Me di cuenta viendo a una chica oriental de 18 años, creo que Thai o Vietnamita y a esa edad ya la diferencia es abismal. La chica era wife material 100%, su temperamento entrañable y acogedor, con ideas muy claras sobre familia y pareja y destilaba una humildad, bondad y dignidad que parecían intrínsecas a su condición femenina. Mientras tanto, en paralelo, las cortesanas hezpañordas planifican experiencias lesbicas a sus 20 tantos, su objetivo es llegar a 100 platanos cositas en un año y hablan abiertamente de las penetraciones anales que han recibido últimamente. El narcisismo que denotan es ya repulsivo y hablamos de auténticas trastornadas mentales en serie cuya compañía resulta francamente desagradable, si hay hombres que aún se siguen acercando a ellas es por inercia social y ganas de meterla en algún sitio. Vivís rodeados de cortesanas que a lo sumo lo normalizan o tratan de disimularlo sin gran esfuerzo, disfrazandolo con cuatro conceptos prestados y que repiten como lo que son, auténticas pilinguis sin sentido del honor, analfabetas incapaces de parir una sola idea inteligente o despertar en el hombre nada más allá que el deseo de descargar la lecheda en su agujero de corridas. Y ya totalmente despojadas de cualquier tipo de dignidad, es imposible diferenciarlas de una vulgar meretriz de barrio bajo, para el que sepa mirar. Son cortesanas, son rameras, son sarama, miradlas con atención, la mujer hezpañorda se ha convertido en un ser abominable que es mucho mejor evitar.
