A ver, el menú de parrillada está muy bien, unas costillacas de lechón a la brasa, panceta cortada subida de peso en bocadillo, salchichas de carnicería...
Pero con los años te das cuenta de que lo mejor de la parrillada es la compañía. Pasar la tarde a la fresca con tus colegas de siempre o con unos primos que ves un par de veces al año, tomarse unas garimbas haciendo el fuego mientras las criaturas están a su bola dando por ojo ciego lejos, echar una partida de mus al terminar, tomando un trago largo...
Eso no te lo ofrece ningún restaurante.