Scire
Madmaxista
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Es una suma de tantos factores, de los que ya se han añadido tantos, que poco más se puede decir...
Para mí, lo peor es la "experiencia de ir al cine": la mayoría se han desplazado al centro comercial, único sitio donde parecen aún medianamente viables... Pero el cine lo entiendo como una experiencia envolvente, ritualística, con un antes y un después de entrar a la sala, además de, claro, la película misma.
Si vas a un centro comercial la experiencia es como sigue: hacer cola para aparcar en el centro comercial, comer en el burguer lleno de niñatos del centro comercial hipermasificado, más colas para entrar, colas para comprar palomitas a precio de caviar... ¿Y qué te ofrecen las películas en sí para disfrutar la experiencia? Nada. Ves una película de Marvel y, despues de la película, lo único que puedes decir de ella es el número de neցros y charos metidos con calzador.
¿Qué digo? Después de la película no queda nada... Correr otra vez al coche para irte y que no te pille atasco, eso si no quieres volver a meterte en un local de moda gigantesco y lleno de gente que acaba de ver la misma cosa que tú, lo que te hace sentir aún peor.
Una experiencia de cine de barrio o de ciudad, con una película decente en pantalla, a cuya salida puedas sentarte en un sitio decente a tomar algo, en un ambiente interesante, sin preocuparte del reloj... Pues eso, fuera de ciudades, poco queda.
El cine ha quedado para ver efectos especiales, que no películas. Las tramas de estas son como los asientos: están ahí porque en algún sitio tienen que apoyarse los efectos especiales. Unos efectos especiales, dígase todo, que son todo cosa hecha por ordenador. Ya ni siquiera se corran esos efectos reales de los 80 y los 90, donde los actores saltaban de verdad y al fuego no se le veían los píxeles.
Para mí, lo peor es la "experiencia de ir al cine": la mayoría se han desplazado al centro comercial, único sitio donde parecen aún medianamente viables... Pero el cine lo entiendo como una experiencia envolvente, ritualística, con un antes y un después de entrar a la sala, además de, claro, la película misma.
Si vas a un centro comercial la experiencia es como sigue: hacer cola para aparcar en el centro comercial, comer en el burguer lleno de niñatos del centro comercial hipermasificado, más colas para entrar, colas para comprar palomitas a precio de caviar... ¿Y qué te ofrecen las películas en sí para disfrutar la experiencia? Nada. Ves una película de Marvel y, despues de la película, lo único que puedes decir de ella es el número de neցros y charos metidos con calzador.
¿Qué digo? Después de la película no queda nada... Correr otra vez al coche para irte y que no te pille atasco, eso si no quieres volver a meterte en un local de moda gigantesco y lleno de gente que acaba de ver la misma cosa que tú, lo que te hace sentir aún peor.
Una experiencia de cine de barrio o de ciudad, con una película decente en pantalla, a cuya salida puedas sentarte en un sitio decente a tomar algo, en un ambiente interesante, sin preocuparte del reloj... Pues eso, fuera de ciudades, poco queda.
El cine ha quedado para ver efectos especiales, que no películas. Las tramas de estas son como los asientos: están ahí porque en algún sitio tienen que apoyarse los efectos especiales. Unos efectos especiales, dígase todo, que son todo cosa hecha por ordenador. Ya ni siquiera se corran esos efectos reales de los 80 y los 90, donde los actores saltaban de verdad y al fuego no se le veían los píxeles.
