Las incógnitas que rodean al auge del cáncer en adultos jóvenes: tumores impredecibles y agresivos

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Una mujer se somete a una mamografía en el Hospital Quironsalud Infanta Luisa de Sevilla. EDUARDO BRIONES (EUROPA PRESS/GETTY IMAGES)
El incremento de los casos de cáncer entre adultos jóvenes mantiene en vilo a los oncólogos. Tanto, que el congreso de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO, por sus siglas en inglés), celebrado hace unos días en Barcelona, dedicó una charla a tratar este tema y la sala estaba abarrotada. Centenares de oncólogos de todo el mundo asistieron a la ponencia de Shuji Ogino, profesor de Epidemiología de la Facultad de Medicina de Harvard, sobre esta “emergente epidemia mundial” que trae de cabeza a los especialistas. Según un estudio publicado en la revista BMJ Oncology, los tumores en personas menores de 50 años han crecido casi un 80% en tres décadas, pero los científicos todavía no han logrado desentrañar del todo este fenómeno. Los expertos consultados aseguran que los hábitos de vida actuales están influyendo, aunque esta variable, por sí sola, quizás no lo explica todo. Según Ogino, el aumento del cáncer de aparición temprana solo es “la punta del iceberg” de un ascenso global de enfermedades crónicas a lo largo de varias generaciones.

“Estamos viendo un aumento de casos en pacientes jóvenes y nos preocupa porque no siempre está relacionado con una causa concreta”, confirma Ángela Lamarca, oncóloga de la Fundación Jiménez Díaz y portavoz del congreso de ESMO. En cáncer colorrectal es donde más estudiada está esta dinámica emergente, pero sucede también en otros tumores, como el de páncreas, esófago, riñón, hígado, vías biliares, vesícula, estómago, en los de cabeza y cuello o en el de mama, entre otros. “Se han hecho varios estudios para analizar si hay una causa molecular que explique por qué se dan más casos en pacientes jóvenes y, muchas veces, nos hemos encontrado con la sorpresa de que, a nivel molecular, los pacientes jóvenes tienen tumores muy parecidos a los que se dan en pacientes más mayores. Nos falta todavía investigar y entender más si hay algo a nivel molecular que no hemos podido identificar o es algo relacionado con los factores de riesgo”, plantea Lamarca.

El origen del cáncer de aparición temprana no está claro. Probablemente, es multifactorial. Los investigadores sopesan que, si bien puede haber influido una mayor y mejor detección de determinados tumores, esto no explicaría el incremento de casos global, pues algunos no tienen pruebas de detección precoz y, además, la mayoría de los cribados se suelen realizar a partir de los 50 años, no antes. Los antecedentes familiares y los síndromes hereditarios, por otra parte, pueden justificar una porción de nuevos diagnósticos, pero tampoco son los perfiles más frecuentes. La mayoría de casos son esporádicos (sin vínculo familiar o hereditario) y siguen sin explicación clara.

Lamarca pone el ejemplo del cáncer de páncreas. Están viendo casos de 40 años, cuando lo habitual era verlo en personas de más de 65: “Pensábamos que igual los pacientes jóvenes desarrollaban el cáncer de páncreas por alguna razón que les hacía tener un mayor riesgo, pero no siempre la hemos encontrado. Sí que es cierto que hay síndromes hereditarios, como el BRCA [personas que presentan mutaciones en estos genes], que está asociado también al cáncer de mama y de ovario, que puede justificar un cáncer de páncreas en una persona joven, pero no son todos los pacientes jóvenes que encontramos. Entonces, ¿por qué esos pacientes jóvenes desarrollan un cáncer de páncreas que cuando analizamos a nivel genético es igual que el que vemos en uno de 65? No lo sabemos”, lamenta la oncóloga.

Lo que sí tiene claro la comunidad científica es que los (malos) hábitos de vida juegan papel fundamental. No ayudan las dietas occidentales (ricas en carbohidratos y comida procesada) que favorecen la obesidad, ni tampoco el sedentarismo, ni hábitos tóxicos como el tabaco y el alcohol, explica David Páez, oncólogo especializado en tumores digestivos del Hospital Sant Pau de Barcelona: “Los factores de riesgo son los mismos que para el cáncer en adultos mayores, pero no se sabe si hay algo más influyendo que explique la aparición tan precoz del cáncer solo por esos factores y en algunas poblaciones”, esboza. El propio estudio publicado en BMJ Oncology concluye que “los factores de riesgo alimentarios, el consumo de alcohol y el consumo de tabaco fueron los principales factores de riesgo para los principales cánceres de aparición temprana” registrados en 2019. Pero agrega que “es necesario realizar estudios de cohorte prospectivos a lo largo de la vida para explorar las etiologías [las causas] de los cánceres de aparición temprana”.

Exposiciones de riesgo desde la infancia
Importa el ahora, el comportamiento actual, pero también el ayer y todo el ambiente en el que una persona se ha desarrollado a lo largo de su vida. E incluso antes de nacer. Páez apunta al papel clave del exposoma, que son todos esos factores no genéticos a los que un individuo está expuesto a lo largo de su vida y condicionan su salud: “La interacción de estos factores externos con el genoma puede condicionar la aparición de enfermedades. Se piensa que estos factores pueden estar alterando la inmunidad de las personas o la composición del microbioma desde el período prenatal”.

En la misma línea reflexionan en un estudio un grupo de investigadores de Harvard (entre los que se encuentra Ogino) y destaca que la fase más temprana de la carcinogénesis podría empezar muy pronto: “Las exposiciones en el útero pueden conducir a una reprogramación celular, incluidas alteraciones epigenéticas, que podrían tener efectos duraderos en la susceptibilidad a las enfermedades crónicas”. De hecho, sospechan que los factores reproductivos (edad de inicio de la menarquia, haber recibido o no lactancia materna, la tasa de fertilidad, el uso de anticonceptivos orales…), así como el tabaquismo, la dieta, el consumo de alcohol, el estilo de vida y enfermedades previas de la progenitora durante el embarazo “podrían ser exposiciones intrauterinas relevantes”.

La exposición a factores de riesgo a largo plazo comienza en los primeros años de vida. Lo que vemos ahora es el resultado de décadas de exposición”
Shuji Ogino, profesor de Epidemiología de la Facultad de Medicina de Harvard
En este sentido, durante la ponencia en ESMO, Ogino volvió a hacer hincapié en que, probablemente, en el cáncer de aparición temprana, influye “la naturaleza y la crianza”. “La exposición a factores de riesgo a largo plazo comienza en los primeros años de vida. Lo que vemos ahora es el resultado de décadas de exposición”, recordó. Lo que tampoco tienen claro los científicos es cuánto pesa cada factor de riesgo en un momento determinado de la vida y cómo interactúan entre ellos.

Precisamente por el largo tiempo de latencia que tiene el cáncer y el cambio en la exposición a diversos factores ambientales y de vida, los expertos subrayan la importancia en cáncer de colon del efecto de cohorte de nacimiento. Esto quiere decir que cada generación experimentó un mayor riesgo de cáncer de aparición temprana que la anterior. En un podcast de la revista Science, Kimmie Ng, investigadora del Instituto Oncológico Dana-Farber, en Boston (EE UU), que ha descrito el auge del cáncer colorrectal en adultos jóvenes, explicó que “es algo que está afectando generación tras generación, donde las personas nacidas en 1990 tienen una tasa significativamente mayor de desarrollar cáncer colorrectal en comparación con las personas nacidas en 1950″. Y agregó: “Creemos que se debe a la exposición ambiental. ¿A qué exactamente? No lo sabemos. Una vez más, hemos analizado la obesidad, también hemos analizado el comportamiento sedentario, un mayor consumo de azúcar, dulces y bebidas, niveles más bajos de vitamina D, y todos parecen estar asociados con un mayor riesgo, pero no creo que eso sea todo lo que explica lo que está sucediendo”.

Diagnósticos más tardíos
Los científicos investigan, además, las características específicas de esos tumores de aparición temprana, pero es un campo lleno de incógnitas. De entrada, se trata de tumores impredecibles, pues no hay pruebas de detección precoz para adelantarse al diagnóstico ni cribados que apelen a estas edades (suelen ser a partir de los 50 años). A pie de consulta, los oncólogos destacan que se descubren en fases avanzadas: “Se suelen detectar en fases sintomáticas. En el caso del cáncer de colon, por ejemplo, cuando hay un sangrado con heces, dolor de abdomen o cambios en los hábitos intestinales. Lo que se ve es un retraso diagnóstico con respecto a los adultos mayores y en los jóvenes se tarda en diagnosticar unos seis meses más”, explica Páez.

Algunas investigaciones advierten también de que se trata de tumores más agresivos, pero no está resuelto si esto se debe a la propia biología de ese cáncer, que es más virulenta, o a que se diagnostica en fases avanzadas. “En colon no queda claro si hay diferencias moleculares entre tumores en adultos mayores y jóvenes. El peor pronóstico se atribuye más al retraso diagnóstico”, puntualiza el oncólogo del Sant Pau. Un artículo de investigadores del Hospital Universitario de Navarra, que han diseñado un estudio para analizar el cáncer de aparición temprana en el norte de España, amplía el foco y asegura, sin embargo, que los tumores gastrointestinales de aparición temprana “se presentan en etapas clínicas avanzadas y con fenotipos agresivos”.

En cualquier caso, el abordaje de estos pacientes plantea nuevos retos para los especialistas. El tratamiento es el mismo que si fuesen adultos mayores, pero las consecuencias de este diagnóstico difieren en la población joven, avisa Páez: “Es un reto desde el punto de vista de las secuelas que le puedan quedar del tipo de tratamiento o las cirugías y su impacto en la calidad de vida. Y luego, el riesgo a largo plazo de aparición de otro cáncer también es mayor”. El oncólogo apunta también a más problemas psicosociales, de estigma, de afectación en la salud mental y de impacto en la vida laboral o incluso, en aspectos reproductivos o relacionados con la sexualidad.

Por lo pronto, las herramientas para atajar este fenómeno son limitadas. “Divulgación y concienciación” sobre la situación, evitar los factores de riesgo y seguir investigando, dice Páez, para ver si tiene sentido bajar la edad de los cribados (en Estados Unidos se ha hecho, pero sigue estando en discusión entre los científicos) y para encontrar herramientas de detección precoz.

Pedro Pérez Segura, miembro de la Comisión Permanente de la Fundación ECO y jefe de Oncología Médica del Hospital Clínico San Carlos (Madrid), aboga también por “educar” a la ciudadanía para mejorar el estilo de vida: “Estamos asistiendo a un nuevo boom del tabaco y el alcohol en población más joven. Y vivimos una época en la que el sedentarismo es importante. Hay que reforzar la educación sanitaria para evitar todo esto y recordar también la importancia de la protección ante el sol porque la incidencia de lesiones cutáneas también está creciendo”.

Lamarca también hace un llamamiento a la población para que consulte cuando tenga síntomas, que no los infravalore: “Ante síntomas, que vayan al médico. Muchas veces, un paciente joven puede tener síntomas, como pérdida de peso, dolor abdominal u otras cosas inespecíficas, y no da importancia porque dice: ‘¿cómo va a ser un cáncer si tengo 40 años?’ Pues la realidad es que cada vez hay más casos diagnosticados de cáncer en población joven y muchas veces son diagnósticos más tardíos, precisamente porque no acuden al médico, porque minimizan los síntomas”.
 
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