Las mujeres empresarias suelen contratar a otras mujeres

Si pasáis por delante del edificio de «Gerència d’Àrea de Cultura, Educació, Ciència i Comunitat» del «Ayunta-MIENTO de Barcelona» (paseo de San Juan, n.º 75, de Barcelona), veréis una gigantesca pancarta, de tonalidad violeta (del 8M), que pone «Trenquem el sostre de vidre perquè les nenes d’avui siguin les caps de demà».

No sé en qué mundo vive el «Ayunta-MIENTO» (pues siempre miente) de Barcelona.

Vamos a ver. En Barcelona (España), en la mayoría de las oficinas bancarias -desde hace más de 10 años- hay una directora (mujer). Y me refiero exactamente a la mayoría de las oficinas del BBVA, IberCaja, Banca March y Bankinter. Y si quieres hablar con el departamento de «Patrimonios», también hay una directora (mujer) de «Patrimonios». Es verdad que, en las décadas de 1990 y del 2000, no era lo habitual. Lo habitual era un director (hombre). Pero esto cambió a partir de la década del 2010.

Aunque todavía no es muy habitual, desde hace años, muchas mujeres abogadas han creado bufetes de abogadas, de solamente mujeres abogadas. Y las mujeres arquitectas han hecho exactamente lo mismo.

También existen asesorías contables, fiscales y laborales de únicamente mujeres. Y, en el resto de asesorías, lo habitual es que haya más mujeres que hombres. Porque hay muchas mujeres economistas, expertas en contabilidad y fiscalidad. Así como mujeres que son expertas en asuntos laborales (contratos de trabajo, Seguridad Social, derechos de los trabajadores, etc.).

Estoy harto de ese victimismo del 8M. Se valoran los conocimientos de cada persona. Da igual si eres hombre o mujer.

No niego que antaño siempre había un jefe (hombre) o un director (hombre). Pero esto ha ido cambiando progresivamente.

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