BGA
Madmaxista
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En una guerra que se alarga más de lo planeado -a menos que todo sea una estrategia magistral de consecuencias imprevisibles para nosotros el pueblo- se produce un desgaste para las dos partes que todo el mundo puede entender incluso el pueblo llano. El punto de partida era que el formidable ejército ruso se lo llevaría de calle y ya si eso las sanciones, que llegaría tarde -formaba parte del plan porque al otro lado del Don todos son gaies- y siempre después de los beneficios de la anexión de los mejores terreno del país conquistado, quedarían en un precio más que razonable. Rusia alcanzaría la gloria a un precio que ni en sus mejores sueños nunca antes ni nadie.
El panorama es bien distinto. Rusia y Ucrania se desangran, particularmente el país invadido, y ahora toca ver quién resiste más ese desgaste, si el pueblo ruso que pensaba en una liberación de otros rusos sometidos a una dictadura "fascista" al precio de ir enterrando a su gente más joven y con futuro, o el pueblo ucraniano que está dispuesto a todos los sacrificios para vender lo más caro posible una eventual derrota ante sus antiguos "hermanos". Unos viven una guerra preventiva que como tal ofrece muchas lecturas a cada momento más agotadoras, y los otros viven una guerra de identidad nacional en la que no caben especulaciones ni otros miedos que verse invadidos por un ejército que los desprecia y que se lleva por delante vidas, infraestructuras y estructuras en las que cualquier país del mundo deposita su confianza en el futuro. Para Ucrania no hay vuelta atrás, pero al pueblo ruso le queda por delante mucha reflexión sobre su papel como nación y como estado en medio de la comunidad internacional.
Y está un tercero en discordia a la espera de que se sumen un cuarto o quinto, que ya se verá, y ese tercero está queriendo ver qué cartas tiene en realidad Rusia que le han permitido hasta ahora venderse como una potencia imparable capaz de doblegar voluntades por miedo o por chantaje.
Me viene a la cabeza aquel anuncio de neumáticos que hablaba de la potencia sin control. Rusia es la potencia energética pero no posee el control, en este caso la tecnología eficiente y suficiente para dominar sus potencialidades. El "problema" es que en esta guerra -es una guerra de alcance global que de momento no implican a los ejércitos de todo el mundo- los que tienen el control cuentan con potencia que deben controlar a toda prisa pagando un coste, mientras que para los que cuentan con la potencia todas las prisas por alcanzar el control serás insuficientes porque en un entorno de guerra real poner en marcha recursos I+D que no se pusieron en tiempos de paz parece al menos poco probable.
Es la globalización a prueba. Tecnología vs materias primas. La cuestión es poner en la balanza quién resistirá más ahora que ambos se miden sus fuerzas, si los que controlan los procesos tecnológicos con acceso a fuentes de energía no inmediatos, o los que cuentan con la energía en medio de una brecha tecnológica mucho más grande que la que todos pensábamos hace apenas dos meses.
Todos pagaremos un precio, eso lo tengo claro, pero todos es todos, incluso el pueblo ruso que no sacará ninguna ventaja de esa ensoñación prometeica que le han metido en su espíritu unos líderes con ánimo de desquite sobre su excepcionalidad...
El panorama es bien distinto. Rusia y Ucrania se desangran, particularmente el país invadido, y ahora toca ver quién resiste más ese desgaste, si el pueblo ruso que pensaba en una liberación de otros rusos sometidos a una dictadura "fascista" al precio de ir enterrando a su gente más joven y con futuro, o el pueblo ucraniano que está dispuesto a todos los sacrificios para vender lo más caro posible una eventual derrota ante sus antiguos "hermanos". Unos viven una guerra preventiva que como tal ofrece muchas lecturas a cada momento más agotadoras, y los otros viven una guerra de identidad nacional en la que no caben especulaciones ni otros miedos que verse invadidos por un ejército que los desprecia y que se lleva por delante vidas, infraestructuras y estructuras en las que cualquier país del mundo deposita su confianza en el futuro. Para Ucrania no hay vuelta atrás, pero al pueblo ruso le queda por delante mucha reflexión sobre su papel como nación y como estado en medio de la comunidad internacional.
Y está un tercero en discordia a la espera de que se sumen un cuarto o quinto, que ya se verá, y ese tercero está queriendo ver qué cartas tiene en realidad Rusia que le han permitido hasta ahora venderse como una potencia imparable capaz de doblegar voluntades por miedo o por chantaje.
Me viene a la cabeza aquel anuncio de neumáticos que hablaba de la potencia sin control. Rusia es la potencia energética pero no posee el control, en este caso la tecnología eficiente y suficiente para dominar sus potencialidades. El "problema" es que en esta guerra -es una guerra de alcance global que de momento no implican a los ejércitos de todo el mundo- los que tienen el control cuentan con potencia que deben controlar a toda prisa pagando un coste, mientras que para los que cuentan con la potencia todas las prisas por alcanzar el control serás insuficientes porque en un entorno de guerra real poner en marcha recursos I+D que no se pusieron en tiempos de paz parece al menos poco probable.
Es la globalización a prueba. Tecnología vs materias primas. La cuestión es poner en la balanza quién resistirá más ahora que ambos se miden sus fuerzas, si los que controlan los procesos tecnológicos con acceso a fuentes de energía no inmediatos, o los que cuentan con la energía en medio de una brecha tecnológica mucho más grande que la que todos pensábamos hace apenas dos meses.
Todos pagaremos un precio, eso lo tengo claro, pero todos es todos, incluso el pueblo ruso que no sacará ninguna ventaja de esa ensoñación prometeica que le han metido en su espíritu unos líderes con ánimo de desquite sobre su excepcionalidad...