Las ilusorias promesas de la liberación sensual

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Las ilusorias promesas de la liberación sensual

Este-truhán-se-las-pincha-a-todas.-Fotografía-de-Bruno-Navez-CC.jpg


Cuando leo o escucho a hombres mayores clamar con vehemencia contra la Iglesia, el catolicismo y la represión sensual que trajeron consigo, a menudo asiento interiormente a lo que dicen e intento imaginarme cómo debió de ser aquella época que tanto les traumatizó. Debió de ser terrible, sin duda, pero en tales ocasiones no puedo evitar pensar también en cómo creen ellos que habría sido su vida sensual en otro contexto. Viendo la virulencia que en ocasiones ha alcanzado el anticlericalismo en España, más de uno pensaría que la Iglesia era el único obstáculo entre él y una orgía perpetua. Quizá a pesar de todo no dejaron de creer en el paraíso y solo le dieron otra forma…

Sea como fuere, su discurso, el discurso de la liberación sensual, ha cuajado con intensidad en nuestro país y en todo Occidente durante las últimas décadas. Ya conocen la historia: la religión ****ocristiana reprimió nuestros impulsos sensuales, amenazando en sus sermones con la condenación eterna a quien se tocaba, era promiscuo o en general utilizaba el sesso para algo que no fuera la reproducción. Pero ese oscurantismo debe quedar atrás, nos decimos convencidos unos a otros, y desde hace años contamos además con todo un ejército de senólogos que nos han animado desde los medios de comunicación a sacudirnos por completo cualquier temor y a disfrutar sin más límites que nuestras fuerzas y el código penal.

Si en otros países la reivindicación del sesso y el hedonismo vino de la mano del movimiento hippie, aquí debido a las circunstancias políticas tardo algo más, pero también por ello con más brío de la mano del «Destape», de «La Movida» y del afán de europeizarse especialmente durante la década de los 80. Muchos lectores recordarán a la pionera en estos lares, la doctora Elena Ochoa, rodeada de ese público de la época que lo mismo aplaudía a rabiar un apartamiento en la Manga del Mar Menor que ponía cara de pensar mientras oía hablar de penes y vaginas, porque es lo que tocaba. Había que subirse al carro de la modernidad. La educación sensual además también debía entrar en los colegios e institutos, así que por ahí pasaban educadores a hablarnos de métodos anticonceptivos. Uno parecía despertar al sesso de forma simultánea a todo un despertar nacional y occidental. Ahí estaban Porky’s o aquel programa de TVE que, en el colmo de la provocación y el escándalo, concluía cada semana con un strep-tease. Sonaba todo tan prometedor que recuerdo a un compañero de 2º de BUP viniéndose arriba y pedir a los profesores una máquina de condones. En un instituto bilbaíno. Porque la teoría ya nos la sabíamos todos de sobra y la práctica estaba a punto de llegar, creíamos.

Pero lo que no ha dejado de llegar en cantidades gigantescas desde entonces, año tras año, es la teoría. Nada es más aborrecido en el discurso de los intelectuales, periodistas y líderes de opinión, en la opinión pública —en el discurso dominante en el que todos estamos inmersos, en definitiva— que todo aquello que pretenda poner cortapisas al pleno disfrute sensual, convertido en un sano ejercicio gimnástico. Podría decirse que el terreno para su llegada ha sido completamente alisado… Y por lo tanto quizá al discurso de la liberación ya no le quedan más cadenas que romper, más muros por derribar ni más enemigos por batir. Parece que ya hemos llegado al final y esto que tenemos ahora es el paisaje que ha quedado después de la batalla. Sin que queden ya en el año 2013 muchas promesas de mejora.

Veamos por ejemplo el caso de algunos foros con más de medio millón de personas inscritas y, a menudo, templos de sabiduría a este respecto. Pues bien, la gran mayoría son muy jóvenes y no falta un día sin que alguien abra un hilo titulado «tengo 25 años y soy virgen», «tengo 26 años y nunca he besado a una chica»… etc. Hilos que se llenan de cientos de testimonios similares y en ocasiones realmente dramáticos. Otro ejemplo podría ser este texto y sus no menos interesantes comentarios, también en ocasiones realmente dramáticos. Se trata de uno de los artículos más leídos de Jot Down, ha tenido un espectacular número de visitas y ha sido enlazado, compartido y googleado desde el día de su publicación tal número de veces que por lo tanto cabe deducir que ha sabido tocar alguna fibra y debe de estar describiendo algo reconocible por muchos. Por otra parte, según algunas noticias, los más jóvenes recurren a las cortesanas incluso con más frecuencia que los adultos. Y por último en este panorama no faltan ni las waifus, almohadas con el dibujo de algún personaje femenino del manga japonés que se han puesto de moda, cuyos propietarios tratan como a una novia de carne y hueso.

¿Qué es lo que ocurre entonces? ¿No estábamos ya ante una juventud educada sensualmente, liberada de prejuicios y tradiciones reaccionarias? Han crecido con un acceso ilimitado al prono en internet, seguramente nunca hayan visto un cura de cerca y no han oído desde la adolescencia otra cosa que el sesso es algo fantástico y que uno ha de amar todo lo que pueda ¿Por qué entonces sus vidas no son un constante trasegar de fluidos genitales de Dios sabe cuántas personas distintas? Se me ocurren dos motivos: los llamaremos el imperativo biológico y el capitalismo sensual.

El imperativo biológico

Como dijo Yoko Ono: «la revolución sensual, de la que tanto se habla, fue principalmente para los tíos. Ellos hicieron “Yupi”… Para las chicas, creo que nuestra experiencia fue muy distinta. Si no éramos complacientes, decían que no estábamos en la onda o cosas así». Tal como viene señalando la psicología evolucionista, el comportamiento sensual de hombres y muyeres no es idéntico y no tiene visos de que llegue a serlo nunca. A esa conclusión ha llegado el psicólogo David M. Buss en La evolución del deseo, tras entrevistar a 10.000 personas de entre 14 y 70 años de los cinco continentes y de toda clase de culturas, creencias, razas y estatus económico. Una promiscuidad muy elevada puede traer a los hombres una cantidad de descendencia prácticamente ilimitada, así que la evolución habría premiado esa predisposición. Los datos del estudio entre otras muchas cosas mostraban una brecha similar en todas partes en torno a esa preferencia entre hombres y muyeres.

Lo más curioso es que no importa mucho lo moderno y rico que sea el país en cuestión. Harald Eia es un cómico y presentador que hizo un programa para la televisión noruega llamado Hjernevask, con reportajes sobre el debate entre la influencia de la naturaleza y la cultura en torno a temas como el interés por el sesso en hombres y muyeres, la gaiidad, la educación, la violencia y el racismo. Tiene un estilo desenfadado similar al de Jordi Evolé que los hace muy amenos e interesantes, además de contar con entrevistas a investigadores de primer nivel. Aquí podrán verlos con subtítulos en inglés, se los recomiendo. Pues bien, el reportaje dedicado al sesso permite atisbar en algunos momentos exactamente esta misma situación en un país considerado a la vanguardia del mundo en tantos aspectos. Resulta curioso como una de las entrevistadas (a partir del minuto nueve) se autodefine como feminista y no duda en considerar la visión masculina del sesso como la correcta, la que las muyeres deben imitar. Pero no parece que muchas estén dispuestas a hacerle caso. Aquí vemos un curioso experimento en el que un joven de buen aspecto y en forma, en el año 2013 se acerca a 100 muyeres ofreciéndoles sesso. Este es el resultado:



Cero respuestas positivas, pobre hombre. Parece razonable concluir que si un joven en una región tan adaptada a los valores modernos y la revolución sensual como California, en el año 2013, tiene tan discreto éxito entonces el cambio no ha sido tan grande como algunos soñaban. Veamos qué ocurre en el caso inverso:



De 14 hombres a los que se ha acercado nada menos que la mitad han aceptado su ofrecimiento. Y algunos de los que son abordados con la novia al lado parecen estar pensándoselo antes de dar su negativa.

El capitalismo sensual

Prácticamente todas las sociedades humanas han institucionalizado la monogamia. Incluso aquellas que permiten la poligamia la reservan solo para sus élites. La celebración con grandes dispendios del matrimonio, la persecución del adulterio y la desaprobación generalizada de la promiscuidad son las bases sobre las que se sustenta un sistema que pretende así evitar que unos pocos poderosos acaparen muchos, y que todos tengan acceso igualitario al sesso y a la posibilidad de reproducirse. De esa manera disminuye la competencia y se incrementa la cooperación dentro del grupo. Un sistema, por decirlo así, de «marxismo sensual».

Abolido el igualitarismo y la garantía de la sociedad a cada miembro de que le tocará una pareja entonces su búsqueda pasa a convertirse un mercado libre donde uno es simultáneamente consumidor y objeto consumido. A veces de forma literal, como en la web de citas Adopta un tío, donde los usuarios son productos etiquetados que se echan a una cesta de la compra. Pero en un supermercado no todos los productos se venden por igual, unos puede ser muy demandados y otros quedarse en la estantería cogiendo polvo. Houellebecq pudo verlo con gran agudeza en Ampliación del campo de batalla:

Definitivamente, me decía, no hay duda de que en nuestra sociedad el sesso representa un segundo sistema de diferenciación, con completa independencia del dinero, y se comporta como un sistema de diferenciación tan implacable, al menos, como este. Por otra parte, los efectos de ambos sistemas son estrictamente equivalentes. Igual que el liberalismo económico desenfrenado, y por motivos análogos, el liberalismo sensual produce fenómenos de empobrecimiento absoluto. Algunos hacen el amor todos los días, otros cinco o seis veces en su vida, o nunca. Algunos hacen el amor con docenas de muyeres, otros con ninguna. Es lo que se llama la «ley del mercado». En un sistema económico que prohíbe el despido libre, cada cual consigue, más o menos, encontrar su hueco. En un sistema sensual que prohíbe el adulterio, cada cual se las arregla, más o menos, para encontrar su compañero de cama. En un sistema económico perfectamente liberal, algunos acumulan considerables fortunas, otros se hunden en el paro y la miseria. En un sistema sensual perfectamente liberal, algunos tienen una vida erótica variada y excitante, otros se ven reducidos a la tocación y a la soledad.

Siguiendo este símil, la liberación sensual prometió a todo el mundo que se haría rico. Pero para que unos ganen otros deben perder. El fin de la monogamia no viene seguido de un paraíso hippie donde todos aman constantemente con todos, puesto que el atractivo de cada uno difiere. Una vez abolida la monogamia lo que viene a ocupar ese hueco es la poliginia. En la naturaleza lo vemos constantemente. Entre los elefantes marinos, por ejemplo, un escaso 4% de los machos engendra el 85% de las crías nacidas. Y el resto a contemplar el horizonte y divagar poéticamente sobre las olas, cabe suponer. La gran mayoría de las personas tenemos distorsionada nuestra autopercepción por un sesgo favorable que nos hace estar más a gusto con nosotros mismos, aun a costa de engañarnos sistemáticamente sobre nuestras posibilidades reales (la culpa siempre pasa a ser de los demás). Por ello la mayoría aceptará ese nuevo reparto porque cree que formará parte de la minoría privilegiada. Y si no, lo fingirá. De la misma manera que todos evitan parecer pobres, nada más ridículo y denigrante que ser considerado «solterón». Hay que hacer ostentación de cada logro en ese terreno si no quiere uno perder la consideración de los demás.

Pero la realidad —tal como decían en el citado reportaje— es que uno de cada cuatro hombres noruegos de 40 años está soltero y sin descendientes, cuando la proporción hace unas décadas era de un 10%. En España, un 27% de los hogares están ya habitados por una sola persona. En conclusión, la tarta ha aumentado su tamaño —menos de lo prometido, debido al «imperativo biológico»— pero está peor repartida, debido al «capitalismo sensual». Dice el profesor de psicología de Harvard Dan Gilbert que los hombres casados viven más años, tiene mejor salud, se suicidan menos, ganan más dinero, tiene sesso con más frecuencia y cometen menos crímenes que los solteros. De ser cierto en tal caso no parece que estemos yendo en la dirección correcta. Pero dar marcha atrás al cambio social no parece ni deseable ni posible. ¿Cuál es entonces la respuesta? Pues no lo sé. Puede que sea un problema sin solución y que las personas simplemente no tengamos arreglo.

---------- Post added 14-ago-2013 at 23:23 ----------

a ver, que forero está en jotdown porque ya escama tanta historia.

---------- Post added 14-ago-2013 at 23:27 ----------

por supuesto este texto hace referencia al hilo:

el-drama-tardoadolescente
 
Última edición:
El capitalismo sensual

Prácticamente todas las sociedades humanas han institucionalizado la monogamia. Incluso aquellas que permiten la poligamia la reservan solo para sus élites. La celebración con grandes dispendios del matrimonio, la persecución del adulterio y la desaprobación generalizada de la promiscuidad son las bases sobre las que se sustenta un sistema que pretende así evitar que unos pocos poderosos acaparen muchos, y que todos tengan acceso igualitario al sesso y a la posibilidad de reproducirse. De esa manera disminuye la competencia y se incrementa la cooperación dentro del grupo. Un sistema, por decirlo así, de «marxismo sensual».

Abolido el igualitarismo y la garantía de la sociedad a cada miembro de que le tocará una pareja entonces su búsqueda pasa a convertirse un mercado libre donde uno es simultáneamente consumidor y objeto consumido. A veces de forma literal, como en la web de citas Adopta un tío, donde los usuarios son productos etiquetados que se echan a una cesta de la compra. Pero en un supermercado no todos los productos se venden por igual, unos puede ser muy demandados y otros quedarse en la estantería cogiendo polvo. Houellebecq pudo verlo con gran agudeza en Ampliación del campo de batalla:

Definitivamente, me decía, no hay duda de que en nuestra sociedad el sesso representa un segundo sistema de diferenciación, con completa independencia del dinero, y se comporta como un sistema de diferenciación tan implacable, al menos, como este. Por otra parte, los efectos de ambos sistemas son estrictamente equivalentes. Igual que el liberalismo económico desenfrenado, y por motivos análogos, el liberalismo sensual produce fenómenos de empobrecimiento absoluto. Algunos hacen el amor todos los días, otros cinco o seis veces en su vida, o nunca. Algunos hacen el amor con docenas de muyeres, otros con ninguna. Es lo que se llama la «ley del mercado». En un sistema económico que prohíbe el despido libre, cada cual consigue, más o menos, encontrar su hueco. En un sistema sensual que prohíbe el adulterio, cada cual se las arregla, más o menos, para encontrar su compañero de cama. En un sistema económico perfectamente liberal, algunos acumulan considerables fortunas, otros se hunden en el paro y la miseria. En un sistema sensual perfectamente liberal, algunos tienen una vida erótica variada y excitante, otros se ven reducidos a la tocación y a la soledad.

Siguiendo este símil, la liberación sensual prometió a todo el mundo que se haría rico. Pero para que unos ganen otros deben perder. El fin de la monogamia no viene seguido de un paraíso hippie donde todos aman constantemente con todos, puesto que el atractivo de cada uno difiere. Una vez abolida la monogamia lo que viene a ocupar ese hueco es la poliginia. En la naturaleza lo vemos constantemente. Entre los elefantes marinos, por ejemplo, un escaso 4% de los machos engendra el 85% de las crías nacidas. Y el resto a contemplar el horizonte y divagar poéticamente sobre las olas, cabe suponer. La gran mayoría de las personas tenemos distorsionada nuestra autopercepción por un sesgo favorable que nos hace estar más a gusto con nosotros mismos, aun a costa de engañarnos sistemáticamente sobre nuestras posibilidades reales (la culpa siempre pasa a ser de los demás). Por ello la mayoría aceptará ese nuevo reparto porque cree que formará parte de la minoría privilegiada. Y si no, lo fingirá. De la misma manera que todos evitan parecer pobres, nada más ridículo y denigrante que ser considerado «solterón». Hay que hacer ostentación de cada logro en ese terreno si no quiere uno perder la consideración de los demás.

Pero la realidad —tal como decían en el citado reportaje— es que uno de cada cuatro hombres noruegos de 40 años está soltero y sin descendientes, cuando la proporción hace unas décadas era de un 10%. En España, un 27% de los hogares están ya habitados por una sola persona. En conclusión, la tarta ha aumentado su tamaño —menos de lo prometido, debido al «imperativo biológico»— pero está peor repartida, debido al «capitalismo sensual». Dice el profesor de psicología de Harvard Dan Gilbert que los hombres casados viven más años, tiene mejor salud, se suicidan menos, ganan más dinero, tiene sesso con más frecuencia y cometen menos crímenes que los solteros. De ser cierto en tal caso no parece que estemos yendo en la dirección correcta. Pero dar marcha atrás al cambio social no parece ni deseable ni posible. ¿Cuál es entonces la respuesta? Pues no lo sé. Puede que sea un problema sin solución y que las personas simplemente no tengamos arreglo.

Con el término "capitalismo sensual" nos debemos de ir familiarizando. Más bien yo lo llamaría "neoliberalismo económico llevado a lo sensual" como dice el artículo. Ya os vais haciendo una idea. En el spoiler del quote viene bien explicado.

Pero si en vez del resumen queréis la extended versión, os van a entrar sudores por todos los lados.

Aquí un artículo en inglés, algo largo, pero fácil de leer y muy impactante. Es del 2006, pero es la verdad de la buena, en esto del sesso el tiempo no hace cambiar nada. Podéis leerlo a saltos, que se entiende.

One Man, Many Wives, Big Problems - Reason.com

The social consequences of polygamy are bigger than you think

"And now, polygamy," sighs Charles Krauthammer, in a recent Washington Post column. It's true. As if they didn't already have enough on their minds, Americans are going to have to debate polygamy. And not a moment too soon.

For generations, taboo kept polygamy out of sight and out of mind in America. But the taboo is crumbling. An HBO television series called "Big Love," which benignly portrays a one-husband, three-vvife family in Utah, set off the latest round of polygamy talk. Even so, a federal lawsuit (now on appeal), the American Civil Liberties Union's stand for polygamy rights, and the rising voices of pro-polygamy groups such as TruthBearer.org (an evangelical Christian group) and Principle Voices (which Newsweek describes as "a Utah-based group run by wives from polygamous marriages") were already making the subject hard to duck.

So far, libertarians and lifestyle liberals approach polygamy as an individual-choice issue, while cultural conservatives use it as a bloody shirt to wave in the lgtb-marriage debate. The broad public opposes polygamy but is unsure why. What hardly anyone is doing is thinking about polygamy as social policy.

If the coming debate changes that, it will have done everyone a favor. For reasons that have everything to do with its own social dynamics and nothing to do with lgtb marriage, polygamy is a profoundly hazardous policy.

To understand why, begin with two crucial words. The first is "marriage." Group love (sometimes called polyamory) is already legal, and some people freely practice it. Polygamy asserts not a right to love several others but a right to marry them all. Because a marriage license is a state grant, polygamy is a matter of public policy, not just of personal preference.

The second crucial word is "polygyny." Unlike lgtb marriage, polygamy has been a common form of marriage since at least biblical times, and probably long before. In his 1994 book The jovenlandesal Animal: The New Science of Evolutionary Psychology, Robert Wright notes that a "huge majority" of the human societies for which anthropologists have data have been polygamous. Virtually all of those have been polygynous: that is, one husband, multiple wives. Polyandry (one vvife, many husbands) is vanishingly rare. The real-world practice of polygamy seems to flow from men's desire to marry all the women they can have children with.

Moreover, in America today the main constituents for polygamous marriage are Mormons* and, as Newsweek reports, "a growing number of evangelical Christian and Muslim polygamists." These religious groups practice polygyny, not polyandry. Thus, in light of current American politics as well as copious anthropological experience, any responsible planner must assume that if polygamy were legalized, polygynous marriages would outnumber polyandrous ones — probably vastly.

Here is something else to consider: As far as I've been able to determine, no polygamous society has ever been a true liberal democracy, in anything like the modern sense. As societies move away from hierarchy and toward equal opportunity, they leave polygamy behind. They monogamize as they modernize. That may be a coincidence, but it seems more likely to be a logical outgrowth of the arithmetic of polygamy.

Other things being equal (and, to a good first approximation, they are), when one man marries two women, some other man marries no woman. When one man marries three women, two other men don't marry. When one man marries four women, three other men don't marry. Monogamy gives everyone a shot at marriage. Polygyny, by contrast, is a zero-sum game that skews the marriage market so that some men marry at the expense of others.

For the individuals affected, losing the opportunity to marry is a grave, even devastating, deprivation. (Just ask a lgtb American.) But the effects are still worse at the social level. sensual imbalance in the marriage market has no good social consequences and many grim ones.

Two political scientists, Valerie M. Hudson and Andrea M. den Boer, ponder those consequences in their 2004 book Bare Branches: Security Implications of Asia's Surplus Male Population. Summarizing their findings in a Washington Post article, they write: "Scarcity of women leads to a situation in which men with advantages — money, skills, education — will marry, but men without such advantages — poor, unskilled, illiterate — will not. A permanent subclass of bare branches [unmarriageable men] from the lowest socioeconomic classes is created. In China and India, for example, by the year 2020 bare branches will make up 12 to 15 percent of the young adult male population."

The problem in China and India is sen-selective abortion (and sometimes infanticide), not polygamy; where the marriage market is concerned, however, the two are functional equivalents. In their book, Hudson and den Boer note that "bare branches are more likely than other males to turn to vice and violence." To get ahead, they "may turn to appropriation of resources, using force if necessary." Such men are ripe for recruitment by gangs, and in groups they "exhibit even more exaggerated risky and violent behavior." The result is "a significant increase in societal, and possibly intersocietal, violence."

Crime rates, according to the authors, tend to be higher in polygynous societies. Worse, "high-sen-ratio societies are governable only by authoritarian regimes capable of suppressing violence at home and exporting it abroad through colonization or war." In medieval Portugal, "the regime would send bare branches on foreign adventures of conquest and colonization." (An equivalent today may be jihad.) In 19th-century China, where as many as 25 percent of men were unable to marry, "these young men became natural recruits for bandit gangs and local militia," which nearly toppled the government. In what is now Taiwan, unattached males fomented regular revolts and became "entrepreneurs of violence."

Hudson and den Boer suggest that societies become inherently unstable when sen ratios reach something like 120 males to 100 females: in other words, when one-sixth of men are surplus goods on the marriage market. The United States as a whole would reach that ratio if, for example, 5 percent of men took two wives, 3 percent took three wives, and 2 percent took four wives — numbers that are quite imaginable, if polygamy were legal for a while. In particular communities — inner cities, for example — polygamy could take a toll much more quickly. Even a handful of "Solomons" (high-status men taking multiple wives) could create brigades of new recruits for street gangs and drug lords, the last thing those communities need.

Such problems are not merely theoretical. In northern Arizona, a polygamous Mormon sect has managed its surplus males by dumping them on the street --
literally. The sect, reports The Arizona Republic, "has orphaned more than 400 teenagers ... in order to leave young women for marriage to the older men." The paper goes on to say that the boys "are dropped off in neighboring towns, facing hunger, homelessness, and homesickness, and most cripplingly, a belief in a future of suffering and darkness."

True, in modern America some polygynous marriages would probably be offset by group marriages or chain marriages involving multiple husbands, but there is no way to know how large such an offset might be. And remember: Every unbalanced polygynous marriage, other things being equal, leaves some man bereft of the opportunity to marry, which is no small cost to that man.

The social dynamics of zero-sum marriage are ugly. In a polygamous world, boys could no longer grow up taking marriage for granted. Many would instead see marriage as a trophy in a sometimes brutal competition for wives. Losers would understandably burn with resentment, and most young men, even those who eventually won, would antiestéticar losing. Although much has been said about polygamy's inegalitarian implications for women who share a husband, the greater victims of inequality would be men who never become husbands.

By this point it should be obvious that polygamy is, structurally and socially, the opposite of same-sen marriage, not its equivalent. Same-sen marriage stabilizes individuals, couples, communities, and society by extending marriage to many who now lack it. Polygamy destabilizes individuals, couples, communities, and society by withdrawing marriage from many who now have it.

As the public focuses on a subject it has not confronted for generations, the hazards of polygamy are likely to sink in. In time, debating polygamy will remind us why our ancestors were right to abolish it. The question is whether the debate will reach its stride soon enough to prevent polygamy
from winning a lazy acquiescence that it in no way deserves.

*Author's note: My wording left some readers under the impression that the modern Mormon church may endorse or practice polygamy. It does not. I should have made clearer that I was referring to certain people who claim to be Mormons, not to the church or mainstream practice.



© Copyright 2006 National Journal

Jonathan Rauch is a senior writer and columnist for National Journal and a frequent contributor to Reason. The article was originally published by National Journal.


Esto está relacionado con la hipergamia, término que como decían los de La Hora Chanante con ***, hay que decirlo más. En la calle apenas se oye, pero el término es verdad de la buena, lo explica todo fácil, rápido y para toda la familia.


Aquí la definición de la wikipedia:

Hipergamia - Wikipedia, la enciclopedia libre

Hipergamia, coloquialmente llamado en inglés «marrying up», es el acto de buscar pareja o cónyuge de mejor belleza, nivel socioeconómico, o casta social que uno mismo.

El término es normalmente más usado específicamente por la aparente tendencia dentro de las diferentes culturas humanas donde las muyeres buscan o son animadas a buscar un hombre comparativamente mayor, más guapo, más adinerado o de alguna otra manera más privilegiado que ella. El comportamiento de hipergamia puede ser explicado en términos de psicología evolutiva, ya que en sociedades con un alto nivel de desigualdad de sessos las muyeres son más proclives a la hipergamia para el beneficio de sus descendientes, a la vez que los hombres tenderían más a la hipogamia como forma de asegurar una mayor fidelidad de sus parejas.

La palabra «hipogamia» típicamente hace referencia al caso inverso: casarse con alguien con una posición social o económica más baja.

Algunos psicólogos creen que las muyeres exhiben en términos de selección sensual preferencia por hombres que poseen como mínimo el mismo nivel de educación, posición laboral, estatus social o acumulación de capital. Por contra, lo hombres tienden a hacer más énfasis en el atractivo físico.

En la antología sobre el dinero y las relaciones por algunas prominentes escritoras, las autoras expresan que el papel que el dinero desempeña en la determinación de cómo una muyer selecciona a su pareja para una relación duradera es frecuentemente considerado un tema tabú.

Aquí la definición de un forero, fácil, rápida y para toda la familia:

Una de las palabras más referidas aquí en el ático es la HIPERGAMIA. Esta palabra resume el hecho de que las muyeres el sentimiento es siempre de buscar "lo mejor", lejos de ser monógamas como nos pinta el sistema

Así, como prueba de la monogamia:

-Una pequeña élite de hombres podría estar y mantener a todas las chicas (el fenómeno fan es un caso extremo de esto, pero representativo)

-Una muyer daría cualquier excusa en una relación si él decae en su posición o status, y ella le abandonaría

-Aunque pueda parecer paradójico, una muyer preferiría compartir un líder, a vivir sola con una fracasado sin compartir (lo que demuestra la farsa de la monogamia en la muyer)

se ha comentado en otros hilos: el hombre tiende a ser polígamo, la muyer a ser hipérgama, ninguna de las 2 cosas son sanas para la civilización, que debe tender a ser monógama para prosperar

Si ponemos el sueño extremo de hombre y muyer:

-El hombre, su "infinito" sería ser el único poseedor de todas las chicas guapas del mundo y que fueran vírgenes (aunque una vez usadas podría ir a otras)

-La muyer, su "infinito" sería que existiera un hombre hipermegapoderosoyguapo, que pudiera estar con todas las muyeres guapas del mundo por encima de cualquier otro hombre, pero las escogiera a ella en vez de a otra. (Y la muyer, puesto a escoger, si no pudiera esto mismo, preferiría estar ella y 3-4 más con él, aunque tenga que compartirlo, que renunciar y bajar un escalafón ante el 100 del mundo)

Eso es la hipergamia.

Este hilo lo abro para poner una encuestra al respecto:

-¿Antes de entrar al ático, habíais oído alguna vez de la palabra hipergamia?

ESTOS DOS ÚLTIMOS SPOILER SON CORTOS Y DE OBLIGADA LECTURA.

Haced los deberes, porque sino no os vais a enterar de la película.
 
Última edición:
No sabeis lo ****** que es salir con una tia guapa, que ademas sabe que lo es y ademas se lo cree. Un autentico ******, hay que salir huyendo en direccion contraria.

Buscaros una del monton, un poco regodeta, simpatica, con dos dedos de frente que en la cama tira lo mismo o mas que la otra.
 
Última edición:
¿Y como percibís esa cosa que llamáis hipergamia? Como violencia ¿verdad?
Es que es violencia. Pero nace de algo muy viejo llamado narcisismo (sí, el narcisismo es, resumiendo, un ego sobredimendionado, y claro que sí, muy violento, que esconde, a veces muy bien-hay que buscar y saber mirar y ahí estará- ocultada una muy baja autoestima y un profundo desconocimiento de la propia psique).

Esa cosa que llamáis hipergamia, es un subapartadito más dentro del gran tema, quizá el tema más importante que vamos a tener que afrontar (por supuesto lo haremos cuando ya no quede más opción, pero se tendrá que afrontar en algún siglo venidero :D) como sociedad que es el tema del narcisismo (que ya está adquiriendo dimensiones de plaga social) social, y, por supuesto, la violencia que genera la enorme cantidad de egos enfermos y violentos con los que hoy día tenemos que socialmente lidiar.
 
Ojalá no hubiera habido revolución sensual, me hace gracia los melónes de la izquierda que van proclamándola como suya o los hippies cuando fue cosa de un par de magnates capitalistas, entre ellos el de PlayBoy.

[YOUTUBE]6pLjUsBnQv4[/YOUTUBE]
 
muy interesante el artículo en inglés, Rescatador. Trata de relaciones uno-a-uno y uno-a-varios. Aunque parece que menosprecia un poco sin justificar la posibilidad de relaciones varios-a-varios. Sin esa consideración, las conclusiones son prematuras. Podría un grupo ser superior a un, en vuestra terminología "macho-alfa?". Por experiencia, las muyeres gustan de grupos de amigos con lazos fuertes (y también suceso).
 
como me gustaria entender tus post, yo creo que el resumen del tocho esta en la foto del elefante marino, donde solo ama uno de cada mil y se las ama a todas.

hablo de que pueden jincar varios entre ellos, en vez de que 1 jinca con todas. Todos con todas, dentro de un grupo. No es la primera comuna sensual. Dá pra entender agora?
 
Siempre queda el recurso de los alemanes en paro: se traen a una, normalmente caribeña, con promesa de vida alemana de clase media, y luego resulta que el tipo es un parado de larga duración que vive de ayudas sociales. Algunos suizos se sabe que también lo hacen, pero esos no suelen ser parados aunque sí clase media muy justita, lo cual, por las quejas, parece ser que suele decepcionar a las novias.
 
muy interesante el artículo en inglés, Rescatador. Trata de relaciones uno-a-uno y uno-a-varios. Aunque parece que menosprecia un poco sin justificar la posibilidad de relaciones varios-a-varios. Sin esa consideración, las conclusiones son prematuras. Podría un grupo ser superior a un, en vuestra terminología "macho-alfa?". Por experiencia, las muyeres gustan de grupos de amigos con lazos fuertes (y también suceso).

Cuidado!, que el artículo habla siempre desde el punto sociológico, y cómo es beneficioso (o no) para la construcción de la sociedad. Es decir, el artículo dice que NO está ilegalizado el amor entre varios, pero que otra cosa distinta es el contrato con el Estado (que es el matrimonio).

Por cierto, me ha parecido MUY interesante esto:

By this point it should be obvious that polygamy is, structurally and socially, the opposite of same-sen marriage, not its equivalent. Same-sen marriage stabilizes individuals, couples, communities, and society by extending marriage to many who now lack it. Polygamy destabilizes individuals, couples, communities, and society by withdrawing marriage from many who now have it.

Es curioso que, desde ese punto de vista, el matrimonio lgtb es pro-equilibrio social mientras que la poligamia puede hacer temblar la estabilidad social.
 
Última edición:
Cuidado!, que el artículo habla siempre desde el punto sociológico, y cómo es beneficioso (o no) para la construcción de la sociedad. Es decir, el artículo dice que NO está ilegalizado el amor entre varios, pero que otra cosa distinta es el contrato con el Estado (que es el matrimonio).

...

No entiendo muy bien el toque de atención. En términos similares lo planteé. El artículo inglés admite no explorar esa vía, y por tanto está coji.
 

Es tendencia

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