una estalagmita atravesaba una de sus vértebras. El segundo estaba situado en un pozo de forma subcircular unos cuatro metros por debajo. Los huesos de la cara estaban incompletos, lo que se atribuye a su peor estado de conservación. Junto a éste se encontraron 24 caninos de ciervo, que se consideran parte de un ajuar funerario muy significativo por la abundancia frente a hallazgos similares.
Los hombres del Mesolítico, Edad de Piedra, encontrados en la montaña leonesa, entonces poblada de pinos y abedules, forman parte de las últimas tribus de cazadores y recolectores. La Biblia sitúa a Caín y Abel más o menos en el Neolítico; Caín se dedicaba a la agricultura y su hermano Abel al pastoreo. Ambos son los primeros hermanos. Del Génesis y de la ciencia.
Caín y Abel en la montaña leonesa
Los dos hombres del Mesolítico hallados en la cueva de Arintero en 2006 marcan un nuevo hito al ser los primeros humanos de la prehistoria cuyo parentesco, son hermanos, se sabe con exactitud.
Si no fuera porque Wenceslao y Ataúlfo, o Braña 1 y Braña 2, los dos hombres del Mesolítico encontrados en una cueva de Arintero en el otoño de 2006, ya han sido bautizados dos veces, ahora se les podría llamar Abel y Caín. Son los primeros hermanos de la prehistoria con certificado científico.
Lo que intuyeron sus descubridores en la Peñona de Valdelugueros hace nueve años, llegando a bautizar el lugar como Dos Hermanos, lo corroboran ahora los genetistas en un laboratorio de Harvard. Como Caín y Abel, los dos primeros hermanos según el relato del Génesis, comparten lazos de sangre de primer grado: el mismo padre y la misma progenitora. Caín sería Ataúlfo, por ser el mayor, y Abel, Wenceslao, el pequeño, según los estudios antropológicos.
Dos hombres de unos 40 y 35 años que vivieron en las montañas de León y que fueron enterrados juntos. ¿Cómo murieron? Eso todavía es un misterio.
Braña 1 y Braña 2, como nombraron los científicos a los dos hombres más antiguos de León, tienen el mismo ADN mitocondrial e idéntico cromosoma. Braña 2, Ataúlfo, el hermano mayor, es moreno, de piel oscura y con los ojos azules, al igual que su hermano pequeño, Wenceslao, cuyo genoma fue secuenciado en Uppsala (Suecia) hace año y medio. Su retrato robot se ha convertido en la imagen oficial del hombre del Mesolítico al ser publicado en la prestigiosa revista científica Nature.
Braña 1, recostado sobre el lado izquierdo y encogido
Braña 2, a pedacicos en una poza
[crédito de las imágenes: Julio Vidal]
Si el genoma de Wenceslao marcó un hito científico, al ser el primer hombre del Mesolítico, hace unos 7.500 años, del que se desvelaba el genoma, con el estudio genético de Ataúlfo «lo mas interesante, sin embargo, es que es la primera vez en el registro prehistórico que podemos discernir el parentesco exacto de dos muestras y determinar que son hermanos», explica Carles Lalueza, del departamento de Biología Evolutiva del CSIC-Universidad Pompeu Fabra que dirige las investigaciones en torno a este histórico hallazgo en la montaña leonesa, en una zona tan plagada de historia como de leyenda.
Para los estudios poblacionales, Braña 2 pierde interés pues precisamente por ser hermano de Braña 1 «sesgaría los datos», admite el científico. Sin embargo, conocer estos detalles de parentesco es el «sueño de los arqueólogos». Por este motivo no puede participar, como lo hará su hermano, en un amplio estudio poblacional. Los datos de genotipado de Braña 1 se han incluido con los de varios centenares de genomas prehistóricos para un estudio que «intenta determinar aquellas variantes genéticas que han estado sometidas al efecto de la selección natural en europeos en los últimos 8000 años, incluidos los genes de pigmentación», explica, que previsiblemente serán publicados en una revista de gran impacto.
Lalueza apunta que ambos hermanos «murieron juntos, aunque no sabemos en qué circunstancias y fueron enterrados juntos», explica. Con el estudio genético han logrado capturar y secuenciar más de un millón de posiciones variables que son comunes con el genoma mesolítico sin llegar a secuenciar el genoma completo.
Braña 2 ofrecía un estado de conservación peor que el de su hermano Braña 1 debido a que el lugar donde se encontraba era se inundaba periódicamente, según el arqueólogo territorial de la Junta, Julio Vidal. Los estudios se han hecho a partir del hueso de un pie. Hasta ahora todos los intentos por descifrar datos genómicos de Braña 2 habían sido infructuosos.
«A priori sí me sorprendió que fueran hermanos porque el cráneo de Braña 2 es bastante más robusto que el de Braña 1 y un poco más viejo, pero es lógico que en una sociedad de cazadores recolectores actuara en forma de clan familiar y coincidieran hermanos y primos», añade.
Carles Lalueza contará todos los detalles el próximo miércoles en Arintero, a donde se desplaza desde Barcelona invitado por la Junta Vecinal para explicar las conclusiones de los estudios genéticos. Los resultados del parentesco se han conocido esta semana.
Siete mil años después de ser enterrados la ciencia también da una satisfacción a los descubridores de Wenceslao y Ataúlfo, que bautizaron la cueva con el nombre de Dos Hermanos cuando en octubre de 2006 encontraron los esqueletos del Mesolítico en una de sus explotaraciones por las simas del alto Curueño.
«Es fascinante pasar de la intuición a la confirmación científica», afirma el científico que logró la secuenciación del genoma de Braña 1 convirtiendo a Wenceslao en el primer hombre del Mesolítico descrito genéticamente para la ciencia.
Una novedosa técnica de genética evolutiva ha conseguido descifrar el parentesco entre los dos individuos en la Universidad de Harvard, donde el genetista David Reich analizó los datos genómicos en colaboración con Íñigo Olalde, estudiante de doctorado del CSIC-UPF dirigido por Lalueza.
«Lo hemos hecho con una metodología nueva que permite distinguir a partir de la diversidad genómica si son parientes de primer grado (aquellos que comparten el 50% de sus genes, como hermanos o padres-hijos)», explica.
Dentro de este parentesco de primer grado, «hemos podido incluso distinguir entre las dos opciones, gracias al hecho de que padres-hijos tienen cromosomas X bastante diferentes (ya que siempre tienen madres distintas) y al hecho de que en padres-hijos los segmentos cromosómicos idénticos se distribuyen de forma mas uniforme a lo largo de los cromosomas que entre hermanos», añade.
Lo que fue un hallazgo casual en el vientre del alto Curueño se ha convertido en uno de los hitos científicos más relevantes de la historia de la evolución que mantendrá el nombre de León y particularmente el de La Braña, pueblo cercano a Arintero, para siempre en las citas del Mesolítico. Hasta ahora no se habían encontrado restos de esta época en el sur de Europa. Los otros restos humanos del Mesolítico se han encontrado en el norte y centro de Europa, pero el leonés fue el primero secuenciado.
La cueva, a más de 1.300 metros de altitud, se convirtió en una cámara funeraria natural con unas excepcionales condiciones de conservación. La cavidad se encuentra en un macizo abrupto, denominado pico de las Vallinas (la Peñona para el pueblo), plegado durante la Orogenia Alpina, en la rama suroccidental del collado de Valdemaría. El pueblo famoso por la leyenda de la Dama de Arintero —la mujer que fue a servir al rey vestida de hombre y que ganó como caballero Oliveros las batallas de Benavente y Toro— ha aportado los vestigios humanos más antiguos de León y un poco más de luz sobre cómo eran los seres humanos hace 7.500 años.
Después del hallazgo fortuito de Chiqui, Amador García, y sus compañeros de expedición Roberto, Chupas, Camino y Beni el caso quedó en manos del Juzgado de Instrucción de León, la Guardia Civil y el Servicio Territorial de Cultura de la Junta.
Con la intervención del arqueólogo territorial, Julio Vidal, se extrajeron los restos de los recónditos lugares que dentro de la cavidad tenían ambos esqueletos, muy alejados de la entrada actual de la cueva, que es más accesible por La Braña, y en un lugar de difícil acceso. En la misma cueva se encontraron los huesos de un oso, lo que indica que la entrada de la cueva ha variado a lo largo del tiempo pues este animal no habría podido por el acceso actual.
El primero de los cuerpos se encontraba al final de una estrecha galería sobre el suelo calizo de la cueva. Una estalagmita atravesaba una de sus vértebras. El segundo estaba situado en un pozo de forma subcircular unos cuatro metros por debajo. Los huesos de la cara estaban incompletos, lo que se atribuye a su peor estado de conservación. Junto a éste se encontraron 24 caninos de ciervo, que se consideran parte de un ajuar funerario muy significativo por la abundancia frente a hallazgos similares.
Los hombres del Mesolítico, Edad de Piedra, encontrados en la montaña leonesa, entonces poblada de pinos y abedules, forman parte de las últimas tribus de cazadores y recolectores. La Biblia sitúa a Caín y Abel más o menos en el Neolítico; Caín se dedicaba a la agricultura y su hermano Abel al pastoreo. Ambos son los primeros hermanos. Del Génesis y de la ciencia.
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