Bueno, la vida de un mamífero autoconsciente como nosotros es bastante absurda. Más bien parece una broma pesada. Saber que hagas lo que hagas estarás condenado a la desaparición y el olvido no ayuda demasiado, por muy esquizo que seas creyendo en amigos imaginarios, o en que sembrar de simiente para condenar a fin a fracasados como tú va a implicar algún tipo de trascendencia.
Ciñéndonos al tema, de adolescentes somos pura potencialidad. Puede pasar cualquier cosa y, de no estar tarado de antemano, uno suele ser optimista o, cuanto menos, posibilista. Desde muy joven siempre tuve aspiraciones modestas. Seguir vivo sin trabajar demasiado y disfrutando del fugaz espectáculo de la vida a poder ser en compañía de una hembra a la altura de las circunstancias. Siempre me la sudó fama, dinero o poder.
A día de hoy he logrado el objetivo al 70%. Considerando las décadas que aún me quedan arrastrándome por aquí creo que no es mal balance. Me encanta el mundo tecnológico que hemos alcanzado, que a la vez es nuestro cáncer más devastador. Me gusta saber que cada año que pase la sobredosis de estupidez colectiva y aniquilación política hará más imposible la vida tranquila a la que aspiro, con lo que el paso a la no existencia casi será un alivio.
Resumiendo, todo caga hasta que muere.